Foto G. Trucchi/Rel-UITA |
Contra la banalización de la política y la crisis de sobreproducción
Por Giorgio Trucchi y Gerardo Iglesias - Rel-UITA
La grave crisis que ha embestido a Europa en los últimos años no es solamente económica y financiera, sino que tiene profundas implicancias políticas, sociales y ambientales, y se dislumbra como la “típica” crisis de sobreacumulación de capital y sobreproducción de mercancías.
Por Giorgio Trucchi y Gerardo Iglesias - Rel-UITA
La grave crisis que ha embestido a Europa en los últimos años no es solamente económica y financiera, sino que tiene profundas implicancias políticas, sociales y ambientales, y se dislumbra como la “típica” crisis de sobreacumulación de capital y sobreproducción de mercancías.
Ante esta situación, los pueblos europeos deben profundizar el análisis sobre la naturaleza de la crisis, y retomar e intensificar la lucha ideológica.
Gustavo Porras Castejón compartió con Sirel este anális. Además de haberse desempeñado como cuadro político del Ejército Guerrillero de los Pobres (EGP) y como coordinador de la Comisión de Paz (COPAZ), que en 1996 firmó los Acuerdos de Paz “Firme y Duradera” en Guatemala, Porras es sociólogo y coordinador del grupo promotor para la constitución del Consejo Económico y Social (CES).
Gustavo Porras Castejón compartió con Sirel este anális. Además de haberse desempeñado como cuadro político del Ejército Guerrillero de los Pobres (EGP) y como coordinador de la Comisión de Paz (COPAZ), que en 1996 firmó los Acuerdos de Paz “Firme y Duradera” en Guatemala, Porras es sociólogo y coordinador del grupo promotor para la constitución del Consejo Económico y Social (CES).
-Europa se debate en una de las crisis más profundas de su historia. ¿Cuál es tu análisis al respecto?
-Es la típica crisis de sobreproducción relativa del capitalismo que ya Marx había señalado. Los consumidores han llegado al punto de no poder absorber la masa de productos que el capital sigue generando, en su carrera tecnológica para poder competir.
Ante esta situación se le quiso dar una salida financiera a la crisis. Se comenzó a bajar la tasa de interés para estimular las inversiones productivas, pero nadie invierte cuando no hay demanda. Finalmente, buscaron como estimular el consumo de manera artificial con hipotecas baratas, la ampliación de los límites de consumo de las tarjetas de crédito y a través de la guerra como dinamizadora de la economía. Lo que se generó fue una bomba financiera que explotó.
-Y después el culpable fue el Estado...
-Esto es importante. Los neoliberales, que nunca han perdido el sentido de la lucha ideológica, inmediatamente salieron culpando al Estado por haberse metido a alterar artificialmente la tasa de interés, en lugar de dejar que fuera el mismo mercado a fijarlo.
Definitivamente se trata de una crisis diferente, muy profunda y de largo plazo, que toca aspectos y elementos mucho más amplios que en el pasado. Además de económica y financiera es política, social y ambiental, y resiente del hecho de que en Europa la población está envejeciendo.
Hay una población jóven numéricamente reducida que debe sostener a una población cada vez mayor, lo cual hace derrumbar a los sistemas de seguridad social.
-Una crisis del estado de bienestar que se entremezcla con una crisis de la política y de la socialdemocracia europea...
-Es otro componente que condujo Europa a esta situación. El debilitamiento del Estado impulsado por el neoliberalismo no ha sido contrarrestado por ninguna fuerza política. Nadie ha reivindicado con fuerza ese papel fundamental, antes bien se ha planteado el refinanciamiento de los bancos.
-¿Qué papel pueden jugar hoy los movimientos sociales organizados o espontáneos?
-Los movimientos que han venido surgiendo en Europa y en Estados Unidos reflejan una cuestión de fondo que durante muchos años se ha dejado al margen, es decir que la problemática fundamental de los pueblos es de naturaleza socio-económica.
Con el esquema impuesto por las Ong’s se ha pretendido distraer sobre la esencia de las cosas. Si bien temas como la defensa de los derechos humanos, la problemática ambiental, los derechos de las poblaciones indígenas, sean legítimos e importantes, nos han llevado a olvidar que el elemento fundamental de lo que está ocurriendo es el sistema capitalista y la explotación del trabajo.
En las últimas décadas en Europa hubo un deterioro de la calidad política del ciudadano y una banalización de la política. Hay que volver a analizar la naturaleza más profunda de una crisis que se va comiendo el empleo, terceriza la economía y nos lleva hasta el desplome.
-¿Qué hacer ante esta situación?
