Por Martín Granovsky - Página 12
En diálogo con Página/12, el presidente Evo Morales explica el modelo boliviano, cuenta su relación con Néstor Kirchner, a quien define como “un padre político”, analiza la actualidad latinoamericana y explica las características del negocio gasífero con la Argentina.
El partido Argentina-Bolivia de anoche y el gasoducto para traer gas al norte argentino eran los dos grandes temas de la visita de Evo Morales a la Argentina hasta que se coló la protesta de la comunidad judía por el viaje del ministro de Defensa iraní a La Paz. Son las 11 de la mañana y Evo acaba de despedir a los dirigentes de la DAIA. Salieron sonrientes. Quizás los contagió la tranquilidad que emana hoy de este presidente aymara y ex dirigente sindical que el último 22 de enero cumplió cinco años en el Palacio Quemado.
–¿Nunca?
–Hasta 2002, jamás. Jamás. ¿Yo, de tan abajo? Cuando mis compañeros en el ’97 me propusieron ser candidato a la presidencia, pensé que se hacían la burla de mí.
–Pero lo eligieron diputado.
–Sí. Fui candidato a Presidente en 2002, y la candidatura me sorprendió a mí mismo. ¿Yo candidato? Fue una satisfacción. Y después, en 2005, ganamos, pero tenemos mucho que seguir aprendiendo en el nuevo sentido de la política boliviana: antes el pueblo era esclavo del gobierno. Ahora el gobierno es esclavo del pueblo. Es servicio al pueblo.
–Los bolivianos votaron varias veces en presidenciales y para la reforma de la Constitución. ¿Cómo hace un Presidente para evaluar el sentimiento popular cada día?
–Las reuniones con los movimientos sociales permiten saber cómo uno sirve al pueblo. Los resultados de gestión no sólo satisfacen sino que enorgullecen cuando el pueblo se siente atendido en sus demandas. No siempre es suficiente, claro, porque no alcanzan los recursos. Pero siempre escuchamos.
–Los dirigentes de la DAIA que mantuvieron la entrevista con usted comentaron eso: que los escuchó, que admitió haber cometido un error y que le creían.
–Hubo problemas y los reconocemos. Mejor aprender errando. Mejor no ocultar las cosas. Así la vida es mejor. Esa es mi experiencia en la familia, en el sindicalismo y en el gobierno.
–¿Admitir un error no puede ser tomado como síntoma de debilidad?
–Para mí no. Alguno siempre se pregunta por qué lo reconozco. ¿Quién no comete errores? Lamentamos cosas que no estaban en nuestros planes y expresamos nuestro reconocimiento.
–¿Cuál es el interés nacional boliviano para el gasoducto que comenzó a negociarse en el 2006 y del que habló con la Presidenta?
–Bolivia, en buena parte lamentablemente, vivió de sus recursos naturales. En un momento la goma, en otro el estaño, luego el gas. Las relaciones que empezamos con el presidente Néstor Kirchner se continúan ahora en el cumplimiento de los acuerdos con la compañera Cristina y la construcción del gasoducto Juana Azurduy, tan importante para los dos pueblos, uno que se abastece y otro que se beneficia. Al mismo tiempo, mejoramos la economía de Bolivia y damos un servicio al pueblo argentino. Hablé mucho de esto con la compañera Cristina. Sabe del tema. No parece abogada, parece petrolera. Garantizar energía frente a la crisis del mundo, en el marco de la complementariedad, es importante. Nosotros necesitamos del pueblo argentino y de su gobierno y si ellos nos necesitan, aquí estamos. Yo nunca olvido que cuando nos faltó trigo y harina para el pan, nos la mandó. No sé cómo hizo pero el trigo ayudó a nuestra felicidad.
–La nueva Constitución establece un Estado plurinacional. ¿Cómo está funcionando la construcción?
–Nuestra historia muestra tantos hermanos asesinados, colgados, descuartizados, discriminados, marginados... Hubo rebeliones con resultados nefastos, pero en esas rebeliones nuestros antepasados defendieron la identidad y los recursos naturales. Ahora estamos en una revolución. No con balas. Con el voto. El Estado plurinacional se construye también descolonizándonos. Tres etapas. Rebelión, revolución, descolonización. Esta etapa no es fácil. Podemos cambiar normas y procedimientos por las cuales un funcionario público se convertirá en un servidor público. Pero es más difícil cambiar la mentalidad.
–¿La del funcionario?
–Sí. Por suerte, en Bolivia el pueblo empieza a pensar distinto de la política. En el pasado el político era visto como un delincuente, como un maleante, como un ladrón, como un farsante. Estamos cambiando eso. Ahora ser político es prestar servicio al pueblo por tiempo determinado.
–¿Qué significa por tiempo determinado?
–Que depende de los tiempos de la democracia, de los mandatos, del voto. Antes ser político era decir: “Me toca a mí. Aprovecharé”. En Bolivia ha terminado eso. El pueblo era esclavo del gobierno. En mi gabinete hay intelectuales y profesionales que podrían estar ganando mejor en otro trabajo. Pero se suman a este trabajo para prestar un servicio por tiempo determinado. Y descolonizar también es la búsqueda de la soberanía con igualdad de todos los bolivianos. No puede haber unos viviendo en el lujo y otros que de hambre se mueren. No puede ser que existan esas diferencias de familia a familia, y tampoco de país a país, o de continente a continente. Este milenio no debe ser el las oligarquías, las jerarquías y las monarquías. Miremos las reacciones que hay estos días en otros continentes. En Europa, por ejemplo. Antes ellos miraban a América latina. ¿Y qué veían? Los golpes militares, las dictaduras, crisis, convulsiones, muertos. Bolivia, antes de que yo llegara a la Presidencia, había tenido cinco presidentes en cinco años.
