jueves, 26 de julio de 2012

Honduras: Niño sobreviviente del ataque en Ahuas brinda su testimonio desgarrador

defensoresenlinea.com
“Me desperté cuando oí las ráfagas de disparos, miré los helicópteros y sentí un quemón en la mano izquierda y luego el brazo se me durmió, me tiré al agua y comencé a nadar con una mano”

Por Marvin Palacios - Defensores en Línea

Wilmer Morgan Lucas Walter, el niño de 14 años que sobrevivió al terrible ataque militar ejecutado por efectivos militares hondureños y estadounidenses en Ahúas, el 11 de mayo de 2012, se recupera paulatinamente de las heridas sufridas y de las cuales, casi pierde su mano izquierda.




Wilmer brindó su testimonio al Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos en Honduras (COFADEH) y expresó que quiere seguir estudiante, está por graduarse de la escuela primaria y a largo plazo anhela convertirse en un médico para honrar la memoria de su mejor amigo Hasked Brooks Wood, muerto de varios proyectiles de grueso calibre disparados desde un helicóptero que transportaba a efectivos policiales y militares hondureños, así como a agentes de la DEA durante una supuesta operación contra el narcotráfico.

Wilmer Morgan Lucas Walter de 14 años, nacido en Roatán, Islas de la Bahía, cursaba el sexto grado en la Escuela Pedro Nufio y se emocionó mucho al conocer que el pasado miércoles 9 de mayo un bote saldría de Roatán hacia Barra Patuca, en el departamento de Gracias a Dios. Su alegría era inmensa ya que tendría la oportunidad de visitar a su abuela materna que vive en el municipio de Ahúas, en la mosquitia hondureña.

Wilmer pidió permiso a su madre Sabina Walter Romero para viajar, en vista que su mejor amigo Hasked Brooks Woods se trasladaría con su mamá Clara
Wood, a la comunidad de Ahúas.

El “Capitán Dago” un bote grande y techado con capacidad para transportar a unas 120 personas   partió de Roatán el jueves 10 de mayo a las 6:30 de la mañana y llevaba a bordo a unas 120 personas, entre mujeres, niños, niñas, buzos y marineros. Llegó a Barra Patuca a las 2:00 de la tarde de ese día. Ahí doña Clara Wood, doña Vera y sus pequeñas hijas, Hasked Brook y Wilmer establecieron contacto con Melanio Opolio conductor de un pipante (pequeña embarcación con motor), que venía de la comunidad de Ahúas con buzos abordo.

Doña Clara habló con don Melanio, y éste aceptó llevarlos a Ahúas, así que alrededor de las 6:30 de la tarde del  jueves 10 de mayo, salió el pipante con 16 personas de la comunidad Barra Patuca. Es una costumbre que las pequeñas embarcaciones se desplacen en horas de la noche por el Río Patuca para evadir las altas temperaturas y el intenso calor que se presentan durante el día.

Wilmer recuerda que entre las personas conocidas que viajaban con él estaba su mejor amigo Hasked Brook, doña Vera y sus dos hijas, doña Hilda Lezama esposa de Melanio Olopio (conductor de la embarcación), Emerson Martínez y Juana Jackson, entre otras personas.

“Sentí un quemón en la mano y mi brazo se durmió…”

Hasked y Wilmer iban sentados en la parte de adelante del pipante y charlaron durante algún rato, hasta que se quedaron dormidos. Alrededor de las 2:00 de la mañana “me desperté cuando oí las ráfagas de disparos, miré los helicópteros y algo me pegó en la mano, estábamos a pocos metros de llegar al landín (pequeño embarcadero), sentí un quemón en la mano izquierda y luego el brazo se me durmió, me tiré al agua y comencé a nadar con una mano”, narró Wilmer.

“Mire hacia atrás para localizar a Hasked quien gritaba a su mamá, no pude hacer nada, él se lanzó al agua pero se agarró del pipante, vi cómo las balas caían cerca de él, vi las chispas de los disparos que venían desde el helicóptero nadé y nadé, luego una ráfaga de disparos me pasó rozando mi cabeza, me zambullí por unos segundos y luego salía a la superficie del agua, varias veces hice lo mismo”, contó Wilmer mientras veía su mano enyesada y brindaba su testimonio a una defensora de derechos humanos en la sede (COFADEH) en esta capital.

Consultado si desde los helicópteros se encendieron reflectores o se escuchó algún tipo de advertencia previo al ataque, y el pequeño Wilmer aseguró que fueron atacados de repente, que todo estaba oscuro y que únicamente se veían luces, producto de las chispas que provocan los proyectiles cuando son disparados.

“No pude ver nada más, y comencé a nadar, sólo escuchaba el ruido de los helicópteros, uno de los cuales pasó rasante por la zona del ataque, nadé hasta la orilla, todavía seguían disparando y estaba muy cansado, con mi brazo caído, sentía mucho dolor y sentí cómo se hinchaba mi brazo”, expresó.

Wilmer añadió que los disparos continuaron y que  minutos después vio a un helicóptero que se acercaba y buscó refugio en unos matorrales para no ser detectado. Estuve ahí como 5 minutos y sangraba mucho, después vi a un miskito con camisa blanca  que se aproximaba nadando, lo llamé y le pregunté si estaba baleado, él me dijo que no, luego me dijo: ¡vamos hay que correr hacia el landín!, corrimos por varios minutos, después nadamos por un cricket, volvimos a salir del agua y corrimos hasta el landín.

