Foto G. Trucchi | Rel-UITA |
Por Giorgio Trucchi - Rel-UITA
Oscar Camacho Zapata, Tirson Sinisterra y Jair Cortez son tres de los 85 trabajadores del ingenio La Cabaña despedidos “sin causa justificada” el 3 de enero pasado.
Su “delito” ha sido afiliarse al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Industria Agropuecuaria (SINTRAINAGRO) y exigir el respeto de los derechos laborales y sindicales. Estos son sus rostros que la empresa pretende invisibilizar, y sus voces que pretende callar.
Ingresé en el ingenio La Cabaña en 1990. Tenía 22 años y pasé toda mi juventud cortando caña, contratado siempre por empresas tercerizadoras (contratistas).
Eran contratos de un año que vencían en diciembre y en enero volvían a contratarte. A partir del 2000, las empresas contratistas llegaron a tener más poder, arrogándose el derecho de aplicar directamente las sanciones contra los trabajadores. Fue una verdadera esclavitud y, con el tiempo, los contratos pasaron a ser solamente de 6 meses.
En 2011, decidimos impulsar la creación de un Sindicato para poder gozar de todos los derechos que garantiza la negociación colectiva, acabando de esa manera con la tercerización y exigiendo la contratación directa. El 17 de diciembre preparamos y entregamos el Pliego de Peticiones, pero la respuesta de la patronal fue brutal.
Terminé mi trabajo el 20 de diciembre y fui a un período de receso, pero cuando me presenté el 3 de enero para firmar el nuevo contrato me encontré con la sorpresa de que iban a despedir, sin causa justificada, a toda la Junta Directiva y a decenas de trabajadores afiliados.
Simplemente me dijeron que para mí ya no había contrato y que me fuera. Hasta nos dimos cuenta que, al momento de recontratar al personal, la contratista Benigna Duque presentaba un papel de renuncia al sindicato, y quien no lo firmaba se iba a la calle.
Ahora la situación es muy difícil porque tenemos ya casi dos meses sin trabajar y de nosotros dependen nuestras familias. Sin embargo, no vamos a renunciar a nuestros derechos, y seguimos firmes y unidos en nuestras demandas, listos para el paro.
Oscar Camacho Zapata
Trabajé en La Cabaña de 1999 a 2011 y en ese año el médico me ordenó reposo porque el trabajo de cortar caña me estaba afectando el hombro.
Regresé en 2007, pero en marzo de 2012 me operaron del manguito rotador[1] y el ortopedista me mandó a reubicar. Sin embargo, Benigna Duque me dijo que volviera a cortar caña y que dejara de “estar haciéndome el enfermo”.
Lamentablemente esta situación es muy frecuente en La Cabaña. Son muchos los trabajadores que salen afectados con Lesiones por Esfuerzo Repetitivo (LER) y que no son reubicados. Simplemente los tiran a las calles a aguantar hambre.
En mi caso me quedé más de dos meses sin poder hacer nada, hasta que me reubicaron en trabajos de mantenimiento, pero pagándome un salario inferior al mínimo legal.
El hostigamiento laboral fue intensificándose con el pasar de los meses, hasta que en enero del año en curso no me volvieron a recontratar. Me dijeron que me había metido con “los del sindicato” y que ya no querían verme ahí.
Me botaron sin pagarme nada y hasta descubrí que por años me habían quitado la cuota de cotización al Seguro y que nunca la habían pagado, comprometiendo la posibilidad de jubilarme.
Para mi esa lucha es de sobrevivencia y de firme compromiso para garantizar que nunca más se violenten nuestros derechos, no importa si para lograr eso debemos arriesgar hasta nuestras vidas.
Jair Cortez
Entré a trabajar en La Cabaña en 1998 cuando tenía 18 años y participé del paro de 2005 que nos trajo varios beneficios.
Sin embargo, cuando en 2011 se impulsó la reforma que obligaba a los ingenios formalizar el trabajo y acabar con los contratistas, los directivos de La Cabaña se rehusaron cumplir con esta disposición, reforzaron el uso de empresas tercerizadoras y arremetieron contra los trabajadores que se estaban organizando sindicalmente.
Vivíamos en la incertidumbre, preguntándonos: ¿Qué pasará cuando termine el contrato? ¿Voy a volver a trabajar? y ¿Qué voy a hacer si me despiden?
El 20 de diciembre, el contratista Jawer García me dijo que ya no me iba a contratar, porque me había metido con el sindicato y que los directivos de La Cabaña no lo iban a permitir. Y así fue.
La persecución sindical es brutal y nuestra lucha es para que nunca más se repitan estas violaciones. Estamos dispuestos a todo para recuperar nuestro trabajo, y es por eso que nos mantenemos firmes, organizados y preparados para lo que venga.
[1] Inflamación o daño a los músculos y tendones del hombro
Fuente: Rel-UITA
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