martes, 20 de marzo de 2018

Copinh: 25 años de lucha y revolución

Foto G. Trucchi | Rel-UITA
Honduras bajo el modelo de ocupación continua  

Por Roverto Barra

El inicio de la de década de 1990 estuvo marcado por el reflujo de las luchas revolucionarias en la región centroamericana. Dicho reflujo no solo significó la modificación de la situación política de la región, con la legalización de las fuerzas guerrilleras como partidos electorales, sino que también implicó en la apertura de las economías locales a las inversiones de capital transnacional en áreas estratégicas, aprovechando el impulso neoliberal privatizador de los recursos del Estado y de los bienes naturales.

En el campo popular, la desmoralización por la pérdida de referentes políticos e ideológicos, a partir de la caída de la Revolución nicaragüense y del Bloque Socialista de la Europa del Este, hizo cada vez más difícil la articulación y el trabajo unitario. Así, la fragmentación de las luchas sociales, a la par de la irrupción de una fuerte oenegización de los modelos de organización y reivindicación social, fueron hábilmente aprovechadas por los distintos Gobiernos neoliberales en Centro América.

Para Honduras la receta era neoliberal pero basada en un “modelo de ocupación continua” que asegura desde la década de 1980, no solo el saqueo de los recursos del Estado, sino que además garantiza la pérdida sostenida de soberanía a favor del imperio norteamericano a cambio de poder e impunidad para los grupos de poder.



La Resurgencia del Pueblo Lenca

En este escenario tanto regional como nacional, la sociedad hondureña  comenzó a sufrir una fuerte arremetida antipopular con el llamado Decreto 18/90, que trataba de dar un carácter legal a los ajustes estructurales de la economía y buscaba desmantelar las empresas públicas y privatizar los recursos del Estado. Así el Gobierno neoliberal de Rafael Callejas [1] impulsó [2] rigurosamente una fuerte persecución en contra de los dirigentes sindicales , y un desmantelamiento progresivo de las políticas sociales y agrarias que beneficiaban a la población más pobre.

Para 1992 y 1993, el campesinado indígena hondureño no figuraba (como todavía no figura) siquiera en las estadísticas oficiales. Por lo que las nuevas políticas agrarias neoliberales no consideraban en absoluto medidas que respondieran a la grave crisis del campo; todo lo contrario, en apenas tres años más del 50% de las tierras adjudicadas en el marco del proceso de Reforma Agraria del año 1964 habían pasado nuevamente a manos privadas.

Sin contrapesos políticos ni sociales, el Gobierno de Callejas impulsaba (con el apoyo del Banco Mundial, el Fondo Monetario y la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional -USAID) un ambicioso plan de ajustes, donde las mejores tierras campesinas y los territorios de los pueblos indígenas estaban en el centro de la transformación económica del país. Las tierras comunitarias del Occidente de Honduras, olvidadas históricamente pero ricas en bosques y recursos naturales, pasaban a convertirse en un territorio de disputa entre el gran capital nacional aliado al trasnacional, y las comunidades rurales y el pueblo lenca organizado.

Nace la esperanza en La Esperanza


Después del fin de la guerra en El Salvador y con el acuartelamiento de los batallones militares hondureños en la zona Occidental, especialmente de la frontera, muchos y muchas revolucionarias internacionalistas hondureñas comienzan su retorno a Honduras con la intensión de apoyar la lucha social en el país. Esto propició, después de varios intentos y de un lento trabajo organizativo, que se gestara una alianza entre líderes indígenas lencas, predicadores de la palabra y excombatientes revolucionarios, con el fin de trabajar por las demandas históricas de las comunidades indígenas lencas y de las organizaciones populares del Occidente de Honduras.

Fruto de estos esfuerzos, nace en La Esperanza (Intibucá) el Consejo Cívico de Organización Populares e Indígenas de Honduras -Copinh-, el 27 de marzo de 1993, con el objetivo de “elevar las condiciones de vida del Pueblo Lenca de Honduras e incidir de manera positiva en que en nuestro país, Centroamérica, el Caribe, Latinoamérica y el mundo, se pueda implementar un modelo de desarrollo más justo, más digno, entre los seres humanos y en armonía con el medioambiente” [3].

