Por Antonio Aledo - ALBA SUD
Antonio Aledo, profesor de sociología ambiental en la Universidad de Alicante y colaborador de ALBA SUD, analiza críticamente la RSC como parte del ideario neoliberal que promueve una nueva relación entre empresa y sociedad, basada en la auto-regulación y la voluntariedad de sus obligaciones.
La Responsabilidad Social Corporativa (RSC) es uno de los nuevos mantras de las industrias de la solidaridad y el medio ambiente, como lo fue la sostenibilidad en la década de los noventa. Todas las grandes empresas multinacionales quieren mostrar lo responsables que se sienten más allá de la relación tradicional empresa-producto-cliente, es decir con nuevos actores interesados/afectados (stakeholders). Con este fin no dudan en publicitar sus esfuerzos a través de sus webs [1].
El fomento de eventos culturales o educativos, la financiación de
proyectos de cooperación y desarrollo y de carácter socioambiental en
las comunidades o regiones donde las empresas localizan sus actividades
empresariales son parte de estas acciones de RSC [2]. A estas se unen la
pertenencia a instituciones que promueven la RSC tales como el Pacto
Global [3], la firma voluntaria de códigos éticos y de prácticas de
buena conducta o la realización de auditorías socioambientales con la
presentación de informes sobre de rendición de cuentas socioambientales
[4].
A la par del crecimiento de estas prácticas, también han surgido
numerosas voces críticas sobre la RSC. La primera acusación es que son
una mera acción cosmética. Por lo ingenuo que resultan en ocasiones sus
esfuerzos, podrían parecer incluso cómicos sino fuera porque detrás de
estos lavados de imagen existen dramáticos problemas que se intentan
ocultar. Véase por ejemplo, el caso de los esfuerzos en RSC de la
empresa española ENDESA [5] y como contrapartida su conflicto con el
pueblo Mapuche [6], o la lucha de la etnia Ogoni en el delta del Niger
contra la multinacional petrolera SHELL [7].
No olvidemos que se cita
como inicio de la RSC el caso de NIKE cuando el activista Mark Kansky
acusó a esta multinacional de permitir prácticas contrarias a los
derechos humanos y de los trabajadores en sus empresas subsidiarias que
fabricaban sus productos en Asia.
El segundo grupo de críticas insisten en la escasa eficacia de las
acciones de RSC destinadas a la cooperación al desarrollo. Se relacionan
con el debate iniciado en la década de los ochenta sobre el fracaso del
desarrollo [8], con las teorías del postdesarrollo [9] y cuestionan
hasta qué punto estas acciones producen beneficios perennes a las
comunidades.
Un tercer tipo de críticas inciden en la propuesta política que
trasciende la RSE. Se denuncia que algunas de las propuestas de RSC
esconden un ideario neoliberal que promueve una nueva relación entre
empresa y sociedad basadas en la auto-regulación y la voluntariedad de
sus obligaciones [10] y la reducción del Estado como institución
reguladora y donadora de bienes, servicios y libertades. Ampliemos algo
más este último argumento crítico que nos parece en los tiempos que
corren el más relevante.
La RSE hace referencia a la extensión voluntaria de la responsabilidad
de las empresas más allá de lo estipulado por la ley (McWilliams y
Siegel, 2001 [11]) en el marco de una economía global, donde los estados
han perdido parte de su papel regulador y en el que aparecen nuevos stakeholders.
En esta definición nos encontramos con dos elementos claves para
entender este fenómeno. Por un lado la globalización y por otro la
desregulación. En su afán de aumentar los beneficios en un mercado
globalizado, las empresas compiten intentando reducir costes. Para
muchas la fórmulas más fácil de conseguirlo es disminuyendo los gastos
laborales y ambientales.
La deslocalización industrial y subcontratación
dispersiva del proceso productivo son parte de esta estrategia.
Asimismo, las propuestas de desregulación [12] son una estrategia
política con el mismo fin. Menos reglas significan menos controles,
menos medidas preventivas y menos tecnologías paliativas; en definitiva,
menos gastos. Y aquí es donde entra de lleno la RSC con su propuesta de
voluntaria asunción de responsabilidades.
