miércoles, 5 de diciembre de 2012

España: Fin de huelga de hambre en Telefónica

Por Ernest Cañada | Rel-UITA

El 27 de noviembre, los cuatro trabajadores de Telefónica que se mantenían en huelga de hambre desde hacía 23 días en Barcelona, decidieron suspender la acción de protesta por recomendación médica ante el riesgo de afectación a su salud.

La huelga fue motivada por la demanda de readmisión de Marcos Andrés, un trabajador y sindicalista que había sido despedido el 4 de febrero de 2011 mientras estaba de baja médica.

La empresa ponía así fin a una relación laboral de 24 años. Después de tres juicios, y de que el fallo judicial declarara improcedente su despido, Telefónica continuaba negándose a readmitir al trabajador.

A pesar de la intensa lucha, la multinacional no cedía y la acción sindical tradicional no había podía lograr los objetivos planteados.

En ese contexto Marcos y otros cuatro trabajadores de la empresa, Laurentino González, Josep Bel, Carlos Ballena y Albert Díez, con una larga trayectoria sindical y de lucha social decidieron iniciar una huelga de hambre.

Así lo explicaba Josep: “Después de hacer huelgas, después de hacer flashmob, después de hacer la acampada con el 15M, ganamos el primer juicio, el segundo lo ganamos y lo declara improcedente pero acaba en la calle, decimos: no puede ser que teoricemos que no se puede hacer nada cuando hay una injusticia”. Para Albert, la huelga “no es una fiesta, no es una machada, esto es un grito desesperado a la sociedad: nosotros ya no sabemos qué más hacer”.

Además de la demanda de readmisión, la preocupación fundamental de los huelguistas tenía que ver con la degradación de las condiciones de trabajo que se estaba produciendo en la empresa.

El despido de Marcos y de otra trabajadora en Madrid en realidad formaba parte de un proceso de sustitución de una plantilla laboral que gracias a la lucha sindical disponía de ciertas condiciones y derechos, por trabajadores subcontratados y externalizados, y por tanto mucho más baratos para la empresa.

Estos hechos se produjeron justo antes de la negociación del convenio colectivo de la empresa y de un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) que iba a acabar con 6.500 puestos de trabajo. Los despidos fueron dirigidos, según cuenta Laurentino en declaraciones a Sicom, a provocar “miedo a la plantilla y que se acogieran al ERE”.

Durante todo el conflicto la empresa ha mantenido una actitud amenazante y no ha cedido a las demandas de los trabajadores. Sin embargo la huelga de hambre ha permitido romper con el cerco mediático que había impuesto la transnacional en torno a sus problemas laborales.

Al cabo de unos días Internet y las redes sociales se inundaron de videos, fotografías y muestras de apoyo de todo tipo con los huelguistas; se realizaron numerosas actividades de calle que congregaron a centenares de personas; fueron muchísimas las personas que se acercaron al local en la que estaban los huelguistas en el barrio del Paral.lel de Barcelona para hacer presente su solidaridad, incluyendo políticos de diferentes formaciones de izquierdas que se encontraban en esos días en plena campaña electoral para el Parlamento de Cataluña.

La huelga dio a conocer el conflicto  y la demanda de los trabajadores, y sobre todo ha permitido explicar los intereses empresariales por degradar e imponer un nuevo régimen de condiciones laborales.

El conflicto sigue abierto y será largo, pero la huelga de hambre que ahora termina ha situado la lucha en Telefónica en otro escenario y ha fortalecido la moral de sus trabajadores.

Los huelguistas han sido un acicate moral, una negativa a aceptar la resignación y la derrota. Su ejemplo de valentía y dignidad no solo cunde entre sus compañeros, si no que también ha calado en gran cantidad de personas, gente trabajadora golpeada por la gran estafa en la que se ha convertido la gestión de la crisis económica.

Termina la huelga de hambre, pero la lucha sigue y la moral más alta.

Fuente: Rel-UITA


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