Foto G. Trucchi |
Por Marco Consolo
El domingo 1°
de junio, con la presencia de más de 6000 invitados, en una sesión solemne y
pública, el Parlamento salvadoreño instaló en la Presidencia de la República al
ex comandante guerrillero Salvador Sánchez Cerén, candidato del Frente
Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN). En la ceremonia de asunción
participaron varios Jefes de Estado, entre los cuales se encontraban, el
ecuatoriano Rafael Correa, el boliviano Evo Morales, Danilo Medina de República
Dominicana, junto al vicepresidente cubano Salvador Valdés, al vicepresidente
de la Venezuela bolivariana Jorge Arreaza, y a más de 100 delegaciones
extranjeras, entre las cuales estuvo la de Rifondazione Comunista.
Sánchez Cerén
viene directamente de las filas del Farabundo Martí, del cual fue uno de los
fundadores, contrariamente al Presidente saliente, Mauricio Funes, un
periodista progresista independiente.
Noveno de doce
hermanos, Sánchez Cerén nace el 18 de junio de 1944 en una familia de
artesanos. A los 18 años se vuelve maestro. Su trabajo en las escuelas rurales
le permite vivir en carne propia, el panorama de pobreza e injusticia social y
lo convierte en un dirigente sindical del sector docente. A principios de los
años ‘70 entra en las Fuerzas Populares
de Liberación (FPL), una de las cinco organizaciones que más tarde
formarán el Frente Farabundo Martí. Ocho
años después pasa a la clandestinidad y en 1983 se convierte en su principal
dirigente con el nombre de Leonel González.
Ya en 1992 es
uno de los signatarios de los “Acuerdos de Paz”, más tarde asume la
responsabilidad de Coordinador General del FMLN. Fue diputado en le período de
los años 2000 a 2009. A partir del 2009
se convirtió en Ministro de Educación y último Vicepresidente del país,
hasta el 1° de Junio próximo pasado, fecha en que asume la Presidencia.
EL SANTO DE LOS POBRES
Después de la
ceremonia oficial hubo una fiesta popular con la presencia de miles de
militantes en la Plaza Cívica, donde se encuentra la catedral de San Salvador.
Un lugar muy simbólico para la historia salvadoreña: el 30 de marzo de 1980, en
efecto, el lugar había sido teatro de una masacre durante el entierro de
Monseñor Oscar Arnulfo Romero, un prelado progresista, que estuvo siempre en
primera fila en defensa de las demandas sociales y los derechos humanos. Pocos
días antes, mientras celebraba una misa, Mons. Romero había sido asesinado por los escuadrones de la muerte de la extrema
derecha, a sueldo del Gobierno cívico-militar que ostentaba el poder. Hoy sus restos descansan en una cripta de la
catedral. El Vaticano de Wojtyla y Ratzinger, empeñado en desmontar la
presencia de la “teología de la liberación” en el continente, no quiso conceder
su beatificación oficial, aunque el pueblo salvadoreño lo bautizó rápidamente como “el santo de los pobres”.
El asesinato
de Mons. Romero fue la señal de reacción de la derecha oligárquica frente al
crecimiento de las movilizaciones populares. Una reacción que restablecía la
tutela militar sobre los gobiernos “de marioneta”, supeditados a la oligarquía
local y a la política de “guerra de baja intensidad” de los Estados
Unidos. Para Ronald Reagan y George Bush
padre, se trataba de aislar la revolución cubana y la nicaragüense y evitar a
toda costa el contagio centroamericano.
Este “homicidio excelente” puso de relieve la falta de espacios para
hacer política “legal” y fue una de las razones que impulsaron a muchas
organizaciones populares de tomar la decisión de pasar a la clandestinidad y a
la lucha guerrillera, fundando en Octubre el Frente Farabundo Martí para la
Liberación Nacional (FMLN).
