jueves, 7 de febrero de 2013

El Trabajo Decente en Honduras brilla por su ausencia

diariowebcentroamerica.com
Por ENS | Rebanadas de Realidad

Informe de las tres centrales sindicales de Honduras en Medellín, Colombia

Para muchos colombianos, Honduras es quizás un país remoto, más por ausencia de referencias que por la distancia geográfica. Sin embargo, la presencia de Colombia allí es muy importante, toda vez que su sistema bancario está controlado por los grandes bancos colombianos, el gobierno colombiano asesora en muchos temas al gobierno hondureño y, lamentablemente, la presencia del crimen organizado colombiano es muy incidente y nefasto.

El pasado 29 de enero Honduras conmemoró el tercer año de la presidencia de Porfirio Lobo, y pocos recuerdan ya que su elección tuvo como escenario el golpe de estado que sectores políticos, económicos y las fuerzas armadas orquestaron para derrocar al presidente constitucional Manuel Zelaya Rosales.

Pues bien, gracias al apoyo de las organizaciones sindicales hondureñas (CGT, CTH y CUT), de la Confederación Sindical de las Américas, del Congreso Laboral Canadiense y de la OIT, la Escuela Nacional Sindical tuvo la oportunidad de recorrer este país durante 4 meses, de entrevistarse con los 70 líderes sindicales más importantes, con cooperantes internacionales y funcionarios públicos para construir este primer informe sobre el déficit de trabajo decente, denominado "Ausencia de Trabajo Decente en Honduras"; informe que muestra las difíciles condiciones en que viven las casi 5 millones de personas que trabajan en este país, el segundo más pobre del continente.

Un diagnóstico desolador

Según la CEPAL, Honduras tiene los niveles más altos de pobreza de América Central, y las cifras así lo ratifican: el 67.6% de la población vive en condiciones de pobreza, o sea 5,493,390 de hondureños; mientras que en la pobreza extrema, o indigencia, está en el 46.9% de la población.

Por otra parte, es un país bastante desigual: el 10% más pobre de la población recibe sólo el 0.6% del ingreso nacional, mientras que el 10% más rico acapara el 43.4% del mismo. El coeficiente de Gini, que mide la desigualdad, es 0.58, de los más altos de América Latina.

Más de la mitad de la población económicamente activa está en la informalidad. Apenas la mitad de su población ocupada tiene educación primaria terminada. 360,000 niños y niñas trabajan, y de ellos uno de cada 4 sufre desnutrición. Las disparidades salariales son muy altas. Y a pesar de la existencia de tres centrales sindicales, las libertad de asociación está severamente restringida y la negociación colectiva prácticamente no existe.

Empleo decente, en deuda

Honduras tiene 8.2 millones de habitantes, y de ellos 3.37 millones hacen parte de la población económicamente activa.

Hay 1,854,033 personas con problemas de empleo, discriminadas así: 143,783 en el desempleo, 333,969 en condición de subempleo visible (personas que trabajan menos de 36 horas semanales y manifiestan el deseo de trabajar más), y 1,170,975 en situación de subempleo invisible, esto es, trabajadores que habiendo trabajado 36 horas semanales o más tuvieron ingresos mensuales inferiores al salario mínimo promedio por rama de actividad económica y área geográfica. Estos representan el 36.3% del total de ocupados del país y el 63.2% de quienes tienen problemas de empleo.

El 45.7% de la población ocupada hace parte del grupo de los asalariados, que a su vez se divide en los asalariados del sector público, los del sector privado y los trabajadores domésticos. Mientras que el 54.3% lo hace en ausencia de condiciones de trabajo decente, o sea que no cuentan con los mínimos que debe garantizar un trabajo, pues reciben ingresos precarios, no tienen acceso a la seguridad social, a prestaciones sociales, a vacaciones pagas y muchos otros derechos laborales. El 40.3% de éstos son cuenta propia y el 14% trabajadores familiares sin remuneración.

Ingresos precarios

En 2011 el ingreso mensual promedio nacional fue de 5,315 lempiras (273 dólares). Pero cuando se observan los ingresos por zona, se ve una enorme brecha entre la zona urbana y la rural. Para la urbana el ingreso promedio es de US 379, mientras que en el área rural el ingreso es US 191, es decir la mitad. En el caso de la agricultura, sector clave en la concentración de la mano de obra, el ingreso promedio es de US 201), y en la industria manufacturera el ingreso promedio es US 249.

