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Por Efe | Mariano González | LINyM
En una decisión dividida, tres a dos, los magistrados del máximo
tribunal de este país centroamericano resolvieron a favor de Ríos Montt
un "ocurso en queja" presentado por sus abogados defensores, por medio
del cual pretendía detener el proceso.
En la resolución, la CC
ordenó regresar todo lo actuado dentro del juicio a partir del 19 de
abril pasado, bajo el argumento de que el Tribunal Primero A de Mayor
Riesgo no resolvió una recusación planteada en contra de dos miembros de
esa judicatura por el abogado Francis García Gudiel, defensor de Ríos
Montt.
El fallo de la CC, además de anular la sentencia
condenatoria de 80 años de prisión emitida por esa judicatura en contra
de Ríos Montt, también dejó sin efecto la absolución que favoreció al
también general retirado José Rodríguez, antiguo jefe de Inteligencia
Militar, quien deberá sentarse de nuevo en el banquillo de los acusados.
Martín
Guzmán, secretario de la CC, en una rueda de prensa en la sede de ese
tribunal, explicó que "todo lo actuado a partir del 19 de abril" queda
anulado, incluyendo, por lo que deberá repetirse todas las diligencias
realizadas dentro del juicio de ese día hasta el 10 de mayo, cuando fue
emitida la sentencia condenatoria.
Guzmán explicó que quienes
votaron a favor de esa decisión fueron el presidente de la CC, Héctor
Pérez Aguilera, y los magistrados Alejandro Maldonado y Roberto Molina,
mientras que Mauro Rodriguez Chacón y Gloria Porras, se opusieron.
Ríos
Montt, de 86 años, quien gobernó de facto Guatemala, entre marzo de
1982 y agosto de 1983, y Rodríguez, quien fue jefe de la Dirección de
Inteligencia del Ejército durante ese período, enfrentan cargos de
genocidio y crímenes de guerra.
El tribunal consideró que el
exjefe de Estado "no hizo nada" por detener la violenta represión
desatada por el Ejército bajo su mando en contra de los indígenas de la
etnia ixil, en el marco de la guerra interna que vivía el país.
En
la sentencia emitida el 10 de mayo, el tribunal declaró a Ríos Montt
"responsable" como "autor" de los delitos por los que fue enjuiciado, y
absolvió a Rodríguez por considerar que no se demostró su
responsabilidad.
No es una derrota
Por más doloroso que sea el fallo de la Corte de Constitucionalidad (CC)
anulando el juicio a Ríos Montt, era de esperar. Hay que recordar que
los poderes económicos y políticos guatemaltecos son profundamente
conservadores y que tienen al sistema de justicia en su bolsillo.
El
juicio y la sentencia provisional unificaron a todos estos sectores. Se
dieron cuenta de lo peligroso que era sentar un precedente de este tipo y
lograron, vía la apariencia de legalidad, revertir el proceso logrado
hasta el momento.
Pero no hay que desanimarse. Entre otras cosas,
ya no es posible callar la discusión sobre el tema y otros actores han
sido implicados (como el mismísimo presidente Otto Pérez Molina). El
país ya no es el mismo. Se ha revelado como un espacio contradictorio
atravesado de luchas y proyectos distintos. Reconocer esto ya es un
logro que quiebra el imaginario de una realidad “armoniosa” y es un
primer paso para empezar su transformación.
Si bien es un
retroceso jurídico, el proceso y la sentencia provisional que condenaron
a Ríos Montt por el delito de genocidio produjeron una discusión
inédita en Guatemala: una revisión amplia de la barbarie pasada que
colocó en primer plano los testimonios de las víctimas ixiles y a una
figura simbólica de esa barbarie en una situación defensiva y
vergonzosa. ¿Quién se podía imaginar hace 10 años a la poderosa figura
de Ríos Montt en el banquillo de los acusados? ¿Quién se podía imaginar
que las víctimas pudieran contar con tanta resonancia su historia y
hacer que el país y el mundo las escuchara?
Nada de esto era
esperable en un país como Guatemala. Es más, lo lógico era que el juicio
y la sentencia provisional nunca se dieran. Pero lo hicieron.
Sucedieron. Están allí como signos que el proyecto hegemónico presenta
fisuras y que puede cuestionarse.
Los poderes tradicionales
lograron una victoria, pero no hay que desanimarse, eso la haría más
profunda. Hay que seguir dando la lucha por la memoria, la verdad y la
justicia.
Las causas de izquierda siempre son difíciles. Pero eso
no significa que no deba darse la pelea. La comodidad está del lado de
la derecha. A la izquierda le toca dar testimonio de su voluntad de
lucha. Insistir en su razón: la razón de las víctimas, de los
humillados, de los vencidos.
Contra esa razón y ese testimonio no hay sentencia legal que valga.
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