miércoles, 13 de febrero de 2013

La crisis desde Italia - "Dictadura" de la austeridad impone "toque de queda" para los derechos de los trabajadores (1° parte)

Foto G. Trucchi - Opera Mundi
Por Giorgio Trucchi - Opera Mundi | ALBA SUD

La crisis económica que golpea el sur de Europa, y en particular Grecia, Italia y España, tiene también una dimensión social y moral, con ganadores y perdedores. Aquí se analizan las distintas dimensiones, manifestaciones y razones de la crisis en Italia. Una mirada desde abajo. 

"Dictadura" de la austeridad impone "toque de queda" para los derechos de los trabajadores

La Constitución italiana, en vigor desde 1948, declara en sus primeros 12 artículos cuáles son los pilares de la República. Los constituyentes decretaron, en el artículo 1, que Italia es "una República democrática fundada en el trabajo". A la República corresponde remover los obstáculos de orden económico y social que "impiden el pleno desarrollo de la persona humana y la participación efectiva de todos los trabajadores en la organización política, económica y social del país" (art.3). También se reconoce a todos los ciudadanos "el derecho al trabajo” y la promoción de “las condiciones que hagan efectivo este derecho" (art.4).

Ante la violenta crisis económica que, a partir de 2008, ha sacudido la península italiana y el resto de Europa, esos Principios Fundamentales quedaron aún más rezagados y prácticamente vacíos de contenido.

Actualmente, la deuda pública italiana ha sobrepasado los 2 mil billones de euros, es decir más del 126% del PIB (Producto Interno Bruto). De 60 millones de habitantes, solamente 23 millones trabajan. Cuatro millones de personas no tienen ocupación, que equivale al 10% de la población económicamente activa, e igual cantidad tiene un trabajo precario que no les garantiza una entrada económica durante todo el año, ni gozan de los derechos laborales mínimos. El 35% de la población desocupada tiene menos de 35 años, y en su mayoría, mujeres.

Los datos publicados por la revista Altreconomia arrojan un total de casi ocho millones de personas desempleadas o con empleos precarios, mal pagados y por tiempo determinado. Además, durante el año 2012, se ha calculado un total de un billón de horas de paro forzoso, que equivale a un promedio de un mil horas para un millón de personas que recibieron solamente el 60% de su salario.

Según el sociólogo y experto en temas laborales, Luciano Gallino, el desempleo es “una herida profunda en la autoestima de una persona y el escándalo más grande para una sociedad”.  De acuerdo con Roberto Giudici, coordinador de Organización de la FIOM Milano (Federación de Empleados y Obreros Metalúrgicos), “es una crisis muy extensa, que está golpeando a todos los sectores de la economía italiana, y que tiene sus raíces en el claro predominio del capital financiero sobre el capital productivo, es decir la financiarización de la economía”.

El resultado ha sido dramático y ha llevado al cierre de empresas grandes, medianas y pequeñas, al aumento del desempleo y de la precarización laboral, sobre todo entre los jóvenes. Además, ha demandado nuevos y más profundos sacrificios a la mayoría de las familias italianas. “Lamentablemente, estos sacrificios no están sirviendo para reactivar la economía, la producción y las inversiones, sino para pagar las deudas de los bancos”, afirmó Giudici.

En menos de tres años (2008-2011) la deuda pública europea ha aumentado del 20% y la respuesta ha sido el recorte al estado social. En 2012, el gasto social de los entes locales en Italia tuvo una disminución de hasta el 13%, y los recortes se dieron, sobre todo, en el área de los servicios brindados a la población más desprotegida.

Más allá de la disminución de los recursos, lo que más preocupa a las organizaciones que trabajan en el sector de los servicios sociales es la crisis de un diseño político, basado en el trinomio derechos-welfare-servicios.

Para Don Virginio Colmegna, sacerdote y director de la Fundación Casa della Carità, lo que hay que enfrentar con firmeza es la injusta redistribución de la riqueza que hay en Italia. “El riesgo es que se consolidice la vieja y nueva pobreza alrededor de respuestas de carácter asistencial, sin atacar estructuralmente el profundo vulnus (lesión) que se ha creado, como producto del vacío de la política y el rechazo del capitalismo a redistribuir la riqueza”, dijo.

Explosión del sistema

Para Pietro Raitano, director de Altreconomia, no se trata simplemente de una crisis que refleja un momento particular de la historia económica del mundo, sino de la explosión del sistema mismo. “No sólo una parte del planeta ha vivido y consumido recursos más allá de sus posibilidades reales, sino que el propio sistema financiarizado ha demostrado todos sus límites y su absurdidad”. En este nuevo siglo, estamos viendo Estados que emiten Títulos Valores para salvar a los bancos, y “el peso de ese nuevo endeudamiento lo trasladan a la población, a través de recortes al welfare y la pérdida de derechos”, continúa.

En lugar de invertir en innovación tecnológica para aumentar el valor de la producción, el gran capital nacional ha preferido enfocarse en la reducción del costo de la mano de obra, así como en la fragmentación y atomización de las empresas. Es por eso que, entre los efectos más nefastos de esa crisis, señala Giudici, no solamente está el cese de la relación laboral o la adopción de amortiguadores sociales, sino sobre todo “el ataque despiadado a los que son los derechos históricos de la clase trabajadora”.

“En las últimas décadas y con el gobierno Monti, se ha puesto en contraposición el trabajo con los derechos adquiridos en tantos años de lucha. Hoy en día, en Italia, si quieres trabajar debes renunciar a tus derechos laborales”, asegura el dirigente sindical.

