Por WRM
Las Naciones Unidas fijaron el 21 de marzo como el Día
Internacional de los Bosques. Para nosotros es una buena razón para -una
vez más- enviar una carta (ver a continuación) a la FAO exhortándola a
que modifique su actual definición de bosque, que sirve sobre todo para
favorecer los intereses de las industrias maderera, celulósica y
papelera y cauchera.
Estamos invitando a la FAO a tomar la iniciativa de corregir esa
definición engañosa. Esto beneficiaria a millones de personas que
dependen de los bosques y a toda la humanidad, así como a miles de
comunidades rurales que luchan en contra de la invasión de sus
territorios por parte de monocultivos industriales de árboles falsamente
llamados como “bosques” de acuerdo a la presente definición de FAO.
A la FAO
Director General
Sr. José Graziano da Silva
Somos un amplio grupo de movimientos sociales, ONGs y activistas, quienes dirigimos este llamado urgente a la FAO para que revise su actual definición de los bosques. Actualmente, vuestra definición reduce el bosque a un área cualquiera cubierta por árboles, dejando de lado la diversidad estructural, funcional y biológica de los demás elementos que lo componen, así como la importancia cultural de la interacción entre los bosques y las comunidades. Esta definición de la FAO favorece principalmente los intereses del lobby maderero y de las compañías que realizan plantaciones industriales de árboles para producir celulosa, papel y látex, mientras que no toma en cuenta a los 300 millones, o más, de mujeres y hombres del mundo entero que, según la FAO, dependen directamente de los bosques para su subsistencia. Esto incluye a los pueblos y poblaciones indíg enas y tradicionales, muchos de los cuales son campesinos cuya soberanía alimentaria depende de la agricultura en el bosque así como del uso de la rica diversidad de productos no madereros que éste ofrece. Todos ellos, no sólo garantizan su propia soberanía alimentaria sino que contribuyen de manera fundamental a alimentar al mundo. Los bosques cumplen un papel fundamental en las vidas de esos hombres y mujeres, que son campesinos, artesanos, pescadores y recolectores, y que deben figurar entre los principales actores de un proceso de revisión que la FAO debería iniciar para lograr que su definición de bosques refleje lo que éstos representan en el siglo XXI.
Los bosques son tan importantes para la vida de millones de mujeres y hombres que dependen de ellos de numerosas maneras, que les suele resultar difícil expresar con palabras, aun en su propio idioma, hasta qué punto los bosques les resultan cruciales. A veces, los pueblos del bosque resumen esa importancia diciendo simplemente que el bosque es su “hogar”, no sólo un pedazo de tierra cubierto por árboles sino un territorio en el que se sienten protegidos y donde pueden encontrar todo lo que necesitan para vivir bien. Esos pueblos suelen ser indígenas, y entre ellos figuran el centenar de pueblos voluntariamente aislados que aún quedan. También se incluyen muchos otros grupos que si bien poseen una gran diversidad de estilos de vida, todos dependen del bosque. Sin excepción, todos ellos dan pruebas de gran respeto hacia el bosque del cual dependen y sienten que forman parte.
Si bien la recolección de productos no madereros es una actividad esencial para gran parte de esos hombres y mujeres que dependen del bosque, otros son campesinos que practican la agricultura con métodos transmitidos desde hace varias generaciones y se fueron perfeccionando con el fin de mantener intactas las funciones del bosque. Este tipo de agricultura, así como la caza, la pesca y la recolección de una serie de productos no madereros como miel, frutos, semillas, bellotas, tubérculos, plantas medicinales y hierbas asegura la soberanía alimentaria y la salud de dichas poblaciones. Los campesinos contribuyen también a la subsistencia de un número aún mayor de personas: 1.600 millones según las estimaciones de la propia FAO. Además, los pueblos del bosque usan la madera principalmente para sus necesidades domésticas, y raras veces como principal actividad comercial. Pero incluso cuando es utilizada comercialmente, el comercio se realiza en los mercados locales. Las comunidades que dependen del bosque suelen conocer bien el potencial de destrucción de la extracción comercial de madera. Ésta da enormes ganancias a un puñado de forasteros, pero deja tras de sí una destrucción irreparable y altera gravemente los medios de vida de la población.
