En su cruzada para reconquistar y someter a las colonias cuya independencia se vuelve insoportable, Washington acaba de romper un récord. En plena explosión de Covid-19, una epidemia manejada de manera tan catastrófica por Donald Trump que, según él, un balance final restringido a unos 100,000 muertos demostraría “sus excelentes decisiones” [1].
El Fiscal General, William Barr, anunció el 26 de marzo, en conferencia de prensa, que el presidente venezolano Nicolás Maduro había sido acusado de “tráfico de drogas” y “lavado de dinero” [2]. Según el Departamento de Justicia, dijo el fiscal Geoffrey S. Berman, el jefe de Estado bolivariano estableció “una asociación narcoterrorista con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia [FARC] a lo largo de los últimos 20 años” y, habiendo sido uno de los “jefes” del Cartel de los Soles (un supuesto cartel venezolano de narcotraficantes), es ahora el único “líder” que tiene el objetivo, hoy como ayer, de “inundar a Estados Unidos con cocaína”.
Dando muestra de una imaginación ilimitada en la invención de estrategias para desestabilizar, derrocar, encarcelar (e incluso asesinar) a líderes [políticos] incómodos, esta acusación va acompañada de un precio [por la cabeza] del presidente Maduro: 15 millones de dólares (13,5 millones de euros) para quien lo localice o capture.
Además, se han presentado demandas judiciales contra otros 13 altos funcionarios del gobierno venezolano, incluido el ministro de Defensa, Vladimir Padrino López, el presidente de la Corte Suprema de Justicia, Maikel Moreno y, lo más importante, una oferta de 10 millones de dólares para quien entregue al presidente de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), Diosdado Cabello, y al viceministro de economía, Tareck El Aissami.
“Ofrecer recompensas al estilo de los vaqueros racistas del Lejano Oeste mostró la desesperación de la élite supremacista de Washington y su obsesión con Venezuela”, señaló el ministro de Relaciones Exteriores, Jorge Arreaza. Además de lo grotesco de la acusación, la cantidad propuesta para la captura de Maduro solo ha sido superada en la historia por los 25 millones de dólares ofrecidos por Osama bin Laden después de los ataques del 11 de septiembre de 2001, y los de Ayman al-Zawahiri, actual jefe de la red terrorista Al Qaeda. El “capo” latinoamericano más importante en el tráfico de drogas, el colombiano Pablo Escobar, valía “solamente” 10 millones de dólares y, su sucesor mexicano, Joaquín “El Chapo” Guzmán [3], 8.5 millones.
Esta ofensiva del régimen de Donald Trump contra el gobierno bolivariano ha multiplicado por 10 los excesos, pasiones y apetitos prohibidos de la derecha extremista venezolana (y sus aliados). Comenzando con la góndola principal, el “presidente” (elegido por Trump), Juan Guaidó. “Estoy convencido de que las acusaciones hechas contra miembros del régimen son sólidas y ayudarán a liberar al país del sistema criminal que secuestró a nuestro pueblo durante tantos años”, reaccionó inmediatamente a través de un comunicado. Como lo hizo durante décadas al anunciar la “inminente caída de Fidel Castro”, el cubanoamericano (y español) Carlos Alberto Montaner ya prevé “el fin del chavismo” desde la prensa de Miami: “Después de la acusación hecha contra Maduro y sus acólitos por el Departamento de Estado y el de Justicia, las predicciones cambian completamente, hasta que alguien de su entorno decide eliminarlas” [4].
“En Bolivia, el secretario de la Presidencia, Erick Foronda, brazo derecho de Janine Añez, llevado al poder por un golpe de estado, escribió un tuit amenazante por “lo siguiente”: “Vienen por ti, Maduro. No tendrás escapatoria. Y el siguiente es Evo Morales. ¡Tus días de conspiración han terminado, delincuentes!”
Confinados cómodamente en Francia, donde apoya a los sectores fascistas que se lanzan contra la gente de su país de origen, la antropóloga y escritora franco-venezolana, Elizabeth Burgos, comentó a la periodista Jurate Rosales que “es un golpe maestro contra los partidarios del diálogo y la Unión Europea, etc. No puede haber diálogo con un “se busca” [5]. El diálogo, el enemigo…
Tanto las acciones ubicuas de la Casa Blanca como este tipo de comentarios deberían provocar solamente un simple encogimiento de hombros. Sin embargo, si una cosa de notar es su ineptitud, otra cosa es medir el alcance y la posibilidad de que se extiendan. Esta es la razón por la cual, y tras años de propaganda político-mediática que han perturbado los espíritus, trataremos de analizar en profundidad las mentiras e inconsistencias de esta gran agresión de los “perros” de Washington contra Venezuela.
Lo primero que hay que recordar es que, en todo momento, Estados Unidos ha utilizado el “tráfico de drogas”, a veces lucha, a veces se hace de la vista gorda, a veces lo usa para sus tramas oscuras. En la década de 1980, bajo la administración de Ronald Reagan y en plena colaboración de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés), los “contras” (contrarrevolucionarios) nicaragüenses traficaron cocaína para financiar su guerra contra los sandinistas.
En su informe del 13 de abril de 1989, la Comisión de Asuntos Exteriores del Senado declaró: “Las actividades de la Contra incluyen pagos a narcotraficantes por parte del Departamento de Estado de Estados Unidos, autorizado por el Congreso como ayuda humanitaria [¡Vaya!], en algunos casos después del enjuiciamiento de traficantes por parte de agencias federales, en otros, mientras los traficantes estaban siendo investigados por estas mismas agencias”.
Uno de los arquitectos de estas maniobras nefastas es Elliott Abrams. Antes de ser indultado por George H. W Bush, por esto fue condenado a dos años de prisión. Trump lo ha convertido en el actual funcionario (“enviado especial”) de su política sobre Venezuela, con la tarea de que ayude a derrocar a Maduro.
En Panamá, el general Manuel Antonio Noriega también pactó con los barones del Cartel de Medellín. Desde finales de la década de 1950, igual fue miembro de la CIA, que desde 1967 le pagó generosamente. Estrechos lazos lo unieron con George H. W. Bush, ascendido a director de la “Agencia” en 1976.
Entre 1983 y 1989, Noriega prohibió las elecciones y gobernó de manera autoritaria (aunque menos que su homólogo chileno Augusto Pinochet). Solo que, de repente, Noriega es menos dócil a las órdenes de la Casa Blanca, que le exige una mayor participación en la agresión contra el sandinista nicaragüense. De un amigo gánster, Noriega se convierte en villano. Activada el 20 de diciembre de 1989, la “Operación Causa Justa” lanzó 28,000 “infantes de marina”, comandos y paracaidistas en la ciudad de Panamá. Su arresto traficante deja un saldo de 4,000 muertos, en su mayoría civiles. El 29 de diciembre de 1989, por 75 votos a favor, 20 y 40 abstenciones, la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU) adoptó una resolución condenando esta intervención dizque “antidrogas”.
Poco antes del juicio del ex general, embarcado a manos de los militares y encarcelado en Estados Unidos, el Departamento de Justicia concluyó un acuerdo secreto con el Cartel de Cali (el segundo en importancia en Colombia). Si los “narcos” traen evidencia contra Noriega, se le otorgará una remisión de la sentencia a Luis Santacruz Echeverri, hermano de uno de los líderes del cartel, quien cumple una condena de veintitrés años de prisión.
Durante su juicio, Noriega afirmó que su colaboración con la CIA le había aportado 10 millones de dólares. Pidió poder revelar las tareas que había realizado para Estados Unidos. El tribunal dictaminó: “La información sobre el contenido de las operaciones secretas en las que Noriega estuvo involucrado a cambio de supuestos pagos no está relacionada con su defensa” y podría “confundir a los jueces”. En consecuencia, en esta vergonzosa secuencia de hechos, le fue impuesto el silencio. Fue condenado a 40 años de prisión [6].
Durante su conferencia de prensa el 26 de marzo, el Fiscal General Barr no dudó en trazar un dudoso, pero sobre todo alarmante paralelo histórico: “No reconocemos a Maduro como presidente de Venezuela; ya ha sucedido con Noriega, al que tampoco reconocimos”.
En cuanto al colombiano Álvaro Uribe, él no encontró ningún problema en ser reconocido. Sin embargo, la Agencia de Inteligencia del Departamento de Defensa (DIA, por sus siglas en inglés) le asignó, en 1991, el número 82 de una lista de personalidades que mantenían estrechos vínculos con Pablo Escobar y el Cartel de Medellín [7]. Sin embargo, Uribe continuó su carrera política sin contratiempos. Al llegar a ser jefe de Estado en 2002, se convirtió en el principal aliado de Estados Unidos en la región. Sus vínculos probados con los “narcoparamilitares” no le produjeron más problemas.
Aunque siempre está en movimiento, la vida no cambia necesariamente de forma constante: en febrero de 2019, fue con la ayuda de la organización narcoparamilitarista colombiana de los Rastrojos que el presidente títere venezolano, Juan Guaidó, cruzó la frontera de forma ilegal para reunirse con el presidente Iván Duque (hijo espiritual de Uribe) en Cúcuta, Colombia [8]. No hay problema. Eran “buenos narcos”.
Los autores de la acusación contra el jefe de Estado venezolano toman en cuenta claramente con el hecho de que, en general, los periodistas no tienen memoria histórica ni archivos. Según las “revelaciones” de Barr en nombre de la justicia estadounidense, cuando Chávez convirtió a Maduro en su canciller el 7 de agosto de 2006, las FARC le dieron 5 millones de dólares, producto del narcotráfico. Estamos allí muchos meses antes del 1 de marzo de 2008, el día en que un comando del ejército colombiano bombardeó y mató al número dos de la guerrilla, Raúl Reyes. Se dice que cerca de su cuerpo se recuperaron tres computadoras, dos discos duros y tres memorias USB. Que “revelaron” sus secretos. Miles de correos electrónicos “probaron” los vínculos entre la “organización terrorista” y Chávez (así como el jefe de Estado ecuatoriano Rafael Correa). Los gobiernos colombiano y estadounidense se están lanzando con todo. Una serie de medios influyentes: The Wall Street Journal, The New York Times, El País (Madrid), etc. – transmiten la información con deleite. El mundo entero se entera de que Chávez, “sin chistar”, dio 300 millones de dólares a la guerrilla.
Comprenda…las FARC son tan miserables que suplican (se dijo en ese momento) 300 millones de dólares a Chávez, pero son tan prósperas que, antes como hoy, y al mismo tiempo (se afirma actualmente), ¡Forraron a Maduro con 5 millones!
