Muchos años han pasado desde el triunfo de la Revolución Popular Sandinista, desde aquel feliz día en el que todas las izquierdas del mundo celebraron la derrota de la terrible dictadura de la familia Somoza. Fueron años increíbles: la historia parecía moverse rápidamente y los acontecimientos nicaragüenses parecían arrastrarla hacía un camino de justicia.
Los tambores de la rebeldía Sandinista despertaron esperanzas y felicidades en todas las latitudes.
- PROGRAMA: Roma, 21 al 23 de noviembre: II Encuentro Europeo de Solidaridad con la Revolución Popular Sandinista (+ Inscripción)
Los tambores de la rebeldía Sandinista despertaron esperanzas y felicidades en todas las latitudes.
En Italia, poco después de aquel 19 de julio 1979, empezaron a nacer varios grupos de solidaridad con la Revolución. La composición de estos grupos era muy variada: desde comunidades cristianas de base, movimientos sociales, sindicatos hasta miembros de los partidos de izquierda.
El 3 de octubre la Central sindical de los trabajadores del Puerto de Genova logró enviar un barco con 18 toneladas de arroz en apoyo a la Revolución Sandinista. El mismo año, Bernardino Formiconi - un cura italiano que vivía en Nicaragua - regresó a Italia con una carta de presentación del Comandante Tomas Borge: la Revolución llamaba a la solidaridad internacionalista. Así nació la Asociación de amistad, solidaridad e intercambios culturales Italia-Nicaragua (AIN) que colaboró con el gobierno revolucionario a lo largo de toda la década de los 80.
Poco después, sin embargo, las cosas iban a cambiar. En 1990, el FSLN perdió las elecciones. El pueblo nicaragüense – que había votado por el fin de una tremenda guerra, tan sucia como lacerante, y no para la pérdida de la soberanía – se preparaba para vivir más de quince años de políticas neoliberales.
Sí, muchas cosas han cambiado desde aquellos tiempos de misticismo revolucionario y agitación internacionalista. Pero, cuando el Frente Sandinista volvió a gobernar, a través de elecciones democráticas, hace poco más de diez años, muchas otras cosas seguían como antes. Nicaragua seguía entre las naciones “más al Sur del Sur”: era el segundo Estado americano más pobre después de Haití; seguían y siguen las injerencias norteamericanas en el país; así como sigue una división injusta del trabajo internacional; y la opulencia en algunos países y la pobreza en otros.
Según muchos protagonistas, y como nos cuentan algunos historiadores, la Revolución Sandinista fue caracterizada por una excepcional tasa de participación popular y de internacionalistas provenientes de todo el mundo. Muchas de las organizaciones que surgieron al calor de la insurrección nicaragüense se disolvieron con los años; otras han cambiado su actitud hacía el proceso socialista en Nicaragua, por varias y diferentes razones.
En la contradictoria modernidad que vivimos, es cierto que el pueblo nicaragüense hace de su nación un “pequeño país loco” que lucha contra una terrible pobreza y que, junto a los demás países del ALBA, es un laboratorio social al aire libre y un mosaico para el dibujo de un modelo de sociedad distinto.
Por estas y otras razones, la Asociación Italia Nicaragua sigue de pié y organizará en Roma, a finales de Noviembre, el Segundo Encuentro Europeo de Solidaridad con la Revolución Popular Sandinista. Las actividades, además de en la sede del circulo “Leonel Rugama” de la AIN, se celebrarán también en espacios vivos de lucha: sedes sindicales y centros sociales autogestionados.
Se presentará el libro sobre la heroica alfabetización del pueblo nicaragüense, con la presencia de uno de sus históricos protagonistas: Orlando Pineda; se discutirá del ALBA; de la necesidad de una información autónoma e independiente del latifundio económico; de los problemas y de los avances populares del proceso latinoamericano y nicaragüense.
El encuentro será un importante momento de discusión critica y autocrítica, pero sobre todo una ocasión para definir los campos y los instrumentos del internacionalismo, hoy más necesario que nunca.
El 3 de octubre la Central sindical de los trabajadores del Puerto de Genova logró enviar un barco con 18 toneladas de arroz en apoyo a la Revolución Sandinista. El mismo año, Bernardino Formiconi - un cura italiano que vivía en Nicaragua - regresó a Italia con una carta de presentación del Comandante Tomas Borge: la Revolución llamaba a la solidaridad internacionalista. Así nació la Asociación de amistad, solidaridad e intercambios culturales Italia-Nicaragua (AIN) que colaboró con el gobierno revolucionario a lo largo de toda la década de los 80.
Poco después, sin embargo, las cosas iban a cambiar. En 1990, el FSLN perdió las elecciones. El pueblo nicaragüense – que había votado por el fin de una tremenda guerra, tan sucia como lacerante, y no para la pérdida de la soberanía – se preparaba para vivir más de quince años de políticas neoliberales.
Sí, muchas cosas han cambiado desde aquellos tiempos de misticismo revolucionario y agitación internacionalista. Pero, cuando el Frente Sandinista volvió a gobernar, a través de elecciones democráticas, hace poco más de diez años, muchas otras cosas seguían como antes. Nicaragua seguía entre las naciones “más al Sur del Sur”: era el segundo Estado americano más pobre después de Haití; seguían y siguen las injerencias norteamericanas en el país; así como sigue una división injusta del trabajo internacional; y la opulencia en algunos países y la pobreza en otros.
Según muchos protagonistas, y como nos cuentan algunos historiadores, la Revolución Sandinista fue caracterizada por una excepcional tasa de participación popular y de internacionalistas provenientes de todo el mundo. Muchas de las organizaciones que surgieron al calor de la insurrección nicaragüense se disolvieron con los años; otras han cambiado su actitud hacía el proceso socialista en Nicaragua, por varias y diferentes razones.
En la contradictoria modernidad que vivimos, es cierto que el pueblo nicaragüense hace de su nación un “pequeño país loco” que lucha contra una terrible pobreza y que, junto a los demás países del ALBA, es un laboratorio social al aire libre y un mosaico para el dibujo de un modelo de sociedad distinto.
Por estas y otras razones, la Asociación Italia Nicaragua sigue de pié y organizará en Roma, a finales de Noviembre, el Segundo Encuentro Europeo de Solidaridad con la Revolución Popular Sandinista. Las actividades, además de en la sede del circulo “Leonel Rugama” de la AIN, se celebrarán también en espacios vivos de lucha: sedes sindicales y centros sociales autogestionados.
Se presentará el libro sobre la heroica alfabetización del pueblo nicaragüense, con la presencia de uno de sus históricos protagonistas: Orlando Pineda; se discutirá del ALBA; de la necesidad de una información autónoma e independiente del latifundio económico; de los problemas y de los avances populares del proceso latinoamericano y nicaragüense.
El encuentro será un importante momento de discusión critica y autocrítica, pero sobre todo una ocasión para definir los campos y los instrumentos del internacionalismo, hoy más necesario que nunca.
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