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¿Qué tienen en común el venezolano Henrique Capriles, el mexicano Enrique Peña Nieto, los hondureños Porfirio Lobo y Juan Orlando Hernández, los colombianos Álvaro Uribe y Juan Manuel Santos, el argentino Francisco de Narváez y el salvadoreño Norman Quijano? Además de un perfil político-ideológico marcadamente conservador, todos contrataron los servicios de Juan José Rendón, quien volvió a protagonizar esta semana un nuevo capítulo en su escandalosa trayectoria que lo obligó a abandonar su rol junto al actual presidente-candidato colombiano.
“No resalte la presencia del consultor si esto es perjudicial para la campaña”, aconseja Rendón (más conocido como JJ) en su página web. Paradojas del destino, el tiro le salió por la culata en su última cruzada: el diario colombiano El Espectador develó este lunes que el consultor venezolano recibió 12 millones de dólares de tres capos del narcotráfico para que viabilice un acuerdo de rendición con el gobierno colombiano a cambio de la no extradición.
El culebrón devino en escándalo y JJ tuvo que correrse del medio y regresar a su lujoso departamento en Miami. Ahora deberá enfrentar una investigación iniciada en la Fiscalía General colombiana y otra denuncia registrada en el Ministerio Público venezolano por los delitos de traición a la patria, legitimación de capitales y financiamiento al terrorismo. Además de un pedido de extradición que Nicolás Maduro hará llegar al gobierno estadounidense.
El rey de la propaganda negra
Así se lo conoce en el mundo de los asesores políticos. Y no precisamente porque viste siempre de negro. Desde su agencia de publicidad política “JJ Rendón & Asociados Creatividad Estratégica”, lleva casi tres décadas orientando campañas de todo tipo, entre ellas 28 presidenciales, con una estrategia basada en la guerra sucia, la difamación y la “rumorología".
Su trayectoria en el rubro comenzó en su Venezuela natal, cuando intervino en la campaña que llevó a Carlos Andrés Pérez por segunda vez a la presidencia en 1987. Casi 10 años más tarde, participó en el manejo publicitario del también victorioso Rafael Caldera.
Su suerte comenzó a revertirse con la irrupción de la Revolución Bolivariana. Y en 2004 sufrió su peor cachetazo: fue uno de los principales estrategas del referendo revocatorio contra Hugo Chávez, en el que el pueblo venezolano ratificó a su líder.
En 2006 se fue del país escapando de una denuncia por violencia sexual. Por ese delito, la Fiscalía General venezolana solicitó a Interpol que emitiera un alerta rojo que el organismo denegó. Desde Miami, se esmeró en diseminar el antichavismo por todo el continente mientras seguía ligado la derecha vernácula. “Es venezolano de nacimiento, pero no tiene patria”, le dedicaba Nicolás Maduro un día antes de vencer a otro de sus clientes, Henrique Capriles Radonsky, en abril de 2013. Tampoco habían tenido suerte JJ y Capriles unos meses antes, esa vez en la memorable última elección de Chávez.
El Goebbels del nazismo moderno
“La democracia en América Latina está en riesgo”, advertía Rendón en una entrevista el año pasado para argumentar su lucha contra los gobiernos progresistas y populares de la región, a los que califica como “neototalitaristas”. En su web, se señala que “su filosofía de vida y su dura oposición a las pseudo revoluciones latinoamericanas lo han llevado a ser declarado enemigo de gobiernos totalitarios como el régimen de Venezuela, Bolivia y Cuba”.
El itinerario por el continente que abultó su currículum y lo llevó a la fama incluye el asesoramiento en las campañas presidenciales de: Enrique Peña Nieto (México, 2011), Juan Manuel Santos (2010 y 2014), Porfirio Lobo en las cuestionadas elecciones pos golpe de Estado (Honduras, 2009), Juan Orlando Hernández (Honduras, 2013) y Norman Quijano (El Salvador, 2014).
Además fue contratado para comicios legislativos o regionales, entre los que se destacó su rol de ideólogo de los virulentos spots de campaña de Francisco de Narváez en su intento por llegar a la gobernación de la Provincia de Buenos Aires en 2011. También, admite el propio Rendón, ha sido asesor de unos 15 ministerios de Defensa.
El periodista mexicano Ramón Betancourt lo describe como “el rey de la propaganda negra, de la desinformación, del rumor como arma de propaganda política de desprestigio para aniquilar a los contrincantes. Es el nuevo Goebbels del nazismo moderno”.
Este modus operandi se basa en lo que JJ explica como “Estrategia: Las tres eses”, en la cual crea falsas informaciones relacionadas con el sexo, la salud y el sueldo de quien sea el blanco de su campaña de descrédito.