Para aquellos que no conocen el final de la historia de las “computadoras mágicas” de Reyes, hay que recordar que el 18 de mayo de 2008, la Corte Suprema de Justicia de Colombia declaró “nula e ilegal” la información obtenida. En lo particular, el Tribunal impugnó la existencia de los famosos correos electrónicos, los documentos presentados como tales se encuentran en los archivos de un procesador de textos (Word) y no en un navegador, lo que permite demostrar que han sido enviados y / o recibidos. En otras palabras: cualquiera podría haberlos escrito y ponerlos en una computadora después [9].
Esta información resultó de poco interés. En una de sus múltiples editoriales dedicadas a Venezuela, The Washington Post ya había resumido el objetivo de esta formidable campaña de intoxicación: “Si el escándalo mediático se usa correctamente [el subrayado es nuestro], se profundizará el agujero en el que esta supuesta “revolución bolivariana” se está ahogando”.
Doce años más tarde, las estrategias y los temas son las mismos.
“Durante más de 20 años”, dijo el procurador general Barr, ” Maduro y un gran número de aliados han conspirado con las FARC, haciendo que toneladas de cocaína ingresen y destruyan a las comunidades estadounidenses”. Si la premisa del juego es que el comportamiento de cada individuo o grupo es racional, nadie consideraría renunciar a una gallina tan lucrativa que pone huevos de oro. Sin embargo, incluso antes de ser presidente, Chávez creía que el conflicto colombiano debía terminar. “Un movimiento guerrillero ya no está en la agenda en las montañas de América Latina”, aseguró en 2008, creando disturbios entre los radicales, tanto colombianos como venezolanos.
Él y Maduro, su canciller (en aquel momento), no escatimaron esfuerzos para promover las negociaciones de paz entre la guerrilla y el gobierno de Juan Manuel Santos. Ambos lograron convencer a los rebeldes, algo que no era sencillo (y la razón por la cual existían contactos entre emisarios venezolanos y personal insurgente). Durante el funeral de Chávez el 8 de marzo de 2013, fue de hecho Santos quien dijo, hablando de su homólogo bolivariano: “La obsesión que nos unió, y que fue la base de nuestra relación, fue la paz de Colombia y la región. Si hemos avanzado en un proceso de paz sólido, con un progreso claro y concreto, un progreso como nunca antes con las guerrillas de las FARC, también es gracias a la dedicación y el compromiso ilimitado del presidente Chávez y el gobierno venezolano”.
Haría falta más para que el Departamento de Justicia de Estados Unidos abandone sus juegos de palabras. Según él, en 2008, Chávez, “quien era entonces presidente de Venezuela y uno de los líderes del “Cartel del Sol”, acordó con Luciano Marín Arango, alias Iván Márquez [futuro negociador de los Acuerdos de paz, del lado guerrillero], usar los fondos de la empresa estatal venezolana [petrolera] Petróleos de Venezuela (PDVSA), para apoyar las acciones terroristas y de narcotráfico de las FARC”. Era el momento en que, según los mismos representantes de la ley y el orden yanquis, “Maduro abusó de su poder como Ministro de Relaciones Exteriores para garantizar que la frontera entre Venezuela y Colombia permanezca abierta y, por lo tanto, se facilite el tráfico de drogas”.
¡Maldita sea! Mantener abiertas las fronteras del país…nadie podrá negarlo, es un crimen. A menos que, por supuesto, Estados Unidos hubiera cometido una desviación similar…porque, al no haber cerrado la suya, ¿No se quedan acaso con 6.8 millones de “clientes” (según la ONU), los principales consumidores mundiales de cocaína? Ante la ausencia de preguntas durante la conferencia de prensa sobre esta complicidad de Washington con los “narcos” colombianos, los fiscales estrella de la cacería de Maduro lamentablemente no se pronunciaron sobre el asunto.
De hecho, Venezuela está atrapada entre el primer país productor de cocaína, Colombia, con el que comparte 2,300 kilómetros de frontera, y el principal destino del “polvo blanco”, Estados Unidos. Por lo tanto, es particularmente vulnerable, y la observación no es de ahora. En octubre de 1997, durante una visita del presidente William “Bill” Clinton a Caracas, se firmó un acuerdo de cooperación para la lucha contra el narcotráfico (por 11 millones de dólares) con el predecesor de Chávez, Rafael Caldera. El motivo invocado en aquel momento: “Venezuela es la ruta de más importante desde el contrabando de drogas desde Colombia hasta los mercados ilícitos. El país sirve como zona de tránsito para alrededor de 100 toneladas de cocaína y 10 toneladas de heroína por año [10]”. Realmente demasiado “buena onda” Clinton quiso ponerle precio a la cabeza de Caldera.
La situación geográfica da lugar por definición a cierta “vocación”. Lo cual, regularmente llega a los titulares de prensa, de múltiples maneras. Antología muy breve. En 1997 (antes de Chávez), el “último gran capo” después de la muerte de Pablo Escobar, el exsoldado colombiano, Justo Pastor Perafán, fue capturado en el centro de San Cristóbal (Venezuela). Dos años después, un Boeing 727 perteneciente al príncipe saudí, Nayef Bin Fawwaz al-Shaalan, salió de Caracas después de una reunión de la OPEP; durante una escala en París, la policía francesa descubrió 2 toneladas de la cocaína de mayor pureza allí [11]. El 10 de septiembre de 2013, también en París tuvo lugar una “incautación récord” (1.3 toneladas) a bordo de un vuelo de Air France desde el aeropuerto de Maiquetía de Caracas. Entre los 28 arrestos realizados en Venezuela estaban el teniente coronel Ernesto Mora Carvajal (director de seguridad del aeropuerto) y ocho miembros de la Guardia Nacional. Ya en agosto de 2011, al capturar una “narcoavioneta” llevando 1.4 toneladas de “coque” en el estado de Falcón, se descubrió que el pequeño avión había despegado de la base militar de La Carlota (Caracas). En 2016, el oficial de policía que representa a la Interpol, Eliecer García Torrealba, caerá. Muy evidente, y por una buena razón, dos civiles, Efraín Antonio Campo Flores y Franqui Francisco Flores de Freitas, sobrinos de la esposa de Maduro, Cilia Flores, terminarán, por la misma razón, sentenciados en diciembre de 2017 a 18 años de prisión, en una prisión en Estados Unidos [12].
Financiado por los capos de la droga, la corrupción a gran escala se infiltra en todos los niveles y contamina, nadie lo niega, incluso a ciertos elementos de la policía y el ejército.
Pero ¿Qué hay del “Cartel de los Soles”?
¿Se trata (como podemos leer o escuchar en los títulos de “Venezuela para principiantes”), de una pandilla de generales nacidos bajo la presidencia de Chávez disfrutando de su complicidad? ¡Ridículo! La expresión “Cartel de los Soles” se utilizó por primera vez en…1993, cuando dos generales de la Guardia Nacional fueron acusados de tráfico de drogas. Los “soles” en cuestión son las insignias de los hombros que portan los generales de las Fuerzas Armadas venezolanas (cuatro “soles” para el general en jefe).
Esporádicamente, la fórmula regresa cuando los soldados están involucrados o arrestados, pero en su mayoría resurge en 2015 bajo la pluma del “periodista” Emili Blasco, corresponsal en Washington del diario español (monárquico, católico y ultraconservador) ABC. Chávez está muerto, la “ofensiva final” contra la revolución bolivariana acaba de comenzar. Sobre la base de presuntas revelaciones de la Administración para el Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés), Blasco convirtió a Diosdado Cabello, entonces presidente de la Asamblea Nacional, en líder del Cartel de los Soles y uno de los narcotraficantes más poderosos del continente (sin saberlo, nuevamente el Fiscal General estadounidense William Barr, se olvida de mencionar a Chávez y Maduro).
Con un conjunto conmovedor, extrapolando desde el mínimo de datos, la dócil corporación de formadores de opinión -comenzando con The Wall Street Journal (Estados Unidos) y El Mundo (España) [13]- se encarga de difundir la acusación. Dejemos que el más cauteloso de sus colegas se retracte con medias palabras, con golpes de hipócrita “condicional”, que es suficiente para impresionar una “verdad” en la opinión. Más directamente, el senador republicano cubanoamericano, Marco Rubio, convirtió a Cabello en “el venezolano Pablo Escobar”.
¿Alguna evidencia, hechos irrefutables o incluso respaldados, verificables y verificados? Ninguno. Nunca.
En esta historia, destaca el grupo de expertos Insight Crime. Una organización supuestamente independiente con sede en Medellín (Colombia), Insight Crime fue fundada por Steven Dudley, exjefe de la oficina para la región andina del diario Miami Herald (“Anticastrista”, “antichavista”, “en contra de todo lo que huela a izquierda”) y por Jeremy McDermott, exoficial de las Fuerzas Armadas británicas. Un buen olor a azufre, aroma audaz. Los diversos informes de Insight Crime se “sustentan” esencialmente en información proporcionada por la DEA o la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC, por sus siglas en inglés) del Departamento del Tesoro de Estados Unidos, las “revelaciones” de ex desertores chavistas que buscan obtener el beneplácito de sus nuevos amigos estadounidenses, y artículos de prensa. Qué prensa, a su vez, reanuda la producción de Insight Crime, en un clásico dispositivo de serpiente que se muerde la cola. Olvidando algunas de las peculiaridades mencionadas por el “grupo de expertos” cuando, a pesar de su parcialidad, considera que es (el “Cartel de los Soles”) de “una red dispar de traficantes, que comprende actores estatales y no estatales”, y especifica que “si hay muchos células en las ramas principales de las Fuerzas Armadas, y en todos sus niveles (…), no pueden describirse como un cartel, porque la forma en que funcionan las relaciones entre estas células no está clara [14]”. En términos de certezas, ya lo hemos hecho mejor.
Todos ven el mediodía en su puerta. Difícil para los que no son beligerantes identificar cuál es la verdad. Acusado por el informe publicado cada año por el Departamento de Estado de Estados Unidos, la Oficina Nacional Antidrogas de Venezuela (ONA) reconoce en este asunto solo datos de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC, por sus siglas en inglés). En su informe de 2019, este organismo, del que apenas se sospecha sesgo, describe la situación en líneas concisas (§ 578) [15]: “Hay indicios de que, en la República Bolivariana de Venezuela, los grupos criminales han logrado infiltrarse en las fuerzas de seguridad del gobierno y han creado una red informal conocida como el ”Cartel de los Soles“ para facilitar el entrada y salida de drogas ilegales”. Pistas, redes informales…incluso prensa venezolana ferozmente opositora como la Costa del Sol admite: “Los expertos en seguridad reconocen que no es un grupo organizado verticalmente como los carteles de la droga colombianos o mexicanos. Ellos actúan más como un grupo de individuos con conexiones burocráticos, que pueden tener poca o ninguna coordinación entre sí [16]”.