La urgencia de la irrupción del Copinh queda demostrada en el cúmulo y relevancia de las acciones desarrolladas en sus primeros años. En muy poco andar, la organización había logrado paralizar la industria forestal en el Departamento de Intibucá. Al menos 16 proyectos de aserraderos fueron cancelados por la acciones de las movilizaciones. En julio del año 1994, decenas de miles de indígenas lencas bajaron de las montañas de Yamaranguila Norte y del Departamento Lempira para sumarse a la primera e histórica Peregrinación Indígena y Negra Por la Vida, la Justicia y la Libertad. Esta movilización no solo significó la emergencia de las demandas de los pueblos originarios y negros de Honduras, sino que marcó un antes y un después en las dinámicas organizativas y de lucha del movimiento popular hondureño, con un resurgente sujeto social que a pesar de empobrecido y excluido, tomaba voz y protagonismo en Honduras y Centro América.

Sus demandas y su victoria fueron contundentes. El pueblo lenca logró la declaración legal de los dos primeros municipios indígenas del país: San Francisco de Opalaca (Intibucá) y San Marcos de Caiquin (Lempira); y con ello la firma de más de 50 acuerdos entre Copinh y el Gobierno del liberal Carlos Roberto Reyna. Entre dichos acuerdos destacan la constitución de escuelas, apertura de carreteras, centros de salud, etc. Además del compromiso de revisión del Convenio 169, que finalmente fue ratificada el 28 de marzo de 1995.

La sociedad hondureña desde el año 1994 impulsó una fuerte lucha por la desmilitarización nacional. Hay que recordar que el país sufría (reeditado en la actualidad) una presencia determinante del Ejército en todos los estamentos de la vida nacional, el modelo de “Ocupación Continua” implicaba no solo la permanencia de bases militares de los Estados Unidos en el país, sino también la omnipresencia de los militares hondureños en la conducción de instituciones del Estado consideradas claves para la Seguridad (Migración, Aduanas, Telecomunicaciones, Registro Civil, etc.).

El Copinh, en octubre de ese mismo año junto con el pueblo negro, campesinos, miembros de base de las iglesias, mujeres indígenas y estudiantes movilizó cerca de 20.000 personas a la capital para exigir, entre otras demandas, la derogación del servicio militar obligatorio, el fin de la ocupación norteamericana y la desmilitarización del país. Estas y otras movilizaciones en el país permitieron que se derogara la Ley del servicio militar y el retiro de los militares de las instituciones del Estado.

La Solidaridad como esencia de la lucha y hermandad de los pueblos 

La insurrección indígena zapatista en Chiapas y la demanda de paz en Guatemala internacionalizaron las luchas del Copinh. En abril del año 1995, se organizó una movilización a la capital hondureña que, entre las diversas demandas, planteaba la solidaridad con los pueblos indígenas y sus alzamiento militar en el Estado de Chiapas (México) y con el cese a la represión a los pueblos indígenas en Guatemala. Este nuevo impulso organizativo estaba en consonancia con los objetivos originarios de Copinh y, en esencia, recogía una necesidad de hermandad recíproca frente a la terrible amenaza capitalista imperial que significaba la ampliación de la dominación y el despojo en América Latina en le marco de la imposición del modelo neoliberal.

Para el Copinh la solidaridad con todas las luchas sociales de Honduras, América Latina y el mundo se tornaron fundamentales, pues se asumía que cualquier lucha de los pueblos era también una lucha del pueblo Lenca y su organización. Es así como desde 1995 en adelante todas las luchas del pueblo hondureño y del mundo se asumen como las luchas propias del Copinh. Uno de las grandes esfuerzos en este sentido fue tratar de articularse con organizaciones obreras, campesinas e indígenas de Honduras y del continente en un gran frente de lucha contra la severa amenaza que significaba el llamado de Estados Unidos a Constituir un Área de Libre Comercio de las Américas -ALCA.

Esta mirada estratégica de empujar constantemente la unidad, articulación  y solidaridad de las luchas populares, posibilitó en que Honduras obreros, campesinos e indígenas constituyeran espacios comunes de lucha frente a las amenazas y frente a la severa crisis económica que les afectaba. Hay que recordar que en 1998 el Huracán Mitch afectó severamente la economía comunitaria. La pérdida de infraestructura productiva y de cosechas de granos básicos y de café [4] significó la ruina para muchos productores, pero también dio lugar a una posición oportunista del Gobierno de Carlos Flores Facussé para imponer desde la lógica neoliberal el Plan Maestro de Reconstrucción y Transformación Nacional -Pmrtn- donde se priorizaba la profundización de las políticas de ajuste estructural y se hacía ahínco en el aparato Estatal para reducir los beneficios y derechos laborales y sociales, y favorecer la inversión y los créditos a los grandes empresarios.

