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Por Giorgio Trucchi - LINyM
En víspera de la celebración del 32 aniversario de la Revolución Sandinista y en saludo al 50 aniversario de la fundación del gobernante FSLN (Frente Sandinista de Liberación Nacional), movimientos y organizaciones sociales del continente latinoamericano se reunieron en Nicaragua con el objetivo de intercambiar experiencias y profundizar relaciones y estrategias comunes.
“El movimiento popular en general debe superar la vieja dicotomía de que ser movimiento no es compatible con ejercer o establecer alianzas con el poder político. En Nicaragua ya hemos superado ese problema: el FSLN ejerce el poder político vinculado estrechamente con el movimiento popular. Si esta falsa dicotomía no es superada en el resto de América Latina, será muy difícil establecer gobiernos revolucionarios sólidos, resistentes y que duren en el tiempo”, dijo William Grigsby, director de Radio La Primerísima.
Según Grigsby, Nicaragua es actualmente el más avanzado entre los países del ALBA. “Tenemos un partido sólido, profundamente enlazado con la gente y las comunidades. Además, contamos con un Ejército que surge de la revolución y que conserva su esencia patriótica y nacionalista, una Constitución que sigue siendo una fortaleza del proceso revolucionario, y un movimiento popular fuertemente ligado al poder político. No se puede entender al FSLN sin el movimiento popular”, afirmó.
El proceso de transformación iniciado en estos últimos años en Nicaragua, enfocado en la restitución de derechos para la población, necesita ahora de una mayor profundización. “Necesitamos de una profunda reforma fiscal, de otra reforma agraria para volver a redistribuir tierras entre las familias campesinas, de una reforma a la Ley de Bancos, para forzarlos a invertir en el país y a financiar las necesidades más urgentes.
Para que este desafío sea posible vamos a necesitar de un suficiente respaldo popular por la vía electoral y una suficiente correlación de fuerza en la Asambea Nacional”, concluyó Grigsby.
Declaración de Managua
Declaración de Managua
Finalizando la actividad, los movimientos sociales reunidos en Nicaragua dieron lectura a la Declaración de Managua, en la que además de respaldar al proceso revolucionario emprendido por el Frente Sandinista y los movimientos sociales nicaragüenses, señalaron que “las transformaciones revolucionarias se pueden desarrollar a pesar de la agresividad del capitalismo salvaje, desde la comunidad, desde la participación y el compromiso transformador, y en correspondencia con la realidad de cada uno de nuestros pueblos”.
Además, consideraron que existe un avance significativo en la lucha de los movimientos sociales “contra las políticas neoliberales e imperialistas” y destacaron la resistencia del pueblo hondureño “que avanza en su lucha para hacer realidad los derechos democráticos y soberanos de la nación de Morazán, frente a las políticas represivas, anti-populares y de violación flagrante de los derechos humanos de los sectores derechistas de Honduras”.
También exigieron el cumplimiento del Acuerdo de Cartagena, impulsado por los presidentes de Venezuela, Hugo Chávez, y de Colombia, Juan Manuel Santos, y firmado por el ex presidente Zelaya y Porfirio Lobo, “como garantía mínima para asegurar el restablecimiento democrático en Honduras y el respeto pleno a los derechos humanos”.
Finalmente, las organizaciones y movimientos reconocieron la resistencia de los movimientos sociales de Guatemala, El Salvador, Costa Rica y Panamá, “que junto con los movimientos políticos de izquierda o progresistas, están avanzando y continuaran conquistando espacios de poder popular en sus respectivas naciones, para avanzar en la construcción de la unidad popular centroamericana”.
“Los movimientos sociales han retomado la lucha política y se están ocupando del poder, que es el pricipal problema y disputa con el imperio. Ya no se conforman con apoyar a gobiernos, sino que quieren gobernar, hacer políticas públicas y transformar directamente la economía. El reto estratégico es ese: los movimientos sociales están aquí para hacer revolución y no solo para asistir”, concluyó Orlando Núñez, asesor presidencial.
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