Grandes edificios dominan Wall Street y hacen que las veredas parezcan
valles en una cadena montañosa urbana.
El incienso, el toque de tambores
y los cantos de Ocupad Wall Street resuenan en el distrito financiero
de la ciudad de Nueva York, donde miles de activistas han convergido
para protestar contra la injusticia económica y para luchar por un mundo
mejor.
Mientras el desempleo y la pobreza en EE.UU. llegan a niveles
récord, la protesta se amplía, y cientos de ocupaciones paralelas
brotan por todo el país. Una disparidad semejante en el poder económico y
político llevó a la gente a las calles en la Primavera Árabe y en
Wisconsin, Grecia, España y Londres. Ocupad Wall Street forma parte de
esta revuelta global. Este nuevo movimiento en EE.UU. también tiene
mucho en común con levantamientos en otra parte del mundo:
Latinoamérica.
Al escribir desde Liberty Plaza conecto tácticas y
filosofías que rodean el movimiento Ocupad Wall Street con movimientos
similares en Latinoamérica, desde las asambleas populares y la ocupación
de fábricas durante la crisis económica de Argentina en 2001-2002, a
las luchas en la base por tierra en Brasil.
Latinoamérica: crisis económica y reacciones de la base
Casi
de un día al otro a finales de 2001, Argentina pasó de tener una de las
economías más fuertes de Suramérica a una de las más débiles. Durante
ese crash económico, el sistema financiero se derrumbó como un castillo
de naipes y los bancos cerraron sus puertas. Ante semejante dificultad
económica inmediata y el desempleo, numerosos argentinos se unieron para
crear una nueva sociedad de los escombros de la vieja.
La pobreza, la
falta de viviendas y el desempleo se contrarrestaron con sistemas de
trueque, ocupaciones de fábricas, ollas comunes, y una moneda
alternativa. Las asambleas de barrio proveyeron solidaridad, apoyo y
sitios vitales para la discusión en comunidades en todo el país. Las
continuas protestas depusieron a dos presidentes en dos semanas, y los
movimientos que emergieron de ese período transformaron el tejido social
y político de Argentina.
Esas actividades se reflejan en las que
tienen lugar ahora mismo en Ocupad Wall Street y otras acciones en todo
EE.UU. Eventos semejantes en Argentina y EE.UU. están marcados por el
descontento con el sistema político y económico ante la crisis, e
involucran a gente que trabaja unida por soluciones a nivel de base. A
mucha gente en Argentina y EE.UU. la desesperación la impulsó a tomar
las cosas en sus propias manos.
“No teníamos otra alternativa”,
me explicó Manuel Rojas hablando de la ocupación de la fábrica de
cerámica en la que trabajaba fuera de la ciudad de Mendoza, Argentina,
durante el crash del país. “Si no hubiéramos tomado la fábrica nos
habríamos encontrado todos en la calle. La necesidad de trabajar nos
impulsó a la acción.” Fue una de cientos de empresas que fueron tomadas
por los trabajadores que enfrentaron el desempleo durante la crisis
argentina.
Después de ocupar esas fábricas y empresas, muchos
trabajadores las dirigieron como cooperativas. Lo hicieron con la
consigna: “Ocupa, resiste, produce”, una frase tomada del Movimiento de
Trabajadores Sin Tierra de Brasil (MST), que ha colocado a cientos de
miles de familias en decenas de millones de hectáreas de tierra mediante
la acción directa.
En 2008 en Chicago, cuando cientos de
trabajadores fueron despedidos de la fábrica Republic Windows and Doors,
utilizaron tácticas similares de acción directa a las utilizadas por
sus homólogos argentinos; ocuparon la fábrica para exigir el pago de
desahucio y vacaciones que les debían, y tuvieron éxito. Mark Meinster,
representante internacional de Trabajadores Eléctricos Unidos, el
sindicato de los trabajadores de Republic, me dijo que las estrategias
aplicadas por los trabajadores fueron específicamente extraídas de
Argentina.