Visto el problema desde cualquier ángulo, la tesis de que Chávez, Cabello y (ahora) Maduro se frotan las manos con enormes paquetes de dinero, dirigiendo con mando dura una organización criminal estructurada, no se fundamenta en nada serio. Como señaló el abogado venezolano Juan Martorano, la existencia del “Cartel de los Soles” es más que nada un “mito urbano” [17].
El 9 de agosto de 2019, la administración Trump “certificó” a la Colombia por Iván Duque, a prueba de buen comportamiento y plena cooperación con Washington en la lucha contra las drogas. Al mismo tiempo, “quitó el certificado” a Bolivia (aún dirigida por Evo Morales) y a Venezuela gobernada “por el régimen ilegítimo de Nicolás Maduro”. La relevancia de estos tratos diferenciados es evidente cuando sabemos que, en Colombia, el área dedicada al cultivo de coca, la materia prima de la cocaína, ha alcanzado niveles sin precedentes: según la UNODC (Naciones Unidas) pasó de 48,000 hectáreas en 2013 a… 169,000 hectáreas en 2018 (e incluso 208,000 hectáreas según la Oficina de Política Nacional para el Control de Drogas [ONDCP, por sus siglas en inglés] de la Casa Blanca). Y esto, mientras que las FARC, acusadas durante mucho tiempo de ser los principales culpables de este flagelo, abandonaron las armas en 2016.
Según el Fiscal General “yanqui” Barr, más de 250 toneladas de cocaína salen de Venezuela cada año con destino a Centroamérica y el Caribe “con el consentimiento de Maduro”. Lo que convierte a la República Bolivariana en EL “narcoestado” de la región. Pero según la muy oficial Base de Datos Antidrogas Consolidada Interagencial (CCDB), una agencia del gobierno estadounidense, es en Colombia, no en Venezuela, donde la producción de cocaína alcanzó las 2,478 toneladas en 2017 (un 269% más en comparación con las 918 toneladas de 2012).
Poco importa. Los “investigadores” estadounidenses persisten y afirman: Venezuela es el trampolín principal para los envíos de drogas a Estados Unidos. Nuevo engaño: en 2012, según la Organización de Estados Americanos (OEA), luego dirigida por el chileno José Miguel Insulza, casi un 70% de la “coca” salió de Colombia a través del Pacífico, un 20% a través del Atlántico y un 10% a través de Venezuela [18]. Veinte años después (11 de marzo de 2020), según las cifras de la CCDB “yanki”, la Oficina de Asuntos Latinoamericanos de Washington (WOLA) llegó a la misma conclusión: un 84% de las drogas producidas durante los gobiernos de Uribe, Santos y ahora Duque pasan por el Océano Pacífico (que limita con Colombia y, en menor grado, con respecto a las expediciones, Ecuador y Perú), un 9% toma la ruta del Caribe occidental (América Central) y solo un 7% la del Caribe oriental (Venezuela) [19] . En otras palabras: incluso sus propios servicios, la CCDB y el Departamento de Defensa, reconocen el engaño de Trump (y sus “empleados”).
Para ilustrar la manipulación del tema de los países de tránsito, debe tenerse en cuenta que, según la CCDB, 210 toneladas de cocaína circularon por Venezuela en 2018 (lo que es plausible) y … 1,400 toneladas por Guatemala. Por su parte, la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD) menciona en su último informe (§ 579) que el tráfico por mar desde los puertos de Chile aumenta constantemente, lo que lo convierte, “con Brasil y Colombia, en uno de los principales países para la salida de cocaína incautada en Valencia y Algeciras, en España, importantes vías de entrada de estos narcóticos en Europa”.
Mientras el régimen de Trump entretiene a la comunidad internacional con sus fantasías, la “gente”, en Miami, Los Ángeles o en otros lugares, en los paraísos fiscales, deposita cientos de miles de dólares, sin llamar demasiado la atención.
El 1 de noviembre de 2019, el ministro del Interior venezolano, Néstor Reverol, informó que, ese mismo año, las fuerzas de seguridad habían interceptado y confiscado 29,779 toneladas de drogas de todo tipo, arrestando a 5,837 personas y abriendo 1,556 procedimientos judiciales (según la misma fuente, entre 2015 y marzo de 2020, se incautaron 212 toneladas). Insuficiente para bloquear a la muy pequeña Santa Inquisición: 15 millones de dólares, como hemos visto, por el jefe de Maduro, 10 millones por Cabello y El Assaimi, pero también para otros dos pilares del “régimen corrupto” y de su “cartel”, Hugo Carvajal, exjefe de inteligencia, exdiputado chavista (y, por cierto, en España) y Cliver Alcalá. Cualquiera que dé información para localizar a todas estas personas (teóricamente) ganará el premio mayor. Con respecto a Maduro, nos gustaría dar una pista sobre el “periodismo de investigación” de moda: Palacio Presidencial de Miraflores, Final Avenida Urdaneta 1010, Esquina de Bolero, Caracas Distrito Capital (Venezuela). Para Cliver Alcalá, miembro de la misma pandilla, tampoco es muy difícil: durante dos años, a la vista de todos, este ” peligroso narcotraficante” ha estado viviendo tranquilamente en Barranquilla, Colombia. Sin ser visto por las fuerzas conjuntas de la CIA y la DEA. Sin que las autoridades colombianas hayan logrado detectarlo. Y por una buena razón…
General de las Fuerzas Armadas Nacionales Bolivarianas (FANB), Alcalá puso distancia con el poder y, después de retirarse en 2013, se opuso públicamente a Maduro. Ha sido un excelente “cliente” para varios investigadores, académicos y los llamados periodistas “de izquierda”, ansiosos por recabar declaraciones de “chavistas críticos” que les permitan unirse a la ofensiva anti-Maduro sin parecer negar a Chávez y su revolución porque, cuando fue posible hacerlo sin exponerse excesivamente a las condenas de la mayoría conformista, habían expresado cierta simpatía.
Acusado desde 2014 de mantener vínculos con el narcotráfico, Alcalá ingresó a Colombia legalmente a través de Cúcuta (después de Migración Colombia). A pesar de haberse casado en mayo de 2012, Marta González, una hermana de Hermágoras González Polanco, alias “El Gordito González”, narcotraficante y exmiembro de la organización paramilitar de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), Alcalá todavía viviría en paz en su país anfitrión si [20] …
El 24 de marzo, la epidemia de coronavirus restringe el paso, la policía de carreteras colombiana, en una operación de rutina, revisó un vehículo que viajaba en la ruta Barranquilla – Santa Marta. Allí descubrió un arsenal: 26 rifles de asalto AR-15, silenciadores, visores nocturnos, cascos, chalecos antibalas, transceptores de radio, etc. Detenido, el conductor confesó que se dirigía a Guajira (departamento fronterizo con Venezuela). Dos días después, una estación de radio colombiana con gran audiencia, Web Radio, emite una declaración explosiva de…Cliver Alcalá, uno de los cómplices venezolanos “narcos” de Maduro buscado por la Justicia de Estados Unidos: “Estoy en Barranquilla, en mi casa, donde el gobierno colombiano sabe que estoy desde hace mucho tiempo. ” En detalle, Alcalá revela que las armas incautadas 24 pertenecen a un grupo de 90 oficiales venezolanos (desertores) que él dirige. Objetivo: “Obtener la libertad de Venezuela”. ¿Cómo? Pasar estas armas por la Guajira venezolana, donde serían recibidas por un oficial, alias “Pantera”. Continuando con sus revelaciones, Alcalá dice: toda esta operación se llevó a cabo en el marco de un acuerdo hecho con “el presidente” Guaidó, su asesor político Juan José “JJ” Rendón (consultor de múltiples candidatos presidenciales latinos de derecha) y asesores estadounidenses. En la trama está implicado también Leopoldo López (líder de la Voluntad Popular, el partido de Guaidó), Sergio Vergara (diputado del vicepresidente, brazo derecho de Guaidó) e Iván Simonovis, nombrado Coordinador Especial de Seguridad e Inteligencia en Estados Unidos por el autoproclamado presidente (Guaidó) [21].
Luego, Alcalá multiplica sus intervenciones vía Twitter y, finalmente, ofrece más revelaciones a Infobae en exclusiva: “Durante varios meses, hemos estado trabajando en la formación de una unidad para liberar el país y eliminar de tajo los objetivos criminales del narcotráfico y el desastre que ‘”Ellos” han generado en nuestro país [22] “. ¡Asegurando que no está prófugo, como sugiere la Justicia de los Estados Unidos! -lo que “sorprende” pues lo coloca en la lista de “narcoterroristas” de la pandilla en Maduro! -, especifica Alcalá, evocando al Procurador General Barr: “Presumo que no conoce el acuerdo confidencial que tenemos”. Razón por la que anuncia su intención de ponerse a disposición de las autoridades colombianas y “colaborar con el sistema de justicia norteamericano”.
En un personaje y un hecho tan “retorcidos”, abundan las especulaciones. No nos involucraremos aquí en una revoltura de hipótesis ociosas y teorías. Nos atendremos a los hechos. Sin pérdida de tiempo, Alcalá se “rindió” emocionalmente a la policía colombiana. Durante su traslado al aeropuerto de Bogotá, para su extradición inmediata a Estados Unidos, tuvo la oportunidad de dar entrevistas telefónicas y por video en las redes sociales (¡Algo muy común entre narcotraficantes detenidos!). Al mencionar a los agentes de la Dirección Nacional de Inteligencia (DNI) que lo escoltaban, declaró: “Los conozco, los he visto y he estado lidiando con ellos por más de un año. He estado en constante comunicación con ellos. En el pasado, en Colombia, me reuní con ellos aquí en Barranquilla [23]”. Las horas que siguieron no contradicen las acusaciones. Cuando, el 27, Alcalá se prepara para abordar el avión despachado por la DEA para llevarlo de regreso a Nueva York (a pesar del cierre de las fronteras), donde en teoría lo espera una prisión de alta seguridad, lo hace sin esposas, relajado, después de haber saludado muy cordialmente e intercambiado algunos “abrazos” con quienes lo miraban. No hay duda de que las “revelaciones” más explosivas contra Maduro van a multiplicarse en el contexto de las negociaciones que la Justicia de Estados Unidos es aficionada para, a cambio de reducir la sentencia, socavar, difamar y, si es posible, aventar a una mazmorra a él o a los individuos que está demandando.
