miércoles, 9 de junio de 2010

Honduras: La era del Lobo


Una escalofriante oleada de crímenes de lesa humanidad bajo el nuevo régimen

por Giorgio Trucchi - Rel-UITA

Más de 700 violaciones a los derechos humanos -incluyendo doce asesinatos- es el resultado del monitoreo realizado del 30 de enero al 28 de mayo de 2010 por el COFADEH. Ya son más de 9 mil las violaciones registradas desde el golpe de Estado y 544 los “incidentes” contra defensores de derechos humanos.

Faltando pocas semanas para la conmemoración del primer aniversario del sangriento golpe de Estado, Sirel conversó con Bertha Oliva, coordinadora nacional del Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos en Honduras (COFADEH), para hacer el punto de la situación.

-¿Cuál es el balance sobre los derechos humanos en Honduras después de cuatro meses de gobierno Lobo?
-Lo que hemos logrado recopilar durante estos cuatro meses del gobierno de Porfirio Lobo es algo escalofriante. Es una prueba más de que en Honduras se siguen dando violaciones selectivas y sistemáticas a los derechos humanos, que obedecen a una política de Estado muy fina y silenciosa, y por lo tanto muy peligrosa y preocupante.

-A nivel internacional, el presidente Porfirio Lobo está tratando de presentar una imagen de país diferente, un país en vías de normalización y reconciliación...
-La comunidad internacional, la cooperación y los gobiernos del mundo deben entender que en Honduras los políticos nunca hacen lo que dicen públicamente. Hay una total hipocresía, y cuando anuncian que se instaló un gobierno más humano, de reconciliación y respetuoso de los derechos humanos, los hechos revelan sus mentiras.

Siguen las detenciones ilegales, los acosos, las torturas y los asesinatos. Siguen violando las leyes todos los días. En Honduras siguen imponiéndose las fuerzas económicas y políticas, a través de las instituciones públicas que supuestamente están encargadas de aplicar la justicia.

-¿Hubo un cambio de estrategia represiva en el país a raíz del golpe de Estado?
-Antes del golpe había represión, pero era sobre todo por abuso de autoridad. Ahora la mayoría de las violaciones a los derechos humanos se dan por razones políticas y los represores han afinado sus instrumentos y métodos.

Para las organizaciones de derechos humanos, actualmente es más difícil trabajar con base en patrones de violencia. La estrategia es más fina y diversificada, y los represores son más atentos a no dejar huellas.

Es una política de Estado sistemática, acompañada por una campaña mediática más cínica y agresiva de los medios corporativos de comunicación, que apunta a desarticular cualquier tipo de trabajo o experiencia organizativa y social.

Lo vemos en estos días con el cierre de la radio comunitaria de Zacate Grande, la persecución de sus líderes, la represalia laboral y judicial contra los sindicalistas de la Universidad Autónoma de Honduras (UNAH) y el despido de jueces y magistrados que se opusieron al golpe.

Llevan semanas en huelga de hambre y no hay ninguna intención de resolver el conflicto. Están creando crisis disfrazadas de legalidad, imponiendo el derecho bajo los conceptos usados durante el golpe militar

-También hay señales muy preocupantes. ¿Las amenazas y los ataques que sufrieron directivos del STIBYS y la campaña para desprestigiar a la dirigencia de la Resistencia son parte de esta estrategia?
-El COFADEH está muy preocupado por lo que ocurrió en los días pasados. Hay señales claras de que las amenazas contra Carlos H. Reyes, el asalto a la sede del STIBYS en San Pedro Sula y la campaña de desprestigio en contra de los dirigentes del Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP) son parte de esa misma estrategia represiva.

Una estrategia que quiere acallarnos, dominarnos, dejándonos sin el derecho que tenemos a organizarnos y protestar por lo que está ocurriendo en el país. Hasta el momento la Fiscalía no ha dicho absolutamente nada sobre estos hechos.

-El secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, condicionó el retorno de Honduras a esta instancia al regreso “en absoluta tranquilidad” del ex presidente Manuel Zelaya. ¿Qué opina de esta propuesta?
-Tiene todo el derecho de hacerla, pero no tiene el derecho a manipular las mentiras. Este gobierno sigue mintiendo a la comunidad internacional y se propone de contrarrestar el proceso de unidad y organización que surgió después del golpe.

No se puede negociar el retorno del presidente Zelaya a cambio de su seguridad, y creemos que no es justo considerar un regreso de Honduras a las instancias internacionales mientras no se den señales de verdadera convivencia en democracia, respeto a los derechos humanos y una correcta aplicación de la justicia.

Tenemos más de 700 violaciones a los derechos humanos desde que asumió Porfirio Lobo. Hay que mantener el aislamiento de Honduras hasta que las fuerzas represoras recapaciten, den una señal clara de arrepentimiento y acepten responder por los delitos que han cometido.

Nosotros vamos a seguir denunciando y trabajando, aun a sabiendas de que en cualquier momento pueden tratar de cortar nuestras voces.

Aquí nadie se está reconciliando con nadie. Al contrario, los que tienen el control del poder y de las armas, los que han asaltado las instituciones del Estado, siguen con su estrategia homicida y no les importa lo que dice la comunidad internacional.

-¿Qué aniversario va a ser el próximo 28 de junio?
-Va a ser un encuentro que el mundo va a tener con el pueblo hondureño. No hay por qué llorar, al contrario, vamos a abrazarnos y a celebrar, porque nos dimos cuenta de que hay millones de personas en el planeta que expresaron su solidaridad, y que sufrieron cuando sintieron que Honduras estaba siendo atacada.

En esta fecha vamos a instalar la Comisión de Verdad Alternativa. Va a ser un buen mensaje para buscar la memoria, recuperar la historia. Para decir a los pueblos del mundo, al gobierno de Honduras que prefirió ser la continuación del golpe, que siguen dándose violaciones, que no fue una sucesión constitucional, sino un golpe militar.

El 28 de junio hay que vivirlo con alegría, pensando que hace doce meses el pueblo despertó y lo sigue demostrando en las calles.


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