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A 48 años del golpe de Estado perpetrado por las Fuerzas Armadas brasileñas
Por Carlos Amorín - Rel-UITA
A 48 años del golpe de Estado perpetrado por las Fuerzas Armadas brasileras contra el presidente Joao Goulart, Sirel dialogó extensamente con Jair Krischke, presidente del Movimiento de Justicia y Derechos Humanos (MJDH), quien reseñó el contexto actual en Brasil en relación con la lucha por memoria, verdad y justicia.
Por Carlos Amorín - Rel-UITA
A 48 años del golpe de Estado perpetrado por las Fuerzas Armadas brasileras contra el presidente Joao Goulart, Sirel dialogó extensamente con Jair Krischke, presidente del Movimiento de Justicia y Derechos Humanos (MJDH), quien reseñó el contexto actual en Brasil en relación con la lucha por memoria, verdad y justicia.
-¿En qué contexto llega este nuevo aniversario del golpe de Estado?
-Los militares brasileros dicen que el golpe de Estado -que ellos llaman “Revolución”- ocurrió el 31 de marzo de 1964, pero en verdad fue el 1 de abril.
No se dieron cuenta de que en Brasil ése es el popularmente llamado “Día de los bobos”, o de los tontos, del inocente en otros países. Es el día de la mentira, del engaño. Joao Goulart, Presidente depuesto, salió de Brasil el 2 de abril, lo que confirma que el 1 fue la fecha del golpe. Pero como siempre, los militares quieren borrar la historia con prepotencia.
Este año, la presidenta Dilma Rousseff les prohibió hacer cualquier manifestación pública de reivindicación del golpe, y realizaron un acto en el Club Militar, que reúne a oficiales retirados.
Pero, por primera vez en Brasil, un grupo de jóvenes se organizó para efectuar un “escrache” ante la sede militar mientras se desarrollaba el acto. Los veteranos militares tuvieron que abandonar el lugar bajo el repudio de los jóvenes y con escolta policial. Nunca había ocurrido algo así en Brasil, siendo que es bastante habitual en otros países de la región desde hace años.
Además de esto, un avión militar sobrevoló la costa de Rio de Janeiro portando un gran cartel con palabras relativas al golpe, y varios paracaidistas realizaron un salto demostrativo sobre la playa. Esto habla muy claro del clima interno que hay en este momento en las Fuerzas Armadas. Yo interpreto que están asustados.
-¿Por qué están asustados?
-Hubo un cambio interesante. Está en la agenda nacional el tema de la Comisión de la Verdad, creada por una ley que Dilma Rousseff sancionó el 18 de noviembre del año pasado, pero hasta el día de hoy no han sido designados sus integrantes.
Pero ya apenas su creación provocó una fuerte agitación en la interna militar que alcanza niveles de desesperación. La primera manifestación externa de ese estado fue la divulgación de una nota crítica -aunque respetuosa- sobre la aprobación de la Comisión de la Verdad, publicada en la página web del Club Militar.
En ella se habla de “revanchismo”, de que la amnistía fue para todos por igual y todos los argumentos ya conocidos que siempre esgrimen los militares.
-¿Qué hizo Dilma?
-Llamó al Ministro de Defensa y lo instruyó para que ordenara quitar la nota de la página web del Club Militar, lo que fue hecho de inmediato. Pero entonces, furiosos, los más radicales pusieron en circulación un nuevo texto faltándole el respeto al Ministro y a la propia Presidenta. Lo más sorprendente es que el texto comenzó a recabar firmas de apoyo de oficiales de alto rango en actividad.
Dilma exigió entonces que se aplicaran sanciones directas a los autores del texto y a los firmantes.
-¿Se concretaron las sanciones?
-Aún no se sabe porque esos procesos suelen ser largos, pero lo más preocupante fue la reacción extremadamente dura de estos grupos.
-¿Cómo vivieron ustedes esta fecha?
-Nosotros estábamos en Porto Alegre participando en el 5to. Encuentro Latinoamericano por Verdad y Justicia, que celebramos las organizaciones de derechos humanos y de familiares de víctimas del terrorismo de Estado de los países de la región coincidiendo con las fechas de los golpes de Estado que padecimos. Este año tocaba en Brasil.
Ese día realizamos un acto en la Isla Penal, ubicada sobre el río Guaíba, frente a Porto Alegre, durante el cual se prestó homenaje a los presos políticos que estuvieron allí.
Declaramos que la amnistía no fue para ambos lados como aseguran los militares, fue solamente para ellos, porque los llamados “crímenes de sangre” de los civiles no fueron amnistiados. Pero los militares asesinaron a muchos más, y lo hicieron al amparo de un sistema claramente circunscripto en la definición de terrorismo de Estado. Sin embargo ningún militar pasó un sólo minuto en prisión.
