La presencia de sujetos con carácter extraño en las movilizaciones del pueblo indignado en Tegucigalpa es una extensión de la década de los años 80. Los que han sido identificados reflejaban una característica de quienes desaparecían y asesinaban a opositores hace 30 años, visten de civil pero en realidad forman parte de los órganos policiales y militares en este país.
No solo el escenario de la protesta de calle es donde la persecución a líderes y lideresas se manifiesta abiertamente. Las aulas de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH) todavía no se libran de la práctica del seguimiento, la desaparición y el asesinato contra las principales figuras de los sectores que históricamente acompañan la lucha popular. La contratación de un Jefe de seguridad con un pasado en el escuadrón 3-16 que llenó de sangre a la sociedad hondureña hace que no brille el alma mater y prevalezca un clima de represión de las voces críticas a la actual administración.
Sergio Rivera, quien en el pasado sufrió desapariciones temporales, detenciones ilegales por vincularse al movimiento estudiantil de educación media, representado en aquel entonces en la Federación de Estudiantes de Segunda Enseñanza (FESE), y su incorporación en las luchas en pro de la constitución de la Escuela Superior del Profesorado a Universidad Pedagógica, es un testimonio vivo y como tal analiza el actual estado de represión hacia los sectores sociales, con un incremento desde el golpe de Estado de junio de 2009.
Actualmente, alejado de la conducción de los movimientos magisteriales, desde que dejó la presidencia del Colegio de Profesores de Educación Media de Honduras (COPEMH), en 2008, desde las aulas universitarias por las mañanas y de un instituto capitalino en las tardes, comparte sus experiencias tanto de la cacería humana de hace 35 años, como del silencio con el que opera la violación a la libre expresión dentro de los muros de la nueva universidad.
Él conversó con pasosdeanimalgrande.com sobre la situación actual que enfrenta el movimiento de indignados e indignadas tanto en las jornadas de protesta de los viernes como el bozal que impera en la máxima casa de estudios.
PASOS DE ANIMAL GRANDE (PAG): En las dos últimas jornadas de protesta nacional, se ha detectado la presencia de policías infiltrados ¿Qué mensaje deja esta acción en el movimiento popular?
SERGIO RIVERA (SR): Lo que hay es la evidencia de la forma de operar de los elementos de la inteligencia policial y militar en las tareas de infiltración en los movimientos sociales y con énfasis en el sector estudiantil, nos hemos percatado que las protestas de los estudiantes curiosamente terminan en actos violentos para luego criminalizar el desarrollo de las mismas , enjuiciar y condenar a quienes ejercen la protesta como un derecho ciudadano, agregar el papel de los medios de comunicación corporativos quienes en este tipo de acciones ya tienen orquestada una campaña para desinformar al resto de la población.
Esto muestra del retorno de la Doctrina de la Seguridad Nacional (DSN), que se implementó durante 1980 hasta 1991-92 y que muchos de los actores de este proceso de persecución, tortura y muerte son los mismos en la actualidad, por ejemplo un Billy Joya Améndola, un Manuel de Jesús Escoto Salinas, Napoleón Nazar, en el panorama nacional siguen sonado estos nombres hoy, en el ayer eran escuadroneros.
PAG: ¿Existe alguna variación con la persecución de los años 80 en comparación a la actualidad?
SR: En la actualidad lo que hay es una militarización más fuerte que se percibe en todos los campos y tanto la infiltración como la represión, forman parte de esa militarización que se manifiesta en sitios abiertos y en espacios cerrados como los ambientes de trabajo. También se expresa en los despidos masivos, así como el impedir que la gente proteste. En el pasado quizás existía una mayor respuesta popular, hoy existe miedo y una cierta especie de conformismo en el pueblo hondureño.
PAG: Uno de los sectores que ha sufrido represión son los y las jóvenes ¿Por qué los represores y el Estado mismo se enfocan hacia ellos?
