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Por Sally Burch - ALAI
Las negociaciones sobre cambio climático, que se llevan a cabo en
Durban, Sudáfrica, desde el 28 de noviembre, entran esta semana en la
fase de negociaciones políticas de alto nivel.
Si bien parece perfilarse
una postura mayoritaria de que Durban no debe significar el sepelio del
Protocolo de Kioto, bien podría ser -como señaló un representante de
Greenpeace- que éste termine en la unidad de cuidados intensivos.
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Hay dos temas centrales y cruciales en los debates en esta
Conferencia de las Partes (COP17): la renovación de los compromisos de
reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, en el marco del
Protocolo de Kioto, cuyo primer periodo vencerá en 2012; y los
mecanismos y fuentes financieras del Fondo Verde Climático (FVC),
considerado indispensable para la implementación efectiva de otra serie
de acuerdos y mecanismos, como los planes de adaptación, mitigación y
transferencia tecnológica para que los países en desarrollo puedan
enfrentar el cambio climático.
Voceros de la sociedad civil y movimientos sociales presentes en
Durban están escandalizados por la aparente falta de voluntad política
de algunos de los actores más potentes de comprometerse con acciones
contundentes y a corto plazo, ya que la situación actual y las amenazas
de catástrofes exigen respuestas urgentes. Los plazos y metas necesarios
para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero a un nivel
más sostenible ya fueron reconocidos por la comunidad internacional en
años anteriores.
El lunes, Nicolas Stern (autor del Stern Review sobre la
economía del cambio climático), en una rueda de prensa, recordó las
cifras: en los próximos 40 años, se tendrá que reducir las emisiones del
nivel actual de unos 50 mil millones de toneladas anuales, a menos de
20 mil millones, para tener la posibilidad (aunque no la seguridad) de
mantener el calentamiento global promedio por debajo de los 2 grados. Al
mismo tiempo, 6 de los 7 mil millones de habitantes actuales del globo
requieren de un crecimiento económico para satisfacer sus necesidades
básicas, recordó.
No obstante, hasta ahora ni siquiera se han cumplido las metas
globales -poco ambiciosas- de reducir las emisiones globales en un 5%
hasta 2012 (sobre los niveles de 1995). Un estudio difundido por el
Global Carbon Project a fines de noviembre revela que en 2010, las
emisiones globales de carbono aumentaron en 5,9%, el mayor aumento anual
registrado hasta ahora. El promedio de la última década ha sido un
crecimiento del 3% anual, comparado con cerca de 1% en los años 90.
A pesar de esta situación, no se percibe en Durban un sentido de
urgencia por parte de los grandes actores; incluso la mayoría de
propuestas en discusión hablan de al menos ocho años más para seguir
negociando, antes de asumir compromisos más radicales.
Planteamientos
Los países del ALBA, que han venido concertando posturas comunes,
expresaron públicamente sus preocupaciones con el estado de las
negociaciones. “No hemos visto avances significativos en el Protocolo de
Kioto y eso todavía nos preocupa”, señaló en rueda de prensa la jefa de
la delegación venezolana, Claudia Salerno. Los países del ALBA están
comprometidos en buscar “un resultado que sea significativo para el
planeta”, lo cual implicaría compromisos substanciales de reducción de
emisiones, y a corto plazo. “Si las fechas críticas se establecieron en
el año 2009, no entendemos cómo ahora ciertos países desarrollados
planteen hojas de ruta que pueden tomar muchos años y que concluirían
quizás con mucha esperanza en el 2020”, puntualizó.
Paul Oquist, ministro de la Presidencia para Políticas Nacionales
de Nicaragua, respondiendo a una pregunta de ALAI, señaló que los países
con responsabilidad histórica para las emisiones, y que tratan de
evadir su responsabilidad civil por los daños causados a los países en
desarrollo, ahora podrían sumar una nueva responsabilidad histórica: el
de decretar una década perdida. “No lo podemos aceptar”, sentenció.
En los últimos días, China modificó su posición al decir que podría
aceptar nuevos compromisos vinculantes a partir del 2020, pero
estableció cinco condiciones. Por su parte, Japón, Canadá y Rusia han
dicho hace algún tiempo que no participarán en un nuevo periodo de
compromisos, pero también han señalado que no obstaculizarán un nuevo
acuerdo.