Transcurridos 48 años desde el golpe de Estado, y siendo que la oficialidad actual de las Fuerzas Armadas no tiene nada que ver con estos hechos -quizás alguno era cadete-, sin embargo mantienen esta posición equivocada, con un falso sentido de la lealtad que no se puede aplicar sólo con criterios corporativos.
-¿Qué expectativas tienen con respecto a la actuación de la Comisión de la Verdad?
-La Comisión es muy importante, pero para cumplir con sus objetivos debe tener más de siete comisionados con 14 auxiliares, porque examinar los acontecimientos desde 1946 hasta 1988 con tan poca gente es humanamente imposible. Un largo periodo, y muy poca gente.
Además, los asistentes tienen que ser personas especializadas, que sepan lo que están leyendo y no que solamente sepan leer. Tienen que conocer del tema, saber investigar, estar atentos a textos aparentemente aburridos, rutinarios, pero que bien analizados pueden decir mucho.
-¿Cómo caracterizarías el momento actual de la lucha por memoria, verdad y justicia en la región?
-Por primera vez estamos reuniendo sistemáticamente a los compañeros y compañeras que luchan por memoria verdad y justicia para intercambiar experiencias, y nos damos cuenta de que los servicios de inteligencia y las Fuerzas Armadas trabajaban en perfecta armonía y coordinación.
Tenemos que aunar esfuerzos entre todos para llegar a establecer la verdad y que se haga justicia. Es esencial para nosotros, para nuestra historia y para las generaciones futuras.
Creo que cada vez que nos reunimos avanzamos un poco más. En este Encuentro estaba presente el fiscal argentino Miguel Ángel Osorio, que lleva las causas relativas al Plan Cóndor, y me hizo entrega de un documento muy importante referido a una historia poco conocida.
En marzo de 1976, pocos días antes del golpe en Argentina, Francisco Tenorio Cerqueira Junior, pianista de Vinicius de Moraes, desapareció en Buenos Aires el día anterior de la actuación del poeta y cantor.
La noche anterior al recital de Vinicius, Toquinho y otros músicos entre los cuales se encontraba Tenorio fueron al teatro a observar el lugar. Regresando al hotel Tenorio dijo a sus compañeros que tenía un fuerte dolor de cabeza e iría a la farmacia a comprar algún analgésico. Los demás entraron al hotel, pero él nunca más apareció.
Yo representé a la familia ante el gobierno argentino, y se logró una reparación, pero nunca se supo qué había ocurrido con Tenorio. Nunca se investigó.
Ahora, el fiscal Osorio ha presentado una denuncia formal por este caso ante la justicia federal argentina. Ése fue el documento que me entregó formalmente en un momento muy emotivo del Encuentro.
Esto deja en evidencia que Brasil nunca solicitó a la Argentina que investigara la desaparición de tantos ciudadanos brasileños en ese país. ¿No es llamativo?
-Los militares brasileros dicen que el golpe de Estado -que ellos llaman “Revolución”- ocurrió el 31 de marzo de 1964, pero en verdad fue el 1 de abril.
No se dieron cuenta de que en Brasil ése es el popularmente llamado “Día de los bobos”, o de los tontos, del inocente en otros países. Es el día de la mentira, del engaño. Joao Goulart, Presidente depuesto, salió de Brasil el 2 de abril, lo que confirma que el 1 fue la fecha del golpe. Pero como siempre, los militares quieren borrar la historia con prepotencia.
Este año, la presidenta Dilma Rousseff les prohibió hacer cualquier manifestación pública de reivindicación del golpe, y realizaron un acto en el Club Militar, que reúne a oficiales retirados.
Pero, por primera vez en Brasil, un grupo de jóvenes se organizó para efectuar un “escrache” ante la sede militar mientras se desarrollaba el acto. Los veteranos militares tuvieron que abandonar el lugar bajo el repudio de los jóvenes y con escolta policial. Nunca había ocurrido algo así en Brasil, siendo que es bastante habitual en otros países de la región desde hace años.
Además de esto, un avión militar sobrevoló la costa de Rio de Janeiro portando un gran cartel con palabras relativas al golpe, y varios paracaidistas realizaron un salto demostrativo sobre la playa. Esto habla muy claro del clima interno que hay en este momento en las Fuerzas Armadas. Yo interpreto que están asustados.
-¿Por qué están asustados?
-Hubo un cambio interesante. Está en la agenda nacional el tema de la Comisión de la Verdad, creada por una ley que Dilma Rousseff sancionó el 18 de noviembre del año pasado, pero hasta el día de hoy no han sido designados sus integrantes.
Pero ya apenas su creación provocó una fuerte agitación en la interna militar que alcanza niveles de desesperación. La primera manifestación externa de ese estado fue la divulgación de una nota crítica -aunque respetuosa- sobre la aprobación de la Comisión de la Verdad, publicada en la página web del Club Militar.