SR: Porque ellas y ellos han evidenciado bien que al atacar a los jóvenes, al infundirles miedo, al criminalizar su protesta estos actores –represivos- saben bien que no hay perspectivas para que se retome una acción de lucha ni mucho menos se reivindiquen las del pasado. Recordemos que estamos en un contexto en donde la sociedad y los grupos organizados han mermado su accionar político, ideológico y de movilización y esto se ve en las diferentes manifestaciones en contra del régimen y del actual orden de cosas que han disminuido y eso es preocupante.
PAG: En las universidades públicas más en la UNAH, existen personajes con un pasado oscuro en el marco de la década de los 80 ¿Qué mensaje pretenden dejar los responsables de su contratación?
SR: El mensaje es el de retorno de la política de persecución, infiltración en los grupos sociales, incluso existen tipos que se disfrazan como estudiantes y entran a las aulas para ver si el docente habla en bien o mal de las autoridades, si habla de conciencia política. Lo que sigue después de esto es más triste, luego de la identificación de las personas, del levantamiento de perfiles viene el secuestro, el asesinato y ya lo vimos.
Mataron estudiantes del Instituto Jesús Aguilar Paz, del Instituto Central “Vicente Cáceres”, estuvieron a punto de ser ejecutados jóvenes del Instituto Héctor Pineda Ugarte de la colonia Hato de Enmedio, el secuestro casi se consuma en estudiantes de la UNAH que fueron reprimidos en la Universidad Pedagógica con la presencia del rector, mientras se solidarizaban con su par en la Autónoma en el mes de julio, esto es lo que debe de alertar no solo a los defensores de derechos humanos sino a toda la sociedad hondureña, porque si la Doctrina de la Seguridad Nacional dice que el levantamiento de perfiles se ejecute, es para otro accionar y así neutralizar la protesta y a quienes la ejercen.
PAG: ¿La situación de libertad de expresión dentro de la UNAH como la percibe en la actualidad?
SR: Cada día se está perdiendo, hay ya nuevas disposiciones desde la autoridad universitaria como sobre la libertad de cátedra pues es una amenaza para ellos, existen diversas formas de sumisión para que el docente en ningún momento pueda objetar el actual orden de cosas dentro de la universidad, para que no opine sobre las luchas de estudiantes, es más, se les obliga-a los profesores- a que cuando los estudiantes se muestren en protesta se mantengan en las aulas y se enfrenten a ellos. Y de esto abundan el número de circulares y memorándums. Una de las tácticas es que quitan la energía eléctrica cuando el estudiantado o los sectores organizados en la UNAH instalan sonidos para expresar sus opiniones en torno a la actualidad, a cómo ven el panorama y emitir su criterio.
PAG: Existe una desaparición y un asesinato en contra de dirigentes sindicales en este año, ¿Cómo visualiza usted el impacto de estas acciones contra el sector obrero?
SR: Para uno de los casos, lo preocupante es que ocurrió dentro de su centro de trabajo, en el CURLA en la ciudad de La Ceiba, y 30 minutos después del hecho se dedicaron a investigar el hecho. Otro punto es que la seguridad es la misma que en Tegucigalpa y en el resto de centros regionales, lo cual manifiesta que dentro de esta seguridad privada hay alguien muy poderoso, con grandes influencias en la UNAH, se maneja diversos nombres, hay personajes que en la década de los 80 estuvieron vinculados al escuadrón de la muerte 3-16, por eso es que hay una fuerte obsesión a instalar cámaras de seguridad. Dentro de esa vigilancia se incluye que guardias que andan tomando fotografías a quien hable mal de las actuales autoridades o en contra de lo que hacen e incluso hacen acciones de seguimiento, ¿con quién ando yo?, ¿con quién platico….?.
PAG: ¿Cual es la alternativa que pueden tener los sectores sociales para no ser “presas fáciles” de quienes andan sedientos de sangre como en la década de los 80?
SR: Bueno, los jóvenes que aún quedan, sumado a las personas con un amplio recorrido en la lucha y que tienen firme sus convicciones, deben replantear su accionar, pero que les quede presente que protestar no es un delito, lo que sí es contraproducente es quedarse conforme y no hacer nada, esperando que otros sí lo hagan.
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