-Me parece que están surgiendo fuerzas que pueden llevar a una recomposicíon del movimiento social y de la política progresista y de izquierda.
En este sentido, se debe retomar e intensificar la lucha ideológica, dejando a un lado la lucha virtual de quiénes ofrecen más al mercado, o cómo hacemos para ganar más votos en las elecciones.
La gente se pregunta qué está pasando y su primera reacción es cambiar de gobierno, como ha ocurrido en España. Ante esta inquietud, primero hay que analizar la naturaleza de la crisis y, luego, vanguardizar un trabajo con la ciudadanía para que presione al Estado a cumplir con su tarea de bien común, aunque en el marco de una economía de mercado.
En vez de estar financiando los bancos, para que repitan otra vez la estafa inmensa que hicieron, el Estado debe nuevamente contribuir para que haya condiciones dignas para la gente, facilitando la generación de empleo y la reactivación del poder de compra.
Fuente: Rel-UITA
-Es la típica crisis de sobreproducción relativa del capitalismo que ya Marx había señalado. Los consumidores han llegado al punto de no poder absorber la masa de productos que el capital sigue generando, en su carrera tecnológica para poder competir.
Ante esta situación se le quiso dar una salida financiera a la crisis. Se comenzó a bajar la tasa de interés para estimular las inversiones productivas, pero nadie invierte cuando no hay demanda. Finalmente, buscaron como estimular el consumo de manera artificial con hipotecas baratas, la ampliación de los límites de consumo de las tarjetas de crédito y a través de la guerra como dinamizadora de la economía. Lo que se generó fue una bomba financiera que explotó.
-Y después el culpable fue el Estado...
-Esto es importante. Los neoliberales, que nunca han perdido el sentido de la lucha ideológica, inmediatamente salieron culpando al Estado por haberse metido a alterar artificialmente la tasa de interés, en lugar de dejar que fuera el mismo mercado a fijarlo.
Definitivamente se trata de una crisis diferente, muy profunda y de largo plazo, que toca aspectos y elementos mucho más amplios que en el pasado. Además de económica y financiera es política, social y ambiental, y resiente del hecho de que en Europa la población está envejeciendo.
Hay una población jóven numéricamente reducida que debe sostener a una población cada vez mayor, lo cual hace derrumbar a los sistemas de seguridad social.
-Una crisis del estado de bienestar que se entremezcla con una crisis de la política y de la socialdemocracia europea...
-Es otro componente que condujo Europa a esta situación. El debilitamiento del Estado impulsado por el neoliberalismo no ha sido contrarrestado por ninguna fuerza política. Nadie ha reivindicado con fuerza ese papel fundamental, antes bien se ha planteado el refinanciamiento de los bancos.
-¿Qué papel pueden jugar hoy los movimientos sociales organizados o espontáneos?
-Los movimientos que han venido surgiendo en Europa y en Estados Unidos reflejan una cuestión de fondo que durante muchos años se ha dejado al margen, es decir que la problemática fundamental de los pueblos es de naturaleza socio-económica.
Con el esquema impuesto por las Ong’s se ha pretendido distraer sobre la esencia de las cosas. Si bien temas como la defensa de los derechos humanos, la problemática ambiental, los derechos de las poblaciones indígenas, sean legítimos e importantes, nos han llevado a olvidar que el elemento fundamental de lo que está ocurriendo es el sistema capitalista y la explotación del trabajo.
En las últimas décadas en Europa hubo un deterioro de la calidad política del ciudadano y una banalización de la política. Hay que volver a analizar la naturaleza más profunda de una crisis que se va comiendo el empleo, terceriza la economía y nos lleva hasta el desplome.
-¿Qué hacer ante esta situación?
-Me parece que están surgiendo fuerzas que pueden llevar a una recomposicíon del movimiento social y de la política progresista y de izquierda.
En este sentido, se debe retomar e intensificar la lucha ideológica, dejando a un lado la lucha virtual de quiénes ofrecen más al mercado, o cómo hacemos para ganar más votos en las elecciones.
La gente se pregunta qué está pasando y su primera reacción es cambiar de gobierno, como ha ocurrido en España. Ante esta inquietud, primero hay que analizar la naturaleza de la crisis y, luego, vanguardizar un trabajo con la ciudadanía para que presione al Estado a cumplir con su tarea de bien común, aunque en el marco de una economía de mercado.
En vez de estar financiando los bancos, para que repitan otra vez la estafa inmensa que hicieron, el Estado debe nuevamente contribuir para que haya condiciones dignas para la gente, facilitando la generación de empleo y la reactivación del poder de compra.
Fuente: Rel-UITA
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