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Entrevista con Mario Ferreiro, precandidato presidencial del Frente Guasú
Por Gerardo Iglesias- Rel-UITA
Ex conductor de televisión, Mario Ferreiro es uno de los seis precandidatos del Frente Guasú (Frente Grande) para las elecciones presidenciales de 2013. De 53 años, Ferreiro se inició en radio y prensa escrita en 1979, y un año más tarde en televisión.
-Es lo que estamos explicando: acá hubo un golpe institucional, se
interrumpió un proceso, se destituyó a un Presidente elegido de manera
totalmente libre y legítima. El golpe no fue casual, faltaban nueve
meses para las elecciones. Evidentemente concurrieron varios factores,
entre ellos la posibilidad de que volvamos a tener una victoria dentro
de nueve meses. Paraguay tiene sectores muy conservadores que desde
luego no vieron con buenos ojos el triunfo de Fernando Lugo, y luego
hicieron lo imposible para interponerse en su gestión. Durante su
gobierno hubo más de 20 intentos previos de juicio político; decir que
este desenlace fue sorpresivo resulta irónico.
-Habían sectores muy decididos a que ello sucediera, ¿verdad?
-Sí, las cúpulas de los partidos tradicionales, los sectores dominantes
de Paraguay: agroexportadores, ganaderos, el sector industrial, que por
más que sea pequeño tiene un lobby muy fuerte, y finalmente los dueños
del dinero. Fue como una especie de entendimiento general de esos
sectores que dijeron “demos el golpe ahora antes de que sea muy tarde”.
Lo que hay que entender es que el procedimiento fue bochornoso. Y mira
qué interesante, ahora que la derecha se inflama hablando de una “nueva
Triple Alianza”, de defensa de la soberanía y de patriotismo, Standard
& Poor's le bajó la calificación al Paraguay. Un experto como César
Barreto, ex ministro de Hacienda de Nicanor Duarte Frutos, ante estos
acontecimientos manifiesta: “Ahora por lo menos necesitaremos seis años
para ingresar al club de los países atractivos para la inversión
extranjera”. El problema no es Brasil, Argentina y Uruguay. En Paraguay
hay un sector que dominó al país durante prácticamente toda su historia
moderna. Un sector que sintió en peligro parte de ese poder e hizo todo
lo posible para impedir que nuestra propuesta avanzara.
-He escuchado en estos días que Lugo pretendía hacer una Venezuela de este país
-(Sonríe) Han intentado introyectar esa idea en el imaginario colectivo.
Todavía siendo periodista, yo decía que a Lugo realmente lo estaban
acusando de socialismo en grado de tentativa. En realidad, el presidente
Lugo nunca pudo avanzar con una medida demasiado profunda. Acá no se
expropió una hectárea de tierra, acá no se recuperó un solo predio mal
habido, apenas se sugirió la posibilidad de un cambio con planes
sociales, con un poquito de ventaja para ciertos sectores: un sueldo a
la tercera edad, por ejemplo. Es decir, algunas medidas que por ahí
puedan sonar más progresistas, pero la sola posibilidad incomodó desde
el principio al sector dominante.
En este escenario, los medios de comunicación, en un 99 por ciento,
estuvieron alineados a ese pensamiento, hostigando al presidente desde
el primer día hasta el último, usando mucho el fantasma de Venezuela y
Ecuador, descalificando siempre al MERCOSUR y a UNASUR, haciendo todo un
escenario que, finalmente, con el golpe del 22 de junio, da como
resultado que era necesario dar el golpe. En realidad, veamos los
números objetivos, que es lo que realmente vale: buena reserva
internacional, estabilidad cambiaria, previsión de crecimiento para el
año que viene, estaba todo bien. Sin escalada de precios en los
productos de la canasta familiar. Hacía falta un desencadenante, y ahí
surgió Curuguaty.
-¿La reacción de Lugo ante el golpe fue la acertada?
-Cuando sucede el golpe todos pensamos que la reacción más apropiada de
Lugo era una convocatoria a todos los sectores y declarar al país en
crisis. Es decir, asumir la crisis pero hacerlos a todos participe de la
misma. Sin embargo, él se quedó muy encerrado. Pero, bueno, ahí
entramos en el territorio de las conjeturas y de lo que cada ser humano
decide hacer en un momento de tan profunda crisis. No se debe perder de
vista que Lugo gobernó hasta aquí con no más de tres parlamentarios por
Cámara: ¡Toda una proeza! He hablado con muchos expertos internacionales
y todos coinciden en que, en otro país, Lugo no hubiese durado una
semana.