–Nosotros ganamos: cinco en una semana.
–Sí. Y no lo puedo creer: entré al sexto año de la presidencia. Eso quiere decir que vamos cambiando.
–Bueno, y por el Honoris Causa de la Universidad de Córdoba ya es el doctor Evo Morales.
–Y soy doctor, sí. Pero lo que vale es lo que vamos cambiando en lo estructural, en lo económico. En lo financiero. Nos estamos liberando financieramente. El próximo paso es tecnológico y científico. Debemos hacer una alianza estratégica con toda Sudamérica para la tecnología. Porque Sudamérica ya es la madre de todos los recursos estratégicos del mundo. Tenemos la Amazonia, agua dulce... Es una esperanza para el mundo. Hay que desarrollar una nueva tesis. La tesis de la vida, de la humanidad. Esto hablábamos mucho con el compañero Néstor Kirchner.
–Ustedes se conocieron antes de la presidencia.
–Sí. Néstor fue muy práctico en sus recomendaciones y sugerencias. Para mí sigue siendo un padre político. Cuando empecé como Presidente estaba Néstor, estaba Lula, estaba Chávez para las sugerencias y las recomendaciones.
–¿Cuál fue la recomendación más importante?
–El servicio al pueblo. Y recuerdo la ayuda que me dio en Tarija. Me dijo: “Si ves que las empresas no quieren invertir, agarrá el teléfono y me llamás, que la Argentina va a invertir”. Tal vez el mensaje pueda ser entendido como simbólico. Pero fue muy importante. Los presidentes estamos para ayudarnos, y también en temas de inversión.
–¿Cuál es, en el plano mundial, la novedad boliviana en términos de identidad y desarrollo de los pueblos originarios?
–Programas, por ejemplo. A los sectores más pobres de los indígenas el gobierno les garantiza un 70 por ciento de inversión para emprendimientos productivos. Los beneficiarios tienen que poner el 30 por ciento. El Banco Mundial está exportando este programa a Africa. Otro programa: al niño que termina el año escolar se le da un pequeño bono de 200 bolivianos al año. El secreto de este bono es evitar que haya nuevos analfabetos. Donde hay deserción escolar, especialmente en las áreas rurales del altiplano y en los barrios periféricos de las ciudades, la vamos disminuyendo así. Bajamos la de-serción del 6 al 2 por ciento, y tenemos que impedir que haya nuevos analfabetos. Otro programa más: los más pobres, los abandonados, los que trabajaron toda la vida, cobran 200 bolivianos por mes. No será mucho, pero es algo. En las áreas rurales el viejo que recibe su renta resuelve su problema de agua y de luz. Y estamos entregando tierra, aunque algunos son muy ambiciosos.
–¿Qué quieren?
–En lugar de 50 hectáreas, quieren 150. No se puede. Algunos dicen: “Aprovecho la presidencia del compañero Evo, del hermano Evo, porque si no después no va a haber”.
–¿Cómo es el estado actual de la unidad de Bolivia sobre todo en relación con Santa Cruz de la Sierra? ¿Los enfrentamientos de 2008 son cosa del pasado?
–Antes se hablaba de la media luna. Se acabó. Ahora es luna llena. Nuestro movimiento se basa en la política del vivir bien, no del vivir mejor. Si tú quieres vivir mejor, tienes que robar, saquear los recursos, explotar. Eso lo podemos garantizar porque mi partido, el de los más pobres, el de los campesinos indígenas originarios, tiene dos tercios de la Cámara de Diputados y dos tercios de la Cámara de Senadores. Nunca pasó en la historia de Bolivia. Hay un sentimiento popular que simpatiza con los cambios profundos. Y eso pese a las corridas bancarias, que fracasaron. O al boicot que hace que falten azúcar o aceite para echarme la culpa a mí. Pero estamos preparados siempre para aprender errando, errando.
–Mauricio Macri dijo que uno de los problemas de la Argentina, y lo repitió luego, es lo que llamó “inmigración descontrolada”. ¿Cómo reaccionó al oírlo?
–Respetamos las opiniones de todos. Cada uno tiene derecho a expresar lo que piensa y lo que siente. Pero todos somos latinoamericanos. Todos somos sudamericanos. Tenemos la obligación de compartir. Pero no sólo en Bolivia sino por ejemplo en Europa, en España y otros países, al boliviano se lo ve como honesto y trabajador. Aquí vino buscando mejores condiciones de vida. Pero también aporta al de-sarrollo de la Argentina. Así sucede siempre con las migraciones. Las externas y las internas. En Bolivia vemos lo que ocurre con los que llegan a Cochabamba, o con los que se van de Potosí o de Oruro a Santa Cruz. Por eso en Santa Cruz se encuentra gente de orígenes tan distintos. Van a trabajar. Ayudan así al desarrollo. En América latina pasa lo mismo. Nos complementamos para vivir juntos.
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