La intervención del Presidente del Banco Mundial, el Sr. Jim Yon Kim el pasado 6 de abril, en el marco del Seminario
Teológico, efectuado en Nueva York, resaltó la prioridad del "desarrollo" sin importar los daños colaterales, en relación al
asesinato de Berta Cáceres auspiciado por la empresa DESA, constructora
de la hidroeléctrica Agua Zarca, en el territorio del pueblo Lenca.
Las palabras de Kim pareciera ser que estuvieran destinadas más a un evento de tendencias bélicas que un seminario teológico: "no se puede hacer el tipo de trabajo que estamos tratando de hacer y no tener algunos de estos incidentes". Y sin reparo alguno agregó que "dado que la gente necesita energía de fuentes renovables, los proyectos hidroeléctricos en países como Honduras se llevarán a cabo de todos modos". Aseveró que pese a las críticas y discusiones que puedan darse en torno a los derechos de propiedad de comunidades afectadas, sin esos proyectos, se violarían los derechos de las mismas comunidades al empleo y a fuentes de energía.
Un discurso similar al del presidente del Banco
Mundial viene siendo impulsado por el clan Atala-Faraj, propietarios de
la empresa DESA, los que han desatado una ofensiva mediática destinada a
convencer al pueblo hondureño, de las virtudes de las hidroeléctricas, a
las que les han conferido la supuesta virtud de ser energía limpia, sin
tomar en cuenta que el cambio climático y el fenómeno ENSO (niña-niño)
nos está conduciendo a largos períodos de sequía, situación que tendrá
efectos en cuanto al caudal ecológico de los ríos.
En las últimas semanas, en diversos programas
televisivos y medios impresos, de forma insistente, tratan de hacer creer
al pueblo hondureño que los 21 megavatios de energía son determinantes
para el país, olvidando que el 20% de la energía producida en Honduras
se pierde en las anticuadas líneas de distribución.
La Sra. Elsia Paz, ex presidenta de la Asociación de
Pequeños Productores de Energía Renovable (AHPPER), aparece
constantemente en los medios locales -manejados en Honduras
exclusivamente por la élite de poder- tratando de erradicar la conexión
existente entre el asesinato de Berta y la compañía DESA, además de
hacer énfasis en la supuesta solución a la pobreza existente en el
departamento de Intibuca. Al igual que Jim Yon Kim, la Sra. Paz, afirma
una supuesta violación a los derechos de las comunidades al empleo y el
acceso a la energía.
Tanto al presidente del BM como los agentes del clan
Atala-Faraj se les olvida que la pobreza endémica en Honduras y el resto
del istmo centroamericano, está relacionada con la corrupción y las
políticas económicas impuestas por los organismos financieros; políticas
cumplidas con un enorme servilismo por los gobiernos de turno.
No es casual que el pasado 10 de octubre, Tomás Gómez
Membreño, actual coordinador del COPINH, haya sufrido un atentado en su
contra en la Esperanza, Intibuca. Todo parece indicar que para el Estado de Honduras y su élite de poder, las vidas de defensores de los
bienes comunes son desechables. Al igual que los ríos, que son vistos
como simples mercancías.
La persistente apología de la Sra. Paz a las
hidroeléctricas, en cierta forma no es más que una justificación del
asesinato de Berta Cáceres. Sin embargo, las represas son técnicas
obsoletas para la producción de energía hidroeléctrica. Desde la
construcción de la represa Hoover en la década de los años 30, los
Estados Unidos vienen promoviendo las hidroeléctricas como energía
limpia. Las mega represas en los trópicos producen grandes cantidades de
metano, gas de invernadero 20 veces más contaminante que el CO2.,
mientras las micro y medianas represas ante el declive de
precipitaciones, condenan a los ríos a la desaparición de su caudal
ecológico y por ende a su muerte.
La batalla de desinformación que promueve el clan
Faraj-Atala y la AHPPER, no son más que una campaña para promover la
muerte de los ríos de mediano caudal en Honduras, darle luz verde a la
catástrofe del Patuca, y justificar el crimen de Berta Caceres. La
defensa de Berta Cáceres y el COPINH, a la madre tierra y los bienes
comunes de la naturaleza, es la verdadera solución a los efectos del
cambio climático.
Es indudable que existen alternativas a la energía
hidroeléctrica, teniendo Honduras enormes posibilidades para la
producción de energía solar y otras, las que aparentemente requieren una
mayor inversión económica, sin estar expuestas a tornarse obsoletas
ante el muy posible declive de las precipitaciones pluviales en buena
parte del istmo.
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