Evidentemente, en el origen de esta secuencia, el arsenal confiscado a los operadores de Alcalá era poco probable que desencadenara una operación a gran escala tipo de invasión o golpe de Estado. Por otro lado, se adaptaba perfectamente a la organización de operaciones de tipo de “eliminar de tajo” (para usar la expresión del exgeneral) o “asesinato selectivo”. El futuro nos dirá a qué objetivos apuntaban. Pero, en cualquier caso, el lote de armas es parte de la estrategia de desestabilización de Venezuela, desde el intento de asesinato de Maduro el 4 de agosto de 2018 hasta la presencia de campos de entrenamiento de mercenarios (vinculados a Alcalá, en particular en Riohacha, en la Guajira). Esta política terrorista alcanzó su punto álgido cuando le pusieron “precio” a Maduro…”A medida que los gobiernos y las naciones se centran en el coronavirus”, dijo el inquilino de la Casa Blanca sin reír, ” existe una amenaza creciente que los carteles, delincuentes, terroristas y otros actores maliciosos están tratando de explotar” para su propio beneficio”. Para quien no haya comprendido la naturaleza de la operación, el asesor de Seguridad Nacional, Robert O’Brien, agregó que se trata de reducir los recursos financieros del tráfico de drogas, los cuales “brindan al régimen corrupto de Maduro (…) y otros actores perniciosos los fondos necesarios para llevar a cabo sus actividades maliciosas”.
Al menos diez guardacostas, destructores, buques de guerra de última generación, helicópteros, una brigada de infantería, miembros de las fuerzas especiales y una amplia cobertura aérea – P-8 (versión militar del Boeing 737), E-3 Awacs, E-8 JStars: tomarán posición paulatinamente, teóricamente en el Pacífico y el Atlántico, en realidad frente a las costas de Venezuela. ¡Un cañonazo! Para luchar contra…las moscas. Los envíos de coque de mar salen de las costas latinoamericanas a bordo de ‘Go Fast’ (lanchas rápidas), barcos de pesca, minisubmarinos, barcos comerciales y portacontenedores; las expediciones aéreas utilizan aviones privados. Objetivos y objetivos sin medida común con el espectacular despliegue de esta armada.
En un momento en que las Naciones Unidas piden una suspensión de las medidas coercitivas unilaterales (conocidas como “sanciones”) contra Venezuela y Cuba (e Irán) durante la crisis del coronavirus, Trump ha optado por una auténtica declaración de guerra. Brandie frente al mundo, la “cocaína” de Maduro es el equivalente al pequeño frasco de polvo de perlimpinpin de Colin Powell acusando a Saddam Hussein ante la Asamblea General de las Naciones Unidas de poseer armas de destrucción masiva. Esta peligrosa escalada tiene por lo menos una causa fácilmente detectable: el fracaso de la estrategia del “presidente títere” que supuestamente derribará a Maduro. ¡Pobre Guaidó! Sin embargo, hace todo lo necesario: aprueba las sanciones que martirizan a sus compatriotas, celebra el destierro de Maduro, apoya el despliegue de la fuerza naval. Sin embargo, fue despedido sin miramientos. Al proponer un plan de transición “sin Maduro ni Guaidó”, Washington sentenció el final de esta comedia. Y el Guaidó en cuestión ha mostrado lo que es y nunca ha dejado de ser: una marioneta. Desde enero de 2019, ha estado jugando a ser un jefe de Estado legítimo, firme, calavera, intrépido, viril y valiente, “reconocido por la comunidad internacional”, sin ceder ante nada. Deje que Trump lo llame a hacerse a un lado, y él obedecerá sin resistencia, sin una pizca de dignidad: firme, calavera, intrépido, viril, valiente, “reconocido por la comunidad internacional”, y sin ceder ante nada. Deje que Trump lo insta a retirarse, y él cumple sin resistencia, sin una pizca de dignidad: ¡Sí jefe! ¡Claro jefe! ” Como dicen en México, “El que paga el mariachi, es el que pide las canciones”.
¡Quince millones de dólares para el jefe de Maduro! Como objetivo prioritario de los “halcones” estadounidenses, el jefe de Estado venezolano, a través de este proceso tan original, sustituye al Saddam Hussein iraquí y al Muammar Gaddafi libio, con respecto a este último, los resultados que conocemos con certeza, es que el poder venezolano se mantiene con firmeza. A pesar de las enormes dificultades del día a día (empeoradas por el coronavirus), un segmento bastante grande de los sectores populares lo respaldan (al presidente Maduro). Las controversias continúan con moderada oposición. Las Fuerzas Armadas siguen siendo leales. Evocando “la furia bolivariana”, la alianza “cívico-militar” (muy mal entendida en el extranjero) se prepara, por si acaso, para la defensa del país.
Pero es precisamente esta resistencia frente a los esquemas del poder imperialista lo que incita a este último a utilizar los métodos más extremos (incluso si están cosidos con un gran hilo blanco). ¡”Millones de dólares por la cabeza de…”Maduro, Cabello, El Aissami! La promesa de recompensa atrae a personas codiciosas igual que la luz atrae a las mariposas. Siempre hay hombres que adoran el trabajo sucio. Algún delincuente militar, comprado, oportunista o intimidado por el poder enemigo. Paramilitares (colombianos o venezolano-colombianos). Barbouzes, aventureros. Mercenarios de empresas de seguridad privada. “Especialistas” estadounidenses, por ejemplo, que salieron de la armada.
No faltan métodos para este tipo de tareas. La operación de comando que permite secuestrar al objetivo. El zángano, responsable del asesinato. El bombardeo “quirúrgico”. La bala de un francotirador. El golpe de Estado liderado por un sector minoritario del ejército…
Lo peor, por supuesto, nunca está asegurado. No pasaremos por alto la capacidad de la Revolución Bolivariana para frustrar los planes de los enemigos. Ni siquiera un cambio en el poder tras las próximas elecciones estadounidenses, Trump parece menos talentoso para manejar una pandemia que para sembrar terror y muerte en lo que él considera su batalla previa. Sin embargo, tal como está, se está desafiando el derecho internacional, la orquestación de un crimen se está llevando a cabo ante nuestros ojos. Una conspiración. El secuestro o asesinato de un jefe de Estado, reconocido por las Naciones Unidas y que no ha cometido ningún delito, excepto los de defender la Constitución y la soberanía de su país.
Nadie está obligado a adorar al presidente venezolano. Nadie está obligado a apoyar la revolución bolivariana. Pero, de cualquier forma…en el momento en que haya una izquierda en Francia digna de ese nombre, ella gritaría, al unísono, todos juntos: “¡Todos somos Maduro! ¡Trump, no te metas con Venezuela!”
Maurice Lemoine: Periodista y escritor, especialista en América Latina y el Caribe. Desde Haití hasta América Central, desde Colombia hasta Venezuela, ha cubierto la mayoría de los conflictos en la región. Es autor, entre otros, de Chávez Presidente (2005), Cinq Cubains à Miami (2010), Sur les eaux noires du fleuve (2013) y Les enfants cachés du général Pinochet (2015).
Fuente: Globalización
Notas:
[1] https://www.theguardian.com/world/2020/mar/30/trump-says-keeping-us-covid-19-deaths-to-100000-would-be-a-very-good-job
[2] https://www.justice.gov/opa/video/attorney-general-barr-and-doj-officials-announce-significant-law-enforcement-actions
[3] Jefe del Cartel de Sinaloa, considerado por Estados Unidos como el “traficante más peligroso del mundo”, Joaquín Guzmán fue capturado en febrero de 2014 por las autoridades mexicanas (luego de haber escapado una vez), extraditado a Estados Unidos y condenado a cadena perpetua por el tribunal de Nueva York el 17 de julio de 2019.
[4] https://elnuevopais.net/2020/03/29/carlos-alberto-montaner-es-este-el-fin-del-chavismo/
[5] https://elnuevopais.net/2020/03/27/jurate-rosales-descartaron-a-los-tibios/
[6] Su sentencia se redujo más tarde a 30 años y luego, por buen comportamiento, se redujo a 17.
[7] Informe del 23 de septiembre de 1991.
[8] http://www.medelu.org/Venezuela-aux-sources-de-la-desinformation
[9] Sobre este asunto, véase Maurice Lemoine, «La Colombie, Interpol et le cyberguérillero», Le Monde diplomatique, julio de 2008.
[10] The International Herald Tribune, 14 de octubre de 1997.
[11] Sentenciado en Francia a diez años por contumacia, desde entonces el príncipe ha sido protegido por su país.
[12] Los dos jóvenes cayeron en la trampa colocada por agentes de la DEA: los informantes pagados por esta agencia les prometieron 20 millones de dólares a cambio de cocaína, supuestamente planearon obtener los productos de un intermediario abasteciéndose de las FARC. Como resultado de su arresto, el crimen no fue cometido. Fueron condenados por “conspiración”.
[13] http://www.elmundo.es/internacional/2015/05/19/555b88ce268e3edc418b45aa.html
[14] Para los artículos de IC sobre el “Cartel de los Soles”, véase https://www.insightcrime.org/venezuela-organized-crime-news/cartel-de-los-soles/
[15] http://www.unis.unvienna.org/pdf/2020/INCB/Annual_Report_S.pdf
[16] https://www.costadelsolfm.org/2020/02/19/un-informe-de-la-onu-revela-que-el-cartel-de-los-soles-infiltro-las-fan-en-venezuela/
[17] https://www.alainet.org/es/articulo/205032
[18] http://www.cicad.oas.org/drogas/elinforme/informeDrogas2013/laEconomicaNarcotrafico_ESP.pdf
[19] https://www.wola.org/2020/03/report-u-s-drug-monitoring-data-on-venezuela-gets-beyond-the-narcostate-narrative/
[20] De acuerdo con Caracol Radio, Marta González, la esposa de Alcalá, tiene una hermana, Lucy, que mantenía una relación con el feo José Guillermo “Ñeñe” Hernández, asesinado en 2019 inmerso en un escándalo de “compras de votos” en beneficio del actual presidente Iván Duque. Véase http://www.medelu.org/La-Colombie-aux-temps-du-cholera
[21] https://www.youtube.com/watch?v=V-pOs4qfxaQ
[22] https://www.infobae.com/america/venezuela/2020/03/26/el-general-cliver-alcala-cordones-uno-de-los-funcionarios-venezolanos-buscados-por-la-justicia-de-los-estados-unidos-anuncio-que-se-entregara-a-las-autoridades-colombianas/
[23] https://www.elheraldo.co/judicial/cliver-alcala-conocia-los-agentes-de-inteligencia-ante-quienes-se-entrego-712979
Artículo original en francés:
Maduro, mort ou vif!, publicado el 8 de abril de 2020.
