Estimados compañeros, hace algunos años, a comienzos de los 90, un gobierno peronista empezó a aplicar un modelo que llamamos neoliberal, abiertamente contrario a los intereses de los trabajadores y trabajadoras.
Con desazón, comprobamos que Carlos Saúl Menem se decidió a desguazar el Estado, a privatizar y desnacionalizar las empresas públicas, capital social de todos los argentinos, a liberalizar y desregular la economía, a abrir las exportaciones hasta casi liquidar a la industria argentina y a pulverizar cientos de miles de puestos de trabajo.
Ese margen de desempleados permitió la degradación sistemática y progresiva del salario; como sabemos, el desempleo es el gran disciplinador laboral, ya que los trabajadores se ven forzados a aceptar condiciones precarias con tal de no caer en el desempleo. Se redujo drásticamente el poder de compra de los trabajadores activos y jubilados achicando irremediablemente el mercado interno.
Así nació una nueva y dolorosa era para quienes jamás habíamos visto a nuestros compatriotas durmiendo a la intemperie en las calles y en las plazas, comiendo de los tachos de basura, viendo ante nuestros ojos como todo se desmoronaba. Así surgió otra clase en la Argentina, los “nuevos pobres”, personas de clase media que aun conservaban un techo pero ya no tenían qué darles de comer a sus hijos.
Comenzaron entonces a proliferar ciudadanos y ciudadanas que no tenían trabajo, futuro ni visibilidad, carecían de representación política, social y gremial: los “excluidos”, que el gobierno trataba como una estadística. Mientras tanto, Argentina se endeudaba en el exterior convirtiéndose en la alumna estrella del FMI. Los medios de prensa comerciales de Argentina y el mundo y las calificadoras internacionales de riesgo, definían a los cambios -tal como sucede hoy- como una acertada y exitosa apertura y modernización de la economía. “Argentina vuelve al mundo”, proclamaban.
Los dirigentes sindicales no complacientes con estas transformaciones -entre ellos los grandes sindicatos del transporte- dimos batalla dentro de la CGT, tratamos de modificar la conducta de quienes nos recomendaban inacción y “prudencia’’, lo recuerdo como si fuera hoy. Nos separamos y formamos el movimiento de los Trabajadores Argentinos, el MTA, que, honrosamente, comenzó a dar la batalla de las ideas y a organizar la lucha en los sindicatos, movilizar en las calles, en el congreso, junto a otras organizaciones políticas y sindicales como la CTA y la CCC y buscando la solidaridad internacional.
Cuando analizamos y estudiamos cómo fue posible que Menem haya logrado privatizar Aerolíneas Argentinas, los ferrocarriles, la flota fluvial, el sistema previsional y degradar los derechos laborales, la respuesta es clara: lo pudo hacer gracias a la complicidad de grandes sindicatos.
¿Cómo lo hizo? La respuesta también surge clara: poniendo a su disposición el manejo de grandes sumas de dinero del sistema de Obras Sociales que iban a parar directamente a los bolsillos de los dirigentes, sin ningún control. De quienes entonces se llamaron “los gordos”, más por el tamaño de sus ávidos bolsillos que por el de su abdomen.
El gobierno de Macri, como hemos comprobado, está reconfigurando al Estado por decreto, sin respetar leyes, poderes ni ciudadanos.
En un brutal retroceso de las libertades individuales se hacen “listas negras” como en la época de la dictadura, se persigue a los militantes políticos y se criminaliza la protesta social, llegando hasta a encarcelar a una emblemática dirigente social y a balear niños. Se han hecho decenas de miles de despidos y un ajuste salvaje a los trabajadores por vía de la preanunciada devaluación y la inflación. Mientras se libera del pago de impuestos a los grandes exportadores, se aplica un tarifazo del 500 % que no tiene antecedente en el mundo entero; se desmantelan los controles y se liberan los precios de alimentos y medicamentos.
Con desazón, comprobamos que Carlos Saúl Menem se decidió a desguazar el Estado, a privatizar y desnacionalizar las empresas públicas, capital social de todos los argentinos, a liberalizar y desregular la economía, a abrir las exportaciones hasta casi liquidar a la industria argentina y a pulverizar cientos de miles de puestos de trabajo.
Ese margen de desempleados permitió la degradación sistemática y progresiva del salario; como sabemos, el desempleo es el gran disciplinador laboral, ya que los trabajadores se ven forzados a aceptar condiciones precarias con tal de no caer en el desempleo. Se redujo drásticamente el poder de compra de los trabajadores activos y jubilados achicando irremediablemente el mercado interno.
Así nació una nueva y dolorosa era para quienes jamás habíamos visto a nuestros compatriotas durmiendo a la intemperie en las calles y en las plazas, comiendo de los tachos de basura, viendo ante nuestros ojos como todo se desmoronaba. Así surgió otra clase en la Argentina, los “nuevos pobres”, personas de clase media que aun conservaban un techo pero ya no tenían qué darles de comer a sus hijos.
