Foto Lucía Iglesias |
El triunfo del No a la baja de la edad de imputabilidad
Por Daniel Gatti | Rel-UITA
Una de las mayores celebraciones de las elecciones uruguayas del domingo pasado la protagonizaron miles y miles de jóvenes, muchos de ellos todavía sin edad de votar, que con sus movilizaciones lograron que se no se aprobara una ley que bajaba la edad de responsabilidad penal.
Hasta último momento se mantuvo la duda: algunas empresas encuestadoras dejaban planear la posibilidad de que ganara la opción contraria, y en la Comisión Nacional por el No a la Baja (de la edad de imputabilidad penal) las caras eran largas y la tensión palpable.
Pero luego el panorama aclaró y los jóvenes pudieron salir a festejar: la papeleta en favor del “Sí” a una reforma constitucional que proponía bajar de 18 a 16 años la edad en que una persona puede ser condenada como adulto y llevada a una cárcel para adultos no había llegado al 50 por ciento más uno de los votos expresados (se quedó en el 47) y en consecuencia la propuesta había sido rechazada.
Quienes se pusieron al hombro la campaña en contra de la reforma desde un primer momento fueron jóvenes, adolescentes incluso, que consideran “no sólo bestial sino también inútil y por supuesto simplista” la idea de que con mandar a prisión a los culpables de un delito más temprano y por más tiempo se va a resolver el tema de la delincuencia.
“Los que proponen eso parten de varios presupuestos falsos. Uno de ellos es que sean los jóvenes los que están detrás de la mayoría de los delitos. Las cifras oficiales lo desmienten muy claramente, pero acá no es un tema de cifras sino de generar miedos para lograr un endurecimiento de la sociedad, para aumentar la represión, en particular contra el conjunto de los jóvenes”, dice uno de los portavoces de la Comisión por el No a la Baja.
Empezaron siendo pocos, en su mayoría militantes de partidos de izquierda, pero rápidamente atrajeron a otros jóvenes, y éstos a otros, se sumó la central sindical única PIT-CNT, integrantes de una infinidad de organizaciones sociales, músicos, plásticos, artistas en general, y lograron instalar el debate.
No les fue fácil, porque la actitud de “atacar con falsas y fáciles soluciones problemas que son muy complejos” tiende a “ser dominante”, apunta el sociólogo Luis Eduardo Morás, y los jóvenes son los que más las padecen..
Ganaron la cultura democrática,
la información y los derechos
Tuvieron que enfrentar también el sensacionalismo de los medios de comunicación, especialmente de la televisión, que un día sí y otro también “instalan la sensación de que hay una juventud violenta que mata, roba, humilla y que se siente impune porque no es castigada con severidad”, dice Fabiana Goyeneche, una estudiante de abogacía que se fue convirtiendo en una de las caras más visibles (y tranquilas) de la Comisión.
Con una campaña simbolizada en un colibrí “que se niega a ser encerrado” y la consigna “ser joven no es delito”, y con más imaginación que medios económicos, forzaron la atención a fuerza de infinidad de pequeños actos, de espectáculos artísticos, de movilizaciones callejeras.
“Finalmente ganaron la cultura democrática, la información y los derechos”, dijeron el domingo al celebrar el resultado de la votación.
“Ganamos por poco, es cierto”, reconoció un integrante de la comisión con realismo. Más de un millón de uruguayos eligieron “el facilismo y la represión, y es preocupante”.
Pero luego el panorama aclaró y los jóvenes pudieron salir a festejar: la papeleta en favor del “Sí” a una reforma constitucional que proponía bajar de 18 a 16 años la edad en que una persona puede ser condenada como adulto y llevada a una cárcel para adultos no había llegado al 50 por ciento más uno de los votos expresados (se quedó en el 47) y en consecuencia la propuesta había sido rechazada.
Quienes se pusieron al hombro la campaña en contra de la reforma desde un primer momento fueron jóvenes, adolescentes incluso, que consideran “no sólo bestial sino también inútil y por supuesto simplista” la idea de que con mandar a prisión a los culpables de un delito más temprano y por más tiempo se va a resolver el tema de la delincuencia.
“Los que proponen eso parten de varios presupuestos falsos. Uno de ellos es que sean los jóvenes los que están detrás de la mayoría de los delitos. Las cifras oficiales lo desmienten muy claramente, pero acá no es un tema de cifras sino de generar miedos para lograr un endurecimiento de la sociedad, para aumentar la represión, en particular contra el conjunto de los jóvenes”, dice uno de los portavoces de la Comisión por el No a la Baja.
Empezaron siendo pocos, en su mayoría militantes de partidos de izquierda, pero rápidamente atrajeron a otros jóvenes, y éstos a otros, se sumó la central sindical única PIT-CNT, integrantes de una infinidad de organizaciones sociales, músicos, plásticos, artistas en general, y lograron instalar el debate.
No les fue fácil, porque la actitud de “atacar con falsas y fáciles soluciones problemas que son muy complejos” tiende a “ser dominante”, apunta el sociólogo Luis Eduardo Morás, y los jóvenes son los que más las padecen..
Ganaron la cultura democrática,
la información y los derechos
Tuvieron que enfrentar también el sensacionalismo de los medios de comunicación, especialmente de la televisión, que un día sí y otro también “instalan la sensación de que hay una juventud violenta que mata, roba, humilla y que se siente impune porque no es castigada con severidad”, dice Fabiana Goyeneche, una estudiante de abogacía que se fue convirtiendo en una de las caras más visibles (y tranquilas) de la Comisión.
Con una campaña simbolizada en un colibrí “que se niega a ser encerrado” y la consigna “ser joven no es delito”, y con más imaginación que medios económicos, forzaron la atención a fuerza de infinidad de pequeños actos, de espectáculos artísticos, de movilizaciones callejeras.
“Finalmente ganaron la cultura democrática, la información y los derechos”, dijeron el domingo al celebrar el resultado de la votación.
“Ganamos por poco, es cierto”, reconoció un integrante de la comisión con realismo. Más de un millón de uruguayos eligieron “el facilismo y la represión, y es preocupante”.
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