También para el profesor Gallino, las reformas del mercado del trabajo impulsadas a inicio del nuevo siglo se han enfocado en la flexibilización y precarización del empleo, supuestamente para crear más ocupación. “No existe algún estudio empírico que meta en relación la flexibilidad laboral con el aumento del empleo, antes bien, se ha demostrado lo contrario”, explica el catedrático a Altreconomia.

Según datos del OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) el índice de rigidez del empleo en Italia ha disminuido mucho durante la última década, pasando de 3.5 en 2003 a casi 1.8 en 2012, en una escala de 0 a 5, donde el valor máximo (5) significa casi la imposibilidad de despedir.

¿Derechos o desechos?

Entre los derechos laborales históricos que han sido fuertemente afectados por las reformas del trabajo, el coordinador de Organización de la FIOM-CGIL señala una profunda revisión del sistema de pensiones con, entre otros, el aumento de la edad de jubilación, la eliminación de la pensión de vejez y el paso del sistema retributivo al sistema contributivo.

También se derogó, para varios sectores o ramas, el Convenio Colectivo Nacional, se implementaron diferentes instrumentos de flexibilidad y precarización laboral y se reformó el artículo 18 del Estatuto de los Trabajadores, que prohibía el despido sin causa justificada.

“En Italia se ha venido impulsando con fuerza la idea de que el trabajo es una mercancía y ya no un derecho. Con estas reformas, se ha perseguido el objetivo de atomizar, dividir y debilitar las organizaciones sindicales, modificando drásticamente las ‘relaciones de fuerza’ entre los trabajadores organizados y el capital”, apuntó Giudici.

Para él, el artículo 1 de la Constitución ya perdió su significado más profundo, porque el trabajo ya está en función de las exigencias del capital. “Italia se ha transformado en una República fundada en el trabajo precario”, dijo.

Una situación extremadamente grave que se inserta en un contexto de país caracterizado por la fuerte concentración de la riqueza, los altos índices de evasión fiscal, corrupción y agotamiento de los recursos naturales, así como la falta de medidas para gravar las transacciones financieras o de pasos firmes para alcanzar tratados internacionales sobre los ‘paraísos fiscales’.

“Hay una crisis ecológica mundial y estamos acabando con los recursos naturales. Sin embargo, seguimos viendo  la ‘ganancia’ como motor imprescindible de desarrollo del país. Al endeudamiento financiero estamos respondiendo con el endeudamiento ecológico, es decir, con más política del cemento y la postergación de sus efectos desastrosos. La crisis no es solamente económica, sino moral y de falta de legitimidad y representatividad de la clase política tradicional”, analizó Raitano.

Para Colmegna, es imprescindible enfocarse en los que son los derechos de ciudadanía y un estado social (welfare) más justo, incluyendo necesariamente en el debate político la relación entre ética y financia, para así definir los pilares de la economía del futuro. “Necesitamos de una cultura antropológica económica que se mida con el futuro. Para hacerlo, necesitamos de una visión que acabe con el individualismo exasperado del capitalismo y el individualismo orgiástico del berlusconismo, que produjo una laceración de carácter ético enorme”, aseveró el director de Casa della Carità.

¿Una crisis eludible?

En su libro La lucha de clase después de la lucha de clase, Luciano Gallino asegura que la lucha de clase hoy es una lucha emprendida desde arriba, desde el gran capital que nunca ha abandonado su lucha ideológica. Ahora, quiere recuperar los privilegios y el poder que había perdido durante las décadas pasadas, producto de la lucha del movimiento obrero.

En este sentido, la crisis que se está viviendo, no sólo en Italia sino en toda Europa, es el resultado de una ideología muy bien definida que el capital ha impuesto en las últimas décadas, cuyos impactos eran previsibles.

Una clase dominante, asegura Gallino, que es la expresión de un poder político y económico que dice al 90% de la población qué es lo que debe hacer. “Aquí no es el sistema que está en crisis, sino que es el mismo sistema capitalista-neoliberal que precisa de la crisis para mantenerse y renovarse”, subrayó el director de Altreconomia. Según él, el problema es salir de la crisis eliminando un sistema que no funciona, y en el cual “los ricos han mantenido o aumentado su riqueza, los evasores siguen evadiendo los impuestos, mientras que los trabajadores y sus familias se hunden en la pobreza”.

Un plan que para Giudici se basa en ‘recetas’ que ya fueron experimentadas ‘exitosamente’. “Las políticas de precarización y tercerización laboral que se han impulsado en América Latina, por ejemplo, son las mismas que ahora se están implementando en Europa y que nos están llevando hacia el abismo”, dijo Giudici.

Para el dirigente sindical de la FIOM es necesario no sólo volver a impulsar una democratización de los procesos y de las actividades productivas, sino sobre todo “retomar la autonomía de análisis de la situación y reactivar las relaciones con el mundo, tomando en cuenta la dimensión más global de este fenómeno”.

La respuesta pasa también por una toma de conciencia de lo que de verdad está ocurriendo, impulsando un consumo que apunte a la sostenibilidad ambiental, económica, a la solidaridad entre consumidores, volviendo a la modalidad cooperativa, cuyo objetivo no es el lucro sino dar trabajo a todos, garantizando el bienestar de sus socios.  “Es a través de la decisión de cada día que podemos comenzar a cambiar este modelo. Debemos analizar y hablar de lo que está ocurriendo, porque el silencio ayuda a que estas doctrinas nefastas tengan éxito”, concluyó Raitano.



Fuente original: Opera Mundi

 

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