jueves, 15 de agosto de 2013

Honduras: Ayer La Esperanza

Copinh
Por Sandra Marybel Sánchez

Hoy fue uno de esos días que se le arrebatan a la violencia en que estamos sumidos y en los que se recupera la fe en los seres humanos. Uno de esos días en los que la solidaridad se encarna en hombres y mujeres que reafirman nuestras utopías.

Por supuesto que eso no ocurrió en el centro político del país, donde se trafica y se transa con todo. Ocurrió en la comunidad de La Esperanza, Intibucá, que aunque lleva el nombre del último de los males de la Caja de Pandora, hoy nos llenó de esperanza, de la buena, de la que moviliza, de la que se transforma en convicción.

No es casual que haya ocurrido en ese lugar, la cuna de los copines y las copinas, como le decimos cariñosamente a los hombres y mujeres que conforman el Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH), quienes llevan dos décadas dándonos ejemplo de que la patria y los bienes comunes de la naturaleza deben defenderse con la vida si es necesario, y que la solidaridad es una práctica, que éticamente nos coloca a la par de quien la necesita.

Hombres y mujeres, que valoramos la dura y riesgosa lucha que sostiene el pueblo lenca de Río Blanco, bajo el liderazgo de la Coordinadora General del COPINH, Bertha Cáceres, en defensa del Río Gualcarque, que para ese pueblo y para todos pueblos es sinónimo de vida; nos autoconvocamos y llegamos hoy de todas partes de Honduras y de más allá de nuestras fronteras, a acompañar a la compañera, a Tomasito y Aureliano, a una audiencia de imputados, por supuesta comisión de delitos en contra de los intereses de las empresas DESA y SINOHYDRO, una trasnacional china dedicada a la construcción de represas.

Poco a poco, el parqueo del “Palacio de la Justicia de la Esperanza”, se fue llenado de colorido y calor, al escuchamos el Himno Nacional Resistente cantado por Karla Lara y La Casa de la Justicia, sí, esa de la genial inspiración del rebelde “pueta” Sosa y su “templo de encantadores de serpientes”, también escuchamos encendidos discursos solidarios, llenos de rabia por la injusticia de un Sistema de Justicia que sigue criminalizando las luchas sociales.

La emociones fueron fuertes y múltiples, pero llegaron al clímax, cuando vimos salir de ese frío edificio de altísimas columnas de cemento (burda imitación de la Casa blanca de los yunai esteis), a Bertita, como cariñosamente le decimos, y a sus dos compañeros, flanqueados por la imponente presencia de la mundialmente conocida Defensora de los Derechos Humanos y Senadora del pueblo colombiano, Piedad Córdoba, y de su apoderado legal, por convicción y compromiso con la resistencia del pueblo lenca, abogado Víctor Fernández.

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