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Por Carolina Bedoya | Desinformémonos
“Somos cafeteros, no limosneros”, gritan los miles de cafeteros colombianos que iniciaron un paro el 25 de febrero para protestar, una vez más, por la ya tan extendida crisis del sector.
Pero no sólo es una manifestación de cafeteros, sino de mucha gente dolida por las continuas injusticias contra los pobres de todo el país.
¿Por qué el paro cafetero?
Colombia es conocida en el mundo por su gran variedad y calidad de café, pero lo que muchos desconocen es la grave situación por la que pasan los pequeños y medianos productores de este grano debido a la disminución de la producción. De esta manera, cuando tomas una taza de café en Colombia, lo más probable es que sea de Perú o Ecuador, ya que la importación del grano es ahora una práctica recurrente de la Federación de Cafeteros de aquel país, lo que a su vez reduce el precio en más del 50 por ciento para el productor.
Pero en el fondo de estas protestas hay una problemática más compleja, que rebasa lo estrictamente económico y que va desde los altos costos en el transporte del grano, tanto en el ámbito local como para la exportación; el cambio del uso de la tierra para la megaminería; la plaga conocida como roya y los altos precios de los abonos e insecticidas.
Sin embargo, es necesario señalar que esta crisis proviene desde la década de los años ochenta con la mal llamada “revolución verde”, que impulsaba nuevas formas de cultivo, utilizando fertilizantes que si bien incrementaron las cosechas, tuvieron a la postre resultados negativos.
En el caso del café la inclusión de fertilizantes y pesticidas desplazó las formas tradicionales de cultivo como aquella llamada “bosque cafetero”, que consiste en cultivar el grano a la sombra de árboles nativos, de manera rotativa, intercalándolo con otras semillas como el maíz, frijol y otras que protegen el cultivo. De esta manera las mismas plantas atraen a otros insectos y aves, lo que a su vez hace que la tierra y las plantas generen un equilibrio ambiental haciendo innecesaria la utilización de pesticidas e insecticidas. Con el reemplazo en el modelo agrícola se promovió el monocultivo de café de sol, que es todo lo contrario, pues depende en su mayor parte de agrotóxicos y fertilizantes que después de las primeras cosechas erosionan la tierra y la vuelven totalmente infértil, pero que son promovidos porque contribuyen al enriquecimiento de las empresas de agroquímicos.
Es así que aun en medio del señalamiento mediático, cafeteros, cacaoteros, taxistas, estudiantes, integrantes del magisterio e indígenas se lanzaron a las carreteras de todo el territorio nacional para exigirle al gobierno una solución razonable ante la crisis por la que están atravesando más de 600 familias que dependen de la producción del café, así como el freno de las concesiones a multinacionales para la explotación minera en territorios cafeteros, entre otras exigencias.
El Movimiento por la Dignidad Cafetera había anunciado la participación de 80 mil productores y a pesar de la fuerte represión que se dio desde el primer día de paro, han sido miles de caficultores los que se encuentran en las calles.
Represión y humillación
Desde el primer día de movilización, los manifestantes tuvieron que enfrentar la represión estatal. El gobierno, además de no aceptar públicamente el paro, decidió enviar a todo el país a sus fuerzas represoras. A tan solo unas horas de haberse iniciado la protesta, el Escuadrón Móvil Antidisturbios (ESMAD) ya había mutilado a uno de los campesinos, quien perdió una mano producto de un explosivo y otro más perdió uno de sus ojos por un proyectil de gas lacrimógeno.
Esto se hizo público a través de las redes sociales, donde circulan fotografías y videos, puesto que los medios de comunicación convencionales tendieron un cerco de silencio sobre las razones de las protestas de los cafeticultores colombianos en complicidad con el gobierno. La represión por parte de la fuerza pública también ha golpeado a mujeres, niños y ancianos; hasta el momento se habla de más de 80 personas heridas, dos muertos y varios encarcelados. Además de ello quemaron los refugios de los manifestantes, incluyendo sus alimentos, cambuches (albergues), utensilios de cocina y cuanto encontraron a su paso.