Años después,
algunas monjas y sacerdotes jesuitas de la Universidad Central Americana,
pagaron con su vida su opción en favor de los pobres. Con el tiempo se descubrirá que la orden de asesinar a
Mons. Romero había venido del Mayor Roberto D’Aubuisson, uno de los jefes de
los escuadrones de la muerte. Formado en la tristemente célebre “Escuela de las
Américas” estadounidense, el alto oficial se había convertido en jefe de
inteligencia y después había fundado el partido ARENA (Alianza Republicana
Nacionalista), antes de morir de muerte natural en febrero de 1992. Exactamente
un mes después de la firma de los “Acuerdos de Paz” producida el 16 de enero en
el castillo de Chapultepec, en México.
LA FIRMA DE LOS ACUERDOS DE PAZ
Este día,
junto al desaparecido Shafik Handal y a otros comandantes guerrilleros,
Salvador Sánchez Cerén (el popular Leonel), firma los acuerdos de paz. Estos
acuerdos ponen fin a los 12 años de una
sangrienta guerra civil: de un lado la guerrilla de FMLN, del otro los
Gobiernos autoritarios y las Juntas militares, que se mancharon las manos con crímenes horribles, contando con el apoyo
de los Estados Unidos. Un conflicto que, según las cifras oficiales, costó más
de 75.000 víctimas, entre muertos y desaparecidos y que deja profundas heridas,
las que están lejos ser sanada.
Después de la
firma de los acuerdos, el FMLN tiene que
reinventarse y se transforma de fuerza guerrillera en partido político.
Su nueva plataforma programática se basa en una transición democrática emanada
de la voluntad popular, y en las transformaciones estructurales del ejército,
de la policía, el respeto por los derechos humanos, la modificación del sistema
electoral, de la economía, de la
distribución de la tierra, del sistema legislativo, de las relaciones
internacionales. El FMLN se transforma en fuerza política con el objetivo de
convertirse en partido de masas y así comienza la larga marcha institucional
para la conquista del Gobierno, que al final alcanzará en 2009. Un proceso
complejo, con fuertes debates internos que causan la salida de distintos
cuadros. Como dijo Shafik Handal: “El
FMLN es como un gran árbol frondoso, que crece continuamente porque tiene
raíces en el pueblo. Pero en todo árbol hay hojas que se marchitan y caen “.
FARABUNDO EN
EL GOBIERNO
Hoy Sánchez
Cerén sucede a Mauricio Funes, un ex periodista y candidato independiente
apoyado por el FMLN, que había gobernado el país desde 2009, no sin
ambigüedades y abiertas contradicciones, pero que deja la presidencia con un
fuerte apoyo popular.
En el momento
de hacerse cargo de la presidencia, Mauricio Funes recibió un país muy
endeudado, sin inversión, con el sector agrícola prácticamente destruido, altos
índices de corrupción, desigualdad y exclusión, y con una tasa de criminalidad
y violencia entre las más altas del mundo. Hay que tenerlo en cuenta para poder
comprender la profundidad del cambio.
Además de
disfrutar de una gran popularidad por la lucha contra la corrupción, las
políticas sociales y las mejoras de los ingresos, el gobierno de Funes ha
contribuido de manera decisiva a neutralizar parte de la guerra psicológica
permanente contra el FMLN. De hecho, a pesar de las amenazas mediáticas de la
derecha, muchos se han dado cuenta de que los escenarios de caos y violencia
vaticinados en caso de victoria, no se
produjeron y que era posible cambiar de rumbo.
En 2009, la
candidatura de Funes había permitido atraer a sectores moderados, dividir la
derecha y ganar la primera vuelta con el 51,4%. Esta fase, en la que el
gobierno de izquierda fue liderado por un aliado político, fue vital para
la “gobernabilidad parlamentaria” del
país y para la segunda victoria presidencial, esta vez de un líder histórico
del FMLN.
Esta vez,
después de perder por un pelo (49%) la elección en la primera vuelta el 2 de
febrero pasado, Sánchez Cerén ganó la
votación en segunda vuelta el 9 de marzo (50,11%), con poco más de 6.600 votos
de diferencia con Norman Quijano, el candidato de la extrema derecha de ARENA,
que había logrado subir los 10 escalones que los separaban, llegando en segundo
lugar con el 49,89%.