“Cuando llegamos, me tire al piso y él continuó corriendo, porque me dijo que iba hasta Wawuina, me abandonó en Paptalaya, todavía estaba oscuro, me levanté y vi a Lucio Nelson (joven de 22 años herido en el ataque), él estaba herido de su brazo y en la espalda, él me dijo que corriera y al hacerlo vi a 3 hombres que salían de un camino, sangraba mucho, les hablé en miskito y les pedí ayuda y les dije que atrás quedaba Lucio mal herido, me subieron en una moto y me llevaron al hospital Morava de Ahúas”.

Wilmer contó que cuando llegó al hospital miró mucha sangre en los pasillos, se acercó una enfermera hacia él y se asustó, así que “me colocó una venda de presión para que parara la hemorragia y después me colocaron en una camilla, luego una  mujer se me acercó y me preguntó que quién era yo y le dije que era nieto de Aura Estela, (mamá de Sabina). Más tarde llegó mi abuela y estaba llorando, luego no recuerdo nada hasta el día siguiente”.

Cuando salió el sol, muchos pobladores y pobladoras acudieron al hospital Morava para conocer de las víctimas y se mostraron muy molestos de lo ocurrido, anunciaron que hablarían con el alcalde Lucio Ordóñez Baquedano y con el juez de Paz, Wely Núñez. También uno de los coordinadores junto a otras personas gestionaron el traslado en avioneta de Wilmer Morgan y de Lucio Nelson al hospital Regional Atlántida.

Se conoció que la mañana del 11 de mayo, el alcalde convocó a una asamblea a la comunidad para hablar de lo ocurrido, el pueblo condenó el ataque y la presencia de narcotraficantes en Ahúas y además solicitó el cambio del juez de Paz. Se conoció que Wesly Núñez abandonó su puesto y al parecer no regresó.

El pequeño Wilmer Morgan Lucas Walter y Lucio Nelson arribaron a La Ceiba a las 3:30 de la tarde del fatídico 11 de mayo, fecha en que efectivos policiales y militares hondureños y agentes de la Dirección Antinarcóticos de Estados Unidos (DEA), abrieron fuego en forma irresponsable e indiscriminada  contra un pipante que transportaba a 16 personas.

Cuatro pobladores murieron en el ataque (Emerson Martínez, Juana Jackson, Hasked Brooks Wood y Candelaria Pratt), mientras que Hilda Lezama, Lucio Nelson y Wilmer Morgan Lucas Walter resultaron con heridas de gravedad, con heridas menos graves se reportó a Melanio Olopio, conductor del pipante.

Wilmer es de tez trigueña clara, de ojos redondos y vivaces, con una sonrisa cautivadora, de complexión delgada y con muchos sueños que realizar, Wilmer contó su experiencia vivida en Ahúas al periódico digital defensoresenlinea.com.

Este niño sobreviviente de un ataque brutal y que cursa su sexto grado en la escuela Pedro Nufio de la comunidad Politilly Bight de Roatán, Islas de la Bahía, ha visto interrumpidos sus estudios debido a que debe permanecer con su mano inmóvil durante varias horas, para facilitar su recuperación. Sus notas de primero a sexto grado han sido sobresalientes y quiere ir al colegio. Además comentó que está pensando en ser médico para honrar la memoria de su querido amigo Hasked a quien de cariño lo llamaba Chalito.

En su teléfono celular Wilmer  guarda la foto de su mejor amigo y de vez en cuando, la mira para recordar cuántas aventuras vivieron juntos, jugando al fútbol o viendo películas. Cuando sus compañeros de escuela le preguntan por Hasked, él les responde que está en el cementerio, no le gusta hablar mucho del tema, sin embargo dijo a defensoresenlinea.com que Hasked está guardado en su mente y corazón.

Su madre Sabina Walter Romero (32) comentó que cada cierto tiempo debe trasladar a Wilmer desde Roatán a La ceiba para monitorear el progreso de su mano. Además Wilmer necesita de una terapia de rehabilitación que implica costos y Sabina que por cuidar a su hijo perdió su trabajo en una empresa camaronera en Roatán, no cuenta con recursos económicos para sufragar los gastos médicos, transporte y alimentación. Además Sabina tiene que atender a sus otros 3 hijos e hijas (2 niñas y un adolescente). Su situación es precaria y necesita de ayuda económica.

“Fueron veinte días de sufrimiento y de pedir prestado a familiares y amigos, solo recibí el apoyo de COFADEH en la recuperación de Wilmer y ninguna autoridad gubernamental me ofreció apoyo”, sostuvo Sabina.

De hecho gracias a la solicitud del COFADEH  ante el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), el Fondo de Naciones Unidas para la Niñez y la Infancia (UNICEF) y el representante del  Alto Comisionado de Naciones Unidas acreditado en Honduras, se logró la intervención quirúrgica de Wilmer.  La cirugía plástica implicó la extracción de carne de su pierna izquierda utilizada en el injerto y  reconstrucción de su mano izquierda.

Este ha sido el testimonio de este chico valiente que en medio de una lluvia de balas, con una mano herida de gravedad, saltó a las caudalosas aguas del Río patuca, nadó con una sola mano y sobrevivió para contar su historia.


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