Brasil es el principal consumidor de agrotóxicos del mundo. El Mercosur es el primer productor mundial
Por Carlos Amorín - Rel-UITA
Según un informe del oficial Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS, por sus siglas en inglés), realizado en base a dos estudios culminados en agosto pasado, se ha detectado presencia de glifosato en la lluvia y los ríos de las zonas agrícolas de la cuenca del Mississippi.
“El glifosato -dice el informe- se utiliza en casi todas las áreas agrícolas y urbanas de Estados Unidos. Su mayor uso se registra en la cuenca del río Mississippi, donde se aplica sobre todo para el control de malezas en maíz genéticamente modificado, la soja y el algodón también transgénicos”.
En general, el uso agrícola del glifosato en Estados Unidos ha aumentado de menos de 11.000 toneladas en 1992 a más de 88.000 toneladas en 2007.
Para Paul Capel, química del USGS y autora del estudio, “la investigación es una de las primeras en registrar la presencia constante de glifosato en los ríos, la lluvia y el aire a lo largo de la temporada de cultivo. Esta es una información crucial para comprender que los esfuerzos de gestión de esta sustancia química deberían ser mejor enfocados”, alentó la investigadora.
“En estos estudios -continúa el texto-, el glifosato se ha detectado con frecuencia en las aguas superficiales, la lluvia y el aire en las zonas de la cuenca donde se le utiliza mucho.
La presencia constante de glifosato en los ríos y el aire indica su diseminación desde el punto de aplicación hacia el medio ambiente en general.
Además –agrega el informe-, el glifosato persiste en las corrientes de agua a lo largo de la temporada de cultivo en los estados de Iowa y Mississippi.
El producto de la degradación del glifosato, el ácido aminometilfosfónico (AMPA), que tiene una vida útil más larga en el medio ambiente, también se detecta con frecuencia en los ríos y la lluvia”, concluye el informe.
Estos hallazgos recientes, provenientes de una fuente gubernamental de Estados Unidos¹, vienen a contradecir flagrantemente los argumentos utilizados por las grandes corporaciones transnacionales de semillas transgénicas, particularmente por Monsanto, y repetidos como un eco por los servicios agrícolas de mucho gobiernos, acerca de que el glifosato se degrada rápidamente en el suelo y los componentes resultantes permanecen fijos en la tierra.
La Red de Acción en Plaguicidas y sus Alternativas en América Latina (RAP-AL), publicó en abril de 2008 una investigación periodística en la que se afirmaba “la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA), ha reportado que la vida media del herbicida en el suelo (tiempo que tarda en desaparecer la mitad de un compuesto en el ambiente) puede ser desde 60 días, y añade que en estudios de campo los residuos se encuentran a menudo al año siguiente².
La entomóloga estadounidense Caroline Cox, directora de Investigaciones del Centro para la Salud Ambiental de Estados Unidos, y también representante del interés público en la Comisión de Diálogo de la EPA para el Programa de Pesticidas, recopiló algunos datos sobre la persistencia del glifosato en distintos ambientes, encontrando grandes variaciones según el lugar: entre 259 y 296 días en ocho sitios forestales en Finlandia; entre uno y tres años en once sitios forestales en Suecia; 360 días en tres sitios forestales de Canadá; entre doce y 60 días en un cuerpo de agua luego de una aplicación directa. En Estados Unidos se encontraron residuos de glifosato en los sedimentos de una laguna un año después de su aplicación directa³.
Aunque el efecto del glifosato ha sido investigado en algunos tipos de suelo, los efectos de los surfactantes y otros aditivos utilizados en las formulaciones de aspersión aparentemente no han sido investigados en suelos.
La persistencia del glifosato en el agua es más corta que en el suelo, pero se ha reportado el herbicida en aguas superficiales y subterráneas en Canadá, Dinamarca, Holanda, Reino Unido, Estados Unidos y Noruega.
Todo parece indicar que muchas ciudades están recibiendo lluvia con glifosato, y que las fuentes de agua dulce de grandes urbes y/o pequeños centros poblados muy probablemente estén contaminadas con este agrotóxico, que las plantas potabilizadoras no eliminan.
Se calcula que actualmente se consumen más de 2 mil millones de litros de glifosato en todo el mundo.
América Latina sucumbe bajo los monocultivos transgénicos, la mayor parte de ellos resistentes al glifosato. Brasil es el principal consumidor de agrotóxicos del mundo. El Mercosur es el primer productor mundial de soja.
“En estos estudios -continúa el texto-, el glifosato se ha detectado con frecuencia en las aguas superficiales, la lluvia y el aire en las zonas de la cuenca donde se le utiliza mucho.
La presencia constante de glifosato en los ríos y el aire indica su diseminación desde el punto de aplicación hacia el medio ambiente en general.
Además –agrega el informe-, el glifosato persiste en las corrientes de agua a lo largo de la temporada de cultivo en los estados de Iowa y Mississippi.