Desde el principio se da esa dinámica de una fuerte confrontación. Es
cierto que los liberales fueron supuestamente aliados, pero siempre fue
una alianza muy frágil y movida por conveniencias particulares: “Dame un
Ministerio, dame una embajada, dame un puesto en la Aduana”, una
situación que en un momento dado tenía que terminar explotando. Así Lugo
termina muy solo y decidiendo muy solo su destino en el momento de
crisis, pero convengamos que ese aislamiento comenzó desde que asumió,
desde el mismo 15 de agosto de 2008. Hay cables de Wikileaks de 2009, en
los cuales desde la embajada estadounidense ya se hablaba de una
conspiración.
-A pesar de las dificultades de su gobierno, Lugo recibía una adhesión popular que rondaba el 44 por ciento…
-Es verdad, y para un gobierno en Paraguay, a nueve meses de finalizar
su mandato, eso era una popularidad importante, porque si además sumas a
los que la definían como una administración regular, llegas a un 60 por
ciento. Por eso es que se apuran en dar el golpe, porque ven que la
gente, a pesar de toda la prédica en contra, seguía estimando a Lugo.
-El que hoy ahora es Presidente de la República salió tercero en la interna del Partido Liberal…
-Fíjate que es hasta muy simbólico haber puesto a un hombre con tan poco
respaldo popular, que lleva implícito un mensaje también bastante
particular.
-El “Paí” Oliva dice que todo golpe de Estado, poco a poco, va mostrando su verdadero rostro.
-Hay temor de que haya un avance autoritario, y no sería raro que
comience un proceso de persecución a los compañeros y compañeras que
están ejerciendo cargos públicos. Tal vez la soberbia los lleve a
pensar: “Dimos el golpe, estamos instalados, vamos por más”. Habrá que
hacer mucha resistencia, reforzar la organización, trabajar mucho para
que los sectores progresistas nos mantengamos unidos. Ellos también
apuestan ahora a dividirnos. De aquí a un mes tenemos que tener una hoja
de ruta con base en la unidad. Yo estoy conversando personalmente con
los otros precandidatos, y estamos intentando que el presidente Lugo
también vaya tomando algunas decisiones. Entendemos perfectamente que
los tiempos cambiaron y él tiene que hacer toda una elaboración de lo
sucedido. Consideramos que para agosto, a más tardar, tendríamos que
tener una línea definida.
-Desde el golpismo se habla de una nueva Triple Alianza contra el Paraguay…
-Escribí el otro día: qué raro que a estos señores no les preocupó la
Triple Alianza cuando el Operativo Cóndor, cuando las dictaduras
militares de Uruguay, Chile y Argentina intercambiaban prisioneros y
secuestrados y se cooperaba con los militares paraguayos para
desaparecer personas. Esa Triple Alianza era bienvenida para estos
sectores; es curioso, ¿no?
-Y tampoco les preocupa la pérdida de soberanía cuando la tierra en Paraguay se ha extranjerizado…
-Además de los terratenientes clásicos del Paraguay que provienen de la
época dictatorial, grandes territorios, y digo bien, grandes territorios
pertenecen hoy a empresas multinacionales o a latifundistas del Brasil,
Argentina y Uruguay. Como aquí la tierra es más barata que en Brasil,
Argentina y en Uruguay, han adquirido miles de hectáreas. No olvidemos
que aquí nadie paga impuestos. Hay un proceso tremendo de concentración
de la tierra: un 3 por ciento de la población tiene el 80 por ciento de
las tierras cultivadas en el país. Esto que implica una pérdida de
soberanía, tampoco es cuestionado por los sectores golpistas.
En síntesis, el mensaje es: no queremos una Tripla Alianza que nos
suspende del MERCOSUR y de UNASUR, pero sí damos la bienvenida a la
Triple Alianza que intercambió desaparecidos en los 70 o que ahora
subasta al mejor postor las tierras del Paraguay. Lo de la Triple
Alianza es una posición realmente llamativa. Por supuesto que se apela a
un sentimiento muy arraigado en el paraguayo, que proviene de la
enseñanza de la historia, de la cultura, de las dos grandes guerras que
sufrimos. Y los golpistas están apelando a eso, a un sentimiento
primitivo, legítimo del paraguayo, pero perverso en estos momentos. Si
en realidad les interesara tanto combatir la presencia y la injerencia
extranjera, lo hubieran dicho y hecho mucho antes.
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