Foto Gerardo Iglesias | Rel-UITA |
El Paraguay de los pobres también existe
Por Paí Oliva
El 15 de agosto asume la presidencia de Paraguay el multimillonario empresario Horacio Cartes, electo en abril con el apoyo de los sectores más conservadores de la población. Entre ellos, los propietarios de tierras, y en particular los sojeros.
Si por lo menos vivieran en el país, el 2 por ciento de la población (las “200 familias”) que es dueña del 80 por ciento de las tierras paraguayas las palabras que siguen sobrarían. Pero no es el caso.
Además de esas “200 familias” existe otro Paraguay, señor presidente: el millón de personas que dependen de ellas, los dos millones de clase media baja y los 2,5 millones de pobres. Todos somos paraguayos.
En otras palabras: no existen solamente el estado ganadero y el estado sojero. Hay otros más extensos: el estado de las capas medias y el estado campesino, que abarca casi al 40 por ciento de la población.
Hablemos del estado sojero
En 2003 tenía 1,5 millones de hectáreas. Hoy tiene 3,1 millones.
En diez años ha duplicado su extensión. Y lo ha hecho a costa de que 900.000 campesinos fueran expulsados o huyeran del campo como consecuencia de las intoxicaciones producidas por las fumigaciones de los cultivos de soja.
El proyecto existente es pasar de 3 millones a 6 millones de hectáreas sembradas con soja.
Ante esto, el economista Luis Rojas nos habla de “campesinos y campesinas e indígenas que se niegan a dejar de ser lo que siempre fueron: gentes del campo, unida a la tierra”.
Y nos advierte sobre el modo sutil con que el Ministerio de Agricultura, la Unión Ganadera de Paraguay y los sojeros piensan lograr su plan de seguir sacando a los campesinos de sus tierras.
“Hay que frenar el avance de la soja, delimitando lo que ya tiene para que no crezca más. Y en el resto de las tierras hacer una reforma agraria integral”, dice Rojas.
El Paraguay quien no es ni sojero ni ganadero tiene derecho a existir. Y esto, señor presidente electo, los pobres del país lo elevan a usted, no como un pedido sino como una exigencia. Sí, como una exigencia.
Además de esas “200 familias” existe otro Paraguay, señor presidente: el millón de personas que dependen de ellas, los dos millones de clase media baja y los 2,5 millones de pobres. Todos somos paraguayos.
En otras palabras: no existen solamente el estado ganadero y el estado sojero. Hay otros más extensos: el estado de las capas medias y el estado campesino, que abarca casi al 40 por ciento de la población.
Hablemos del estado sojero
En 2003 tenía 1,5 millones de hectáreas. Hoy tiene 3,1 millones.
En diez años ha duplicado su extensión. Y lo ha hecho a costa de que 900.000 campesinos fueran expulsados o huyeran del campo como consecuencia de las intoxicaciones producidas por las fumigaciones de los cultivos de soja.
El proyecto existente es pasar de 3 millones a 6 millones de hectáreas sembradas con soja.
Ante esto, el economista Luis Rojas nos habla de “campesinos y campesinas e indígenas que se niegan a dejar de ser lo que siempre fueron: gentes del campo, unida a la tierra”.
Y nos advierte sobre el modo sutil con que el Ministerio de Agricultura, la Unión Ganadera de Paraguay y los sojeros piensan lograr su plan de seguir sacando a los campesinos de sus tierras.
“Hay que frenar el avance de la soja, delimitando lo que ya tiene para que no crezca más. Y en el resto de las tierras hacer una reforma agraria integral”, dice Rojas.
El Paraguay quien no es ni sojero ni ganadero tiene derecho a existir. Y esto, señor presidente electo, los pobres del país lo elevan a usted, no como un pedido sino como una exigencia. Sí, como una exigencia.
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