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Por Gerardo Iglesias | Rel-UITA
La extensión del Paro Nacional Agrario, la resistencia al modelo neoliberal del presidente Juan Manuel Santos, respaldado por Estados Unidos, y las perspectivas de las luchas sociales en Colombia son algunos de los temas abordados en esta entrevista con el senador del Polo Democrático, Jorge Enrique Robledo.
La extensión del Paro Nacional Agrario, la resistencia al modelo neoliberal del presidente Juan Manuel Santos, respaldado por Estados Unidos, y las perspectivas de las luchas sociales en Colombia son algunos de los temas abordados en esta entrevista con el senador del Polo Democrático, Jorge Enrique Robledo.
-Quién hubiera imaginado esta movilización tan importante de los campesinos colombianos, ¿verdad?
-Las grandes movilizaciones de estas semanas y las cafeteras y del cacao de febrero y marzo pasados son consecuencia de la explosión del modelo de libre comercio que se ha venido imponiendo desde hace 25 años.
Colombia era autosuficiente en materia de alimentos en 1990 y a su vez tenía una exportación importante. Todo eso se ha venido desintegrando: el trigo desapareció, junto con la cebada y el maíz; el algodón agoniza, muchos campesinos se refugiaron en la producción de leche y ahora también vienen por ellos.
Lo que está en cuestión son sobre todo los desastres provocados por el libre comercio. Hace 25 años que los que pertenecemos al Polo Democrático venimos dando este debate. Dijimos que esto se iba a dar, y ahora finalmente estalló una crisis que está repercutiendo directamente en la sociedad.
El tema es que para el presidente Juan Manuel Santos eso no importa: se viene el TLC con la Unión Europea, que representará una masacre para los productores lecheros.
Y es cierto lo que tú dices: hace muchos años que no se veía en Colombia una movilización de esta magnitud y con estas repercusiones
-Noto un gobierno muy displicente ante estas manifestaciones…
-La actitud displicente del gobierno es esperable porque tiene el talante de Santos. Además, creo que esa displicencia tiene que ver con otra cosa: el gobierno sabe que este es un debate medular contra un modelo económico.
Y si hay alguien jugado al modelo neoliberal clásico, ese es nuestro presidente. Santos es una ficha del imperio. En una revista local, el 12 de febrero de 2011 afirmó: “yo soy pro estadounidense”. Parte de la displicencia de su gobierno tiene que ver con que no tiene ninguna intención de rever posturas y mejorarlas, sino más bien lo contrario.
Es más, todo el manejo que se le está dando al proceso de paz está pensado para ser utilizado en el encubrimiento de estas realidades y de una feroz política de concentración de la tierra a través de los TLC. Una política que nadie nunca antes se atrevió a implementar en Colombia, ni siquiera Álvaro Uribe.
-Hay quien dice que el gobierno está regalando el país. La denuncia que usted realizó sobre las tierras ilegítimas de la transnacional Cargill vale como muestra...
-Es verdad, la frase que cito con anterioridad -“yo soy pro estadounidense”- no es sólo retórica. Colombia está siendo gobernada por una minoría de intermediarios de los intereses de Estados Unidos: banqueros, importadores y transnacionales.
A esto se suma la política –abierta y descarada- de Santos en relación a la extranjerización de la tierra. Está en su programa de gobierno. Lo bueno es que en medio del debate político logramos sacar esto a la luz, porque estaba oculto. Salió a luz, por ejemplo, hasta dónde están involucradas en el país, transnacionales como Cargill.
Quisiera resaltar el hecho de cómo una oposición pequeña, en la medida que sea firme y coherente y entienda lo que sucede profundamente en Colombia, es capaz de generar hechos políticos de gran trascendencia.
Un ejemplo de esto fue la renuncia del embajador ante Estados Unidos,Carlos Urrutia, miembro del bufete de abogados vinculado a las más grandes transnacionales en Colombia y del curubito social de Bogotá, íntimo amigo de la infancia de Juan Manuel Santos.
-Esto ha generado una reacción virulenta contra usted por parte del gobierno, acusándolo de incitación a la violencia y otras incongruencias.
-Hay como un intento desesperado del gobierno de echarle la culpa al Polo Democrático, y a mí personalmente, a partir de falsas acusaciones.
Debo recordar que yo provengo de un sector de la izquierda que nunca estuvo a favor de la lucha armada. Y no hablo de ahora sino de 40 años atrás, cuando esa postura era bastante difícil de sostener porque existían siete grupos guerrilleros. Santos sabe eso, al igual que lo saben el ejército y la policía.
Pero la postura del gobierno, que está alineada con los pensamientos retrógrados, golpea ahí sobre todo porque la nuestra es una oposición muy pequeña pero que ha logrado hechos políticos de mucha importancia.
Lo que quieren es liquidarnos. Saben que nosotros respaldamos la lucha social, y eso siempre incomoda. Somos un ejemplo terrible. No somos una oposición tibia que pide permiso y perdón a cambio de mermelada, así que son comprensibles las razones del accionar del gobierno de Santos.