Comenzaron entonces a proliferar ciudadanos y ciudadanas que no tenían trabajo, futuro ni visibilidad, carecían de representación política, social y gremial: los “excluidos”, que el gobierno trataba como una estadística. Mientras tanto, Argentina se endeudaba en el exterior convirtiéndose en la alumna estrella del FMI. Los medios de prensa comerciales de Argentina y el mundo y las calificadoras internacionales de riesgo, definían a los cambios -tal como sucede hoy- como una acertada y exitosa apertura y modernización de la economía. “Argentina vuelve al mundo”, proclamaban.
Los dirigentes sindicales no complacientes con estas transformaciones -entre ellos los grandes sindicatos del transporte- dimos batalla dentro de la CGT, tratamos de modificar la conducta de quienes nos recomendaban inacción y “prudencia’’, lo recuerdo como si fuera hoy. Nos separamos y formamos el movimiento de los Trabajadores Argentinos, el MTA, que, honrosamente, comenzó a dar la batalla de las ideas y a organizar la lucha en los sindicatos, movilizar en las calles, en el congreso, junto a otras organizaciones políticas y sindicales como la CTA y la CCC y buscando la solidaridad internacional.
Cuando analizamos y estudiamos cómo fue posible que Menem haya logrado privatizar Aerolíneas Argentinas, los ferrocarriles, la flota fluvial, el sistema previsional y degradar los derechos laborales, la respuesta es clara: lo pudo hacer gracias a la complicidad de grandes sindicatos.
¿Cómo lo hizo? La respuesta también surge clara: poniendo a su disposición el manejo de grandes sumas de dinero del sistema de Obras Sociales que iban a parar directamente a los bolsillos de los dirigentes, sin ningún control. De quienes entonces se llamaron “los gordos”, más por el tamaño de sus ávidos bolsillos que por el de su abdomen.
El gobierno de Macri, como hemos comprobado, está reconfigurando al Estado por decreto, sin respetar leyes, poderes ni ciudadanos.
En un brutal retroceso de las libertades individuales se hacen “listas negras” como en la época de la dictadura, se persigue a los militantes políticos y se criminaliza la protesta social, llegando hasta a encarcelar a una emblemática dirigente social y a balear niños. Se han hecho decenas de miles de despidos y un ajuste salvaje a los trabajadores por vía de la preanunciada devaluación y la inflación. Mientras se libera del pago de impuestos a los grandes exportadores, se aplica un tarifazo del 500 % que no tiene antecedente en el mundo entero; se desmantelan los controles y se liberan los precios de alimentos y medicamentos.
Se ha elegido ajustar a los trabajadores para privilegiar el pago a los fondos buitre, un pequeño grupo de usureros que no se avino a la negociación soberana de la deuda pública, apostando a la especulación financiera. Ahora, además, se pretende poner techo a las paritarias para negociar salarios a la baja y seguir asegurando la brutal trasferencia directa de ingresos del bolsillo de los trabajadores a los sectores del capital concentrado. En un país que estaba desendeudado -y por lo tanto libre de las presiones y condicionamientos del FMI- se está contrayendo deuda externa a toda velocidad, comprometiendo a varias generaciones de argentinos, ya que el pago de la deuda más sus intereses exigirá sacrificios crecientes a los que menos tienen.
No necesitamos ver Grecia o España para saber cómo terminan estas políticas, basta con recordar la explosión de la crisis que sufrimos los argentinos en el 2001 y que con tanto esfuerzo logramos remontar. Como consecuencia del endeudamiento externo llegamos a la miseria de las cuasi monedas, al trueque, al corralito.
En materia de Relaciones Exteriores, se pretende desandar el camino de la unión suramericana lograda hábilmente en los últimos doce años, que concretó el sueño independentista de la Patria Grande de San Martín y Bolívar. Se denigra al gobierno democrático y popular de Venezuela, apostando por una oposición golpista títere de los Estados Unidos; Macri va a reclinarse y a endeudarse a Davos, pero no concurre a la Cumbre de países de América Latina y el Caribe a cimentar la unidad regional que nos haría políticamente libres y económicamente poderosos. Y en su primer encuentro con el Gobierno del Reino Unido Macri se olvidó de que las Malvinas son Argentinas.
En el desprecio por la cultura y la memoria histórica, donde había próceres en nuestro papel moneda ahora habrá animales, así como un perro se burla mirándonos sentado desde el sillón de Rivadavia. En el balcón desde donde Perón movilizó el protagonismo de los trabajadores organizados, donde Evita se despidió dejando su legado revolucionario, bailotea un presidente que hace llamar “grasa sobrante” a los trabajadores. Verdaderamente representa un “cambio”.
Compañeros, la hora presenta una encrucijada similar a la de los ‘90.
Macri ha ofrecido a los sindicatos, el mismo trueque de favores económicos que Menem: complicidad y silencio a cambio del manejo sin control de los fondos de las Obras Sociales. Que los dirigentes consientan los despidos masivos, cedan derechos y acepten salarios a la baja y endeudamiento a cambio de “ la caja”.
