"Vergüenza de Estado que celebra un genocidio" Colau
Por La Jornada
La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, así como el edil de Cádiz, José María González –nuevos dirigentes políticos de izquierda– encabezaron una ola de críticas contra el desfile militar por el 12 de octubre. Vergüenza de Estado que celebra un genocidio, sostuvo Colau, quien se negó a asistir a los festejos oficiales.
Por La Jornada
La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, así como el edil de Cádiz, José María González –nuevos dirigentes políticos de izquierda– encabezaron una ola de críticas contra el desfile militar por el 12 de octubre. Vergüenza de Estado que celebra un genocidio, sostuvo Colau, quien se negó a asistir a los festejos oficiales.
España celebra este día como fiesta nacional, en el cual ondean banderas nacionales y se recuerda lo que en las escuelas enseñan como el descubrimiento de América y la expansión del español por el mundo, en referencia a la conquista a sangre y fuego de América.
Vergüenza de Estado aquel que celebra un genocidio, señaló la regidora barcelonesa, activista surgida de movimientos sociales que han luchado contra los desalojos por impago de hipotecas y en su larga trayectoria de defensa de los derechos humanos también ha apoyado iniciativas a favor de los pueblos indios, entre ellos los zapatistas.
Las calles de Madrid se llenaron este lunes, como cada 12 de octubre, de miles de personas que vitorearon al ejército, ondearon banderas y aplaudieron o increparon a los dirigentes políticos de todos colores que acudieron a la ceremonia presidida por el rey Felipe VI en el monumento a Colón. En algunos casos también ondearon las enseñas franquistas, se cantó Cara el Sol y se hizo el saludo fascista con el brazo en alto, como ha sido costumbre en los últimos años en esta festividad.
El desfile militar, que costó 800 mil euros y movilizó a miles de militares y policías, es una tradición y uno de los actos más importantes al año que encabeza el jefe del Estado, el rey Felipe VI, que acudió acompañado de su familia. Después del desfile se llevó a cabo el tradicional besamanos, al que acuden desde los principales dirigentes del país hasta el cuerpo diplomático acreditado en España.
En las elecciones municipales de mayo pasado llegaron al poder en importantes ciudades representantes de movimientos que fueron apoyados por coaliciones de diverso cariz, pero con el común denominador de ser fuerzas de izquierda y de raíz ciudadana. La mayoría se sumaron a las críticas al desfile militar y su trasfondo histórico que, aseguran, representa un genocidio, una civilización arrasada y expoliada. La excepción a esta postura fue la de la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, quien no sólo apoyó el desfile, sino también acudió a la recepción de los reyes de España.
Ada Colau, la dirigente política más contundente en mostrar su malestar por esta fiesta, que además en Cataluña tiene muy poca raigambre por el movimiento independentista, publicó varios mensajes en las redes sociales: Vergüenza de Estado aquel que celebra un genocidio, y encima con un desfile militar que cuesta 800 mil euros.
José María González, alcalde de Cádiz, también procedente de los movimientos ciudadanos, arremetió contra la festividad: Nunca descubrimos América, masacramos y sometimos un continente y sus culturas en el nombre de Dios. Nada que celebrar.
Los dirigentes de los partidos independentistas de Cataluña, el País Vasco, Navarra, Euskadi y Galicia, así como del líder del partido emergente Podemos, Pablo Iglesias, no asistieron a los actos oficiales de celebración.
Vergüenza de Estado aquel que celebra un genocidio, señaló la regidora barcelonesa, activista surgida de movimientos sociales que han luchado contra los desalojos por impago de hipotecas y en su larga trayectoria de defensa de los derechos humanos también ha apoyado iniciativas a favor de los pueblos indios, entre ellos los zapatistas.
Las calles de Madrid se llenaron este lunes, como cada 12 de octubre, de miles de personas que vitorearon al ejército, ondearon banderas y aplaudieron o increparon a los dirigentes políticos de todos colores que acudieron a la ceremonia presidida por el rey Felipe VI en el monumento a Colón. En algunos casos también ondearon las enseñas franquistas, se cantó Cara el Sol y se hizo el saludo fascista con el brazo en alto, como ha sido costumbre en los últimos años en esta festividad.
El desfile militar, que costó 800 mil euros y movilizó a miles de militares y policías, es una tradición y uno de los actos más importantes al año que encabeza el jefe del Estado, el rey Felipe VI, que acudió acompañado de su familia. Después del desfile se llevó a cabo el tradicional besamanos, al que acuden desde los principales dirigentes del país hasta el cuerpo diplomático acreditado en España.
En las elecciones municipales de mayo pasado llegaron al poder en importantes ciudades representantes de movimientos que fueron apoyados por coaliciones de diverso cariz, pero con el común denominador de ser fuerzas de izquierda y de raíz ciudadana. La mayoría se sumaron a las críticas al desfile militar y su trasfondo histórico que, aseguran, representa un genocidio, una civilización arrasada y expoliada. La excepción a esta postura fue la de la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, quien no sólo apoyó el desfile, sino también acudió a la recepción de los reyes de España.
Ada Colau, la dirigente política más contundente en mostrar su malestar por esta fiesta, que además en Cataluña tiene muy poca raigambre por el movimiento independentista, publicó varios mensajes en las redes sociales: Vergüenza de Estado aquel que celebra un genocidio, y encima con un desfile militar que cuesta 800 mil euros.
José María González, alcalde de Cádiz, también procedente de los movimientos ciudadanos, arremetió contra la festividad: Nunca descubrimos América, masacramos y sometimos un continente y sus culturas en el nombre de Dios. Nada que celebrar.
Los dirigentes de los partidos independentistas de Cataluña, el País Vasco, Navarra, Euskadi y Galicia, así como del líder del partido emergente Podemos, Pablo Iglesias, no asistieron a los actos oficiales de celebración.
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