Luis Méndez |
Por Luis Méndez
Una vez más nos encontramos en las calles
miles de personas de diferentes sectores, edades, preferencias
políticas, en fin, diversas en muchos sentidos pero con un interés en
común: rescatar el país de las garras de una clase política corrupta,
acostumbrada a vivir de los bienes públicos y de paso a tratarnos como
si fuéramos tarados, incapaces de darnos cuenta que nos están saqueando.
Es tanto el irrespeto por la ciudadanía que no tienen ningún pudor en
mostrar lo que se roban, lo exhiben con tal desfachatez y despliegue
como si fuera un merito, un requisito para pertenecer a la clase
política que gobierna y que es exitosa.
Y por supuesto que lo son, son
exitosos en haber sumido al 70% de la población en la pobreza, en
obligar a que miles de hondureños salgan del país a costa de arriesgar
la vida en una ruta migratoria peligrosa, en haber precarizado el empleo
y la vida de millones de hondureños, en haber contaminado el ambiente
con sus concesiones de minería sin importar la vida de las personas y
finalmente desmembrar el Estado hondureño poniéndolo a la venta por
pedazos, en fin.
Quien puede negar que son exitosos en arruinarnos a la
mayoría, mientras un grupúsculo se enriquece de forma acelerada y
oprobiosa (Ana Ortega).
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