Foto G. Trucchi | Rel-UITA |
El pasado 6 de mayo el Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales (WRM) en coordinación con SAVIA, organización que representa en Guatemala a la Red contra los Monocultivos de Árboles en América Latina, y con la colaboración de la Red Manglar Internacional visitó ese país, en el marco de la realización de una serie de actividades sobre los impactos de los monocultivos de palma africana sobre las comunidades locales.
“Además de un levantamiento de testimonios y datos sobre el tema, se destacó la presentación del documental Bajo Aguán: Grito por la Tierra, producido por Rel-UITA y Alba Sud”, dijo a La Rel, Lizzie Díaz, de la Secretaría Internacional del WRM
“La lucha campesina por la tierra y contra el acaparamiento de la misma en manos de grandes corporaciones -continuó Lizzie- se da en muchos países de Centroamérica y Guatemala no es la excepción, partiendo de esa premisa es que organizamos este cine foro para la presentación del documental, contando con la experiencia de la visita a Honduras, que se hizo en conjunto con la Rel-UITA y FIAN Internacional, en febrero del año 2012”.
En relación a los motivos que llevaron al WRM a Guatemala, la activista señaló que los objetivos principales de la presentación del documental fueron por una parte, difundir la situación de desplazamiento que viven los campesinos hondureños en relación al monocultivo de palma africana, que se profundizó luego del golpe de Estado de 2009, y por otra parte, llevar esta lucha a otros países.
“Es fundamental la difusión de este material para que las comunidades sepan que no están solas, que las situaciones que viven, vinculadas al monocultivo, se dan en otros lugares y son el producto del modelo de producción y consumo imperantes; que implica el monocultivo a gran escala y que generalmente tienen detrás, grandes y poderosas corporaciones financieras, locales o transnacionales”, manifestó.
“La receptividad fue muy buena –agregó Lizzie– y creo que se abrió una puerta para la reflexión y el debate sobre el monocultivo de palma y sus impactos en las comunidades locales y en el ecosistema”.
Enrique Bonilla, presidente del COGMANGLAR, organización por la defensa y protección de los manglares de Guatemala, fue uno de los participantes de este cine foro.
“El testimonio de Enrique fue muy valioso porque estas comunidades están sufriendo en carne propia los impactos del cultivo de palma africana y de caña de azúcar, que ya han dejado como saldo el desvío de los ríos Coyolate y Bolas en la costa manglar, además de sufrir las consecuencias del uso indiscriminado de agrotóxicos en esas plantaciones”, explicó Lizzie.
Existen cuatro empresas palmeras que concentran la producción: La Reforestadora de Palma S.A. (REPSA), Tikindustrias S.A., La Empresa Nacional Agroindustrial S.A. (NAISA) y la Empresa Palmas del Ixcán, todas ubicadas en las comunidades del municipio de Sayaxché, Petén.
“Estas empresas son causantes de una muerte lenta para las comunidades y los bosques manglares”, relató Lizzie.
Además de la visita a la costa, el WRM se entrevistó con Lorenzo Pérez, coordinador de Consejo Nacional de Desplazados de Guatemala (CONDEG), cuya organización es la responsable de dar seguimiento y asesoramiento a comunidades campesinas afectadas por la palma africana.
“Según nos informó Pérez, el discurso de estas empresas que hablábamos anteriormente, es siempre el mismo, llegan con grandes promesas de progreso, de empleo, de desarrollo, mostrándose como única alternativa en comunidades que no tienen otra alternativa”, explica Lizzie.
Lo que ocurre actualmente en Guatemala es el triste fenómeno de campesinos que se vuelven obreros pobres.
“Estas empresas que desembarcan como la gran solución a la falta de trabajo, terminan siendo las grandes explotadoras imponiendo metas de producción imposibles de cumplir, para después poder pagar a los trabajadores, salarios de hambre.
Otro fenómeno frecuente es el número alto de mujeres indígenas trabajando en las plantaciones de palma africana, a ellas también les exigen cumplir con determinadas metas para poder alcanzar el salario mínimo, que si no son alcanzables para los hombres, menos son para las mujeres, es decir que las mujeres están condenadas a ganar siempre el salario mínimo.
“El video Bajo Aguán: Grito por la Tierra, es primordial para llevar adelante la difusión de este flagelo en el que se ha convertido el monocultivo a gran escala. Mostrar la realidad de la comunidad del Bajo Aguán en otros países, no solo nos ayuda a divulgar las atrocidades que viven a diario estas personas sino que también colabora en crear un espacio de reflexión sobre las diferentes realidades que se viven en torno de un mismo tema: la lucha por la tierra”, acotó Lizzie.
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