Al decidir las tácticas sindicales, “nos basamos en las
ocupaciones de fábricas en Argentina en la medida en que muestran que
durante una crisis económica, los movimientos de los trabajadores tienen
a su disposición una gama más amplia de opciones tácticas”, dijo
Meinster.
Muchos grupos y movimientos basados en EE.UU. han
aprendido de activistas del Sur. Aparte de la ocupación en 2008 de la
fábrica Republic Windows and Doors en Chicago, movimientos por acceso al
agua en Detroit y Atlanta reflejaron estrategias y luchas en
Cochabamba, Bolivia, donde en el año 2000, las protestas populares
rechazaron el plan de privatización del agua de la compañía
multinacional Bechtel y devolvieron el agua a manos públicas.
El
movimiento Take Back the Land [Recupera la Tierra] en Florida, que
organizó a gente sin vivienda para que ocuparan un terreno vacío y
conecta a familias sin vivienda con casas embargadas, refleja las
tácticas y filosofía del movimiento de los sin tierra en Brasil. La
elaboración participativa de presupuestos en Brasil, que da a los
ciudadanos una participación directa en la manera como son distribuidos
los presupuestos de las ciudades, se está implementando ahora en todo
EE.UU.
Es solo un puñado de movimientos e iniciativas de base que
proveen modelos útiles (tanto en sus victorias como en sus fracasos)
para descentralizar el poder político y económico y colocar la toma de
decisiones en manos de la gente. Frente a bancos corruptos, la codicia
corporativa y políticos ineptos, los que ocupan Wall Street y otros
espacios en todo EE.UU. tienen mucho en común con movimientos similares
en Latinoamérica.
Aparte de compartir los mismos enemigos en los bancos
globales, instituciones financieras internacionales y corporaciones
multinacionales, esos movimientos trabajan para convertir la revolución
en parte de la vida diaria. Y es uno de los aspectos más impactantes de
lo que está sucediendo ahora mismo con el movimiento Ocupad Wall Street.
Ocupando Wall Street
La organización y las
actividades que llenan Liberty Plaza en Nueva York forman parte de una
comunidad trabajadora en la que cada cual se preocupa del otro y se
toman decisiones de modo colectivo. Durante una visita reciente, un área
de cocina en el centro del parque estaba repleta de gente que preparaba
comida para la cena y donaba suministros de cocina. Otros espacios
estaban reservados para apoyo médico, terapia de masaje, producción de
letreros y meditación. Un área era para la organización de reciclaje y
basura; la gente caminaba regularmente por el parque barriendo desechos y
recogiendo basura.
Una gran Biblioteca Popular albergaba cientos
de libros a lo largo del borde del parque. Como en el caso de la
cocina, la producción de letreros y los suministros médicos, el
movimiento había recibido materiales donados y apoyo para mantener el
éxito de esas operaciones. Ocupad Wall Street también tiene su propio
periódico, Occupy Wall Street Journal, copias del cual se
distribuían en inglés y español por todo el parque. Un centro mediático
en el que se encontraban varias personas con ordenadores y cámaras
aseguraba una cobertura continua de la ocupación.
Dentro de esta
comunidad había áreas con lonas y frazadas donde la gente descansaba y
dormía, realizaba reuniones o simplemente sostenía letreros hechos en
casa. Cantos, tamboreos, coros, el toque de guitarras y acordeones
también tenían lugar en numerosos sitios diferentes.
Cientos de
reuniones y asambleas, con entre cientos y miles de participantes,
planteaban temas que iban desde cómo organizar el espacio en el parque y
la administración de suministros donados, a discusiones sobre planes de
marchas y demandas. La policía ilegalizó el uso de megáfonos, por lo
tanto la gente en el parque simplemente ha estado repitiendo lo que
otros decían en la multitud, creando un eco para que todos puedan oír lo
que se está diciendo.