Mano de obra poco educada

Una característica de la población ocupada de Honduras es su baja educación. El 53.1% tiene como nivel educativo la primaria, el 25.9% con nivel de secundaria, y un marginal 8.6% tiene educación superior. Es dramático que el 12% de la población ocupada no cuenta con ningún nivel educativo.

Acceso a la protección social: todo un privilegio

En protección social la cobertura es mínima. La cobertura en Invalidez, vejez y muerte de los asalariados es de 34.55%, lo que deja al 65.45% fuera del sistema. La cobertura en enfermedad y maternidad es similar: 42.46%, dejando por fuera al 57.54% de los trabajadores que no tienen la oportunidad de contar con garantías mínimas como la seguridad social.

En cuanto a la protección del adulto mayor, se tiene que de 713.894 adultos mayores de 60 años que hay en el país, tan sólo el 3% tiene asegurada una pensión.

Incremento de la accidentalidad laboral

En 2011 hubo 3,349 accidentes de trabajo, lo que marcó un incremento del 16.2% con respecto al 2010, cuando se presentaron 2,969 accidentes. Por ramas de actividad, el 32.9% de éstos ocurrieron en la Industria manufacturera, seguidos del sector comercio (30.3%), sector servicios (12.9%) y establecimientos financieros (10.8%).

Situación laboral de las mujeres

Las mujeres ocupadas son 1,113,790. De ellas hay 660,936 (59.3%) ocupadas en el área urbana y 452,855 (40.7%) en el área rural. En un 41.8% se ocupan como cuenta propia, el 13% como trabajadoras familiares sin remuneración, y 45.2% como asalariadas. Se tiene entonces que el 54.8% de las trabajadoras ocupadas está en la informalidad.

Las diferencias salariales por sexo también son marcadas. Los ingresos de los hombres son mayores que los de las mujeres, con grandes diferencias en las ramas de servicios comunales, sociales y personales, industria manufacturera y comercio, hoteles y restaurantes, ramas que agrupan al 85.4% de las trabajadoras hondureñas.

Las mujeres tienen mayor nivel educativo, sin embargo ese avance no se ve reflejado en acceso a recursos económicos, ni en participación política, ni les garantiza un trabajo decente. El 45.6% de las ocupadas cuenta con nivel primario, en el caso de los hombres el porcentaje es de 57%. El 31.8% de las mujeres ocupadas tienen nivel educativo secundario, y en los hombres la tasa es del 22.8%. Y en educación superior las mujeres ocupadas representan el 12.4%, alrededor de 6 puntos porcentuales más que los hombres.

Situación laboral de los jóvenes

Los jóvenes en Honduras se ubican entre los 12 y 30 años de edad. Al observar sus condiciones laborales se encuentra que 1,422,797 participan en el mercado como trabajadores (70% hombres y 30% mujeres). La mayoría de ellos: 821,093, está en el área rural y 601,704 en la urbana.

Los jóvenes ocupados se desempeñan en un 55.1% como trabajadores asalariados en los sectores público, privado y doméstico. El 19.8% trabaja como cuentapropista y un 25.2% como trabajadores no remunerados, es decir, no reciben ninguna retribución monetaria por su trabajo.

El nivel de educación brinda información sobre las competencias laborales de los jóvenes: el 51.8% de ellos tiene la primaria como nivel máximo educativo, un 34.3% la secundaria, y sólo un 8.5% el nivel superior.

Difícil panorama en el trabajo infantil

La tasa de trabajo infantil en Honduras es bastante alta: 13.9%. O sea que 359,617 niños y niñas entre los 5 y los 17 años trabajan. Es alarmante mirar las cifras y encontrar que el 66% de ellos solamente trabajan, lo que indica que no se están educando ni capacitando para mejorar sus condiciones de vida.

Pero aparte de los niños que trabajan, se deben tener en cuenta los niños y niñas que ni estudian ni trabajan, que son el 12.6% del total nacional; como también vigilar y analizar las políticas por parte del Gobierno frente a esta población y a este tipo de problema.

