Foto AFP |
Por ARPAS
El Presidente Nayib Bukele llamó “very nice
and cool” a Donald Trump, durante la reunión que ambos mandatarios
sostuvieron la semana pasada, en el marco de la cumbre climática
organizada por las Naciones Unidas.
“Very nice and cool” podría traducirse
coloquialmente como “muy bueno”, “bonito”, o “buena onda”. En su afán de
congraciarse con el gobernante estadounidense, Bukele dijo esa frase
que -en el contexto de la racista y xenófoba visión antiinmigrante de
Trump- resulta terriblemente cínica, deshumanizada y ofensiva,
especialmente para la diáspora y los migrantes.
Ciertamente a Bukele le tocó lidiar con el
peor presidente de la historia de Estados Unidos, y a ese imbécil debe
ponerle buena cara; pero eso tiene sus límites. El presidente
salvadoreño no debería rebajarse tanto, mostrarse tan servil o hacer el
ridículo.
¿Como puede Nayib Bukele calificar como
“very nice and cool” a un presidente vulgar, mentiroso, mediocre,
misógeno y gravemente odioso, racista, xenófobo y supremacista en su
política antiinmigrante?
¿Cómo puede Bukele considerar “muy bonito,
bueno o buen onda” a un gobernante encarcela niños, separados de sus
padres y luego los deporta, entre éstos más de 4 mil niños/as
salvadoreños deportados sólo en el período enero-julio de este año?
¿En serio, señor Bukele, cree que es “very
nice and cool” un presidente que ordena “redadas” de migrantes que son
sacados de sus casas o lugares de trabajo esposados como delincuentes y
luego son expulsados a sufrir el hambre y la violencia de El Salvador,
Honduras, Guatemala o México?
El Presidente Bukele le debe pedir perdón a
los migrantes salvadoreños, centroamericanos y mexicanos por llamar
“muy bonito, bueno o buen onda” a su verdugo, su más odioso perseguidor y
violador de sus más elementales derechos.
Se esperaba que Bukele -con la forma
arrolladora de ganar las elecciones, el gran respaldo social con que
inicia su gestión y las aspiraciones de líder regional con que llegó-
asumiera un rol de defensor de los migrantes. Pero fue al revés: terminó
condescendiente con estrategia antiinmigrante de Trump.
El hecho más condenable es la firma de un
oscuro convenio que obliga al país a “asegurar” las fronteras para
detener el paso de migrantes y a recibir a solicitantes de asilo de
cualquier país que el gobierno estadounidense no quiera aloja en su
territorio.
Y lo peor de esto es que tan grave afrenta
nacional muy pocos la denuncian por temor a ser linchado por la
intolerancia presidencial a la crítica ciudadana.
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