Minería, caza, saqueo de vida silvestre y falta de guardaparques
Por FECON
Hay
29 guardaparques del Parque Nacional Corcovado y la Reserva Forestal,
quienes tienen a cargo vigilar el 8,8 % del territorio nacional, es
decir unos 4.500 km2 por guardaparque, bajo la presión de invasión
ilegal para la caza y el saqueo de vida silvestre, minerales y madera.
El
tema de la desproporción entre el número de guardaparques y el tamaño
del área a vigilar es solo un aspecto, lo que hay dentro de este
territorio es lo más importante. Corcovado está constituido de bosque
denso, lleno de ríos, costas y territorio marino, nada menos que el
“lugar más intenso del mundo, biológicamente hablando”, según National
Geographic Society. Estamos hablando del 3 % de la biodiversidad del
mundo y el 50 % de las especies del país contenidas en un solo sitio.
Desde
principios de 2012, el Parque Corcovado y la Reserva Forestal Golfo
Dulce enfrentan una verdadera crisis provocada por el ingreso constante y
creciente de oreros ilegales y cazadores furtivos, así como madereros
ilegales, quienes actúan bajo impunidad aumentando en número y en tiempo
de permanencia dentro de estas áreas protegidas. Mientras en julio del
2013 había unos 250 oreros dedicados a la minería ilegal dentro de
Corcovado, dos años después, en 2015 se estima una cifra de 400 o mayor
dada la tendencia al aumento.
“Empresas” de minería ilegal.
El total del área invadida supera ya las 16 mil hectáreas, es decir, un
treinta y ocho por ciento (38 %) de la superficie terrestre del parque.
Atrás quedó la imagen del coligallero con su cateadora haciendo minería
de ríos, son pocos los que quedan así. Hoy fueron sustituidos por
“empresas” que cuentan con mucho mejor equipamiento que los
guardaparques, respaldados por autoridades judiciales y amparados por el
ausentismo del Gobierno.
La
mayoría de las actividades mineras cuentan con equipos hidráulicos
(motobombas) para lanzar chorros de agua que se traen en minutos abajo
paredones de montaña, uso de tractores en la zona de amortiguamiento del
parque y hasta el uso de dinamita. Todo este equipamiento y tecnologías
les permiten remover miles de toneladas de material.
Por
ejemplo, solo durante los primeros seis meses de 2013 se calcula que
varios grupos mineros ilegales pudieron remover el equivalente a 1.954
vagonetas de material (tierra de las márgenes de los ríos) y que la
remoción de materiales desde que comenzó la crisis (2012) hasta mediados
de 2013 ha sido de al menos 15 mil metros cúbicos, esto es una mina de
mediana escala dentro de un sitio de importancia biológica mundial.
¿Cómo y por dónde sale todo ese oro?¿Si se hace de manera legal está
pagando impuestos como corresponde?
Pero
el daño no queda, como antes, solo en ríos y ecosistemas marinos de
Golfo Dulce, si no que la presión de alimentarse mediante la caza, leña
para cocinar y montar rancho o champas, dentro del parque ya es objeto
hasta de estudio de la Universidad de Princeton que vaticinan que bajo
el escenario de 2013, cuando 250 mineros se encontraban en el Parque, la
población de chanchos de monte tenía probabilidad de extinción de un 40
% dentro de cinco años y cerca de un 99 % de probabilidad de extinción
dentro de diez años. Mientras, los jaguares han disminuido a un nivel
que nunca se había registrado en Corcovado en los últimos 22 años”
(Carrillo, 2015).
“Los
oreros tiene más derechos que nosotros” así resumen los guardaparques
la situación de Parque Nacional Corcovado, quienes recuerdan cuando hace
algunos años se les impuso una medida cautelar a favor de los oreros
dentro del Parque Nacional Corcovado y en contra de 14 guardaparques de
manera que no pudieran patrullar armados y por tanto dejar “a la libre” a
los oreros. Esta medida cautelar avaló la ocupación ilegal de Corcovado
en lugar de ordenar su desalojo, a pesar de que fue desechada sentó un
precedente negativo para guardaparques y positivo para los oreros. Hoy
los oreros detenidos dentro del parque presentan de oficio denuncias de
abuso de autoridad; los tribunales parecen avalar la ocupación del
parque, no hacer cumplir la ley y beneficiar al orero.
Falta de respuestas.
Solo para esta región hay un faltante de al menos 80 guardaparques para
cubrir las necesidades mínimas de protección. A pesar de que las
autoridades conocen de este grave déficit de personal, desde 1998 no se
han ampliado las plazas para nombrar nuevos guardaparques. Peor aún, el
Poder Ejecutivo y Hacienda han venido aplicando al Minae directrices
presidenciales que impiden utilizar plazas que queden vacantes y crear
nuevas plazas de funcionarios.
Sabemos
que resolver la situación de los oreros pasa por un proceso complejo de
reducción de pobreza, cambios culturales y mejoramiento de calidad de
vida, pero urge tomar medidas que se han pospuesto por años en Osa, la
inacción contribuye a que estemos cerca de perder de manera irreversible
uno de los territorios más valiosos de Costa Rica en el más amplio y
diverso sentido de esta palabra. A estas alturas, las medidas deben ser
drásticas.
Ante
este panorama diversas organizaciones como Fecon, Sitraminae, así como
Mario Boza y Dr. Eduardo Carrillo, entre otros, interpusimos un recurso
Nº 15-011930-0007-CO para acelerar una salida institucional al problema
exigiendo una hoja ruta con acciones y propuestas claras para cumplir la
ley.
El
otro riesgo que corre la inacción es que situaciones como las vividas
por el guardaparque condenado a 12 años se repita de uno a otro lado de
los bandos que pugnan por el área.
Sirva
este 40 aniversario para mostrar estos hechos que deben poner en agenda
prioritaria no sólo la reflexión para la búsqueda de otros modelos de
gestión de áreas protegidas del país si no acciones inmediatas, viables
hoy y determinantes de nuestro futuro cercano y a largo plazo.
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