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De los 16 enclaves coloniales que aún subsisten en el mundo, 11 son del Reino Unido
José Steinsleger/La Jornada
En la primera mitad del siglo XIX,
el Banco de Inglaterra (fundado por el pirata William Paterson) respaldó
al imperio esclavista de Brasil, urdió la balcanización de las
Provincias Unidas del Río de la Plata, y junto con Washington conspiró
contra la Federación Morazánica y la Gran Colombia bolivariana.
Y en la
segunda mitad, financió la guerra de la Triple Alianza contra Paraguay, y
el militarismo chileno que en la del Pacífico despojó a Perú de
territorios sureños y dejó a sin mar.
Minimizando el colonialismo en el Caribe, Asia, África y Medio
Oriente, los cipayos leen la historia de Inglaterra como dechado de
civilizaciónversus
barbarie, cuando no ha sido más que fábrica de historiadores sicofantes y pensadores que abominan “… todo lo que no es inglés y pensando que los demás pueblos sólo pueden ser felices si adquieren sus instituciones, las costumbres, las maneras que a ellos los hacen felices…” (Eça de Queirós, 1882).
IsabelPerón.
Hace unos días, ajustado a esa política de difamación y arrogancia
imperial, el premier David Cameron se pasó de tragos. Frente a la
solidaria decisión de los países del Mercosur de no permitir que buques
con bandera de las llamadas
Falklandsatraquen en puertos de la subregión, sostuvo que el reclamo argentino sobre el archipiélago del Atlántico sur era “mucho más que ‘colonialismo’ (sic), porque esa gente –los kelpers, habitantes de las Malvinas– quiere seguir siendo británica…”
Cameron se sirvió otro trago y, a continuación, leer para creer: ¡invocó el
derecho de los pueblos a la autodeterminación! Deferencia que Su Majestad le negó al pueblo de Hong Kong, cuando la ex colonia británica pasó, finalmente, a manos de China popular (1997).
El vicepresidente argentino, Amado Boudou, calificó las declaraciones
del inglés como “un exabrupto torpe e ignorante de la realidad
histórica… la Argentina nació en su pelea contra el colonialismo”. Por
su lado, el canciller Héctor Timerman, de gira por los países de América
Central, observó en entrevista con el diario Página 12 de Buenos Aires: “Llama la atención que Gran Bretaña hable de ‘colonialismo’ cuando es un país sinónimo de colonialismo”.
Dick Sawle, uno de los miembros de la Asamblea Legislativa de
las Malvinas (3 mil habitantes), aseguró que “el Reino Unido ahora mismo
no es un país colonialista… Es un error hablar de eventos de hace más
de 170 años”. Opinión que a más de unir al Congreso argentino en un solo
puño, mereció del dirigente político Pino Solanas la siguiente
aclaración:
De los 16 enclaves coloniales que aún subsisten en el mundo, 11 son del Reino Unido.
Los ingleses sangran por la herida: en 1833 ocuparon las islas y en
1982 ganaron una batalla. Sin embargo, desde 2003 la política exterior
independiente y soberana del gobierno de
los Kirchnerviene ganando la guerra en el campo de la diplomacia, las negociaciones que Londres se niega a entablar en el marco del derecho internacional y las resoluciones del Comité de Descolonización de Naciones Unidas.
De hecho, Página 12 recuerda que la única estrategia del
Foreign Office ha sido la decisión de apelar al poderío militar y al
Consejo de Seguridad de la ONU, una vez que no prosperara la maniobra
para que la Comunidad Europea reconociera a las islas como
territorio británico de ultramar. Frustración que llevó al general David Richards a elaborar
planes de contingencia, frente a los informes de
inteligenciarecibidos por Cameron, dando cuenta de una eventual
invasión de pescadores para plantar en Malvinas banderas argentinas.
Los tiempos han cambiado. La causa anticolonial de Malvinas ya no es
un asunto meramente argentino. América Latina cierra filas. En concreto,
Chile y Uruguay rechazaron el ingreso de buques con rumbo a las islas,
los países de América Central se han solidarizado con Argentina, y el
canciller Antonio Patriota, haciendo honor a su nombre, convalidó estas
posiciones en el transcurso de una conferencia de prensa sostenida junto
con su homólogo británico, William Hage.
El Departamento de Estado, inclusive, acaba de reconocer que el
diferendo compete al entendimiento bilateral entre Argentina y Gran
Bretaña. Las únicas posiciones discordantes fueron las de un par de
senadores chilenos (pinochetistas), y la de México.
A pesar de haber suscrito en todos los foros internacionales los
derechos inalienables de Argentina sobre las Malvinas, la cancillería
mexicana no ha dicho una palabra sobre de las bravatas políticas y
maniobras militares de la piratería inglesa en las aguas del Atlántico
Sur.
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