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Por David Cufré/Página 12
El primer día de sesiones de la cumbre del G-20 reflejó la preocupación que existe de un extremo al otro del mundo por la evolución de la crisis internacional.
Ya ni siquiera se escuchan frases gastadas como “lo peor ya pasó” o “somos optimistas por el futuro”, que los presidentes usaban como escudo en encuentros anteriores.
“Esto es un gastadero de plata y la cosa va cada vez peor”, se quejaba un taxista ante Página/12 por el despliegue millonario que implica la organización de la cumbre. Los dos balnearios principales de esta zona de México, San José del Cabo y Cabo San Lucas, están prácticamente clausurados para los turistas. De hecho, se prohibieron todas las actividades náuticas, lo que dejó sin ingresos a instructores de buceo, paseadores en barcos y el resto de las personas que se dedican a tareas recreativas. Por las costas patrullan lanchan cargadas de efectivos de seguridad, a quienes también se ve en retenes a lo largo de la autopista que une las distintas playas. La zona está militarizada y eso ahuyentó a los viajantes. Esta semana cayeron un 80 por ciento las reservas en los hoteles y los lugares fueron ocupados –como el resort donde se hospeda este diario– por policías.
La primera evaluación que hizo el gobierno argentino sobre lo que está ocurriendo en esta cumbre es que se percibe un cambio de discurso. “Los líderes expresaron su preocupación por la marcha de la economía”, contó el canciller Héctor Timerman luego de las sesiones de la tarde. Al cierre de esta edición, los presidentes compartían la cena. A CFK le tocó estar sentada entre Barack Obama y el presidente chino, Hu Jintao. En la reunión plenaria, quedó entre el francés François Hollande y el ruso Vladimir Putin. Con ambos están previstas para hoy entrevistas bilaterales, aunque su realización dependerá de los tiempos libres en una agenda apretada. La Presidenta busca establecer alianzas con esos países para torcer el rumbo que viene mostrando la economía internacional, con la preeminencia de políticas neoliberales.
Pero la mayor apuesta es abroquelarse en el Mercosur. En la reunión entre Fernández de Kirchner y Rousseff, que se extendió por cincuenta minutos, las presidentas coincidieron en que hoy por hoy las perspectivas son negativas. “Esto ya lleva cuatro años y no se ve la salida. No hay un plan. Nadie puede asegurar que el año que viene estaremos mejor”, comentaron a Página/12 fuentes oficiales. Lo que se advierte, continuaron, es una presión cada vez mayor para que países en desarrollo abran sus mercados. De ahí las referencias críticas al proteccionismo, en momentos en que las naciones desarrolladas tienen excedentes que buscan colocar en otros países. “Tenemos que protegernos juntas. Hay una guerra de monedas que intenta castigarnos”, señaló Dilma a Cristina, según relató una de las personas a quien la presidenta argentina transmitió el resultado de esa charla. “Parece el blindaje de Argentina. Cada vez ponen más plata en los rescates y la respuesta de los mercados no cambia”, agregó
CFK hizo eje en ese punto ante el resto de presidentes del G-20. Cuestionó el “círculo vicioso” que se está operando en Europa: fuga de capitales de las naciones periféricas, como Grecia o España, hacia centros financieros como Alemania e Inglaterra, y vuelta de esos recursos al lugar de origen, pero transformados en deuda a altas tasas de interés. Por eso pidió la reestructuración de los pasivos de los países que no pueden afrontarlos, pero reclamó que se lo haga con consenso internacional y no dejándolos a la deriva, como ocurrió con la Argentina en 2001. En ese punto, mencionó que este año el gobierno nacional terminará de cancelar el Boden 2012, una herencia del corralito de Domingo Cavallo.
La Presidenta planteó también la necesidad de que Europa cuente con un Banco Central unificado, que sea prestamista de última instancia, y apuntó contra los paraísos fiscales. “Desde que empezaron las rondas del G-20 que se viene hablando de los paraísos fiscales, sin embargo siguen funcionando y este año ha aumentado diez veces la salida de dinero. De 5000 a 59.000 millones de dólares por año, especialmente de la periferia de Europa”, reprochó, de acuerdo con lo que contó el canciller Timerman a la prensa. “Es hora de que el G-20 haga cumplir con su deseo de terminar con los paraísos fiscales”, completó. Inglaterra es uno de los principales defensores de esos paraísos, de los que se terminan beneficiando. Por último, CFK remarcó que desde 2008 se perdieron 50 millones de empleos en el mundo y éste es un problema que afecta especialmente a los jóvenes. No hay más tiempo que perder, reclamó, aunque por ahora tanto ella como Rousseff advierten que la crisis irá en aumento.
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