Por toda esta escalada represiva es necesario destacar que el paro cafetero se ha distinguido por su amplia participación, no sólo por el número de personas en las calles sino también por los diferentes sectores y gremios que lo apoyan.
Los medios de comunicación
Por su parte, los medios de comunicación masiva siguen invisibilizando la realidad del país. Los noticieros se encuentran saturados por la noticia de la renuncia del Papa, mientras el paro toca 11 departamentos con miles de campesinos y campesinas exigiendo tratos más justos para poder producir. Mientras, el tratamiento mediático de la movilización reduce la problemática a las consecuencias del paro, intentando con ello inyectar miedo e indignación contra los cafeteros al resto de la población.
Como es costumbre en estos casos, se habla de supuestos desabastecimientos de alimentos y medicinas a causa del paro de cafeteros por el cierre de vías principales por parte de los manifestantes, además de la también habitual estrategia de deslegitimación de la protesta en aquel país, que consiste en afirmar que se encuentra financiada e infiltrada por miembros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC-EP). Desde luego no mencionan que está en manos del gobierno darle solución a las exigencias de los cafeteros y con ello resolver también el cierre de las vías de transporte.
Muchos son los que se aprovechan de las manifestaciones; medios de comunicación, empresarios, políticos; es el caso del expresidente Uribe, quien se encuentra de nuevo en campaña política como candidato al Senado y se aprovecha de la coyuntura para apoyar a los cafeteros, cuando en su periodo presidencial golpeó fuertemente a los campesinos. Al fin y al cabo, ninguno contribuye a una pronta solución.
El 28 de febrero se instaló una mesa de diálogo donde los campesinos se comprometieron a desbloquear las vías, pero sin cesar las movilizaciones y concentraciones en todo el país. Asimismo señalaron que el paro indefinido continúa y solo será levantado cuando el Gobierno cumpla con los puntos contemplados en el pliego petitorio. Estemos atentos a lo que va a pasar y que no ocurra como con los miembros de la Mesa Amplia Nacional de Estudiantes (MANE), quienes después de varios meses de paro nacional se sentaron a negociar con el gobierno sin obtener nada a cambio.
Colombia es conocida en el mundo por su gran variedad y calidad de café, pero lo que muchos desconocen es la grave situación por la que pasan los pequeños y medianos productores de este grano debido a la disminución de la producción. De esta manera, cuando tomas una taza de café en Colombia, lo más probable es que sea de Perú o Ecuador, ya que la importación del grano es ahora una práctica recurrente de la Federación de Cafeteros de aquel país, lo que a su vez reduce el precio en más del 50 por ciento para el productor.
Pero en el fondo de estas protestas hay una problemática más compleja, que rebasa lo estrictamente económico y que va desde los altos costos en el transporte del grano, tanto en el ámbito local como para la exportación; el cambio del uso de la tierra para la megaminería; la plaga conocida como roya y los altos precios de los abonos e insecticidas.
Sin embargo, es necesario señalar que esta crisis proviene desde la década de los años ochenta con la mal llamada “revolución verde”, que impulsaba nuevas formas de cultivo, utilizando fertilizantes que si bien incrementaron las cosechas, tuvieron a la postre resultados negativos.
En el caso del café la inclusión de fertilizantes y pesticidas desplazó las formas tradicionales de cultivo como aquella llamada “bosque cafetero”, que consiste en cultivar el grano a la sombra de árboles nativos, de manera rotativa, intercalándolo con otras semillas como el maíz, frijol y otras que protegen el cultivo. De esta manera las mismas plantas atraen a otros insectos y aves, lo que a su vez hace que la tierra y las plantas generen un equilibrio ambiental haciendo innecesaria la utilización de pesticidas e insecticidas. Con el reemplazo en el modelo agrícola se promovió el monocultivo de café de sol, que es todo lo contrario, pues depende en su mayor parte de agrotóxicos y fertilizantes que después de las primeras cosechas erosionan la tierra y la vuelven totalmente infértil, pero que son promovidos porque contribuyen al enriquecimiento de las empresas de agroquímicos.
