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Por AFP |panorama.com.ve
En
2008, justo antes de su 90 cumpleaños, Estados Unidos otorgó a Nelson
Mandela un obsequio muy especial: lo retiró de su lista de terroristas
en la que había figurado por décadas, poniendo fin a lo que funcionarios
estadounidenses consideran "un asunto bastante vergonzoso."
Para entonces, el líder antiapartheid hacía tiempo que había abandonado la cárcel en la que permaneció por 27 años, y ya disfrutaba de su retiro y su papel como una de las figuras más veneradas del siglo XX tras convertirse en el primer presidente negro de Sudáfrica.
- Lea "Madiba, Mandela: un revolucionario"
El jueves, cuando Mandela falleció a los 95 años, el presidente
estadounidense Barack Obama lo destacó como una figura inspiradora que
"alcanzó más de lo que podemos esperar de cualquier hombre", y ordenó
que las banderas en todos los edificios públicos ondeen a media asta -un
tributo que rara vez se otorga a un líder extranjero.
Pero décadas atrás muchos estadounidenses no compartían la admiración por Mandela y su partido el Congreso Nacional Africano (ANC), que fue catalogado como una organización terrorista por Sudáfrica y Estados Unidos. Sus detractores de derecha lo pintaron como un terrorista impenitente y simpatizante del comunismo.
De hecho se supo que la Agencia Central de Inteligencia estadounidense (CIA) ayudó a orquestar el arresto de Mandela en 1962, al infiltrar un agente en la ANC que proporcionaba datos a las autoridades sudafricanas para que pudieran rastrearlo.
Sin embargo, en la década de 1980, el fallecido senador demócrata Ted Kennedy redactó una ley junto al senador Lowell Weicker que con el tiempo se convertiría en uno de los catalizadores que conducirían al colapso del apartheid.
El entonces presidente Ronald Reagan trató de enterrar con su veto el proyecto antiapartheid que apuntaba a imponer sanciones económicas a Sudáfrica, afirmando que consideraba que sólo conduciría a más violencia y la represión de los negros.
Pero por primera y única vez en el siglo, el Congreso estadounidense se rebeló y levantó el veto, dando lugar a la aplicación de sanciones contra Pretoria que afectaron los enlaces aéreos directos y cortaron ayuda vital.
Algunos especialistas consideran que la historia de redención de Mandela y la innegable justicia de su causa representan lecciones únicas para Washington, que enfrenta abusos flagrantes a los derechos humanos por parte de regímenes represivos en todo el mundo.
Brian Dooley, quien trabajó con Kennedy en la legislación y ahora dirige la organización Human Rights First, critica la justificación de que Estados Unidos busca un "compromiso constructivo" con los regímenes autocráticos en aras de un bien mayor y para garantizar intereses en materia de seguridad.
"Las justificaciones para apoyar el régimen del apartheid son ahora casi las mismas que se escuchan cuando se habla de por qué Estados Unidos no es más firme contra las violaciones a los derechos humanos en Arabia Saudita o Bahréin u otros muchos países", dijo Dooley a la AFP.
"Olvidemos la moral por un segundo, y observemos el interés nacional, el interés propio. Alinearse con los tipos malos no sólo luce mal, está mal. Y eventualmente caen, y eventualmente existirá un terrible resentimiento" hacia el país, agregó.
Las lecciones extraídas del tiempo del apartheid todavía se aplican hoy,
estimó Dooley, ya que "el sólo hecho de que el Congreso hizo caso omiso
al veto salvó la reputación de Estados Unidos".
Hasta hace cinco años, Mandela y otros integrantes del ANC permanecían en la lista terrorista de Estados Unidos, debido a su lucha armada contra el régimen segregacionista, que a mediados de la década de 1990 cedió el lugar a la democracia.
El Departamento de Estado debió otorgar a Mandela una exención para que pudiera ingresar a Estados Unidos para asistir a reuniones como la Asamblea General de la ONU, algo que la exsecretaria de Estado Condoleezza Rice encontró "vergonzoso".
Cuando Mandela fue finalmente retirado de la lista en 2008, el entonces senador y actual secretario de Estado John Kerry, afirmó: "él no tiene lugar en la lista de vigilancia terrorista de nuestro gobierno".
En un discurso desde la Casa Blanca el jueves, Obama destacó a Mandela como alguien "que tomó la historia en sus manos y torció el arco del universo moral hacia la justicia". "No veremos más a alguien como Nelson Mandela", subrayó.
J. Peter Pham, director del Centro para África del Consejo del Atlántico, calificó a Mandela como "uno de los raros estadistas que capturaron la imaginación de los estadounidenses a lo largo del espectro político".
"Incluso aquellos que normalmente no se interesan en África, encontraron en él un individuo muy persuasivo", dijo Pham, que recibió en 2008 el Premio Internacional Nelson Mandela para la seguridad y desarrollo africano.
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