En la primera
ronda, de hecho, la derecha se presentó dividida entre ARENA (39%) y GANA
(11%), una escisión de ARENA, para la segunda vuelta, se movilizaron de manera
unitaria contra la “amenaza roja”. Y entre las dos vueltas electorales, la artillería mediática derechista se
concentró en una violenta campaña anticomunista, de miedo y terror, evocando
“el fantasma del Castro-chavismo”. Tonos de la “guerra fría”, propio de una
derecha cavernícola y retrógrada como la salvadoreña, unida para tratar de no
ceder un centímetro de poder económico y político. En el pasado, esta derecha,
se había caracterizado por hacer del país una república con soberanía limitada,
bajo la protección de EE.UU. y “en su “patio trasero”. Sin embargo, a pesar de
la millonaria campaña, la derecha ha perdido.
LOS SUEÑOS DEL PULGARCITO DE AMÉRICA
La presidencia de un ex comandante guerrillero
es un hecho de gran valor simbólico para el pequeño país de América Central, el
“pulgarcito de América”, como le había bautizado Roque Dalton, el recordado
poeta salvadoreño.
En su discurso
inaugural, centrado en la modernización del Estado y en el llamado a la unidad
del país para resolver los grandes problemas, el nuevo Presidente ha reafirmado
la prioridad de los programas sociales y su continuidad, a partir del apoyo a
la educación pública a través del popular “paquete escolar”. El “paquete”
incluye libros, cuadernos, uniformes, zapatos y un vaso de leche para cada
niña/o, financiados por el Estado, y producidos
a “kilómetro 0″, reactivando, de esta manera, importantes sectores económicos con base
territorial. Así como el objetivo de garantizar una computadora para cada
alumno en los próximos años, y el acceso a internet para las escuelas.
No podía
faltar una referencia a los caídos en la guerra y a los mártires. Reivindicando
la memoria histórica, Sánchez Cerén ha reconocido el compromiso del gobierno
hacia los ex guerrilleros, los soldados y los inválidos de guerra, y al mismo
tiempo se ha comprometido con los familiares de los “detenidos desaparecidos”,
en la búsqueda de la verdad y en hacer justicia.
Entre los
puntos del programa de gobierno (discutido de puerta en puerta a lo largo de
seis meses) sobresalen la lucha contra la corrupción, la transparencia
administrativa, la lucha contra el crimen organizado, el diálogo con la
oposición, la reforma fiscal, protección de los migrantes salvadoreños en el
exterior, la mejora de condiciones de trabajo y el fortalecimiento de los
derechos sindicales a partir de las “maquilas” de las “zonas francas”. Se van a
crear los ministerios de la mujer y el de
la cultura, áreas que hasta ahora no tenían rango ministerial.
De particular
importancia es el programa de apoyo al sector rural y a la agricultura
campesina, particularmente en la producción de productos agrícolas de consumo
masivo con el objetivo de la soberanía alimentaria. Durante la anterior
legislatura, el gobierno de Funes ha puesto en marcha una serie de inversiones
en el sector agrícola, apuntando a los
créditos a los pequeños agricultores, la formación técnica, la construcción de
los “bancos de semillas” con la participación del movimiento cooperativo.
Medidas que han hecho que hoy en día el país sea autosuficiente en maíz y
frijol, alimentos básicos de la población. Sin embargo, justo en estos días,
los EE.UU. estarían presionando para que El Salvador compre semillas
genéticamente modificadas de Monsanto, bajo la amenaza de suspender la ayuda
financiera de cerca de 300 millones de dólares.
Entre los
objetivos declarados por el nuevo gobierno, está el “Pacto por el Café”, uno de
los principales sectores de exportación. Entre los compromisos adquiridos, el
de mejorar la infraestructura del transporte local y el principal puerto del
país.