Creo que en este momento la lucha que estamos librando en Colombia es parte de la lucha continental y global. Recuerdo que un amigo me decía: si ellos globalizan la presión, nosotros debemos globalizar la resistencia.
De eso se trata. Es evidente que esto es muy importante y debemos unirnos para luchar contra el libre comercio a nivel continental. Aunque sea pequeña la fracción que está en contra de este modelo, tenemos que dar batalla.
-Las grandes movilizaciones de estas semanas y las cafeteras y del cacao de febrero y marzo pasados son consecuencia de la explosión del modelo de libre comercio que se ha venido imponiendo desde hace 25 años.
Colombia era autosuficiente en materia de alimentos en 1990 y a su vez tenía una exportación importante. Todo eso se ha venido desintegrando: el trigo desapareció, junto con la cebada y el maíz; el algodón agoniza, muchos campesinos se refugiaron en la producción de leche y ahora también vienen por ellos.
Lo que está en cuestión son sobre todo los desastres provocados por el libre comercio. Hace 25 años que los que pertenecemos al Polo Democrático venimos dando este debate. Dijimos que esto se iba a dar, y ahora finalmente estalló una crisis que está repercutiendo directamente en la sociedad.
El tema es que para el presidente Juan Manuel Santos eso no importa: se viene el TLC con la Unión Europea, que representará una masacre para los productores lecheros.
Y es cierto lo que tú dices: hace muchos años que no se veía en Colombia una movilización de esta magnitud y con estas repercusiones
-Noto un gobierno muy displicente ante estas manifestaciones…
-La actitud displicente del gobierno es esperable porque tiene el talante de Santos. Además, creo que esa displicencia tiene que ver con otra cosa: el gobierno sabe que este es un debate medular contra un modelo económico.
Y si hay alguien jugado al modelo neoliberal clásico, ese es nuestro presidente. Santos es una ficha del imperio. En una revista local, el 12 de febrero de 2011 afirmó: “yo soy pro estadounidense”. Parte de la displicencia de su gobierno tiene que ver con que no tiene ninguna intención de rever posturas y mejorarlas, sino más bien lo contrario.
Es más, todo el manejo que se le está dando al proceso de paz está pensado para ser utilizado en el encubrimiento de estas realidades y de una feroz política de concentración de la tierra a través de los TLC. Una política que nadie nunca antes se atrevió a implementar en Colombia, ni siquiera Álvaro Uribe.
-Hay quien dice que el gobierno está regalando el país. La denuncia que usted realizó sobre las tierras ilegítimas de la transnacional Cargill vale como muestra...
-Es verdad, la frase que cito con anterioridad -“yo soy pro estadounidense”- no es sólo retórica. Colombia está siendo gobernada por una minoría de intermediarios de los intereses de Estados Unidos: banqueros, importadores y transnacionales.
A esto se suma la política –abierta y descarada- de Santos en relación a la extranjerización de la tierra. Está en su programa de gobierno. Lo bueno es que en medio del debate político logramos sacar esto a la luz, porque estaba oculto. Salió a luz, por ejemplo, hasta dónde están involucradas en el país, transnacionales como Cargill.
Quisiera resaltar el hecho de cómo una oposición pequeña, en la medida que sea firme y coherente y entienda lo que sucede profundamente en Colombia, es capaz de generar hechos políticos de gran trascendencia.
Un ejemplo de esto fue la renuncia del embajador ante Estados Unidos,Carlos Urrutia, miembro del bufete de abogados vinculado a las más grandes transnacionales en Colombia y del curubito social de Bogotá, íntimo amigo de la infancia de Juan Manuel Santos.
-Esto ha generado una reacción virulenta contra usted por parte del gobierno, acusándolo de incitación a la violencia y otras incongruencias.
-Hay como un intento desesperado del gobierno de echarle la culpa al Polo Democrático, y a mí personalmente, a partir de falsas acusaciones.
Debo recordar que yo provengo de un sector de la izquierda que nunca estuvo a favor de la lucha armada. Y no hablo de ahora sino de 40 años atrás, cuando esa postura era bastante difícil de sostener porque existían siete grupos guerrilleros. Santos sabe eso, al igual que lo saben el ejército y la policía.
Pero la postura del gobierno, que está alineada con los pensamientos retrógrados, golpea ahí sobre todo porque la nuestra es una oposición muy pequeña pero que ha logrado hechos políticos de mucha importancia.
Lo que quieren es liquidarnos. Saben que nosotros respaldamos la lucha social, y eso siempre incomoda. Somos un ejemplo terrible. No somos una oposición tibia que pide permiso y perdón a cambio de mermelada, así que son comprensibles las razones del accionar del gobierno de Santos.
Creo que en este momento la lucha que estamos librando en Colombia es parte de la lucha continental y global. Recuerdo que un amigo me decía: si ellos globalizan la presión, nosotros debemos globalizar la resistencia.
De eso se trata. Es evidente que esto es muy importante y debemos unirnos para luchar contra el libre comercio a nivel continental. Aunque sea pequeña la fracción que está en contra de este modelo, tenemos que dar batalla.
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