El amanecer del 9 de diciembre fue en el marco del terror para decenas de familias campesinas del Bajo Aguán. Varios contingentes de militares y policías desalojaron, de forma ilegal, con violencia y armados hasta los dientes a decenas de familias campesinas en el asentamiento Paso Aguán, en la margen izquierda del río Aguán.
La presencia de la delegación de activistas de los derechos humanos y periodistas nacionales e internacionales evitaron una posible masacre.
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