El primer
anuncio público del nuevo presidente ha sido el ingreso del país en
PETROCARIBE, la alianza energética que hoy reúne a 19 países, inventada por el
fallecido presidente Hugo Chávez. La iniciativa PETROCARIBE ayudará a financiar
y ampliar los proyectos que ya están en marcha a través del “ALBA Petróleo”, el original acuerdo
energético entre la Venezuela Bolivariana y las ciudades gobernadas por el
FMLN.
En política
exterior se reafirma la prioridad de la integración latinoamericana, en
paralelo con la mejora de las relaciones con Estados Unidos, país al que
Sánchez Cerén ha realizado una visita oficial en las últimas semanas y donde
viven cerca de 2 millones de salvadoreños. Como se recordará, el país está
“dolarizado” desde el año 2001, cuando el gobierno de ARENA renunció a acuñar
moneda, atándose de pies y manos a la economía de EE.UU.. El “padre de la “dolarización”, el entonces
presidente Francisco Flores, es ahora un fugitivo de la justicia, acusado de embolsarse
millones de dólares de donaciones internacionales. En los últimos meses, el
parlamento también ha investigado un supuesto soborno en la privatización de la
empresa eléctrica, privatización que ha favorecido la italiana ENEL.
EL CAMINO
CUESTA ARRIBA
Estamos
ciertos en que hay que soñar con un futuro mejor, pero manteniendo los ojos
bien abiertos. Porqué el gobierno del pequeño país tiene ante sí un camino
cuesta arriba, con unos 6 millones de habitantes y casi 3 millones de migrantes
(incluyendo varios miles en Italia, segundo destino después de Estados Unidos).
Se inicia una dura batalla para la aplicación y el desarrollo del programa, en
el que la izquierda del FMLN ha sido capaz de mantener la iniciativa
estratégica hasta la fecha, en una dinámica compleja, hecha de realidad y de sueños, de proyectos
históricos opuestos, e intereses sociales profundamente antagónicos.
No se trata
solamente de profundizar las reformas iniciadas desde el año 2009. La agenda para el cambio vendrá marcada por la
necesidad de realizar las políticas sociales, en un contexto de dolarización y
de subordinación a la economía de los
EE.UU., disminuyendo, al mismo tiempo, la dependencia de las remesas de los
migrantes.
En primer
lugar entre los principales retos del nuevo gobierno, está la difícil situación
económica, agravada por la crisis internacional. Según datos oficiales, Sánchez
Cerén recibió un país con una tasa de crecimiento del 0,9 %, un déficit fiscal
superior al 4,2 % y una deuda equivalente al 56,2% del PIB, registrados en
2013.
Para encontrar
los fondos necesarios para las medidas anunciadas, el nuevo gobierno está
promoviendo una reforma tributaria a través del diálogo con otros partidos y
con los empresarios. Se habla de al
menos 1.320 millones de dólares entre nuevos impuestos y la emisión de bonos,
un paquete que el gobierno anterior había presentado en el Parlamento en sus
últimos días.
El proceso de
cambio de la base material productiva es fundamental para generar empleo e
ingresos, en un contexto de una mayor justicia y bienestar social. Nada fácil
ni automático. Las últimas declaraciones parecen excluir un acuerdo con el Fondo Monetario
Internacional (FMI), con el que el gobierno de Funes ha mantenido un “acuerdo
provisional” de tres años y que expiró en 2013. Según el acuerdo, el FMI
garantizaría al país una suma de alrededor de 790 millones de dólares en el
caso de falta de liquidez.
En el aspecto
institucional, el FMLN no tiene mayoría en el Parlamento y sólo tiene 31
escaños de un total de 84. Ciertamente, esto no es un detalle para avanzar y
cumplir con la agenda legislativa y política.
La derecha
controla la Sala Constitucional de la Corte Suprema, protagonista de los
ataques abiertos en contra del gobierno, incluso en estos días. El temor es que
podría repetirse el patrón de “golpe institucional”, como fue el caso de
Honduras y Paraguay.