Traducido por Ariel Noyola Rodríguez para el Centro de Investigación sobre la Globalización (Global Research).
El Fiscal General, William Barr, anunció el 26 de marzo, en conferencia de prensa, que el presidente venezolano Nicolás Maduro había sido acusado de “tráfico de drogas” y “lavado de dinero” [2]. Según el Departamento de Justicia, dijo el fiscal Geoffrey S. Berman, el jefe de Estado bolivariano estableció “una asociación narcoterrorista con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia [FARC] a lo largo de los últimos 20 años” y, habiendo sido uno de los “jefes” del Cartel de los Soles (un supuesto cartel venezolano de narcotraficantes), es ahora el único “líder” que tiene el objetivo, hoy como ayer, de “inundar a Estados Unidos con cocaína”.
Dando muestra de una imaginación ilimitada en la invención de estrategias para desestabilizar, derrocar, encarcelar (e incluso asesinar) a líderes [políticos] incómodos, esta acusación va acompañada de un precio [por la cabeza] del presidente Maduro: 15 millones de dólares (13,5 millones de euros) para quien lo localice o capture.
Además, se han presentado demandas judiciales contra otros 13 altos funcionarios del gobierno venezolano, incluido el ministro de Defensa, Vladimir Padrino López, el presidente de la Corte Suprema de Justicia, Maikel Moreno y, lo más importante, una oferta de 10 millones de dólares para quien entregue al presidente de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), Diosdado Cabello, y al viceministro de economía, Tareck El Aissami.
“Ofrecer recompensas al estilo de los vaqueros racistas del Lejano Oeste mostró la desesperación de la élite supremacista de Washington y su obsesión con Venezuela”, señaló el ministro de Relaciones Exteriores, Jorge Arreaza. Además de lo grotesco de la acusación, la cantidad propuesta para la captura de Maduro solo ha sido superada en la historia por los 25 millones de dólares ofrecidos por Osama bin Laden después de los ataques del 11 de septiembre de 2001, y los de Ayman al-Zawahiri, actual jefe de la red terrorista Al Qaeda. El “capo” latinoamericano más importante en el tráfico de drogas, el colombiano Pablo Escobar, valía “solamente” 10 millones de dólares y, su sucesor mexicano, Joaquín “El Chapo” Guzmán [3], 8.5 millones.
Esta ofensiva del régimen de Donald Trump contra el gobierno bolivariano ha multiplicado por 10 los excesos, pasiones y apetitos prohibidos de la derecha extremista venezolana (y sus aliados). Comenzando con la góndola principal, el “presidente” (elegido por Trump), Juan Guaidó. “Estoy convencido de que las acusaciones hechas contra miembros del régimen son sólidas y ayudarán a liberar al país del sistema criminal que secuestró a nuestro pueblo durante tantos años”, reaccionó inmediatamente a través de un comunicado. Como lo hizo durante décadas al anunciar la “inminente caída de Fidel Castro”, el cubanoamericano (y español) Carlos Alberto Montaner ya prevé “el fin del chavismo” desde la prensa de Miami: “Después de la acusación hecha contra Maduro y sus acólitos por el Departamento de Estado y el de Justicia, las predicciones cambian completamente, hasta que alguien de su entorno decide eliminarlas” [4].
“En Bolivia, el secretario de la Presidencia, Erick Foronda, brazo derecho de Janine Añez, llevado al poder por un golpe de estado, escribió un tuit amenazante por “lo siguiente”: “Vienen por ti, Maduro. No tendrás escapatoria. Y el siguiente es Evo Morales. ¡Tus días de conspiración han terminado, delincuentes!”
Confinados cómodamente en Francia, donde apoya a los sectores fascistas que se lanzan contra la gente de su país de origen, la antropóloga y escritora franco-venezolana, Elizabeth Burgos, comentó a la periodista Jurate Rosales que “es un golpe maestro contra los partidarios del diálogo y la Unión Europea, etc. No puede haber diálogo con un “se busca” [5]. El diálogo, el enemigo…
Tanto las acciones ubicuas de la Casa Blanca como este tipo de comentarios deberían provocar solamente un simple encogimiento de hombros. Sin embargo, si una cosa de notar es su ineptitud, otra cosa es medir el alcance y la posibilidad de que se extiendan. Esta es la razón por la cual, y tras años de propaganda político-mediática que han perturbado los espíritus, trataremos de analizar en profundidad las mentiras e inconsistencias de esta gran agresión de los “perros” de Washington contra Venezuela.
Lo primero que hay que recordar es que, en todo momento, Estados Unidos ha utilizado el “tráfico de drogas”, a veces lucha, a veces se hace de la vista gorda, a veces lo usa para sus tramas oscuras. En la década de 1980, bajo la administración de Ronald Reagan y en plena colaboración de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés), los “contras” (contrarrevolucionarios) nicaragüenses traficaron cocaína para financiar su guerra contra los sandinistas.
En su informe del 13 de abril de 1989, la Comisión de Asuntos Exteriores del Senado declaró: “Las actividades de la Contra incluyen pagos a narcotraficantes por parte del Departamento de Estado de Estados Unidos, autorizado por el Congreso como ayuda humanitaria [¡Vaya!], en algunos casos después del enjuiciamiento de traficantes por parte de agencias federales, en otros, mientras los traficantes estaban siendo investigados por estas mismas agencias”.
Uno de los arquitectos de estas maniobras nefastas es Elliott Abrams. Antes de ser indultado por George H. W Bush, por esto fue condenado a dos años de prisión. Trump lo ha convertido en el actual funcionario (“enviado especial”) de su política sobre Venezuela, con la tarea de que ayude a derrocar a Maduro.
En Panamá, el general Manuel Antonio Noriega también pactó con los barones del Cartel de Medellín. Desde finales de la década de 1950, igual fue miembro de la CIA, que desde 1967 le pagó generosamente. Estrechos lazos lo unieron con George H. W. Bush, ascendido a director de la “Agencia” en 1976.
Entre 1983 y 1989, Noriega prohibió las elecciones y gobernó de manera autoritaria (aunque menos que su homólogo chileno Augusto Pinochet). Solo que, de repente, Noriega es menos dócil a las órdenes de la Casa Blanca, que le exige una mayor participación en la agresión contra el sandinista nicaragüense. De un amigo gánster, Noriega se convierte en villano. Activada el 20 de diciembre de 1989, la “Operación Causa Justa” lanzó 28,000 “infantes de marina”, comandos y paracaidistas en la ciudad de Panamá. Su arresto traficante deja un saldo de 4,000 muertos, en su mayoría civiles. El 29 de diciembre de 1989, por 75 votos a favor, 20 y 40 abstenciones, la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU) adoptó una resolución condenando esta intervención dizque “antidrogas”.
Poco antes del juicio del ex general, embarcado a manos de los militares y encarcelado en Estados Unidos, el Departamento de Justicia concluyó un acuerdo secreto con el Cartel de Cali (el segundo en importancia en Colombia). Si los “narcos” traen evidencia contra Noriega, se le otorgará una remisión de la sentencia a Luis Santacruz Echeverri, hermano de uno de los líderes del cartel, quien cumple una condena de veintitrés años de prisión.
Durante su juicio, Noriega afirmó que su colaboración con la CIA le había aportado 10 millones de dólares. Pidió poder revelar las tareas que había realizado para Estados Unidos. El tribunal dictaminó: “La información sobre el contenido de las operaciones secretas en las que Noriega estuvo involucrado a cambio de supuestos pagos no está relacionada con su defensa” y podría “confundir a los jueces”. En consecuencia, en esta vergonzosa secuencia de hechos, le fue impuesto el silencio. Fue condenado a 40 años de prisión [6].
Durante su conferencia de prensa el 26 de marzo, el Fiscal General Barr no dudó en trazar un dudoso, pero sobre todo alarmante paralelo histórico: “No reconocemos a Maduro como presidente de Venezuela; ya ha sucedido con Noriega, al que tampoco reconocimos”.
En cuanto al colombiano Álvaro Uribe, él no encontró ningún problema en ser reconocido. Sin embargo, la Agencia de Inteligencia del Departamento de Defensa (DIA, por sus siglas en inglés) le asignó, en 1991, el número 82 de una lista de personalidades que mantenían estrechos vínculos con Pablo Escobar y el Cartel de Medellín [7]. Sin embargo, Uribe continuó su carrera política sin contratiempos. Al llegar a ser jefe de Estado en 2002, se convirtió en el principal aliado de Estados Unidos en la región. Sus vínculos probados con los “narcoparamilitares” no le produjeron más problemas.
Aunque siempre está en movimiento, la vida no cambia necesariamente de forma constante: en febrero de 2019, fue con la ayuda de la organización narcoparamilitarista colombiana de los Rastrojos que el presidente títere venezolano, Juan Guaidó, cruzó la frontera de forma ilegal para reunirse con el presidente Iván Duque (hijo espiritual de Uribe) en Cúcuta, Colombia [8]. No hay problema. Eran “buenos narcos”.
Los autores de la acusación contra el jefe de Estado venezolano toman en cuenta claramente con el hecho de que, en general, los periodistas no tienen memoria histórica ni archivos. Según las “revelaciones” de Barr en nombre de la justicia estadounidense, cuando Chávez convirtió a Maduro en su canciller el 7 de agosto de 2006, las FARC le dieron 5 millones de dólares, producto del narcotráfico. Estamos allí muchos meses antes del 1 de marzo de 2008, el día en que un comando del ejército colombiano bombardeó y mató al número dos de la guerrilla, Raúl Reyes. Se dice que cerca de su cuerpo se recuperaron tres computadoras, dos discos duros y tres memorias USB. Que “revelaron” sus secretos. Miles de correos electrónicos “probaron” los vínculos entre la “organización terrorista” y Chávez (así como el jefe de Estado ecuatoriano Rafael Correa). Los gobiernos colombiano y estadounidense se están lanzando con todo. Una serie de medios influyentes: The Wall Street Journal, The New York Times, El País (Madrid), etc. – transmiten la información con deleite. El mundo entero se entera de que Chávez, “sin chistar”, dio 300 millones de dólares a la guerrilla.
Comprenda…las FARC son tan miserables que suplican (se dijo en ese momento) 300 millones de dólares a Chávez, pero son tan prósperas que, antes como hoy, y al mismo tiempo (se afirma actualmente), ¡Forraron a Maduro con 5 millones!