En ella se habla de “revanchismo”, de que la amnistía fue para todos por igual y todos los argumentos ya conocidos que siempre esgrimen los militares.
-¿Qué hizo Dilma?
-Llamó al Ministro de Defensa y lo instruyó para que ordenara quitar la nota de la página web del Club Militar, lo que fue hecho de inmediato. Pero entonces, furiosos, los más radicales pusieron en circulación un nuevo texto faltándole el respeto al Ministro y a la propia Presidenta. Lo más sorprendente es que el texto comenzó a recabar firmas de apoyo de oficiales de alto rango en actividad.
Dilma exigió entonces que se aplicaran sanciones directas a los autores del texto y a los firmantes.
-¿Se concretaron las sanciones?
-Aún no se sabe porque esos procesos suelen ser largos, pero lo más preocupante fue la reacción extremadamente dura de estos grupos.
-¿Cómo vivieron ustedes esta fecha?
-Nosotros estábamos en Porto Alegre participando en el 5to. Encuentro Latinoamericano por Verdad y Justicia, que celebramos las organizaciones de derechos humanos y de familiares de víctimas del terrorismo de Estado de los países de la región coincidiendo con las fechas de los golpes de Estado que padecimos. Este año tocaba en Brasil.
Ese día realizamos un acto en la Isla Penal, ubicada sobre el río Guaíba, frente a Porto Alegre, durante el cual se prestó homenaje a los presos políticos que estuvieron allí.
Declaramos que la amnistía no fue para ambos lados como aseguran los militares, fue solamente para ellos, porque los llamados “crímenes de sangre” de los civiles no fueron amnistiados. Pero los militares asesinaron a muchos más, y lo hicieron al amparo de un sistema claramente circunscripto en la definición de terrorismo de Estado. Sin embargo ningún militar pasó un sólo minuto en prisión.
Transcurridos 48 años desde el golpe de Estado, y siendo que la oficialidad actual de las Fuerzas Armadas no tiene nada que ver con estos hechos -quizás alguno era cadete-, sin embargo mantienen esta posición equivocada, con un falso sentido de la lealtad que no se puede aplicar sólo con criterios corporativos.
-¿Qué expectativas tienen con respecto a la actuación de la Comisión de la Verdad?
-La Comisión es muy importante, pero para cumplir con sus objetivos debe tener más de siete comisionados con 14 auxiliares, porque examinar los acontecimientos desde 1946 hasta 1988 con tan poca gente es humanamente imposible. Un largo periodo, y muy poca gente.
Además, los asistentes tienen que ser personas especializadas, que sepan lo que están leyendo y no que solamente sepan leer. Tienen que conocer del tema, saber investigar, estar atentos a textos aparentemente aburridos, rutinarios, pero que bien analizados pueden decir mucho.
-¿Cómo caracterizarías el momento actual de la lucha por memoria, verdad y justicia en la región?
-Por primera vez estamos reuniendo sistemáticamente a los compañeros y compañeras que luchan por memoria verdad y justicia para intercambiar experiencias, y nos damos cuenta de que los servicios de inteligencia y las Fuerzas Armadas trabajaban en perfecta armonía y coordinación.
Tenemos que aunar esfuerzos entre todos para llegar a establecer la verdad y que se haga justicia. Es esencial para nosotros, para nuestra historia y para las generaciones futuras.
Creo que cada vez que nos reunimos avanzamos un poco más. En este Encuentro estaba presente el fiscal argentino Miguel Ángel Osorio, que lleva las causas relativas al Plan Cóndor, y me hizo entrega de un documento muy importante referido a una historia poco conocida.
En marzo de 1976, pocos días antes del golpe en Argentina, Francisco Tenorio Cerqueira Junior, pianista de Vinicius de Moraes, desapareció en Buenos Aires el día anterior de la actuación del poeta y cantor.
La noche anterior al recital de Vinicius, Toquinho y otros músicos entre los cuales se encontraba Tenorio fueron al teatro a observar el lugar. Regresando al hotel Tenorio dijo a sus compañeros que tenía un fuerte dolor de cabeza e iría a la farmacia a comprar algún analgésico. Los demás entraron al hotel, pero él nunca más apareció.
Yo representé a la familia ante el gobierno argentino, y se logró una reparación, pero nunca se supo qué había ocurrido con Tenorio. Nunca se investigó.
Ahora, el fiscal Osorio ha presentado una denuncia formal por este caso ante la justicia federal argentina. Ése fue el documento que me entregó formalmente en un momento muy emotivo del Encuentro.
Esto deja en evidencia que Brasil nunca solicitó a la Argentina que investigara la desaparición de tantos ciudadanos brasileños en ese país. ¿No es llamativo?
Fuente: Rel-UITA
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