En el aspecto
político, para hacer las transformaciones necesarias, se necesita resolver un
equilibrio paralizante entre izquierda y derecha, con alianzas que permitan la
construcción de una nueva hegemonía en la estructura del Estado y en la misma
sociedad, todavía con una fuerte influencia de los intereses oligárquicos y
corporativos. Serán determinantes la capacidad de movilización popular, los
mecanismos de participación y control desde abajo.
Los
principales dirigentes sociales del FMLN tienen muy clara la diferencia entre
“autonomía” del gobierno y la “independencia” del cuadro político nacional. Si
por un lado se reivindica claramente la autonomía y la no supeditación al
“gobierno amigo”, por el otro hay claridad sobre el papel “no neutral y no
independiente” de los movimientos con respecto al cuadro político y al
conflicto.
Y hay una novedad positiva. En los últimos
tiempos ha nacido una nueva instancia de coordinación del movimiento popular,
social y sindical, que tuvo su bautismo el pasado 1° de mayo. Se trata de
la Coordinadora Unitaria Social y
Sindical (CUSS). Su consolidación no está asegurada, debido a un pasado de
desconfianza mutua y de divisiones de los movimientos. Pero no hay duda de que
este es un importante paso adelante para
la unificación de los sectores populares. Se trata de fortalecer la
organización y la conciencia, luchar por las demandas socio-económicas,
mantener la crítica y al mismo tiempo apoyar políticamente al nuevo gobierno,
sin ser cooptados. Una tarea difícil,
delicada, común a todas las experiencias de transformación, no sólo en América
Latina, de cuyo resultado depende el futuro de la esperanza de cambio.
Uno de los temas
altamente sensible es el crimen organizado y su violencia criminal que cuenta
con el apoyo de sectores corruptos de la policía y las fuerzas armadas (cuya
depuración está progresando lentamente) con el corolario de la inseguridad, el
caballo de batalla de la derecha internacional. Pese a las críticas de muchos
sectores, el gobierno de Funes había llegado a una tregua frágil y oscilante
con las “maras”, que, sin embargo, redujo drásticamente los asesinatos. El
nuevo gobierno habla de “políticas integrales”, hechas de represión del delito
y de prevención con las políticas sociales.
Aunque los
“golpes militares” todavía no son piezas de museo, la derecha interna está
derrotada, pero no vencida. ARENA representa los intereses económicos de la
oligarquía, pero al mismo tiempo cumple con las expectativas políticas e
ideológicas de amplios sectores no sólo de la clase media, sino también de
sectores populares, tanto rurales como urbanos. Es una importante fuerza
nacional, con experiencia y recursos, que controla muchos municipios en el
país, empezando por la capital, San
Salvador.
Sobre la base
del esquema del “golpe blando ” la derecha podría tratar de utilizar las calles
en contra del gobierno. Inmediatamente después de las elecciones, ganadas por
el FMLN por un estrecho margen, por unas horas ARENA dijo no reconocer los
resultados de las elecciones e hizo un llamado a l pueblo y a las Fuerzas
Armadas, a salir a las calles en señal de repudio. Luego tuvo que dar marcha
atrás debido a la falta de apoyo popular. Y hace algún tiempo, aunque con
pobres resultados, la derecha había movilizado a las damas de los barrios
ricos, con manifestaciones “contra el hambre y la falta de alimentos provocada
por el gobierno”.
El guión será
probablemente muy similar al aplicado en Venezuela, con una mezcla de la
escasez de alimentos debido en gran parte al acaparamiento de la empresa
privada, aumento de la violencia callejera, ofensiva diplomática y financiera
internacional, y por último, presión mediática. A propósito de medios de
comunicación, aquí también el poder de los medios de comunicación está
totalmente en manos de los poderes fácticos, con un control casi total de
prensa, radio y TV. Solamente una anécdota: el cierre de la campaña del FMLN ha
movilizado a cerca de 250.000 personas en la capital, pero los titulares de la
prensa fueron dedicados a los escándalos relacionados con el fútbol.
En esta área,
en contraste con muchos países del continente, el Gobierno ya ha admitido su
impotencia, declarando no poder meter mano a la reforma del sector, dada la falta de una mayoría
parlamentaria.
