Foto G. Trucchi | Rel-UITA |
Por Giorgio Trucchi | Rel-UITA
Después del golpe va consolidándose el poder fáctico de las transnacionales
La expansión acelerada del monocultivo de soja transgénica en Paraguay ha dejado tras de sí un rastro de destrucción y desolación, que pone en serio riesgo la soberanía alimentaria del país, así como la vida de miles de familias campesinas y pueblos indígenas, que son expulsados de sus lugares de orígenes y que ven violados sus derechos históricos y ancestrales.
Paraguay ocupa el sexto lugar en producción de soja y el cuarto como exportador a nivel mundial.De acuerdo con datos del Instituto Panamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), la cosecha de soja 2012-2013 marcó un récord en producción -más de 9 millones de toneladas- en un área de 3.2 millones de hectáreas.
Esto significa un aumento de la superficie cultivada con soja transgénica -patentada por un 95 por ciento por Monsanto y comercializada principalmente por ADM, Cargill, LDC y Bunge- del 109 por ciento en los últimos 10 años y del 460 por ciento en las últimas dos décadas.
Concentración de la tierra
2% de los propietarios acumula
el 80 por ciento de las tierras
La expansión acelerada del cultivo de soja transgénica, que actualmente abarca más del 70 por ciento de la tierra cultivada, en un país donde el 2 por ciento de los propietarios acumula el 80 por ciento de las tierras, ha significado el desplazamiento de la población campesina e indígena, la desaparición de bosques y el crecimiento exponencial del uso indiscriminado de agrotóxicos.
El IICA señala que el 87 por ciento de la superficie total cultivada con soja se encuentra en manos de medianos y grandes productores, al tiempo que la población rural y la agricultura campesina van reduciéndose cada día más, afectando gravemente la soberanía alimentaria del país.
Monocultivos y pérdida de diversidad agrícola
Más contaminación y menos bosques
Casi la tercera parte del territorio de la región oriental de Paraguay está cultivado con soja transgénica, y Monsanto prevé expandir sus cultivos hacia la región occidental (Chaco), avanzando sobre territorios que son de reforma agraria.
Asimismo, el más reciente informe de la Alianza Biodiversidad sobre los impactos de la soja transgénica en Paraguay, estima que entre 1991 y 2009 el país perdió más de 3.2 millones de hectáreas de bosque nativo, es decir el 15.34 por ciento de la superficie total.
También reporta que, durante la zafra 2007-2008, en los cultivos de soja se usaron más de 21 millones de litros y más de 1.9 millones de kilogramos de agrotóxicos, entre otros el Glifosato (5.3 millones de litros), Paraquat (6.6 millones de litros), Endosulfán (3.2 millones de litros), Cipermetrina y Acefato (2 millones de litros).
“Desde su ingreso en forma ilegal en la década de los 90, la soja transgénica y el modelo agroexportador han venido causando gravísimos impactos sociales y ambientales, sobre todo en las comunidades más vulnerables que son las campesinas e indígenas”, dijo a La Rel, David Cardozo, gerente del Programa de Diversidad Biológica y Cultura de la organización Sobrevivencia | Amigos de la Tierra Paraguay .
Cardozo señaló que ya hay abundante evidencia de las graves afectaciones a la salud provocadas por el uso indiscriminado de agrotóxicos, principalmente del glifosato, ingrediente activo del Roundup, el herbicida producido por Monsanto.
“Ya se han detectado decenas de casos de pérdidas de embarazos, malformaciones congénitas, trastornos gastrointestinales, así como el aumento de cáncer.
Tenemos también los casos de Silvino Talavera, de 11 años, y de las hermanas Adelaida y Adela Álvarez Cabrera, de 3 años y 6 meses respectivamente, quienes fallecieron trágicamente tras ser embestidos por las fumigaciones”, recordó Cardozo.
Criminalización de la protesta
Y violación de los Derechos Humanos
La masacre ocurrida en Curuguaty durante el desalojo de las tierras estatales de Marina Cué, donde perdieron la vida 11 campesinos y 6 policías, no solo sirvió a los sectores más retrógrados del país, coludidos con el gran capital agroexportador transnacional, para dar un golpe de Estado parlamentario al entonces presidente Fernando Lugo, sino que permitió borrar los avances logrados hasta entonces.
“Durante el gobierno de facto de Federico Franco se procedió a liberar, de forma ilegal, nuevos cultivos de soja, algodón y maíz transgénico, violentando la normativa nacional que prevé la elaboración de estudios de impacto ambiental y experimentación controlada por un lapso de dos años. Eso continúa con el nuevo gobierno de Horacio Cartes”, explicó el directivo de Sobrevivencia Amigos de la Tierra Paraguay.
Además, señaló que existe una preocupante y creciente criminalización y judicialización de la protesta contra la expansión del cultivo de soja y el modelo agroexportador en general.