La amenaza de desempleo de empleados públicos, el congelamiento de salarios y la pérdida de beneficios laborales impulsó a las federaciones FUTH y la Fecesitlih, así como varios sectores populares, a crear el Bloque Popular -BP- en el año 2000. Este primer intento de articulación obrera y popular, después de la grave crisis organizativa de los años Noventa, posibilita el acercamiento entre organizaciones que buscaban la derrota del modelo neoliberal en el país. Es así como se dan los primeros pasos de acercamiento entre el Copinh y el movimiento obrero articulado.

En el año 2001 se impulsa desde el Sur de México el llamado Plan Puebla Panamá -PPP- que operaría como punta de lanza para el despojo y explotación de los bienes naturales. Esto posibilitó la respuesta de lucha de organizaciones obreras, comunitarias, campesinas, indígenas y urbanas en contra de del mencionado plan. El Copinh se sumó de inmediato al trabajo de coordinar espacios de debate y organización en el marco del Foro Mesoamericano de los Pueblos, en oposición al PPP. Se sumarían a estos esfuerzos en los siguientes años las demandas y las luchas populares también sectores profundamente afectados por las implementación de las políticas neoliberales, como el sector magisterial, con el que el Copinh tenía una especial cercanía y admiración. Fueron las y los profesores el sector más afectado golpeado durante el Gobierno de Ricardo Maduro y fue el Copinh una organización especialmente solidaria con la causa magisterial, realizando marchas y apoyando las asambleas y tomas en distintas parte de la región de Occidente.

Es con la confluencia de la crisis agraria, la resistencia magisterial, la lucha contra el ALCA y contra el PPP que la resistencia obrera y la resistencia indígena y negra toma fuerza, gracias a la mirada visionaria y estratégica de varios dirigentes populares nacionales, incluyendo la dirigencia del Copinh. Todos constituyen la Coordinadora Nacional de Resistencia Popular -CNRP [4]- en el año 2003. Una expresión única e histórica de unidad del movimiento popular en Honduras.

Todas las organizaciones coincidieron y apoyaron la propuesta de “coordinación rotatoria”, dándole prioridad y protagonismos a las regiones (territorios), así como a la deliberación en asamblea y espacios de diálogos y consensos a través de los llamados conversatorios, desde donde se acordaban las acciones a nivel local o nacional. La primera acción de relevancia fue en agosto de 2003 con la Marcha de la Dignidad, la cual concentró en Tegucigalpa a miles de personas de todo el país para exigir el fin de la represión hacia el magisterio y de las políticas neoliberales del Gobierno de Ricardo Maduro.

El aporte del Copinh hacia las diferentes instancias de unidad y articulación tanto nacional como regional era evidente y se hacía notar. En el plano nacional el aporte hacia estas nuevas formas de articulación como la CNRP, priorizando el diálogo a la imposición o la democracia sin consenso, significó un gran avance para el movimiento popular hondureño pues posibilitó abrir los lazos de solidaridad entre los diversos actores, con el respeto a la diversidad de visiones, opiniones y formas de lucha. El aporte del Copinh a las luchas nacionales también tuvo un fuerte impacto en la reivindicación del papel de los pueblos originarios en la construcción de un nueva sociedad. Los pueblos indígenas comenzaron a ser respetados y necesitados como actores fundamentales para el cambio. El poder de convocatoria del Copinh evidenció que el pueblo Lenca era ya un actor fundamental para pensar y luchar por el cambio.

La lucha por la liberación  de la mujer

Es en medio de estas reivindicaciones de derechos a nivel nacional cuando las mujeres del Copinh comienzan un largo camino de crecimiento y reivindicación de sus propios derechos. Una de las primeras luchas importantes fue la de visibilizar la discriminación y la violencia dentro de la organización. No fueron pocos los agresores de mujeres que fueron expulsados de la organización, gracias al valor y la lucha cada vez más fuerte que le imprimían los liderazgos como el de Doña Pascualita o Berta Cáceres. No fue fácil impulsar por ejemplo la primera Asamblea de Mujeres del Copinh, pues se pensaba que esta instancia dividiría a la organización. Pero la práctica evidenció todo lo contrario, dando paso a su posterior institucionalización en los estatutos de la organización.

