Foto Quimy De León |
Para muchas personas que siguen de cerca la repetición del juicio por genocidio contra Efraín Ríos Montt lo que pasó ayer les pareció simplemente un acto circense.
La información que los medios de comunicacón daban era que Ríos Montt no se iba a presentar a la audiencia por problemas de salud (hernias en la columna vertebral). Hasta las 9 de la mañana el entendido era que el juicio no iniciaba como había sido previsto sino que iba a postergarse hasta que la salud del acusado mejorara.
Para sorpresa de la mayoría de asistentes la jueza tomó una decisión tajante y citó al acusado, manifestando que incurriría en desacato de no presentarse a la Torre de Tribunales.
La escena que muchas personas esperaban era quizá menos dramática que la montada por el personal del sanatorio privado y su familia. En una camilla de hospital, completamente tumbado, cubierto hasta el rostro, reposando la cabeza en un cojín de sillón y mostrando solo la cabellera bajó de la ambulancia el otrora valiente general. Los periodistas se aglutinaron alrededor de la camilla que cual feretro avanzó hasta el elevador. Al entrar a la sala de audiencias. Se le bajó una parte de la sábana que cubría el rostro, con unos lentes oscuros que no dejan pasar luz ni por los lados, protegido de cerca por su hija Zury Ríos.
La audiencia inició minutos antes de la una de la tarde. Algunos detalles del discurso de la jueza extrañaron al público. Al inicio dijo al acusado “Dios lo bendiga”. Continuó con su alocución tratando de salir al paso a las objeciones que la defensa del acusado había presentado días antes. Se detuvo específicamente en la explicación de su trabajo de investigación de tesis de maestría, el cual había sido señalado por parte de la defensa como muestra de su parcialidad. Valdez explicó exhaustivamente cómo trabaó su investigación, las metodologías que utilizó, los alcances teóricos y jurídicos que su trabajo tuvo y de igual manera, disertó sobre los avances que han existido sobre las diferentes conceptualizaciones del genocidio.
Pareciera que hizo una defensa de tesis, pues explicó la metodología, los alcances, incluso la justificación de su investigación, sin embargo, no habló de algunos datos que obviamente iban a ser usados para cuestionar su imparcialidad, como las aseveraciones acerca de las masacres y la participación del Ejército de Guatemala en ellas. Al finalizar su alocución señaló incluso versículos de la Biblia y mencionó a Jehová. Después dio la palabra a la representante del Ministerio Público, luego a los querellantes.
Después cuando habló el representante de Rios Montt dijo que la jueza, en su tesis de maestría, realizada en el año 2004, investigó específicamente sobre el delito del genocidio y además, escribió cifras de las víctimas que fueron asesinadas en decenas de masacres en diferentes lugares del país. Entre sus datos, el abogado le objetó “usted escribió” que en un alto porcentaje las masacres fueron contra población indígena a manos del Ejército de Guatemala.
Para la defensa esta fue una prueba irrefutable de su sesgo político e ideológico, pues según los abogados de Ríos, haber siquiera mencionado cifras y discutido teóricamente esta situación la convertía en enemiga personal del acusado. Estos datos “claves” (valga el sarcasmo) fueron los encontrados en una página de la tesis que el abogado defensor ni siquiera era capaz de recordar con fidelidad dejando ver la improvisación detrás del argumento.
En una de las pausas después de que el abogado de la defensa hablara la jueza y las otras dos miembros del tribunal decidieron salir a deliberar. Después de una hora aproximadamente, regresaban con una respuesta que no se esperaba, pues la determinación que había mostrado horas antes llevaba a pensar que no se echaría atrás. Sin embargo no fue así, la jueza dijo que había sido vencida dos a uno y no continuaría con el juicio.
Después de haber seguido el conato de juicio, quedan algunas dudas que si se leen con un poco de malicia dejan lugar a pensar que el acto circense fue además una puesta en escena total.
En primer lugar el argumento esgrimido por la defensa era, de todos los que se han presentado el menos contundente. Los datos señalados no demuestran sesgo pues los únicos dos documentos que relatan con cifras lo que sucedió en el país de 1960 a 1996 lo hacen señalando al Ejército como responsable. Estos son el informe de la Recuperación de la Memoria Histórica -REMHI- “Guatemala Nunca Más” (1998), realizado por la Oficina de los Derechos Humanos del Arzobispado, bajo la dirección de Monseñor Gerardi y el Informe de la Comisión del Esclarecimiento Histórico -CEH- “Memoria del Silencio” (1999), los cuales a partir de testimonios y otras fuentes relatan lo que sucedió en Guatemala y según estos, la responsabilidad en más de un 90% de las masacres cometidas es del Ejército, un porcentaje menor de las Patrullas de Autodefensa Civil y alrededor de un 7% de la Guerrilla.
En segundo lugar, el acusado trató de mostrar su situación de salud como demasiado grave, lo que deja ver que se trata de manejar la opinión pública para llegar a concluir en una anulación de proceso por razones humanitarias. No hay que olvidar que Augusto Pinochet, Mubarak y otros dictadores han apelado a la misma estrategia, al momento de ser juzgados misteriosamente han empeorado en salud. Obviamene la puesta en escena se hace de acuerdo a los recursos del acusado. En este caso fue en un sanatorio privado con una ambulancia y camilla. En otros, como el de Mejía Victores fue más modesto, en una silla de ruedas y llevando un cilindro de oxígeno a su lado.
Por último, el discurso de la jueza y las constantes apelaciones a una fuerza suprema y bendiciendo al acusado podrían llevar a pensar que quizá había un sesgo pero a favor de Rios Montt, pues pareciera que o la situación de salud impactó a la jueza o el recuerdo de Ríos como ministro de culto de El Verbo la hacía no verlo como un acusado más.
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