El producto de la degradación del glifosato, el ácido aminometilfosfónico (AMPA), que tiene una vida útil más larga en el medio ambiente, también se detecta con frecuencia en los ríos y la lluvia”, concluye el informe.
Estos hallazgos recientes, provenientes de una fuente gubernamental de Estados Unidos¹, vienen a contradecir flagrantemente los argumentos utilizados por las grandes corporaciones transnacionales de semillas transgénicas, particularmente por Monsanto, y repetidos como un eco por los servicios agrícolas de mucho gobiernos, acerca de que el glifosato se degrada rápidamente en el suelo y los componentes resultantes permanecen fijos en la tierra.
La Red de Acción en Plaguicidas y sus Alternativas en América Latina (RAP-AL), publicó en abril de 2008 una investigación periodística en la que se afirmaba “la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA), ha reportado que la vida media del herbicida en el suelo (tiempo que tarda en desaparecer la mitad de un compuesto en el ambiente) puede ser desde 60 días, y añade que en estudios de campo los residuos se encuentran a menudo al año siguiente².
La entomóloga estadounidense Caroline Cox, directora de Investigaciones del Centro para la Salud Ambiental de Estados Unidos, y también representante del interés público en la Comisión de Diálogo de la EPA para el Programa de Pesticidas, recopiló algunos datos sobre la persistencia del glifosato en distintos ambientes, encontrando grandes variaciones según el lugar: entre 259 y 296 días en ocho sitios forestales en Finlandia; entre uno y tres años en once sitios forestales en Suecia; 360 días en tres sitios forestales de Canadá; entre doce y 60 días en un cuerpo de agua luego de una aplicación directa. En Estados Unidos se encontraron residuos de glifosato en los sedimentos de una laguna un año después de su aplicación directa³.
Aunque el efecto del glifosato ha sido investigado en algunos tipos de suelo, los efectos de los surfactantes y otros aditivos utilizados en las formulaciones de aspersión aparentemente no han sido investigados en suelos.
La persistencia del glifosato en el agua es más corta que en el suelo, pero se ha reportado el herbicida en aguas superficiales y subterráneas en Canadá, Dinamarca, Holanda, Reino Unido, Estados Unidos y Noruega.
Todo parece indicar que muchas ciudades están recibiendo lluvia con glifosato, y que las fuentes de agua dulce de grandes urbes y/o pequeños centros poblados muy probablemente estén contaminadas con este agrotóxico, que las plantas potabilizadoras no eliminan.
Se calcula que actualmente se consumen más de 2 mil millones de litros de glifosato en todo el mundo.
América Latina sucumbe bajo los monocultivos transgénicos, la mayor parte de ellos resistentes al glifosato. Brasil es el principal consumidor de agrotóxicos del mundo. El Mercosur es el primer productor mundial de soja.
No es exagerado decir que 40 años después de la obra del escritor uruguayo Eduardo Galeano en la cual develó definitivamente los mecanismos de la colonización y el imperialismo, las venas de América Latina siguen abiertas, y hoy, además, repletas de veneno.
Fuente: Rel-UITA
Notas:
*Con información de “Paraguas y canillas contra el glifosato”, de Graciela Gómez (http://www.combat-monsanto.es/spip.php?article570) y fuentes propias.
1-Esta unidad existe desde 1879 y realiza un contralor y evaluación permanentes de diversos aspectos relacionados con el ambiente de Estados Unidos. Tiene oficinas en todos los estados y contrata a miles de los mejores científicos del país, según su presentación on line http://www.usgs.gov/aboutusgs/who_we_are/history.asp.
2 - EPA. 1999. Technical Fact Sheets on: Glyphosate. National Primary Drinking Water Regulations. Documento obtenido por Internet. En: Bravo, Elizabeth. Impactos del glifosato en el medio ambiente (Recopilación). Red por una América Latina Libre de Transgénicos, Boletín 241, 2007.
3 - Cox. C. 1995. Glyphosate. 2. Human Exposure and ecological effects. Journal of pesticide reform: a publication of the Northwest Coalition for Alternatives to Pesticides. Winter 15 (4) p. 14-20.
1-Esta unidad existe desde 1879 y realiza un contralor y evaluación permanentes de diversos aspectos relacionados con el ambiente de Estados Unidos. Tiene oficinas en todos los estados y contrata a miles de los mejores científicos del país, según su presentación on line http://www.usgs.gov/aboutusgs/who_we_are/history.asp.
2 - EPA. 1999. Technical Fact Sheets on: Glyphosate. National Primary Drinking Water Regulations. Documento obtenido por Internet. En: Bravo, Elizabeth. Impactos del glifosato en el medio ambiente (Recopilación). Red por una América Latina Libre de Transgénicos, Boletín 241, 2007.
3 - Cox. C. 1995. Glyphosate. 2. Human Exposure and ecological effects. Journal of pesticide reform: a publication of the Northwest Coalition for Alternatives to Pesticides. Winter 15 (4) p. 14-20.
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