Para Berta no era posible avanzar en la lucha antipatriarcal y antirracista si dentro de la misma organización no se luchaba contra la violencia hacia las mujeres en todas sus formas. Su desafíos en este sentido, eran la incorporación permanente de mujeres en las estructuras de dirección de la organización, así como formar compañeras en todos los ámbitos de la lucha social para sumarlas al trabajo organizativo del Copinh y de sus comunidades.

Berta decía que “la lucha antipatriarcal es una visión que se expresa en todos los ejes de trabajo del Copinh desde sus inicios, en las acciones y en  los documentos de consulta de las bases con la palabra de hombres y mujeres particularmente. (…) Esta idea antipatriarcal cruza todas las áreas de la organización pues lo que queremos es que cambie la cultura machista,  para lograr igualdad de derechos y participación de los beneficios del trabajo y de la organización, considerando que las mujeres somos personas diferentes y con historias diferentes pero no con derechos desiguales, demandamos con esta lucha que se valoren las decisiones y el pensamiento de las mujeres en la familia, en la economía, en la política, el desarrollo organizativo del país y el mundo”.

Para Berta también fue una urgencia permanente la protección de las mujeres, niñas y niños víctimas de violencia. Su sueño era contar con un espacio propio para las compañeras abusadas o agredidas. Años más tarde este sueño comenzó a tener forma con la propuesta de construir una Casa Refugio para Mujeres. En el 2015 que se inauguró finalmente la Casa de Sanación y Justicia de la Mujeres del Copinh. Otras muchas luchas y esfuerzos se propiciaron. Por ejemplo, desde el Copinh se impulsó las Cortes de Mujeres, espacio de denuncia de la violencia y visibilización de las estrategias de resistencias frente a las mismas, junto a otras organizaciones de mujeres. También se abrieron espacios de encuentro entre las mujeres de los pueblos indígenas.

De la mano de Berta Cáceres, las mujeres del Copinh impulsaron luchas importantes por la defensa del territorio. Un ejemplo importante fue la resistencia de la mujeres en la comunidad de San Antonio para parar la represa El Tigre, en el Río Lempa, frontera con el Salvador. Allí miles de mujeres, de la mano de Berta y el Copinh, marcharon innumerables veces entre los años 2006 y 2007 por la comunidad a rostro cubierto y con machete en mano, cargando a sus hijos y exigiendo el retiro del proyecto hidroeléctrico, que finalmente fue paralizado.

Lucha Popular Unitaria y Refundación Nacional


En el año 2006 llega Manuel Zelaya al Gobierno de Honduras. Su relación con las organizaciones populares nunca fue buena, hasta después del último Paro Cívico del año 2008, impulsado por la CNRP. Para aquellos años ya se evidenciaba un giro del Gobierno hacia los países miembros de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América -ALBA.

El Copinh, que mantuvo siempre buena comunicación con representantes de Venezuela y Cuba, pudo reconocer la importancia del viraje del Gobierno hondureño y la urgencia de apoyar en la nueva coyuntura la postura valiente del Gobierno de Zelaya, que empezaba a enfrentarse a los grupos de poder.

En este proceso de acercamiento el movimiento popular a través de la CNRP impulsó lo que se llamó la “candidatura independiente popular” de Carlos H. Reyes, representante obrero; Berta Cáceres, líder indígena; Maribel Hernández, dirigente magisterial, y Carlos Amaya, miembro y dirigente de la izquierda hondureña. Con un programa basado en 12 puntos [5] demandados a partir de los acuerdos alcanzados en I Encuentro de Organizaciones Obreras, Campesinas, Magisteriales, Comunitarias y Populares del año 2008.

La elección de Berta como candidata no solo demostró la madurez política alcanzada por el movimiento popular, sino también el reconocimiento al liderazgo de la líder indígena y del mismo Copinh. Fue a través de este proceso de mayor acercamiento popular que la organización impulsó el I Encuentro por la Refundación de Honduras, en La Esperanza.

Desde allí se intentaba impulsar un verdadero Poder Constituyente, para empoderar al pueblo y refundar el país a través de una nueva Constitución, popular y originaria. Es en este escenario de luchas por el cambio que se da el Golpe  de Estado de 2009. Para la fecha de las elecciones, la Candidatura (en un gesto de coherencia revolucionaria) retira la postulación y llama a resistir y luchar en las calles a la dictadura.

