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Por Gerardo Honty | ALAI
El Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL) fue creado por el Protocolo de Kioto en 1997 y entró en vigor en 2005. Por este medio, los países en desarrollo pueden realizar proyectos que reduzcan emisiones de gases de efecto invernadero, y transferir (vender) esas reducciones a los países desarrollados para que estos puedan cumplir con sus metas de reducción establecidas en Kioto.
El MDL ha sido, desde sus orígenes, fuente de todo tipo de especulaciones y debates. Desde los más optimistas que veían en él una forma efectiva de reducir gases de efecto invernadero y de transferir recursos económicos y tecnológicos a los países en desarrollo, a los más críticos que sostenían que no se iba a producir ni lo uno ni lo otro. La mayoría de los análisis de evaluación del mecanismo, una vez cerrado el primer período de compromiso 2008 – 2012, le ha dado la razón a los más críticos.
Sus defensores aducen que el fracaso del MDL se debe a los altos costos demandados por un sistema extremadamente complejo y burocratizado. Sus detractores afirman que es imprescindible un sistema así para intentar evitar las enormes posibilidades de fraude (en un mecanismo en el que tanto al comprador, como al vendedor y al fiscalizador, les conviene sobrestimar reducciones) y de error (dadas las incertidumbres científicas y técnicas que envuelven los proyectos).
Pero más allá del análisis de sus logros o carencias, los resultados de la última reunión de la Conferencia de las Partes le han puesto un punto final al Mecanismo de Desarrollo Limpio, al menos en América Latina.
La enmienda de Doha (2012) al Protocolo de Kioto ha establecido un Segundo Período de Compromiso que cubrirá el lapso 2013-2020 durante el cual los países firmantes se comprometen a reducir en un 18% sus emisiones de gases de efecto invernadero respecto a las que tuvieron en el año 1990. Pero esta enmienda no ha contado con la firma de cinco países claves: Estados Unidos, Rusia, Japón, Canadá y Nueva Zelandia.
Esto deja prácticamente sola a la Unión Europea en el esfuerzo convenido internacionalmente de reducir emisiones y la convierte en la única potencial compradora de créditos de reducción de emisiones en cualquiera de sus formas. El MDL es el único medio que tienen los países en desarrollo de participar del mercado de carbono. Consecuentemente los Certificados de Reducción de Emisiones (CERs) que puedan obtenerse a partir de este mecanismo tendrán como su potencial y exclusivo comprador a la Unión Europea.
Pero la Unión Europea ha decidido que para este segundo período de compromiso solo aceptará CERs que provengan de los Países Menos Desarrollados, una lista de 49 países de África y Asia, entre los que no se encuentra ningún país latinoamericano. Por lo tanto, los proyectos de MDL provenientes de América Latina que no hayan alcanzado a ser registrados ante la Junta Ejecutiva del MDL antes del 31 de diciembre de 2012 no podrán vender sus certificados dentro del sistema de Comercio de Emisiones de la Unión Europea.
Al final de 2012 había unos 6.000 proyectos registrados ante la Junta que generaron hasta el 2012 un total de CERs por aproximadamente 2 mil millones de toneladas de CO2. A su vez se espera que esos proyectos generen CERs por más de 6 mil millones de toneladas de CO2 hacia el 2020. A estos habría que sumarles todos los proyectos que están en las etapas previas esperando a ser registrados.
Esto ya supera largamente las expectativas de demanda esperada de créditos de carbono en el Sistema de Comercio de Emisiones de la Unión Europea para el período 2013-2020, lo cual deja muy poco margen para la colocación de los certificados del Mecanismo de Desarrollo Limpio, aún para aquellos países menos desarrollados que podrán ser los únicos ofertantes en ese mercado.
Por otra parte, los precios de los certificados de carbono en la actualidad no son para nada alentadores. La sobreoferta de créditos de carbono, sumada a las incertidumbres sembradas por unas negociaciones lentas y controversiales en la Convención de Cambio Climático, hicieron caer los precios de los certificados de reducción de un precio que llegó a estar por encima de los 30 euros a un mínimo de 2,8 euros a comienzos de este año.
El Mecanismo de Desarrollo Limpio ha muerto y con él ha fenecido el mercado de carbono para los países latinoamericanos. No obstante la Convención está analizando nuevos mecanismos de mercado que, se espera, estarán definidos para el año 2015 y entrarán en vigor a partir de 2020. Veremos. Por ahora, Latinoamérica puede ir guardando sus sueños de certificados de carbono en el cajón.
Esto ya supera largamente las expectativas de demanda esperada de créditos de carbono en el Sistema de Comercio de Emisiones de la Unión Europea para el período 2013-2020, lo cual deja muy poco margen para la colocación de los certificados del Mecanismo de Desarrollo Limpio, aún para aquellos países menos desarrollados que podrán ser los únicos ofertantes en ese mercado.
Por otra parte, los precios de los certificados de carbono en la actualidad no son para nada alentadores. La sobreoferta de créditos de carbono, sumada a las incertidumbres sembradas por unas negociaciones lentas y controversiales en la Convención de Cambio Climático, hicieron caer los precios de los certificados de reducción de un precio que llegó a estar por encima de los 30 euros a un mínimo de 2,8 euros a comienzos de este año.
El Mecanismo de Desarrollo Limpio ha muerto y con él ha fenecido el mercado de carbono para los países latinoamericanos. No obstante la Convención está analizando nuevos mecanismos de mercado que, se espera, estarán definidos para el año 2015 y entrarán en vigor a partir de 2020. Veremos. Por ahora, Latinoamérica puede ir guardando sus sueños de certificados de carbono en el cajón.
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