(...) Guárdame un trozo de violenta espuma, guárdame un rifle, guárdame un arado, y que lo pongan en mi sepultura con una espiga roja de tu estado, para que sepan, si hay alguna duda, que he muerto amándote y que me has amado, y si no he combatido en tu cintura dejo en tu honor esta granada oscura, este canto de amor a Stalingrado.
Pablo Neruda
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