Durante la última década se registra un aumento exponencial de los desalojos y desplazamientos violentos, las detenciones y el asesinato de quienes luchan por el acceso a la tierra y contra la expansión de este modelo depredador.
“Es un modelo violador de los derechos humanos, que usa el hostigamiento, la persecución, y la represión para restringir las libertades y continuar concentrando tierra y territorios”, concluyó Cardozo.
Esto significa un aumento de la superficie cultivada con soja transgénica -patentada por un 95 por ciento por Monsanto y comercializada principalmente por ADM, Cargill, LDC y Bunge- del 109 por ciento en los últimos 10 años y del 460 por ciento en las últimas dos décadas.
Concentración de la tierra
2% de los propietarios acumula
el 80 por ciento de las tierras
La expansión acelerada del cultivo de soja transgénica, que actualmente abarca más del 70 por ciento de la tierra cultivada, en un país donde el 2 por ciento de los propietarios acumula el 80 por ciento de las tierras, ha significado el desplazamiento de la población campesina e indígena, la desaparición de bosques y el crecimiento exponencial del uso indiscriminado de agrotóxicos.
El IICA señala que el 87 por ciento de la superficie total cultivada con soja se encuentra en manos de medianos y grandes productores, al tiempo que la población rural y la agricultura campesina van reduciéndose cada día más, afectando gravemente la soberanía alimentaria del país.
Monocultivos y pérdida de diversidad agrícola
Más contaminación y menos bosques
Casi la tercera parte del territorio de la región oriental de Paraguay está cultivado con soja transgénica, y Monsanto prevé expandir sus cultivos hacia la región occidental (Chaco), avanzando sobre territorios que son de reforma agraria.
Asimismo, el más reciente informe de la Alianza Biodiversidad sobre los impactos de la soja transgénica en Paraguay, estima que entre 1991 y 2009 el país perdió más de 3.2 millones de hectáreas de bosque nativo, es decir el 15.34 por ciento de la superficie total.
También reporta que, durante la zafra 2007-2008, en los cultivos de soja se usaron más de 21 millones de litros y más de 1.9 millones de kilogramos de agrotóxicos, entre otros el Glifosato (5.3 millones de litros), Paraquat (6.6 millones de litros), Endosulfán (3.2 millones de litros), Cipermetrina y Acefato (2 millones de litros).
“Desde su ingreso en forma ilegal en la década de los 90, la soja transgénica y el modelo agroexportador han venido causando gravísimos impactos sociales y ambientales, sobre todo en las comunidades más vulnerables que son las campesinas e indígenas”, dijo a La Rel, David Cardozo, gerente del Programa de Diversidad Biológica y Cultura de la organización Sobrevivencia | Amigos de la Tierra Paraguay .
Cardozo señaló que ya hay abundante evidencia de las graves afectaciones a la salud provocadas por el uso indiscriminado de agrotóxicos, principalmente del glifosato, ingrediente activo del Roundup, el herbicida producido por Monsanto.
“Ya se han detectado decenas de casos de pérdidas de embarazos, malformaciones congénitas, trastornos gastrointestinales, así como el aumento de cáncer.
Tenemos también los casos de Silvino Talavera, de 11 años, y de las hermanas Adelaida y Adela Álvarez Cabrera, de 3 años y 6 meses respectivamente, quienes fallecieron trágicamente tras ser embestidos por las fumigaciones”, recordó Cardozo.
Criminalización de la protesta
Y violación de los Derechos Humanos
La masacre ocurrida en Curuguaty durante el desalojo de las tierras estatales de Marina Cué, donde perdieron la vida 11 campesinos y 6 policías, no solo sirvió a los sectores más retrógrados del país, coludidos con el gran capital agroexportador transnacional, para dar un golpe de Estado parlamentario al entonces presidente Fernando Lugo, sino que permitió borrar los avances logrados hasta entonces.
“Durante el gobierno de facto de Federico Franco se procedió a liberar, de forma ilegal, nuevos cultivos de soja, algodón y maíz transgénico, violentando la normativa nacional que prevé la elaboración de estudios de impacto ambiental y experimentación controlada por un lapso de dos años. Eso continúa con el nuevo gobierno de Horacio Cartes”, explicó el directivo de Sobrevivencia Amigos de la Tierra Paraguay.
Además, señaló que existe una preocupante y creciente criminalización y judicialización de la protesta contra la expansión del cultivo de soja y el modelo agroexportador en general.
Durante la última década se registra un aumento exponencial de los desalojos y desplazamientos violentos, las detenciones y el asesinato de quienes luchan por el acceso a la tierra y contra la expansión de este modelo depredador.
“Es un modelo violador de los derechos humanos, que usa el hostigamiento, la persecución, y la represión para restringir las libertades y continuar concentrando tierra y territorios”, concluyó Cardozo.
Fuente: Rel-UITA
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