Para aquellos que no conocen el final de la historia de las “computadoras mágicas” de Reyes, hay que recordar que el 18 de mayo de 2008, la Corte Suprema de Justicia de Colombia declaró “nula e ilegal” la información obtenida. En lo particular, el Tribunal impugnó la existencia de los famosos correos electrónicos, los documentos presentados como tales se encuentran en los archivos de un procesador de textos (Word) y no en un navegador, lo que permite demostrar que han sido enviados y / o recibidos. En otras palabras: cualquiera podría haberlos escrito y ponerlos en una computadora después [9].
Esta información resultó de poco interés. En una de sus múltiples editoriales dedicadas a Venezuela, The Washington Post ya había resumido el objetivo de esta formidable campaña de intoxicación: “Si el escándalo mediático se usa correctamente [el subrayado es nuestro], se profundizará el agujero en el que esta supuesta “revolución bolivariana” se está ahogando”.
Doce años más tarde, las estrategias y los temas son las mismos.
“Durante más de 20 años”, dijo el procurador general Barr, ” Maduro y un gran número de aliados han conspirado con las FARC, haciendo que toneladas de cocaína ingresen y destruyan a las comunidades estadounidenses”. Si la premisa del juego es que el comportamiento de cada individuo o grupo es racional, nadie consideraría renunciar a una gallina tan lucrativa que pone huevos de oro. Sin embargo, incluso antes de ser presidente, Chávez creía que el conflicto colombiano debía terminar. “Un movimiento guerrillero ya no está en la agenda en las montañas de América Latina”, aseguró en 2008, creando disturbios entre los radicales, tanto colombianos como venezolanos.
Él y Maduro, su canciller (en aquel momento), no escatimaron esfuerzos para promover las negociaciones de paz entre la guerrilla y el gobierno de Juan Manuel Santos. Ambos lograron convencer a los rebeldes, algo que no era sencillo (y la razón por la cual existían contactos entre emisarios venezolanos y personal insurgente). Durante el funeral de Chávez el 8 de marzo de 2013, fue de hecho Santos quien dijo, hablando de su homólogo bolivariano: “La obsesión que nos unió, y que fue la base de nuestra relación, fue la paz de Colombia y la región. Si hemos avanzado en un proceso de paz sólido, con un progreso claro y concreto, un progreso como nunca antes con las guerrillas de las FARC, también es gracias a la dedicación y el compromiso ilimitado del presidente Chávez y el gobierno venezolano”.
Haría falta más para que el Departamento de Justicia de Estados Unidos abandone sus juegos de palabras. Según él, en 2008, Chávez, “quien era entonces presidente de Venezuela y uno de los líderes del “Cartel del Sol”, acordó con Luciano Marín Arango, alias Iván Márquez [futuro negociador de los Acuerdos de paz, del lado guerrillero], usar los fondos de la empresa estatal venezolana [petrolera] Petróleos de Venezuela (PDVSA), para apoyar las acciones terroristas y de narcotráfico de las FARC”. Era el momento en que, según los mismos representantes de la ley y el orden yanquis, “Maduro abusó de su poder como Ministro de Relaciones Exteriores para garantizar que la frontera entre Venezuela y Colombia permanezca abierta y, por lo tanto, se facilite el tráfico de drogas”.
¡Maldita sea! Mantener abiertas las fronteras del país…nadie podrá negarlo, es un crimen. A menos que, por supuesto, Estados Unidos hubiera cometido una desviación similar…porque, al no haber cerrado la suya, ¿No se quedan acaso con 6.8 millones de “clientes” (según la ONU), los principales consumidores mundiales de cocaína? Ante la ausencia de preguntas durante la conferencia de prensa sobre esta complicidad de Washington con los “narcos” colombianos, los fiscales estrella de la cacería de Maduro lamentablemente no se pronunciaron sobre el asunto.
De hecho, Venezuela está atrapada entre el primer país productor de cocaína, Colombia, con el que comparte 2,300 kilómetros de frontera, y el principal destino del “polvo blanco”, Estados Unidos. Por lo tanto, es particularmente vulnerable, y la observación no es de ahora. En octubre de 1997, durante una visita del presidente William “Bill” Clinton a Caracas, se firmó un acuerdo de cooperación para la lucha contra el narcotráfico (por 11 millones de dólares) con el predecesor de Chávez, Rafael Caldera. El motivo invocado en aquel momento: “Venezuela es la ruta de más importante desde el contrabando de drogas desde Colombia hasta los mercados ilícitos. El país sirve como zona de tránsito para alrededor de 100 toneladas de cocaína y 10 toneladas de heroína por año [10]”. Realmente demasiado “buena onda” Clinton quiso ponerle precio a la cabeza de Caldera.
La situación geográfica da lugar por definición a cierta “vocación”. Lo cual, regularmente llega a los titulares de prensa, de múltiples maneras. Antología muy breve. En 1997 (antes de Chávez), el “último gran capo” después de la muerte de Pablo Escobar, el exsoldado colombiano, Justo Pastor Perafán, fue capturado en el centro de San Cristóbal (Venezuela). Dos años después, un Boeing 727 perteneciente al príncipe saudí, Nayef Bin Fawwaz al-Shaalan, salió de Caracas después de una reunión de la OPEP; durante una escala en París, la policía francesa descubrió 2 toneladas de la cocaína de mayor pureza allí [11]. El 10 de septiembre de 2013, también en París tuvo lugar una “incautación récord” (1.3 toneladas) a bordo de un vuelo de Air France desde el aeropuerto de Maiquetía de Caracas. Entre los 28 arrestos realizados en Venezuela estaban el teniente coronel Ernesto Mora Carvajal (director de seguridad del aeropuerto) y ocho miembros de la Guardia Nacional. Ya en agosto de 2011, al capturar una “narcoavioneta” llevando 1.4 toneladas de “coque” en el estado de Falcón, se descubrió que el pequeño avión había despegado de la base militar de La Carlota (Caracas). En 2016, el oficial de policía que representa a la Interpol, Eliecer García Torrealba, caerá. Muy evidente, y por una buena razón, dos civiles, Efraín Antonio Campo Flores y Franqui Francisco Flores de Freitas, sobrinos de la esposa de Maduro, Cilia Flores, terminarán, por la misma razón, sentenciados en diciembre de 2017 a 18 años de prisión, en una prisión en Estados Unidos [12].
Financiado por los capos de la droga, la corrupción a gran escala se infiltra en todos los niveles y contamina, nadie lo niega, incluso a ciertos elementos de la policía y el ejército.
Pero ¿Qué hay del “Cartel de los Soles”?
¿Se trata (como podemos leer o escuchar en los títulos de “Venezuela para principiantes”), de una pandilla de generales nacidos bajo la presidencia de Chávez disfrutando de su complicidad? ¡Ridículo! La expresión “Cartel de los Soles” se utilizó por primera vez en…1993, cuando dos generales de la Guardia Nacional fueron acusados de tráfico de drogas. Los “soles” en cuestión son las insignias de los hombros que portan los generales de las Fuerzas Armadas venezolanas (cuatro “soles” para el general en jefe).
Esporádicamente, la fórmula regresa cuando los soldados están involucrados o arrestados, pero en su mayoría resurge en 2015 bajo la pluma del “periodista” Emili Blasco, corresponsal en Washington del diario español (monárquico, católico y ultraconservador) ABC. Chávez está muerto, la “ofensiva final” contra la revolución bolivariana acaba de comenzar. Sobre la base de presuntas revelaciones de la Administración para el Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés), Blasco convirtió a Diosdado Cabello, entonces presidente de la Asamblea Nacional, en líder del Cartel de los Soles y uno de los narcotraficantes más poderosos del continente (sin saberlo, nuevamente el Fiscal General estadounidense William Barr, se olvida de mencionar a Chávez y Maduro).
Con un conjunto conmovedor, extrapolando desde el mínimo de datos, la dócil corporación de formadores de opinión -comenzando con The Wall Street Journal (Estados Unidos) y El Mundo (España) [13]- se encarga de difundir la acusación. Dejemos que el más cauteloso de sus colegas se retracte con medias palabras, con golpes de hipócrita “condicional”, que es suficiente para impresionar una “verdad” en la opinión. Más directamente, el senador republicano cubanoamericano, Marco Rubio, convirtió a Cabello en “el venezolano Pablo Escobar”.
¿Alguna evidencia, hechos irrefutables o incluso respaldados, verificables y verificados? Ninguno. Nunca.
En esta historia, destaca el grupo de expertos Insight Crime. Una organización supuestamente independiente con sede en Medellín (Colombia), Insight Crime fue fundada por Steven Dudley, exjefe de la oficina para la región andina del diario Miami Herald (“Anticastrista”, “antichavista”, “en contra de todo lo que huela a izquierda”) y por Jeremy McDermott, exoficial de las Fuerzas Armadas británicas. Un buen olor a azufre, aroma audaz. Los diversos informes de Insight Crime se “sustentan” esencialmente en información proporcionada por la DEA o la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC, por sus siglas en inglés) del Departamento del Tesoro de Estados Unidos, las “revelaciones” de ex desertores chavistas que buscan obtener el beneplácito de sus nuevos amigos estadounidenses, y artículos de prensa. Qué prensa, a su vez, reanuda la producción de Insight Crime, en un clásico dispositivo de serpiente que se muerde la cola. Olvidando algunas de las peculiaridades mencionadas por el “grupo de expertos” cuando, a pesar de su parcialidad, considera que es (el “Cartel de los Soles”) de “una red dispar de traficantes, que comprende actores estatales y no estatales”, y especifica que “si hay muchos células en las ramas principales de las Fuerzas Armadas, y en todos sus niveles (…), no pueden describirse como un cartel, porque la forma en que funcionan las relaciones entre estas células no está clara [14]”. En términos de certezas, ya lo hemos hecho mejor.
Todos ven el mediodía en su puerta. Difícil para los que no son beligerantes identificar cuál es la verdad. Acusado por el informe publicado cada año por el Departamento de Estado de Estados Unidos, la Oficina Nacional Antidrogas de Venezuela (ONA) reconoce en este asunto solo datos de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC, por sus siglas en inglés). En su informe de 2019, este organismo, del que apenas se sospecha sesgo, describe la situación en líneas concisas (§ 578) [15]: “Hay indicios de que, en la República Bolivariana de Venezuela, los grupos criminales han logrado infiltrarse en las fuerzas de seguridad del gobierno y han creado una red informal conocida como el ”Cartel de los Soles“ para facilitar el entrada y salida de drogas ilegales”. Pistas, redes informales…incluso prensa venezolana ferozmente opositora como la Costa del Sol admite: “Los expertos en seguridad reconocen que no es un grupo organizado verticalmente como los carteles de la droga colombianos o mexicanos. Ellos actúan más como un grupo de individuos con conexiones burocráticos, que pueden tener poca o ninguna coordinación entre sí [16]”.