Los niños y niñas reciben una remuneración precaria. Cuentan con un ingreso promedio de 1.681 lempiras (US 86), con grandes diferencias entre unos y otros. El ingreso promedio de los niños es mayor: US 88, y el de las niñas menor: US 78.

¿Libertades sindicales? El gran interrogante

En el 2011 se firmaron en Honduras 41 contratos colectivos y 2 pactos colectivos, con un incremento del 19.4% con respecto a 2010, cuando se hicieron 36 negociaciones colectivas. Una situación particular es la del comercio, sector que agrupa a una gran cantidad de trabajadores y que, en los últimos 7 años, sólo ha tenido una sola negociación colectiva.

Violaciones a los derechos sindicales

En el 2011 el nivel de sindicalización se mantuvo en nivel bajo, predominando los sindicatos de empresa. El empleo temporal y la tercerización continuaron en niveles altos.

El gremio magisterial continúa su lucha por rescatar sus derechos adquiridos y su Instituto Nacional de Previsión del Magisterio (INPREMA). La misma existencia del sindicato quedó en riesgo con la ley que busca privatizar la educación y acabar con el Estatuto del Docente.

Los conflictos en el Bajo Aguán con el sector campesino, la confrontación e intentos de mediatizar e incluso ilegalizar las organizaciones magisteriales, los asesinatos de sindicalistas, comunicadores y líderes sociales evidencian un país que aún no logra reponerse de la ruptura de su institucionalidad y en el que las instituciones públicas están aún lejos de consolidarse.

Derechos sindicales vs realidad del ejercicio sindical

A pesar de que los trabajadores y trabajadoras sindicalizadas cuentan con derechos reconocidos por la ley, han sido varios los acontecimientos que en la práctica evidencian una constante violación de éstos. Los más destacados en el informe de la Confederación Sindical Internacional (CSI) son:

La Ley de Trabajo temporal por horas: Esta ley decretada por el gobierno nacional desregula el mercado de trabajo y vuelve casi nulo el Código del Trabajo. Posibilita esta ley un fuerte control por parte del empresariado sobre el Estado, manteniendo un bajo nivel de la contratación colectiva y mostrando un número de sindicatos menor en la empresa privada que en el mismo sector público.

Despidos masivos y atentados contra sindicatos y dirigentes sindicales: Se presentó un sinnúmero de casos de despidos de trabajadores y trabajadoras organizadas. Entre ellos podemos citar los despidos masivos de directivos del Sindicato de Trabajadores de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, del Sindicato de Trabajadores del Instituto Nacional Agrario, y del Sindicato de Trabajadores del Patronato Nacional de la Infancia, todos protegidos por el fuero sindical. Además el Sindicato de Trabajadores de la Industria de la Bebida y Similares también sufrió la persecución sistemática de sus directivos y afiliados en una escalada represiva que cobró una vida y dejó un saldo de varios heridos.

Violaciones del derecho de Huelga: Alcanzaron su máximo nivel con las organizaciones sindicales del sector de la educación, que llegó a la amenaza de su disolución. Esta amenaza fue acompañada por el mandato dado a la policía de actuar violentamente contra los huelguistas, quebrantando el derecho de manifestación y poniendo en riesgo la integridad física de las y los docentes.

Consideraciones finales

Algunas de las principales causas del enorme déficit de trabajo decente están relacionadas con la poca educación y formación profesional. Así mismo, la baja generación de puestos de trabajo, la falta de definición de una clara política laboral, el alto desempleo urbano y alto subempleo rural, la falta de conciencia sobre el tema de trabajo infantil, la débil legislación sobre seguridad social, los problemas en la legislación sobre la tenencia de la tierra, las deficientes y casi inexistentes negociaciones colectivas, entre otras.

Ante esta situación es urgente una política laboral con enfoque de trabajo decente que, en compañía de otras políticas en sectores claves vinculados al mercado laboral, trace lineamientos claros que mantengan una estabilidad macroeconómica, un reducido déficit fiscal y una creciente innovación tecnológica e inversión pública. Todo eso orientado a la disminución del desempleo y el subempleo y, por supuesto, a la mejora de la calidad de los empleos.


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