En la Estación Confort, donde estaban
apilados montones bien organizados de vestimentas, frazadas, almohadas y
abrigos, hablé con Antonio Comfort, de Nueva Jersey, quien estaba
trabajando en la estación en ese momento. Antonio, con su gorro al
revés, habló conmigo mientras ayudaba a otra gente, dijo que las
donaciones de ropas y materiales para dormir habían llegado en
abundancia. Mientras yo estaba en la estación alguien pidió artículos
para dormir para un anciano, y Antonio desapareció hacia las pilas de la
Estación Confort y volvió con un montón de frazadas y una almohada.
“Estoy
aquí para poder tener una vida mejor, y para que mis hijos puedan tener
una vida mejor cuando crezcan”, dijo hablando de sus motivos para
participar en la ocupación. Antonio explicó que todo en la estación ha
estado funcionando perfectamente. “Todos trabajan juntos, y está muy
bien organizado. Estaremos aquí todo el tiempo necesario.”
Adeline
Benker, estudiante de 17 años de Marlboro College en Vermont, quien
estaba sujetando un letrero que decía “¿Tienes deudas? Eres el 99%”, me
dijo que para ella –como para otros muchos jóvenes estudiantes que
participan en la ocupación en Nueva York y otros sitios– todo tiene que
ver con las deudas. “Deberé 100.000 dólares después de graduarme de la
universidad, y no creo que deba pagar durante el resto de mi vida para
obtener una educación de cuatro años”. Benker dijo que era su primera
manifestación, y su primera vez en la ciudad de Nueva York. Cuando hablé
con ella había estado en la ocupación durante varios días, y dijo que
volvería a la semana siguiente.
Más allá en la acera estaba la
activista Tirsa Costinianos con un letrero que decía: “Somos el 99%”.
Costinianos dijo: “Quiero que los grandes bancos y las corporaciones
devuelvan el dinero de los impuestos del rescate”. Costinianos ha estado
en la ocupación en Wall Street cada fin de semana desde que comenzó el
17 de septiembre. “Me encanta esto y estoy contenta de que lo estemos
haciendo. Todo el 99% de la gente debería unirse a nosotros, entonces
terminaríamos con los robos y la corrupción que tiene lugar aquí en Wall
Street.”
Ibraheem Awadallah, otro manifestante con un letrero
que decía “Wall Street ocupa nuestro gobierno: Ocupemos Wall Street”, me
dijo: “El problema es este sistema en el cual las corporaciones tienen
la mayor influencia en la política de nuestro país”.
Este tipo de
encuentros y actividades ocurrían constantemente en el continuo ajetreo
del parque, y subrayan el hecho de que esta ocupación, que ahora está
casi en su tercera semana, es una comunidad y un ejemplo de democracia
participativa y es una protesta que se extiende rápidamente.
Como
dijo el difunto historiador Howard Zinn, es importante “que nos
organicemos de tal manera que los medios correspondan a los fines, y que
nos organicemos de manera que creemos el tipo de relación humana que
debería existir en una sociedad futura”. Es lo que se está desarrollando
dentro de este movimiento, desde las asambleas sin dirigentes, basadas
en el consenso, a la organización comunitaria de los diversos servicios
de alimentación, medios y atención médica organizados en la ocupación.
De
la misma manera, movimientos en toda Latinoamérica, desde los
sindicatos campesinos en el campo paraguayo a consejos vecinales en El
Alto, Bolivia, reflejan el tipo de sociedad que quisieran ver en sus
acciones y formación de movimientos de todos los días.
Como dijo
Adeline Benker, la estudiante de 17 años en la ocupación en Wall Street,
haciéndose eco de las luchas de Argentina a los Andes y más allá:
“Tenemos que crear un cambio fuera de este sistema porque el sistema ha
fracasado”.
El nuevo libro de Benjamin Dangl Dancing with Dynamite: Social Movements and States in Latin America
(AK Press) trata de movimientos sociales contemporáneos en
Latinoamérica y sus relaciones con los nuevos gobiernos izquierdistas de
la región. Es editor de TowardFreedom.com, una perspectiva progresista
de los eventos mundiales, y de UpsideDownWorld.org, un sitio en la web sobre activismo y política en Latinoamérica. Para contactos: BenDangl@gmail.com
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