Visto el problema desde cualquier ángulo, la tesis de que Chávez, Cabello y (ahora) Maduro se frotan las manos con enormes paquetes de dinero, dirigiendo con mando dura una organización criminal estructurada, no se fundamenta en nada serio. Como señaló el abogado venezolano Juan Martorano, la existencia del “Cartel de los Soles” es más que nada un “mito urbano” [17].
El 9 de agosto de 2019, la administración Trump “certificó” a la Colombia por Iván Duque, a prueba de buen comportamiento y plena cooperación con Washington en la lucha contra las drogas. Al mismo tiempo, “quitó el certificado” a Bolivia (aún dirigida por Evo Morales) y a Venezuela gobernada “por el régimen ilegítimo de Nicolás Maduro”. La relevancia de estos tratos diferenciados es evidente cuando sabemos que, en Colombia, el área dedicada al cultivo de coca, la materia prima de la cocaína, ha alcanzado niveles sin precedentes: según la UNODC (Naciones Unidas) pasó de 48,000 hectáreas en 2013 a… 169,000 hectáreas en 2018 (e incluso 208,000 hectáreas según la Oficina de Política Nacional para el Control de Drogas [ONDCP, por sus siglas en inglés] de la Casa Blanca). Y esto, mientras que las FARC, acusadas durante mucho tiempo de ser los principales culpables de este flagelo, abandonaron las armas en 2016.
Según el Fiscal General “yanqui” Barr, más de 250 toneladas de cocaína salen de Venezuela cada año con destino a Centroamérica y el Caribe “con el consentimiento de Maduro”. Lo que convierte a la República Bolivariana en EL “narcoestado” de la región. Pero según la muy oficial Base de Datos Antidrogas Consolidada Interagencial (CCDB), una agencia del gobierno estadounidense, es en Colombia, no en Venezuela, donde la producción de cocaína alcanzó las 2,478 toneladas en 2017 (un 269% más en comparación con las 918 toneladas de 2012).
Poco importa. Los “investigadores” estadounidenses persisten y afirman: Venezuela es el trampolín principal para los envíos de drogas a Estados Unidos. Nuevo engaño: en 2012, según la Organización de Estados Americanos (OEA), luego dirigida por el chileno José Miguel Insulza, casi un 70% de la “coca” salió de Colombia a través del Pacífico, un 20% a través del Atlántico y un 10% a través de Venezuela [18]. Veinte años después (11 de marzo de 2020), según las cifras de la CCDB “yanki”, la Oficina de Asuntos Latinoamericanos de Washington (WOLA) llegó a la misma conclusión: un 84% de las drogas producidas durante los gobiernos de Uribe, Santos y ahora Duque pasan por el Océano Pacífico (que limita con Colombia y, en menor grado, con respecto a las expediciones, Ecuador y Perú), un 9% toma la ruta del Caribe occidental (América Central) y solo un 7% la del Caribe oriental (Venezuela) [19] . En otras palabras: incluso sus propios servicios, la CCDB y el Departamento de Defensa, reconocen el engaño de Trump (y sus “empleados”).
Para ilustrar la manipulación del tema de los países de tránsito, debe tenerse en cuenta que, según la CCDB, 210 toneladas de cocaína circularon por Venezuela en 2018 (lo que es plausible) y … 1,400 toneladas por Guatemala. Por su parte, la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD) menciona en su último informe (§ 579) que el tráfico por mar desde los puertos de Chile aumenta constantemente, lo que lo convierte, “con Brasil y Colombia, en uno de los principales países para la salida de cocaína incautada en Valencia y Algeciras, en España, importantes vías de entrada de estos narcóticos en Europa”.
Mientras el régimen de Trump entretiene a la comunidad internacional con sus fantasías, la “gente”, en Miami, Los Ángeles o en otros lugares, en los paraísos fiscales, deposita cientos de miles de dólares, sin llamar demasiado la atención.
El 1 de noviembre de 2019, el ministro del Interior venezolano, Néstor Reverol, informó que, ese mismo año, las fuerzas de seguridad habían interceptado y confiscado 29,779 toneladas de drogas de todo tipo, arrestando a 5,837 personas y abriendo 1,556 procedimientos judiciales (según la misma fuente, entre 2015 y marzo de 2020, se incautaron 212 toneladas). Insuficiente para bloquear a la muy pequeña Santa Inquisición: 15 millones de dólares, como hemos visto, por el jefe de Maduro, 10 millones por Cabello y El Assaimi, pero también para otros dos pilares del “régimen corrupto” y de su “cartel”, Hugo Carvajal, exjefe de inteligencia, exdiputado chavista (y, por cierto, en España) y Cliver Alcalá. Cualquiera que dé información para localizar a todas estas personas (teóricamente) ganará el premio mayor. Con respecto a Maduro, nos gustaría dar una pista sobre el “periodismo de investigación” de moda: Palacio Presidencial de Miraflores, Final Avenida Urdaneta 1010, Esquina de Bolero, Caracas Distrito Capital (Venezuela). Para Cliver Alcalá, miembro de la misma pandilla, tampoco es muy difícil: durante dos años, a la vista de todos, este ” peligroso narcotraficante” ha estado viviendo tranquilamente en Barranquilla, Colombia. Sin ser visto por las fuerzas conjuntas de la CIA y la DEA. Sin que las autoridades colombianas hayan logrado detectarlo. Y por una buena razón…
General de las Fuerzas Armadas Nacionales Bolivarianas (FANB), Alcalá puso distancia con el poder y, después de retirarse en 2013, se opuso públicamente a Maduro. Ha sido un excelente “cliente” para varios investigadores, académicos y los llamados periodistas “de izquierda”, ansiosos por recabar declaraciones de “chavistas críticos” que les permitan unirse a la ofensiva anti-Maduro sin parecer negar a Chávez y su revolución porque, cuando fue posible hacerlo sin exponerse excesivamente a las condenas de la mayoría conformista, habían expresado cierta simpatía.
Acusado desde 2014 de mantener vínculos con el narcotráfico, Alcalá ingresó a Colombia legalmente a través de Cúcuta (después de Migración Colombia). A pesar de haberse casado en mayo de 2012, Marta González, una hermana de Hermágoras González Polanco, alias “El Gordito González”, narcotraficante y exmiembro de la organización paramilitar de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), Alcalá todavía viviría en paz en su país anfitrión si [20] …
El 24 de marzo, la epidemia de coronavirus restringe el paso, la policía de carreteras colombiana, en una operación de rutina, revisó un vehículo que viajaba en la ruta Barranquilla – Santa Marta. Allí descubrió un arsenal: 26 rifles de asalto AR-15, silenciadores, visores nocturnos, cascos, chalecos antibalas, transceptores de radio, etc. Detenido, el conductor confesó que se dirigía a Guajira (departamento fronterizo con Venezuela). Dos días después, una estación de radio colombiana con gran audiencia, Web Radio, emite una declaración explosiva de…Cliver Alcalá, uno de los cómplices venezolanos “narcos” de Maduro buscado por la Justicia de Estados Unidos: “Estoy en Barranquilla, en mi casa, donde el gobierno colombiano sabe que estoy desde hace mucho tiempo. ” En detalle, Alcalá revela que las armas incautadas 24 pertenecen a un grupo de 90 oficiales venezolanos (desertores) que él dirige. Objetivo: “Obtener la libertad de Venezuela”. ¿Cómo? Pasar estas armas por la Guajira venezolana, donde serían recibidas por un oficial, alias “Pantera”. Continuando con sus revelaciones, Alcalá dice: toda esta operación se llevó a cabo en el marco de un acuerdo hecho con “el presidente” Guaidó, su asesor político Juan José “JJ” Rendón (consultor de múltiples candidatos presidenciales latinos de derecha) y asesores estadounidenses. En la trama está implicado también Leopoldo López (líder de la Voluntad Popular, el partido de Guaidó), Sergio Vergara (diputado del vicepresidente, brazo derecho de Guaidó) e Iván Simonovis, nombrado Coordinador Especial de Seguridad e Inteligencia en Estados Unidos por el autoproclamado presidente (Guaidó) [21].
Luego, Alcalá multiplica sus intervenciones vía Twitter y, finalmente, ofrece más revelaciones a Infobae en exclusiva: “Durante varios meses, hemos estado trabajando en la formación de una unidad para liberar el país y eliminar de tajo los objetivos criminales del narcotráfico y el desastre que ‘”Ellos” han generado en nuestro país [22] “. ¡Asegurando que no está prófugo, como sugiere la Justicia de los Estados Unidos! -lo que “sorprende” pues lo coloca en la lista de “narcoterroristas” de la pandilla en Maduro! -, especifica Alcalá, evocando al Procurador General Barr: “Presumo que no conoce el acuerdo confidencial que tenemos”. Razón por la que anuncia su intención de ponerse a disposición de las autoridades colombianas y “colaborar con el sistema de justicia norteamericano”.
En un personaje y un hecho tan “retorcidos”, abundan las especulaciones. No nos involucraremos aquí en una revoltura de hipótesis ociosas y teorías. Nos atendremos a los hechos. Sin pérdida de tiempo, Alcalá se “rindió” emocionalmente a la policía colombiana. Durante su traslado al aeropuerto de Bogotá, para su extradición inmediata a Estados Unidos, tuvo la oportunidad de dar entrevistas telefónicas y por video en las redes sociales (¡Algo muy común entre narcotraficantes detenidos!). Al mencionar a los agentes de la Dirección Nacional de Inteligencia (DNI) que lo escoltaban, declaró: “Los conozco, los he visto y he estado lidiando con ellos por más de un año. He estado en constante comunicación con ellos. En el pasado, en Colombia, me reuní con ellos aquí en Barranquilla [23]”. Las horas que siguieron no contradicen las acusaciones. Cuando, el 27, Alcalá se prepara para abordar el avión despachado por la DEA para llevarlo de regreso a Nueva York (a pesar del cierre de las fronteras), donde en teoría lo espera una prisión de alta seguridad, lo hace sin esposas, relajado, después de haber saludado muy cordialmente e intercambiado algunos “abrazos” con quienes lo miraban. No hay duda de que las “revelaciones” más explosivas contra Maduro van a multiplicarse en el contexto de las negociaciones que la Justicia de Estados Unidos es aficionada para, a cambio de reducir la sentencia, socavar, difamar y, si es posible, aventar a una mazmorra a él o a los individuos que está demandando.