LAS
CONTRADICCIONES ABIERTAS
Fuera de los
problemas “externos”, también hay muchas ambigüedades y contradicciones en el
seno del propio gobierno. Entre ellas se encuentra la aprobación de la “Ley de
Asocio Público-Privado” (APP), vista como una oportunidad para atraer la
inversión para el desarrollo. Se oye el eco de las sirenas del “crecimiento
económico” y de la “teoría de los dos tiempos” en que puede haber
redistribución sólo en el segundo. Se recomienda “apretarse el cinturón” en la
actualidad, para poder vivir mejor mañana. Es el conocido sermón de los
sacerdotes del neoliberalismo, del Banco Mundial y del FMI. Sin embargo resultó ser una falacia ilusoria. La realidad
es que, también aquí, se han
incrementado las ganancias de las empresas, pero nunca se han redistribuido.
En cuanto a la política exterior, pesa mucho
la hipoteca de la firma de los Tratados de Libre Comercio (TLC) con Estados
Unidos y con la Unión Europea, el primero firmado por los gobiernos de la
derecha y el segundo por el anterior gobierno de Funes.
En el primer
caso, los Estados Unidos han tomado como modelo el NAFTA (el TLC entre los
EE.UU., Canadá y México del 1994) y hace tiempo el acuerdo es plenamente
vigente. Por el contrario, en el caso del “Acuerdo de Asociación” entre la
Unión Europea y América Central (CAFTA), los países centroamericanos han
recibido una fuerte presión para la firma inmediata, mientras que aún falta la
ratificación de muchos países europeos. Y de los tres pilares (comercial,
político y de cooperación) oh casualidad, arrancó sólo el primero. Nada nuevo
bajo el sol, para un TLC como siempre escrito directamente por los grupos de presión
de las multinacionales europeas y hecho a la medida de sus necesidades.
Si la
oligarquía tradicional ha perdido su capacidad hegemónica en el Estado y en la
economía, son precisamente las multinacionales del sector financiero, las de la
energía, telecomunicaciones, etc.., las que a través del TLC, empujan para
adueñarse de la educación, de la salud, del sistema de pensiones, del agua y la
agricultura. Y aunque no lo controlen directamente, sin duda las corporaciones
tienen una influencia en el nuevo gobierno.
Otro tema
polémico a escala continental es la presencia de El Salvador en calidad de
observador en la “Alianza del Pacífico”, el acuerdo político-comercial de la
derecha continental bajo los auspicios de EE.UU, acuerdo hecho para socavar la
integración latinoamericana. Presencia apoyada por el gobierno anterior, pero
en contradicción con las declaraciones paralelas a favor de la integración de
la región, autónoma del gigante del Norte. A pesar de las relaciones de fuerza
parlamentarias, que sin duda no son favorables, será difícil mantenerse neutral
en el conflicto entre la Alianza del Pacífico y el ALBA (Alianza Bolivariana de
los pueblos de Nuestra América), teniendo en cuenta también que el ALBA ha
ayudado bastante a El Salvador
La desestabilización
Internacional también tiene como actor secundario al gobierno de derecha de
Honduras, que, con tonos agresivos recientemente sacudió el polvo de una vieja
disputa territorial sobre la pequeña Isla Conejo, en el Golfo de Fonseca sobre el Océano Pacífico.
Sin embargo
hay también alguna buena noticia: con 56 votos a favor, el Parlamento acaba de
aprobar la ratificación de la reforma del art. 63 de la Constitución, el cual
establece el reconocimiento constitucional de los pueblos originarios en El
Salvador.
A la espera de las elecciones municipales y de
las legislativas en marzo del 2015, estas son algunas de las luces y sombras de
la realidad y del debate sobre el modelo
de desarrollo. Un modelo que afecta la vida de millones de salvadoreños del “Pulgarcito de América” de Roque Dalton.
Fuente: Il blog di Marco Consolo
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Se eliminarán los comentarios que contienen vulgaridades o elementos de violencia verbal