La dirigencia sindical leal a los intereses de los trabajadores cuestionará estas políticas y enfrentará al gobierno en los sindicatos, en las bases, en las calles, en el Congreso de la Nación, como lo hicimos antes.
Y habrá quienes repitan la historia de los ‘90 -esta vez como farsa-, entregando a los trabajadores por dádivas personales, y serán, también, juzgados por la historia, ya no como “gordos”, sino como traidores.
Les escribo con profunda preocupación y puedo hacerlo sinceramente porque muchos de Ustedes me honraron como compañera dentro del Movimiento de Trabajadores Argentinos, me enseñaron mucho, me acompañaron codo a codo en la histórica lucha por el salvataje de Aerolíneas Argentinas y la actividad aerocomercial argentina; porque durante años marché y combatí en todos los frentes junto a Ustedes por una Patria libre, justa y soberana.
Puedo hacerlo hoy porque cuando fui diputada en el Congreso de la Nación voté contra mi partido pero jamás traicioné a los trabajadores, y como Embajadora en la República Bolivariana de Venezuela y en el Reino Unido llevé en alto los sagrados intereses de los trabajadores y trabajadoras de la Patria emancipada.
Esperemos que haya una dirigencia sindical que sepa comprender la gravedad y los peligros del momento actual, esté a la altura de sus responsabilidades y sepa honrar las mejores tradiciones de lucha y dignidad del movimiento obrero argentino.
* Secretaria general del Sindicato de Aeronavegantes (1991-2003). Miembro fundadora del MTA - Consejo ejecutivo Federación Internacional de Trabajadores del Transporte (ITF). Diputada Nacional (19972005). Embajadora ante la República Bolivariana de Venezuela (2006-2011). Embajadora ante el Reino Unido (2012-2015).
En materia de Relaciones Exteriores, se pretende desandar el camino de la unión suramericana lograda hábilmente en los últimos doce años, que concretó el sueño independentista de la Patria Grande de San Martín y Bolívar. Se denigra al gobierno democrático y popular de Venezuela, apostando por una oposición golpista títere de los Estados Unidos; Macri va a reclinarse y a endeudarse a Davos, pero no concurre a la Cumbre de países de América Latina y el Caribe a cimentar la unidad regional que nos haría políticamente libres y económicamente poderosos. Y en su primer encuentro con el Gobierno del Reino Unido Macri se olvidó de que las Malvinas son Argentinas.
En el desprecio por la cultura y la memoria histórica, donde había próceres en nuestro papel moneda ahora habrá animales, así como un perro se burla mirándonos sentado desde el sillón de Rivadavia. En el balcón desde donde Perón movilizó el protagonismo de los trabajadores organizados, donde Evita se despidió dejando su legado revolucionario, bailotea un presidente que hace llamar “grasa sobrante” a los trabajadores. Verdaderamente representa un “cambio”.
Compañeros, la hora presenta una encrucijada similar a la de los ‘90.
Macri ha ofrecido a los sindicatos, el mismo trueque de favores económicos que Menem: complicidad y silencio a cambio del manejo sin control de los fondos de las Obras Sociales. Que los dirigentes consientan los despidos masivos, cedan derechos y acepten salarios a la baja y endeudamiento a cambio de “ la caja”.
La dirigencia sindical leal a los intereses de los trabajadores cuestionará estas políticas y enfrentará al gobierno en los sindicatos, en las bases, en las calles, en el Congreso de la Nación, como lo hicimos antes.
Y habrá quienes repitan la historia de los ‘90 -esta vez como farsa-, entregando a los trabajadores por dádivas personales, y serán, también, juzgados por la historia, ya no como “gordos”, sino como traidores.
Les escribo con profunda preocupación y puedo hacerlo sinceramente porque muchos de Ustedes me honraron como compañera dentro del Movimiento de Trabajadores Argentinos, me enseñaron mucho, me acompañaron codo a codo en la histórica lucha por el salvataje de Aerolíneas Argentinas y la actividad aerocomercial argentina; porque durante años marché y combatí en todos los frentes junto a Ustedes por una Patria libre, justa y soberana.
Puedo hacerlo hoy porque cuando fui diputada en el Congreso de la Nación voté contra mi partido pero jamás traicioné a los trabajadores, y como Embajadora en la República Bolivariana de Venezuela y en el Reino Unido llevé en alto los sagrados intereses de los trabajadores y trabajadoras de la Patria emancipada.
Esperemos que haya una dirigencia sindical que sepa comprender la gravedad y los peligros del momento actual, esté a la altura de sus responsabilidades y sepa honrar las mejores tradiciones de lucha y dignidad del movimiento obrero argentino.
* Secretaria general del Sindicato de Aeronavegantes (1991-2003). Miembro fundadora del MTA - Consejo ejecutivo Federación Internacional de Trabajadores del Transporte (ITF). Diputada Nacional (19972005). Embajadora ante la República Bolivariana de Venezuela (2006-2011). Embajadora ante el Reino Unido (2012-2015).
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