Por Giorgio Trucchi - LINyM
Un tren se mueve lento y a toque de silbato entra en
la Estación Central de Milán. Es el saludo del maquinista para el nutrido grupo
de personas que desde hace dos meses permanece acampado cerca del Andén 21,
justo a los pies de la gigantesca torre-faro que domina la zona.
Son los encargados del mantenimiento, limpieza y
acompañamiento en los trenes nocturnos con coches-cama, un servicio que por más
de 130 años ha facilitado la conexión ferroviaria directa entre el sur y el norte
de Italia, beneficiando a millones de trabajadores itinerantes, migrantes y
hasta turistas que se desplazan por el país.
A partir del 11 de diciembre 2011 las cosas han
cambiado y su vida ha sufrido un viraje brusco. Trenitalia, la empresa que opera el
servicio público de transporte ferroviario, ha iniciado un proceso de reorganización de los horarios, suprimiendo de
forma unilateral los trenes nocturnos y remplazándolos por otros de alta
velocidad.
Ahora, los ETR 500 ‘Frecciarossa’ cubren el
trayecto desde y hacia Roma, obligando a los usuarios a buscar una conexión
hacia su destino final y a pagar una tarifa que es casi el doble de la anterior.
El resultado ha sido la rescisión anticipada del
contrato estipulado con las empresas contratistas adjudicatarias de los
servicios a bordo (Servirail y Wasteels) y el consecuente despido de unos 800
trabajadores en toda Italia, 152 de los cuales en la sola región de Lombardía,
en el norte de Italia. Una decisión que ha desencadenado la reacción inmediata
de los obreros y de sus familias.
La torre
El 9 de diciembre, unos días antes de ser separados
de su trabajo, Carmine Rotatore (45 anni), Oliviero Cassini (48) e Beppe
Gison (40) miraron para arriba. Allá, como a 50 metros de altura, estaba la
cúspide de la gigantesca torre-faro de la estación. Atrás quedaron las dudas y
los temores. El tiempo apremiaba. Comenzaron a subir por una escalera de metal,
helada como el aire que los envolvía, y dieron inicio a una protesta que ha
conmocionado al país entero, y que también ha puesto a dura prueba su
resistencia.
“No teníamos alternativas. Es una toma pacífica pero por tiempo indefinido.
Exigimos a Trenitalia que dé marcha atrás y que vuelva a reactivar los trenes y
las rutas que ha suprimido, porque es un servicio que une al país y que beneficia
a la gente más necesitada”, afirmó Carmine Rotatore en contacto telefónico.
Lo que los trabajadores no pueden aceptar - aseguran - es que Trenitalia
esté sacrificando a centenares de personas y a un servicio tan necesario y
simbólico, unicamente para implementar la liberalización y privatización del
sector.
“En Italia están implementando la desregulación, el irrespeto de las leyes
y el menoscabo de la dignidad de los trabajadores. Hay un avance de la barbarie
y tenemos que contrarrestar el diseño de una empresa pública empecinada en
querer desmantelar una parte del Estado del bienestar, para entregarselo a la
empresa privada”, afirmó Angelo Mazzeo, delegado regional de la Filt-Cgil
(Federación Italiana Trabajadores Transportes - Confederación General Italiana
del Trabajo).
Solidaridad
Pese a que Trenitalia insista en asegurar que la eliminación de los trenes
nocturnos se debe a la baja afluencia de usuarios y que no tiene ninguna
responsabilidad en los despidos - ya que se trata de una relación contratual entre
empresas contratistas y trabajadores - la torre se ha convertido en un punto de
encuentro para los habitantes de la ciudad. Un elemento simbólico de lucha para
el resto del país.
“Todos estamos en la torre”, aseguran cientos de personas que a diario
vienen al Andén 21 a brindar su solidaridad con los trabajadores despedidos y
en lucha permanente.