Es así que aun en medio del señalamiento mediático, cafeteros, cacaoteros, taxistas, estudiantes, integrantes del magisterio e indígenas se lanzaron a las carreteras de todo el territorio nacional para exigirle al gobierno una solución razonable ante la crisis por la que están atravesando más de 600 familias que dependen de la producción del café, así como el freno de las concesiones a multinacionales para la explotación minera en territorios cafeteros, entre otras exigencias.
El Movimiento por la Dignidad Cafetera había anunciado la participación de 80 mil productores y a pesar de la fuerte represión que se dio desde el primer día de paro, han sido miles de caficultores los que se encuentran en las calles.
Represión y humillación
Desde el primer día de movilización, los manifestantes tuvieron que enfrentar la represión estatal. El gobierno, además de no aceptar públicamente el paro, decidió enviar a todo el país a sus fuerzas represoras. A tan solo unas horas de haberse iniciado la protesta, el Escuadrón Móvil Antidisturbios (ESMAD) ya había mutilado a uno de los campesinos, quien perdió una mano producto de un explosivo y otro más perdió uno de sus ojos por un proyectil de gas lacrimógeno.
Esto se hizo público a través de las redes sociales, donde circulan fotografías y videos, puesto que los medios de comunicación convencionales tendieron un cerco de silencio sobre las razones de las protestas de los cafeticultores colombianos en complicidad con el gobierno. La represión por parte de la fuerza pública también ha golpeado a mujeres, niños y ancianos; hasta el momento se habla de más de 80 personas heridas, dos muertos y varios encarcelados. Además de ello quemaron los refugios de los manifestantes, incluyendo sus alimentos, cambuches (albergues), utensilios de cocina y cuanto encontraron a su paso.
Por toda esta escalada represiva es necesario destacar que el paro cafetero se ha distinguido por su amplia participación, no sólo por el número de personas en las calles sino también por los diferentes sectores y gremios que lo apoyan.
Los medios de comunicación
Por su parte, los medios de comunicación masiva siguen invisibilizando la realidad del país. Los noticieros se encuentran saturados por la noticia de la renuncia del Papa, mientras el paro toca 11 departamentos con miles de campesinos y campesinas exigiendo tratos más justos para poder producir. Mientras, el tratamiento mediático de la movilización reduce la problemática a las consecuencias del paro, intentando con ello inyectar miedo e indignación contra los cafeteros al resto de la población.
Como es costumbre en estos casos, se habla de supuestos desabastecimientos de alimentos y medicinas a causa del paro de cafeteros por el cierre de vías principales por parte de los manifestantes, además de la también habitual estrategia de deslegitimación de la protesta en aquel país, que consiste en afirmar que se encuentra financiada e infiltrada por miembros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC-EP). Desde luego no mencionan que está en manos del gobierno darle solución a las exigencias de los cafeteros y con ello resolver también el cierre de las vías de transporte.
Muchos son los que se aprovechan de las manifestaciones; medios de comunicación, empresarios, políticos; es el caso del expresidente Uribe, quien se encuentra de nuevo en campaña política como candidato al Senado y se aprovecha de la coyuntura para apoyar a los cafeteros, cuando en su periodo presidencial golpeó fuertemente a los campesinos. Al fin y al cabo, ninguno contribuye a una pronta solución.
El 28 de febrero se instaló una mesa de diálogo donde los campesinos se comprometieron a desbloquear las vías, pero sin cesar las movilizaciones y concentraciones en todo el país. Asimismo señalaron que el paro indefinido continúa y solo será levantado cuando el Gobierno cumpla con los puntos contemplados en el pliego petitorio. Estemos atentos a lo que va a pasar y que no ocurra como con los miembros de la Mesa Amplia Nacional de Estudiantes (MANE), quienes después de varios meses de paro nacional se sentaron a negociar con el gobierno sin obtener nada a cambio.
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