Sin embargo, los Estados y las instituciones multilaterales como la FAO y el Banco Mundial siguen considerando a los bosques como tierras donde la extracción comercial de maderas valiosas por parte de compañías privadas, muchas de ellas extranjeras, es la mejor manera que tiene un país de encaminarse hacia el llamado “desarrollo” y sacar a la gente de la “pobreza”. Esta perspectiva centrada en la madera está en el origen de la actual definición de bosque de la FAO: “Tierras que se extienden por más de 0,5 hectáreas dotadas de árboles de una altura superior a 5 m y una cubierta de dosel superior al 10 por ciento, o de árboles capaces de alcanzar esta altura in situ. ”.(1)
Esta definición reduccionista también justifica la expansión de las plantaciones industriales de árboles como supuestos “bosques plantados”. Según la definición de la FAO, ese tipo de monocultivo a gran escala se considera incluso como “reforestación” y serviría para compensar la pérdida de bosques. En la práctica, las plantaciones industriales, ya sean de árboles, de palma aceitera o de soja, han contribuido enormemente a la destrucción de los bosques y otros biomas, tales como pastizales y sabanas, en todas partes del mundo. Gracias a ellas, un puñado de compañías transnacionales ha obtenido abundantes ganancias, pero las comunidades dependientes del bosque han quedado en la miseria y, a menudo, han debido abandonar sus territorios. Las mujeres, que en general han desarrollado una relación particular con el bosque, tienden a sufrir m&a acute;s con su destrucción. Las comunidades afectadas por los monocultivos de arboles a gran escala de árboles nunca los llaman bosques.
El informe de la FAO “Estado de los bosques del mundo” sigue difundiendo el mito de que la deforestación ya no es un problema tan grande como en el pasado. Esta supuesta buena noticia se debe a que la FAO confunde bosques y plantaciones, permitiendo así que decenas de millones de plantaciones industriales de eucaliptos, acacias y heveas de crecimiento rápido sean contabilizadas como “bosques plantados” en las estadísticas forestales de cada país. Aplicando la actual definición de bosque de la FAO, incluso una plantación de 100.000 hectáreas de eucaliptos genéticamente modificados de crecimiento rápido es un “bosque”, a pesar de todos los impactos negativos inherentes al monocultivo a gran escala, sin hablar del riesgo de que se contamine la composición genética de los árboles y bosques de los alrededores.
En sus principios fundacionales, la FAO se describe a sí misma como una organización que dirige las “actividades internacionales encaminadas a erradicar el hambre” y “un foro neutral donde todas las naciones se reúnen como iguales”. Para que esta declaración sea cierta, la FAO debe modificar urgentemente su definición de bosques para que, en lugar de reflejar las preferencias y perspectivas de las compañías madereras, pasteras, papeleras y caucheras, refleje lo que los pueblos que dependen de los bosques ven en ellos, y el uso que hacen de ellos.
A diferencia del proceso ya existente en la FAO, el proceso de elaborar una nueva y más apropiada definición de bosques debe involucrar a las mujeres y los hombres que dependen directamente de los bosques. Una definición apropiada debe respaldar sus formas de vida, redes y organizaciones. En el Día Internacional de los Bosques nos comprometemos a proseguir la campaña tendiente a que la FAO y todas las organizaciones pertinentes inicien un proceso, dirigido por las comunidades de los bosques, para formular una nueva definición de bosques.
Firmado por:
La Via Campesina
Amigos de la Tierra Internacional
Focus on the Global South
Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales
(1) http://www.fao.org/docrep/013/i1757s/i1757s13.pdf
Director General
Sr. José Graziano da Silva
Somos un amplio grupo de movimientos sociales, ONGs y activistas, quienes dirigimos este llamado urgente a la FAO para que revise su actual definición de los bosques. Actualmente, vuestra definición reduce el bosque a un área cualquiera cubierta por árboles, dejando de lado la diversidad estructural, funcional y biológica de los demás elementos que lo componen, así como la importancia cultural de la interacción entre los bosques y las comunidades. Esta definición de la FAO favorece principalmente los intereses del lobby maderero y de las compañías que realizan plantaciones industriales de árboles para producir celulosa, papel y látex, mientras que no toma en cuenta a los 300 millones, o más, de mujeres y hombres del mundo entero que, según la FAO, dependen directamente de los bosques para su subsistencia. Esto incluye a los pueblos y poblaciones indíg enas y tradicionales, muchos de los cuales son campesinos cuya soberanía alimentaria depende de la agricultura en el bosque así como del uso de la rica diversidad de productos no madereros que éste ofrece. Todos ellos, no sólo garantizan su propia soberanía alimentaria sino que contribuyen de manera fundamental a alimentar al mundo. Los bosques cumplen un papel fundamental en las vidas de esos hombres y mujeres, que son campesinos, artesanos, pescadores y recolectores, y que deben figurar entre los principales actores de un proceso de revisión que la FAO debería iniciar para lograr que su definición de bosques refleje lo que éstos representan en el siglo XXI.
Los bosques son tan importantes para la vida de millones de mujeres y hombres que dependen de ellos de numerosas maneras, que les suele resultar difícil expresar con palabras, aun en su propio idioma, hasta qué punto los bosques les resultan cruciales. A veces, los pueblos del bosque resumen esa importancia diciendo simplemente que el bosque es su “hogar”, no sólo un pedazo de tierra cubierto por árboles sino un territorio en el que se sienten protegidos y donde pueden encontrar todo lo que necesitan para vivir bien. Esos pueblos suelen ser indígenas, y entre ellos figuran el centenar de pueblos voluntariamente aislados que aún quedan. También se incluyen muchos otros grupos que si bien poseen una gran diversidad de estilos de vida, todos dependen del bosque. Sin excepción, todos ellos dan pruebas de gran respeto hacia el bosque del cual dependen y sienten que forman parte.
