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Por Al Dabi Olvera | Desinformémonos
La grave enfermedad que padece el profesor tzotzil Alberto Patishtán, preso político en Chiapas, condenado a 60 años de prisión en un proceso penal que instancias de derechos humanos como Amnistía Internacional han descalificado, requiere radioterapia y cuidados especiales. Está confirmado que se se trata de un tumor cerebral, pero no que sea maligno, aclara el comité por su liberación.
Alberto Patishtán informó que su situación de salud se agrava. El tumor de la cabeza que le fue operado hace casi un año requiere de sesiones de radioterapia, que durarán un mes y medio, indicó el preso tzotzil. Raúl Romero, del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, valora que el profesor encarcelado debe estar en libertad para afrontar en condiciones adecuadas su enfermedad, para lo cual la mejor opción es impulsar una ley de amnistía.
Al profesor Patishtán le diagnosticaron glaucoma en marzo de 2010. Fue hospitalizado por diez meses y se le recomendó tratamiento de por vida. Durante su estancia en la cárcel de máxima seguridad en Guasave, Sinaloa, se dijo que sufría de una carnosidad y después, en septiembre de 2012, le diagnosticaron el tumor. Además, padece diabetes.
El 25 de septiembre del 2012, Patishtán lanzó una carta en la que denunció públicamente atropellos y violaciones a sus derechos humanos, entre ellas negligencia médica y demora en la atención. “Después de 12 años de encarcelamiento injusto, por el mal sistema de justicia, sólo me ha ocasionado una desgracia en mi vida (…) En la pérdida de nuestras familias, de bienes inmuebles y de padecimientos de enfermedades”, versa el escrito.
En la más reciente conferencia de prensa que ofreció, en el Centro de Reinserción Social (Cereso) 5 en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, el Movimiento del Pueblo de El Bosque, de donde es originario, le otorgó el reconocimiento de inocencia que no le otorgó el poder judicial. Patishtán volvió a hablar en el mismo sentido: “Los que cuentan con un poder económico, con las influencias, pues igual logran sus libertades. Tal vez por mi color, por mis carencias, por mi pobreza y por ser indio, me negaron mi libertad”.
“Padezco de una enfermedad, de un tumor cerebral, quizás por la misma injusticia que me ha tocado vivir en estos más 13 años de encarcelamiento”, explicó. “Pero hay que seguir luchando”. Recalcó que no pierde la esperanza: “El amor a la propia vida y a la justicia, están encima de toda cosa“.
Patishtán aseveró que su permanencia en la cárcel es una muestra solamente de la injusticia del sistema mexicano, y que si existiera justicia en México, la mitad de las prisiones estarían vacías.
El 12 de septiembre, el Primer Tribunal Colegiado de Circuito con sede en Tuxtla Gutiérrez ratificó la sentencia de 60 años contra el profesor tzotzil, acusado de participar en el homicidio de siete policías en el paraje Las Limas, Chiapas. El Tribunal destacó que el fallo no apelaba a si Alberto Patishtán era inocente o no. “Todo el proceso jurídico fue injusto y se ha violado la ley desde el principio”, asevera Rogelio Rueda, integrante del Comité por la Libertad de Alberto Patishtán.
Cuando se le pregunta qué sigue una vez que la máxima instancia judicial del país se negó a otorgar la libertad, Rueda explica que se seguirá insistiendo en el punto central: que el profesor es inocente. De acuerdo con el activista, la decisión no se enfocó a revisar las irregularidades del proceso. Sólo vio si la prueba podía modificar los criterios jurídicos. Quizás, opina, el Tribunal no se atrevió a otorgar el recurso de revisión de inocencia ya que hubiera dejado un precedente legal para que otras personas inocentes pudieran salir libres en México.
Rueda cree que el poder se equivocó gravemente en no reconocer las irregularidades que debieron conducir a la libertad del profesor tzotzil. “La situación de su tumor obliga a trabajar más intensamente para que se luche contra la enfermedad en las mejores condiciones”, alerta. “Lo más inmediato es evaluar las distintas opciones para que lleve su tratamiento en libertad”.
El Comité hace énfasis en que el Estado mexicano todavía tiene en sus manos hacer justicia para el profesor tzotzil. Si bien se agotaron todas las vías legales en México, existe todavía la posibilidad de que Patishtán quede libre ya sea mediante el indulto, que corresponde al poder ejecutivo, mediante la amnistía, que corresponde al legislativo, o mediante la excarcelación por razones humanitarias debido a su salud.