En cambio Estados Unidos, que ni siquiera firmó el Protocolo, viene
planteando medidas dilatorias y buscando debilitar los acuerdos, como
lo denunciaron miembros del Climate Action Network. Nuestro
mensaje a Obama, dijo Kumi Naidoo, es que si no puede lograr que su
equipo acá en Durban cambie su actitud negativa, entonces “que se haga a
un lado para dejar que el resto del mundo avance”. Jim Leape agregó que
“ninguna de las soluciones actualmente en la mesa nos salvarán de la
tragedia”, y que falta ambición y voluntad política.
En entrevista con ALAI, el jefe de la delegación boliviana, René
Orellana, identificó como principales obstáculos a superar, primero “que
el segundo periodo de compromisos se dé sin condicionamientos”, es
decir que los compromisos no deben ser negociables a cambio de algo,
sino que son “una responsabilidad moral y ética”. Y segundo, que los
países desarrollados que no entren al segundo periodo de compromisos
“admitan, acepten y decidan tener un sistema de cumplimiento de sus
ofertas de reducción”. Ello implica que sus ofertas de reducción
(voluntarias) permitan cuantificar la reducción de emisiones, con “un
sistema de control riguroso y un sistema punitivo”, en caso de
incumplimiento. Bolivia ha presentado una propuesta en este sentido a la
Conferencia, pues, según los actuales textos en debate, mientras que la
mayoría de países, que sí aceptan compromisos vinculantes, se
someterían a un sin fin de controles, monitoreos, restricciones y
verificaciones, hasta ahora no se contempla nada similar para los países
con metas voluntarias.
En los pasillos se comenta que probablemente algún tipo de acuerdo
saldrá de Durban que mantenga en vida el Protocolo de Kioto, mientras se
siga negociando un instrumento más contundente; pero hay poco optimismo
que pueda estar a la altura de lo que el planeta y la humanidad
requieren, ni con la urgencia necesaria.
El Fondo Verde
La creación del Fondo Verde Climático ya fue acordada en Cancún, y
durante el año se ha avanzado en definir el marco operativo, pero aun
persisten marcadas diferencias sobre algunos aspectos. Se da por sentado
que se llegará a un acuerdo sobre los mecanismos; no obstante, poco se
está discutiendo las fuentes para llenar el fondo. Para los países del
ALBA, se requieren compromisos claros y obligatorios de los países
desarrollados. Ya se ha visibilizado el fracaso de los mecanismos
voluntarios, afirmó Oquist.
Por su parte, Ecuador ha sometido a la conferencia una propuesta de
monitoreo y verificación para los mecanismos de financiamiento, para
saber cómo se están ejecutando los fondos comprometidos. De los fondos Fast Start
establecidos en Copenhague hasta 2012, “ni el 9% han sido invertidos en
los países en desarrollo”, destacó la ministra del Patrimonio, Mará
Fernanda Espinosa. “Lo que vemos es una serie de baúles vacíos de
recursos, pero llenos de retórica”, denunció. Esto deja en entredicho
otros acuerdos de Cancún, cuyos mecanismos se están afinando en Durban,
como adaptación, iniciativas REDD, mitigación, porque quedarán
desfinanciados.
La posición de Bolivia en estas negociaciones se alinea con los
demás países del ALBA presentes. No obstante, afirma no haber dejado de
lado los compromisos de Tiquipaya (Conferencia Mundial de los Pueblos,
2010). En este marco, señaló René Orellana, Bolivia ha presentado una
propuesta muy rigurosa de manejo sustentable de los bosques, sin los
mercados, que contempla la captura de carbono pero también una visión
más integral, como espacio de vida que incluye alimentación,
biodiversidad, agua. Algunos países han expresado interés, dice, pero la
mayoría de países no han dado señal al respecto.
En otro tema, consecuente con el rechazo a los mercados como
mecanismo de financiamiento expresado en Tiquipaya, se ha presentado una
propuesta de impuesto a las transacciones financieras y un impuesto a
los buques de navegación internacional y la aviación (que no responden a
ningún país). Esto se está negociando y Bolivia tiene esperanzas de que
sea incluida.
En cuanto a si habrá una segunda Conferencia de los Pueblos,
Orellana respondió que son los movimientos sociales del mundo los que
tienen que definirlo: “Esa conferencia ya tiene que ser apropiada por
ellos y ya no por un Estado. Nosotros por supuesto lo apoyamos,” acotó.
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