Si bien la recolección de productos no madereros es una actividad esencial para gran parte de esos hombres y mujeres que dependen del bosque, otros son campesinos que practican la agricultura con métodos transmitidos desde hace varias generaciones y se fueron perfeccionando con el fin de mantener intactas las funciones del bosque. Este tipo de agricultura, así como la caza, la pesca y la recolección de una serie de productos no madereros como miel, frutos, semillas, bellotas, tubérculos, plantas medicinales y hierbas asegura la soberanía alimentaria y la salud de dichas poblaciones. Los campesinos contribuyen también a la subsistencia de un número aún mayor de personas: 1.600 millones según las estimaciones de la propia FAO. Además, los pueblos del bosque usan la madera principalmente para sus necesidades domésticas, y raras veces como principal actividad comercial. Pero incluso cuando es utilizada comercialmente, el comercio se realiza en los mercados locales. Las comunidades que dependen del bosque suelen conocer bien el potencial de destrucción de la extracción comercial de madera. Ésta da enormes ganancias a un puñado de forasteros, pero deja tras de sí una destrucción irreparable y altera gravemente los medios de vida de la población.
Sin embargo, los Estados y las instituciones multilaterales como la FAO y el Banco Mundial siguen considerando a los bosques como tierras donde la extracción comercial de maderas valiosas por parte de compañías privadas, muchas de ellas extranjeras, es la mejor manera que tiene un país de encaminarse hacia el llamado “desarrollo” y sacar a la gente de la “pobreza”. Esta perspectiva centrada en la madera está en el origen de la actual definición de bosque de la FAO: “Tierras que se extienden por más de 0,5 hectáreas dotadas de árboles de una altura superior a 5 m y una cubierta de dosel superior al 10 por ciento, o de árboles capaces de alcanzar esta altura in situ. ”.(1)
Esta definición reduccionista también justifica la expansión de las plantaciones industriales de árboles como supuestos “bosques plantados”. Según la definición de la FAO, ese tipo de monocultivo a gran escala se considera incluso como “reforestación” y serviría para compensar la pérdida de bosques. En la práctica, las plantaciones industriales, ya sean de árboles, de palma aceitera o de soja, han contribuido enormemente a la destrucción de los bosques y otros biomas, tales como pastizales y sabanas, en todas partes del mundo. Gracias a ellas, un puñado de compañías transnacionales ha obtenido abundantes ganancias, pero las comunidades dependientes del bosque han quedado en la miseria y, a menudo, han debido abandonar sus territorios. Las mujeres, que en general han desarrollado una relación particular con el bosque, tienden a sufrir m&a acute;s con su destrucción. Las comunidades afectadas por los monocultivos de arboles a gran escala de árboles nunca los llaman bosques.
El informe de la FAO “Estado de los bosques del mundo” sigue difundiendo el mito de que la deforestación ya no es un problema tan grande como en el pasado. Esta supuesta buena noticia se debe a que la FAO confunde bosques y plantaciones, permitiendo así que decenas de millones de plantaciones industriales de eucaliptos, acacias y heveas de crecimiento rápido sean contabilizadas como “bosques plantados” en las estadísticas forestales de cada país. Aplicando la actual definición de bosque de la FAO, incluso una plantación de 100.000 hectáreas de eucaliptos genéticamente modificados de crecimiento rápido es un “bosque”, a pesar de todos los impactos negativos inherentes al monocultivo a gran escala, sin hablar del riesgo de que se contamine la composición genética de los árboles y bosques de los alrededores.
En sus principios fundacionales, la FAO se describe a sí misma como una organización que dirige las “actividades internacionales encaminadas a erradicar el hambre” y “un foro neutral donde todas las naciones se reúnen como iguales”. Para que esta declaración sea cierta, la FAO debe modificar urgentemente su definición de bosques para que, en lugar de reflejar las preferencias y perspectivas de las compañías madereras, pasteras, papeleras y caucheras, refleje lo que los pueblos que dependen de los bosques ven en ellos, y el uso que hacen de ellos.
A diferencia del proceso ya existente en la FAO, el proceso de elaborar una nueva y más apropiada definición de bosques debe involucrar a las mujeres y los hombres que dependen directamente de los bosques. Una definición apropiada debe respaldar sus formas de vida, redes y organizaciones. En el Día Internacional de los Bosques nos comprometemos a proseguir la campaña tendiente a que la FAO y todas las organizaciones pertinentes inicien un proceso, dirigido por las comunidades de los bosques, para formular una nueva definición de bosques.
Firmado por:
La Via Campesina
Amigos de la Tierra Internacional
Focus on the Global South
Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales
(1) http://www.fao.org/docrep/013/i1757s/i1757s13.pdf
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