Sus métodos, sin embargo, no le impidieron recibir cuatro Doctorados Honoris Causa por distintas universidades de la derecha latinoamericana. Aunque quizá su mayor galardón haya sido la vez que congresistas y alcaldes estadounidenses le entregaron un premio en Miami "por sus exitosos 25 años de defensa y construcción de la democracia". El reconocimiento, dijeron los políticos norteamericanos, era "por trabajar sólo para candidatos opuestos al eje castro-chavista".
El culebrón devino en escándalo y JJ tuvo que correrse del medio y regresar a su lujoso departamento en Miami. Ahora deberá enfrentar una investigación iniciada en la Fiscalía General colombiana y otra denuncia registrada en el Ministerio Público venezolano por los delitos de traición a la patria, legitimación de capitales y financiamiento al terrorismo. Además de un pedido de extradición que Nicolás Maduro hará llegar al gobierno estadounidense.
El rey de la propaganda negra
Así se lo conoce en el mundo de los asesores políticos. Y no precisamente porque viste siempre de negro. Desde su agencia de publicidad política “JJ Rendón & Asociados Creatividad Estratégica”, lleva casi tres décadas orientando campañas de todo tipo, entre ellas 28 presidenciales, con una estrategia basada en la guerra sucia, la difamación y la “rumorología".
Su trayectoria en el rubro comenzó en su Venezuela natal, cuando intervino en la campaña que llevó a Carlos Andrés Pérez por segunda vez a la presidencia en 1987. Casi 10 años más tarde, participó en el manejo publicitario del también victorioso Rafael Caldera.
Su suerte comenzó a revertirse con la irrupción de la Revolución Bolivariana. Y en 2004 sufrió su peor cachetazo: fue uno de los principales estrategas del referendo revocatorio contra Hugo Chávez, en el que el pueblo venezolano ratificó a su líder.
En 2006 se fue del país escapando de una denuncia por violencia sexual. Por ese delito, la Fiscalía General venezolana solicitó a Interpol que emitiera un alerta rojo que el organismo denegó. Desde Miami, se esmeró en diseminar el antichavismo por todo el continente mientras seguía ligado la derecha vernácula. “Es venezolano de nacimiento, pero no tiene patria”, le dedicaba Nicolás Maduro un día antes de vencer a otro de sus clientes, Henrique Capriles Radonsky, en abril de 2013. Tampoco habían tenido suerte JJ y Capriles unos meses antes, esa vez en la memorable última elección de Chávez.
El Goebbels del nazismo moderno
“La democracia en América Latina está en riesgo”, advertía Rendón en una entrevista el año pasado para argumentar su lucha contra los gobiernos progresistas y populares de la región, a los que califica como “neototalitaristas”. En su web, se señala que “su filosofía de vida y su dura oposición a las pseudo revoluciones latinoamericanas lo han llevado a ser declarado enemigo de gobiernos totalitarios como el régimen de Venezuela, Bolivia y Cuba”.
El itinerario por el continente que abultó su currículum y lo llevó a la fama incluye el asesoramiento en las campañas presidenciales de: Enrique Peña Nieto (México, 2011), Juan Manuel Santos (2010 y 2014), Porfirio Lobo en las cuestionadas elecciones pos golpe de Estado (Honduras, 2009), Juan Orlando Hernández (Honduras, 2013) y Norman Quijano (El Salvador, 2014).
Además fue contratado para comicios legislativos o regionales, entre los que se destacó su rol de ideólogo de los virulentos spots de campaña de Francisco de Narváez en su intento por llegar a la gobernación de la Provincia de Buenos Aires en 2011. También, admite el propio Rendón, ha sido asesor de unos 15 ministerios de Defensa.
El periodista mexicano Ramón Betancourt lo describe como “el rey de la propaganda negra, de la desinformación, del rumor como arma de propaganda política de desprestigio para aniquilar a los contrincantes. Es el nuevo Goebbels del nazismo moderno”.
Este modus operandi se basa en lo que JJ explica como “Estrategia: Las tres eses”, en la cual crea falsas informaciones relacionadas con el sexo, la salud y el sueldo de quien sea el blanco de su campaña de descrédito.
Sus métodos, sin embargo, no le impidieron recibir cuatro Doctorados Honoris Causa por distintas universidades de la derecha latinoamericana. Aunque quizá su mayor galardón haya sido la vez que congresistas y alcaldes estadounidenses le entregaron un premio en Miami "por sus exitosos 25 años de defensa y construcción de la democracia". El reconocimiento, dijeron los políticos norteamericanos, era "por trabajar sólo para candidatos opuestos al eje castro-chavista".
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