Romero explica que con el fallo del Tribunal Colegiado con sede en Chiapas termina una etapa de la defensa de Patishtán. Antes el interlocutor era el poder judicial, y ahora se abren las opciones: “Es la misma lucha. Ahora hay otro interlocutor: La sociedad, la gente. Estamos convencidos de que es la sociedad”, dice. “Y les pedimos que se sigan sumando a la exigencia de libertad de Alberto Patishtán. A los activistas, las organizaciones, a los maestros, a los jóvenes que están en paros en las facultades, pero también a las personas de a pie”
“No hay tarea imposible si una sociedad unida la hace su demanda”, opina Romero. En el caso Patishtan hay una lección, indica: que si las instituciones no cumplen, la gente debe hacerlo cumplir. “No son autónomas, se supone que representan a la gente”.
Hay ya diferentes actores políticos que piden el indulto para Patishtán, como el gobernador priísta de Chiapas, Manuel Velasco, y el ex candidato presidencial, Cuauhtémoc Cárdenas. También existe una propuesta de Ley de Amnistía para el caso de Patishtán, presentada por los senadores Zoé Robledo y Angélica de la Peña. El comisionado de la secretaría de Gobernación para el Diálogo con los Pueblos Indígenas de México, Jaime Martínez Veloz, acordó con el presidente de la Junta de Coordinación Política de la Cámara de Diputados impulsar una Ley de Amnistía, aunque no queda claro si es la presentada por los mencionados senadores.
Las iniciativas, indica Romero, son bienvenidas. “Hay que empujar la amnistía porque es mejor medida. Se trata del poder legislativo y se supone que es lo más representativo de la sociedad”, valora el pacifista. “La gente puede pedir con una carta a su legislador que exija la libertad de Patishtán”. Indica que si el poder ejecutivo tiene una posición de partido y el judicial tiene una posición conservadora y legaloide, el legislativo puede ser un espacio más plural, además de que hay ahí indígenas y potenciales aliados.
“Frente a esta crisis de legitimidad del Estado, el legislativo está llamado a hacer justicia. El judicial ya tiene su factura. El Ejecutivo está deslegitimado de origen por la forma en la que llegó Peña Nieto”, opina Romero. “Una enfermedad así se puede empeorar y hasta deberse a las condiciones de vida en el penal. No se sabe, pero en las cárceles mexicanas no hay modo para librar esta batalla”, indica Romero, quien además apunta que las mejores condiciones para dar la batalla contra la enfermedad se encuentran en la libertad.
Al profesor Patishtán le diagnosticaron glaucoma en marzo de 2010. Fue hospitalizado por diez meses y se le recomendó tratamiento de por vida. Durante su estancia en la cárcel de máxima seguridad en Guasave, Sinaloa, se dijo que sufría de una carnosidad y después, en septiembre de 2012, le diagnosticaron el tumor. Además, padece diabetes.
El 25 de septiembre del 2012, Patishtán lanzó una carta en la que denunció públicamente atropellos y violaciones a sus derechos humanos, entre ellas negligencia médica y demora en la atención. “Después de 12 años de encarcelamiento injusto, por el mal sistema de justicia, sólo me ha ocasionado una desgracia en mi vida (…) En la pérdida de nuestras familias, de bienes inmuebles y de padecimientos de enfermedades”, versa el escrito.
En la más reciente conferencia de prensa que ofreció, en el Centro de Reinserción Social (Cereso) 5 en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, el Movimiento del Pueblo de El Bosque, de donde es originario, le otorgó el reconocimiento de inocencia que no le otorgó el poder judicial. Patishtán volvió a hablar en el mismo sentido: “Los que cuentan con un poder económico, con las influencias, pues igual logran sus libertades. Tal vez por mi color, por mis carencias, por mi pobreza y por ser indio, me negaron mi libertad”.
“Padezco de una enfermedad, de un tumor cerebral, quizás por la misma injusticia que me ha tocado vivir en estos más 13 años de encarcelamiento”, explicó. “Pero hay que seguir luchando”. Recalcó que no pierde la esperanza: “El amor a la propia vida y a la justicia, están encima de toda cosa“.
Patishtán aseveró que su permanencia en la cárcel es una muestra solamente de la injusticia del sistema mexicano, y que si existiera justicia en México, la mitad de las prisiones estarían vacías.