Las empresas defiende su
derecho a la autorregulación porque en un mercado global, la rigidez de
las normativas nacionales supondría una pérdida de competitividad y a la
larga, pérdidas económicas y desempleo. Proponen la autorregulación de
las relaciones pero no solo entre empresa y consumidores, sino también
con las comunidades locales, con el medio ambiente y con la ciudadanía global.
Creemos que la RSC es parte oculta de la agenda del movimiento
neoliberal mundial encaminada no solo a promover la desregulación sino a
establecer una nueva forma de relación entre sociedad y empresa en
donde el Estado regulador se encoge para convertirse, en el mejor de los
casos, en un stakeholder más.
La RSC oculta la propuesta
neoliberal de que sea el mercado el que regule las relaciones entre
empresas, sociedad y medio ambiente. La responsabilidad de la vigilancia
recaería supuestamente en el grupo de consumidores responsables y bien
informados (o ciudadanos globales) que jugarían el papel que ahora
ejercen las administraciones estatales. Bien sabemos quién sale siempre
ganando cuando se deja al mercado actuar –aunque sea compasivamente.
Les sugiero, por ejemplo que le echen un vistazo a la propuesta del
Pacto Mundial (Global Compact) [13] , la mayor iniciativa de
responsabilidad empresarial a escala mundial, promovida por Kofi Annan.
El Pacto Global propone que las empresas se adhieran voluntariamente
a diez principios tales como “Principio nº 1. Las empresas deben apoyar
y respetar la protección de los derechos humanos fundamentales” o
“Principio nº 5. Las empresas deben apoyar la erradicación del trabajo
infantil”. La pregunta que nos hacemos es ¿cómo puede plantearse que sea
de libre adhesión que las empresas cumplan estos principios?
¿Es que no es un delito perseguido por las leyes de todos los países no
respetar los derechos humanos o la explotación de la infancia?
Entendemos que la RSC es una estrategia para fomentar la desregulación
en los sectores productivos a cambio de una promesa de auto-regulación
por parte del sector empresarial. Por tanto, la cuestión a discutir
sobre la RSC no es la efectividad de sus acciones o si son simples
operaciones de cosmética.
Algunas de las propuestas de RSC pretenden en
nombre de la libertad de mercado y la necesaria flexibilidad que exigen
el cambio tecnológico y la competitividad global, reducir el papel
garantista del Estado social y eliminar cualquier freno a las prácticas
de acumulación y de generación de máximo beneficio en el mínimo tiempo
posible propias del capitalismo global.
Notas:
[1] Véase por ejemplo el caso de Nike.
[2] Véase el caso de ENDESA 10, Informe Anual 2010 Actividades
[3] Véase como ejemplo el siguiente documento.
[4] Véase por ejemplo The Global Report Initiative(GRI). Consiste en una metodología común por sectores económicos o industriales que permite presentar de forma homogenizada la triple cuenta de resultados.
Al igual que las corporaciones publican a final de año sus cuenta
financieras, la GRI consiste en una metodología para la construcción de
informes a fin de presentar las acciones sociales y ambientales
desarrolladas por la empresa.
[5] Véase el documento de ENDESA: Nuestro compromiso.[6] Véase el documental Apaga y vámonos.
[7] Véase el código de conducta de Shell; Shell’s Corporate Social Responsibility in the Niger y United Nations confirms massive oil pollution in Niger Delt.
[8] Véase: AMIN, Samir. El fracaso del desarrollo: en Africa y el Tercer Mundo. Madrid: IEPALA. 1994.
[9] Véade el artículo de Arturo Escobar: El “postdesarrollo” como concepto y práctica social
[10] Para ampliar esta crítica ver ALEDO, Antonio (2008): "Un poco más allá de la responsabilidad social empresarial: globalización, neoliberalismo y sociedad civil". En: Ética y ecología : la responsabilidad social corporativa (RSC) y la preservación del medio ambiente. San Juan, P.R. : Editorial Tal Cual.
[11] MCWILLIAMS, A., y SIEGEL, D. (2001): “Corporate social responsibility: A theory of the firm perspective”, en Academy of Management Review, 26: 117-227.
[12] Véase en el documental “El Mundo
según Monsanto”, de Marie Monique Robin, el impagable momento en el que
G. Bush padre dice en los laboratorios de la empresa Monsanto “nuestro
trabajo es la desregularización”.
[13] Véase: What is the Global Compact?
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Se eliminarán los comentarios que contienen vulgaridades o elementos de violencia verbal