El Golpe y la lucha del Copinh

El Copinh estuvo acompañando la iniciativa del Gobierno de consultar al pueblo, por eso resintió dramáticamente la represión militar. Pero se entendió desde el primer momento que la lucha se libraría esencialmente en la capital. Miles de miembros del Copinh fueron movilizados a Tegucigalpa donde, además de movilizarse y acompañar las luchas por más de seis meses, constituyeron un destacamento que fue trasladado a defender y proteger el perímetro de la Embajada de Venezuela durante más de tres meses.

Reconstruir el poder popular y la lucha comunitaria

Una vez electo el Gobierno de Porfirio Lobo, el Copinh multiplicó sus esfuerzos de solidaridad para acompañar las lucha de las y los campesinos del Aguán, que estaban siendo masacrados por exigir respeto al derecho a la tierra.

Adicionalmente, se abrió un frente de lucha y contradicción en el seno del recién constituido Frente Nacional de Resistencia Popular -FNRP-. Esto debido a la radicalización de las posturas desde quienes apostaban a constituir un referente político electoral y quienes llamaban a derrotar la dictadura a través de la insurrección popular. Así, la línea electoral era defendida por los cercanos al Bloque Popular y los allegados políticos a Manuel Zelaya; y la línea insurreccional por los llamados “refudacionales”, era encabezado por el Copinh, organizaciones de izquierda y otras de lucha territorial.

La división en el movimiento popular ya estaba dada y la profundización de las contradicciones electorales también. El fraude electoral del 2013 empujó las diferencias y las rupturas entre los líderes sociales que acompañaron las línea electoral, mientras que la línea refundacional con Berta y Miriam Miranda de la Organización fraternal negra hondureña, Ofraneh, a la cabeza. Ambas lideresas empujaban una nueva dinámica de lucha más territorial desde las comunidades y por la defensa de los Bienes Comunes de la Naturaleza, ante la embestida extractivista del Gobierno de Lobo.

La lucha por la tierra y los territorios se convirtieron en las principales urgencias de las organizaciones refundacionales. Para el año 2013 se crea la Plataforma del Movimientos Social y Popular de Honduras, y Berta y Miriam son las lideresas que la convocan y dirigen. Es en el marco de la lucha por la defensa de los territorios que se desata una cacería y criminalización en contra de líderes sociales. La lucha de Río Blanco, por el Río Gualcarque, y el posterior asesinato de Berta en el 2016, ha ocasionado que muchos otros líderes y lideresas comunitarias den su vida por defender los bienes comunes de la naturaleza.

El Copinh en esta etapa, a pesar de haber sido severamente golpeado por la represión Estatal y empresarial, mantiene una lucha tenaz en contra de los cientos de proyectos extractivos que amenazan a las comunidades y territorios lencas.

Ese es el desafío actual del Copinh: sostener la lucha. Por eso están reconstruyendo su poder desde las comunidades indígenas y desde su histórica lucha de resistencia. Esta lucha no es solo por el Copinh sino por todas las luchas, en cualquier parte del mundo. Como dijo Berta, es por la madre naturaleza, es por la humanidad, porque ya no hay tiempo.

Notas:

[1]-Actualmente procesado en los Estados Unidos por el sonado Caso Fifagate, en el que se descubrieron pagos de sobornos y corrupción al interior de la Federación Internacional de Fútbol -FIFA-. Con anterioridad, Callejas fue procesado en Honduras por varios delitos de corrupción. En un cuestionado proceso legal, donde el expresidente resultó con al menos 16 cartas de sobreseimiento definitivo cerrándose la persecución penal en su contra.

[2]-Reformas Laborales y acción sindical en Centro América http://library.fes.de/pdf-files/bueros/fesamcentral/07612.pdf 

[3]-Documento constitutivo del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras.

[4]-El café en Honduras es producido por cientos de miles de familias pobres que dependen de sus pequeñas cosechas para un ingreso básico anual. Los pequeños productores son explotados por las empresas exportadoras e intermediarias al imponerles precios miserables de compra de sus cosechas. A partir del año 1999 los precios del café se desplomaron en el mercado internacional, lo que significó una de los peores desastres para la economía local comunitaria en el país. La zona Lenca, en el Occidente de Honduras, es una de las regiones de mayor producción de café.

[5]-http://www.sobhonduras.org/index.php/documentos/historia-teoria/59-memoria-historica/192-demanda-de-12-puntos-de-la-cnrp-al-gobierno


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