Mientras Carmine, Oliviero, Beppe y Stanislao (Focarelli), quien decidió
sumarse a la protesta, siguen atrincherados en condiciones muy difíciles,
aguantando el frio del invierno milanés y desplegando largas mantas que
advierten que “Sin trenes nocturnos Italia está más dividida”, en otras
ciudades del norte y sur del país se han activado plantones de protesta,
exigiendo al gobierno una negociación nacional.
“En el primer nivel de la torre colocamos un pequeño baño ecológico,
mientras en el segundo, un espacio de 2.5 metros cuadros, es donde pasamos la
mayor parte del tiempo, hablando a través de un micrófono con nuestros
familiares, con los ciudadanos solidarios que nos visitan o con los medios de
comunicación.
Hasta tenemos una computadora y abrimos una página en Facebook
para seguir informando sobre la lucha a nivel nacional e internacional. Es
impresionante el desborde de solidaridad”, explicó Carmine.
También hay un tercer nivel a casi 30 metros de alturas. Es ahí, donde el
viento frío corta el aliento, que duermen en una pequeña tienda de campo,
envueltos en sus sacos de dormir. Para alimentarse usan una canasta amarrada a
un largo mecate que bajan hasta la cocina que han instalado a los pies de la
torre, donde una veintena de personas se turnean día y noche.
La gente ha instalado tiendas de campo, recoge firmas de respaldo a la
lucha, atiende a las personas o autoridades que llegan para brindar su
solidaridad. Hace unas semanas, el alcalde de Milán, Giuliano Pisapia, llegó
hasta la torre para brindar su respaldo solidario. “Lo que están dando es un
ejemplo importante de unidad y solidaridad con el resto de trabajadores. Una
unidad que va más allá de la política y que se enraiza en el territorio, se
enlaza con la gente. Y en este momento Italia necesita de respuestas unitarias
a sus problemas”, afirmó Pisapia.
Negociación
Si bien la Región Lombardía, Trenitalia y dos organizaciones sindicales
(Fit-Cisl y Uiltrasporti) firmaron un acuerdo para la recolocación de los 152
trabajadores despedidos en esta región, la Filt-Cgil y los trabajadores consideran
esta medida una burla.
Según ellos, no es posible aceptar una negociación que no sea de alcance
nacional, que pretenda obligar a los trabajadores desempeñar cargos diferentes
del pasado, con una sustancial reducción de salario y, en la mayor parte de los
casos, con contratos por tiempo determinado de entre 6 meses y 2 años.
Aparentemente, hasta las propuestas de contratación a cada trabajador se
están haciendo de forma antojadiza y en abierta violación de la legislación
nacional.
“Los intereses son puramente comerciales y lo que quieren es aprovechar de
la crisis para precarizar más el trabajo, obviando la legislación nacional que
nos protege ¿Qué vamos a hacer cuándo se venza el contrato? Vamos a tener que
subir nuevamente a la torre. Mejor entonces quedarnos aquí. Ni el frío, la
lluvia o la nieve nos va a detener”, aseveró Carmine Rotatore.
Ante esta situación, el delegado regional de la Filt-Cgil considera que no
todo está perdido y que el ejemplo de los cuatro trabajadores está lanzando
señales de esperanza.
“Además del desastre económico, los 25 años de (Silvio) Berlusconi han ocasionado
en Italia la pérdida de identidad y valores. En este sentido, nos preocupa que
el gobierno técnico de Mario Monti no ha marcado una discontinuidad con estas
políticas, y que la crisis la vamos a pagar los mismos de siempre.
Sin embargo - continuó Mazzeo - está soplando un viento imperceptible y la
torre se ha convertido en un imán gigantesco que atrae a la gente por los
valores de lucha y solidaridad que está encarnando. Sentimos que no estamos
solos y queremos poder seguir levantando la cabeza, mirando a los ojos de
quienes están planeando la masacre social del país”, concluyó.
“Todos estamos en la torre”... repite sin descanso el pueblo solidario...
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