El 12 de septiembre, el Primer Tribunal Colegiado de Circuito con sede en Tuxtla Gutiérrez ratificó la sentencia de 60 años contra el profesor tzotzil, acusado de participar en el homicidio de siete policías en el paraje Las Limas, Chiapas. El Tribunal destacó que el fallo no apelaba a si Alberto Patishtán era inocente o no. “Todo el proceso jurídico fue injusto y se ha violado la ley desde el principio”, asevera Rogelio Rueda, integrante del Comité por la Libertad de Alberto Patishtán.
Cuando se le pregunta qué sigue una vez que la máxima instancia judicial del país se negó a otorgar la libertad, Rueda explica que se seguirá insistiendo en el punto central: que el profesor es inocente. De acuerdo con el activista, la decisión no se enfocó a revisar las irregularidades del proceso. Sólo vio si la prueba podía modificar los criterios jurídicos. Quizás, opina, el Tribunal no se atrevió a otorgar el recurso de revisión de inocencia ya que hubiera dejado un precedente legal para que otras personas inocentes pudieran salir libres en México.
Rueda cree que el poder se equivocó gravemente en no reconocer las irregularidades que debieron conducir a la libertad del profesor tzotzil. “La situación de su tumor obliga a trabajar más intensamente para que se luche contra la enfermedad en las mejores condiciones”, alerta. “Lo más inmediato es evaluar las distintas opciones para que lleve su tratamiento en libertad”.
El Comité hace énfasis en que el Estado mexicano todavía tiene en sus manos hacer justicia para el profesor tzotzil. Si bien se agotaron todas las vías legales en México, existe todavía la posibilidad de que Patishtán quede libre ya sea mediante el indulto, que corresponde al poder ejecutivo, mediante la amnistía, que corresponde al legislativo, o mediante la excarcelación por razones humanitarias debido a su salud.
Romero explica que con el fallo del Tribunal Colegiado con sede en Chiapas termina una etapa de la defensa de Patishtán. Antes el interlocutor era el poder judicial, y ahora se abren las opciones: “Es la misma lucha. Ahora hay otro interlocutor: La sociedad, la gente. Estamos convencidos de que es la sociedad”, dice. “Y les pedimos que se sigan sumando a la exigencia de libertad de Alberto Patishtán. A los activistas, las organizaciones, a los maestros, a los jóvenes que están en paros en las facultades, pero también a las personas de a pie”
“No hay tarea imposible si una sociedad unida la hace su demanda”, opina Romero. En el caso Patishtan hay una lección, indica: que si las instituciones no cumplen, la gente debe hacerlo cumplir. “No son autónomas, se supone que representan a la gente”.
Hay ya diferentes actores políticos que piden el indulto para Patishtán, como el gobernador priísta de Chiapas, Manuel Velasco, y el ex candidato presidencial, Cuauhtémoc Cárdenas. También existe una propuesta de Ley de Amnistía para el caso de Patishtán, presentada por los senadores Zoé Robledo y Angélica de la Peña. El comisionado de la secretaría de Gobernación para el Diálogo con los Pueblos Indígenas de México, Jaime Martínez Veloz, acordó con el presidente de la Junta de Coordinación Política de la Cámara de Diputados impulsar una Ley de Amnistía, aunque no queda claro si es la presentada por los mencionados senadores.
Las iniciativas, indica Romero, son bienvenidas. “Hay que empujar la amnistía porque es mejor medida. Se trata del poder legislativo y se supone que es lo más representativo de la sociedad”, valora el pacifista. “La gente puede pedir con una carta a su legislador que exija la libertad de Patishtán”. Indica que si el poder ejecutivo tiene una posición de partido y el judicial tiene una posición conservadora y legaloide, el legislativo puede ser un espacio más plural, además de que hay ahí indígenas y potenciales aliados.
“Frente a esta crisis de legitimidad del Estado, el legislativo está llamado a hacer justicia. El judicial ya tiene su factura. El Ejecutivo está deslegitimado de origen por la forma en la que llegó Peña Nieto”, opina Romero. “Una enfermedad así se puede empeorar y hasta deberse a las condiciones de vida en el penal. No se sabe, pero en las cárceles mexicanas no hay modo para librar esta batalla”, indica Romero, quien además apunta que las mejores condiciones para dar la batalla contra la enfermedad se encuentran en la libertad.
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