por Marco A. Gandásegui - ALAI
El escándalo de Wilkileaks ha sacado a la luz pública el control que tiene EEUU sobre los medios de comunicación en casi todos los países del mundo. En los cables desvelados por Wikileaks, los embajadores norteamericanos y sus empleados informaban a Washington, como niños traviesos, que los países en que están son gobernados por ignorantes, corruptos y, a veces, hasta por asesinos. Las cadenas de televisión y los diarios encadenados a Washington interpretan la información de Wikileaks en forma tergiversada pretendiendo que son opiniones de gobiernos y sus altos funcionarios.
Lo más interesante es que el mensajero, el dueño de Wikileaks, está siendo perseguido por las agencias de EEUU con el único fin de demostrarle al mundo que nadie puede “meterse” con sus muchachos. En Suecia le inventaron un caso de acoso sexual (según algunas fuentes las “víctimas” eran cubanas de Miami). En EEUU varios fiscales de Estados han levantado casos de “terrorismo” contra Julian Assange.
Sobre Panamá, los diarios que están procesando las filtraciones de Wikileaks todavía no han soltado toda la información que tienen de los cables enviados por sus diplomáticos a Washington. Ya se sabe que no ofrecerán algo nuevo. Sólo sabremos, con los números correspondientes a cada informe, que los rumores y las pistas falsas que se crearon a lo largo de las últimas dos décadas son producto de la Embajada de EEUU.
Lo más interesante es que el mensajero, el dueño de Wikileaks, está siendo perseguido por las agencias de EEUU con el único fin de demostrarle al mundo que nadie puede “meterse” con sus muchachos. En Suecia le inventaron un caso de acoso sexual (según algunas fuentes las “víctimas” eran cubanas de Miami). En EEUU varios fiscales de Estados han levantado casos de “terrorismo” contra Julian Assange.
Sobre Panamá, los diarios que están procesando las filtraciones de Wikileaks todavía no han soltado toda la información que tienen de los cables enviados por sus diplomáticos a Washington. Ya se sabe que no ofrecerán algo nuevo. Sólo sabremos, con los números correspondientes a cada informe, que los rumores y las pistas falsas que se crearon a lo largo de las últimas dos décadas son producto de la Embajada de EEUU.
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