Evidentemente, en el origen de esta secuencia, el arsenal confiscado a los operadores de Alcalá era poco probable que desencadenara una operación a gran escala tipo de invasión o golpe de Estado. Por otro lado, se adaptaba perfectamente a la organización de operaciones de tipo de “eliminar de tajo” (para usar la expresión del exgeneral) o “asesinato selectivo”. El futuro nos dirá a qué objetivos apuntaban. Pero, en cualquier caso, el lote de armas es parte de la estrategia de desestabilización de Venezuela, desde el intento de asesinato de Maduro el 4 de agosto de 2018 hasta la presencia de campos de entrenamiento de mercenarios (vinculados a Alcalá, en particular en Riohacha, en la Guajira). Esta política terrorista alcanzó su punto álgido cuando le pusieron “precio” a Maduro…”A medida que los gobiernos y las naciones se centran en el coronavirus”, dijo el inquilino de la Casa Blanca sin reír, ” existe una amenaza creciente que los carteles, delincuentes, terroristas y otros actores maliciosos están tratando de explotar” para su propio beneficio”. Para quien no haya comprendido la naturaleza de la operación, el asesor de Seguridad Nacional, Robert O’Brien, agregó que se trata de reducir los recursos financieros del tráfico de drogas, los cuales “brindan al régimen corrupto de Maduro (…) y otros actores perniciosos los fondos necesarios para llevar a cabo sus actividades maliciosas”.
Al menos diez guardacostas, destructores, buques de guerra de última generación, helicópteros, una brigada de infantería, miembros de las fuerzas especiales y una amplia cobertura aérea – P-8 (versión militar del Boeing 737), E-3 Awacs, E-8 JStars: tomarán posición paulatinamente, teóricamente en el Pacífico y el Atlántico, en realidad frente a las costas de Venezuela. ¡Un cañonazo! Para luchar contra…las moscas. Los envíos de coque de mar salen de las costas latinoamericanas a bordo de ‘Go Fast’ (lanchas rápidas), barcos de pesca, minisubmarinos, barcos comerciales y portacontenedores; las expediciones aéreas utilizan aviones privados. Objetivos y objetivos sin medida común con el espectacular despliegue de esta armada.
En un momento en que las Naciones Unidas piden una suspensión de las medidas coercitivas unilaterales (conocidas como “sanciones”) contra Venezuela y Cuba (e Irán) durante la crisis del coronavirus, Trump ha optado por una auténtica declaración de guerra. Brandie frente al mundo, la “cocaína” de Maduro es el equivalente al pequeño frasco de polvo de perlimpinpin de Colin Powell acusando a Saddam Hussein ante la Asamblea General de las Naciones Unidas de poseer armas de destrucción masiva. Esta peligrosa escalada tiene por lo menos una causa fácilmente detectable: el fracaso de la estrategia del “presidente títere” que supuestamente derribará a Maduro. ¡Pobre Guaidó! Sin embargo, hace todo lo necesario: aprueba las sanciones que martirizan a sus compatriotas, celebra el destierro de Maduro, apoya el despliegue de la fuerza naval. Sin embargo, fue despedido sin miramientos. Al proponer un plan de transición “sin Maduro ni Guaidó”, Washington sentenció el final de esta comedia. Y el Guaidó en cuestión ha mostrado lo que es y nunca ha dejado de ser: una marioneta. Desde enero de 2019, ha estado jugando a ser un jefe de Estado legítimo, firme, calavera, intrépido, viril y valiente, “reconocido por la comunidad internacional”, sin ceder ante nada. Deje que Trump lo llame a hacerse a un lado, y él obedecerá sin resistencia, sin una pizca de dignidad: firme, calavera, intrépido, viril, valiente, “reconocido por la comunidad internacional”, y sin ceder ante nada. Deje que Trump lo insta a retirarse, y él cumple sin resistencia, sin una pizca de dignidad: ¡Sí jefe! ¡Claro jefe! ” Como dicen en México, “El que paga el mariachi, es el que pide las canciones”.
¡Quince millones de dólares para el jefe de Maduro! Como objetivo prioritario de los “halcones” estadounidenses, el jefe de Estado venezolano, a través de este proceso tan original, sustituye al Saddam Hussein iraquí y al Muammar Gaddafi libio, con respecto a este último, los resultados que conocemos con certeza, es que el poder venezolano se mantiene con firmeza. A pesar de las enormes dificultades del día a día (empeoradas por el coronavirus), un segmento bastante grande de los sectores populares lo respaldan (al presidente Maduro). Las controversias continúan con moderada oposición. Las Fuerzas Armadas siguen siendo leales. Evocando “la furia bolivariana”, la alianza “cívico-militar” (muy mal entendida en el extranjero) se prepara, por si acaso, para la defensa del país.
Pero es precisamente esta resistencia frente a los esquemas del poder imperialista lo que incita a este último a utilizar los métodos más extremos (incluso si están cosidos con un gran hilo blanco). ¡”Millones de dólares por la cabeza de…”Maduro, Cabello, El Aissami! La promesa de recompensa atrae a personas codiciosas igual que la luz atrae a las mariposas. Siempre hay hombres que adoran el trabajo sucio. Algún delincuente militar, comprado, oportunista o intimidado por el poder enemigo. Paramilitares (colombianos o venezolano-colombianos). Barbouzes, aventureros. Mercenarios de empresas de seguridad privada. “Especialistas” estadounidenses, por ejemplo, que salieron de la armada.
No faltan métodos para este tipo de tareas. La operación de comando que permite secuestrar al objetivo. El zángano, responsable del asesinato. El bombardeo “quirúrgico”. La bala de un francotirador. El golpe de Estado liderado por un sector minoritario del ejército…
Lo peor, por supuesto, nunca está asegurado. No pasaremos por alto la capacidad de la Revolución Bolivariana para frustrar los planes de los enemigos. Ni siquiera un cambio en el poder tras las próximas elecciones estadounidenses, Trump parece menos talentoso para manejar una pandemia que para sembrar terror y muerte en lo que él considera su batalla previa. Sin embargo, tal como está, se está desafiando el derecho internacional, la orquestación de un crimen se está llevando a cabo ante nuestros ojos. Una conspiración. El secuestro o asesinato de un jefe de Estado, reconocido por las Naciones Unidas y que no ha cometido ningún delito, excepto los de defender la Constitución y la soberanía de su país.
Nadie está obligado a adorar al presidente venezolano. Nadie está obligado a apoyar la revolución bolivariana. Pero, de cualquier forma…en el momento en que haya una izquierda en Francia digna de ese nombre, ella gritaría, al unísono, todos juntos: “¡Todos somos Maduro! ¡Trump, no te metas con Venezuela!”
Maurice Lemoine: Periodista y escritor, especialista en América Latina y el Caribe. Desde Haití hasta América Central, desde Colombia hasta Venezuela, ha cubierto la mayoría de los conflictos en la región. Es autor, entre otros, de Chávez Presidente (2005), Cinq Cubains à Miami (2010), Sur les eaux noires du fleuve (2013) y Les enfants cachés du général Pinochet (2015).
Fuente: Globalización
Notas:
[1] https://www.theguardian.com/world/2020/mar/30/trump-says-keeping-us-covid-19-deaths-to-100000-would-be-a-very-good-job
[2] https://www.justice.gov/opa/video/attorney-general-barr-and-doj-officials-announce-significant-law-enforcement-actions
[3] Jefe del Cartel de Sinaloa, considerado por Estados Unidos como el “traficante más peligroso del mundo”, Joaquín Guzmán fue capturado en febrero de 2014 por las autoridades mexicanas (luego de haber escapado una vez), extraditado a Estados Unidos y condenado a cadena perpetua por el tribunal de Nueva York el 17 de julio de 2019.
[4] https://elnuevopais.net/2020/03/29/carlos-alberto-montaner-es-este-el-fin-del-chavismo/
[5] https://elnuevopais.net/2020/03/27/jurate-rosales-descartaron-a-los-tibios/
[6] Su sentencia se redujo más tarde a 30 años y luego, por buen comportamiento, se redujo a 17.
[7] Informe del 23 de septiembre de 1991.
[8] http://www.medelu.org/Venezuela-aux-sources-de-la-desinformation
[9] Sobre este asunto, véase Maurice Lemoine, «La Colombie, Interpol et le cyberguérillero», Le Monde diplomatique, julio de 2008.
[10] The International Herald Tribune, 14 de octubre de 1997.
[11] Sentenciado en Francia a diez años por contumacia, desde entonces el príncipe ha sido protegido por su país.
[12] Los dos jóvenes cayeron en la trampa colocada por agentes de la DEA: los informantes pagados por esta agencia les prometieron 20 millones de dólares a cambio de cocaína, supuestamente planearon obtener los productos de un intermediario abasteciéndose de las FARC. Como resultado de su arresto, el crimen no fue cometido. Fueron condenados por “conspiración”.
[13] http://www.elmundo.es/internacional/2015/05/19/555b88ce268e3edc418b45aa.html
[14] Para los artículos de IC sobre el “Cartel de los Soles”, véase https://www.insightcrime.org/venezuela-organized-crime-news/cartel-de-los-soles/
[15] http://www.unis.unvienna.org/pdf/2020/INCB/Annual_Report_S.pdf
[16] https://www.costadelsolfm.org/2020/02/19/un-informe-de-la-onu-revela-que-el-cartel-de-los-soles-infiltro-las-fan-en-venezuela/
[17] https://www.alainet.org/es/articulo/205032
[18] http://www.cicad.oas.org/drogas/elinforme/informeDrogas2013/laEconomicaNarcotrafico_ESP.pdf
[19] https://www.wola.org/2020/03/report-u-s-drug-monitoring-data-on-venezuela-gets-beyond-the-narcostate-narrative/
[20] De acuerdo con Caracol Radio, Marta González, la esposa de Alcalá, tiene una hermana, Lucy, que mantenía una relación con el feo José Guillermo “Ñeñe” Hernández, asesinado en 2019 inmerso en un escándalo de “compras de votos” en beneficio del actual presidente Iván Duque. Véase http://www.medelu.org/La-Colombie-aux-temps-du-cholera
[21] https://www.youtube.com/watch?v=V-pOs4qfxaQ
[22] https://www.infobae.com/america/venezuela/2020/03/26/el-general-cliver-alcala-cordones-uno-de-los-funcionarios-venezolanos-buscados-por-la-justicia-de-los-estados-unidos-anuncio-que-se-entregara-a-las-autoridades-colombianas/
[23] https://www.elheraldo.co/judicial/cliver-alcala-conocia-los-agentes-de-inteligencia-ante-quienes-se-entrego-712979
Artículo original en francés:
Maduro, mort ou vif!, publicado el 8 de abril de 2020.
Traducido por Ariel Noyola Rodríguez para el Centro de Investigación sobre la Globalización (Global Research).
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Se eliminarán los comentarios que contienen vulgaridades o elementos de violencia verbal