martes, 2 de marzo de 2010

Las armas de la señora Clinton

por Breno Altman - ALAI

La gira suramericana de la secretaria de Estado norteamericana es uno de aquellos hechos ordinarios que deben ser leídos más allá de su aparente normalidad. Salvo si algo se escapa del itinerario original, mantendrá un discurso público amigable y tratará de problemas delicados con manos de seda.

Pero ningún observador atento debe caer en la trampa de que la señora Clinton vino de paseo.
Al final, la ex senadora por Nueva York juega un papel estratégico en el núcleo duro de la Casa Blanca.

Esa relevancia va más allá del peso relativo de la función que cumple: en la fórmula de la gobernabilidad sobre la que se apoya Barak Obama, el Departamento de Estado fue cedido a la fracción demócrata más afín al establishment norteamericano y sus poderosos intereses.


Hillary Clinton quizás sea la principal garantía de la elite blanca e imperial en el gobierno Obama. Bajo su batuta se agrupan, en el terreno de las relaciones internacionales, los movimientos del lobby sionista, de la comunidad cubano-americana, de los consorcios que forman el complejo bélico-industrial. Su autoridad, muchas veces, compite con la del propio presidente.

Tras el discurso de Obama en El Cairo, en junio de 2009, cuando anunció una nueva era en las relaciones de su país con el mundo islámico, Hillary rápidamente dejó claro que aquellas palabras bonitas eran letra muerta.
Públicamente asumió compromisos y adoptó medidas que reafirmaban el alineamiento de Washington con la política expansionista de Israel.


Los llamados de su jefe a negociaciones razonables con Irán, alrededor de la cuestión nuclear, fueron sustituidos por una escalada verbal y punitiva conducida por la secretaria de Estado. Sus actitudes alejaron las esperanzas de que pudiera nacer una nueva política para la región. El centro de gravedad de la estrategia norteamericana continuará siendo el ejercicio de la presión político-militar para forzar la rendición incondicional a la coalición vertebrada por Estados Unidos e Israel.

También América Latina fue escenario de ese dueto desafinado entre el presidente y su asesora. ¿Quien se acuerda del Obama generoso que prometía, en la 5ª Cumbre de las Américas, en Trinidad y Tobago, una relación diferente con sus vecinos del sur? Las promesas de diálogo y cooperación fueron deshechas por los acuerdos bilaterales para la instalación de bases militares en Colombia, el mantenimiento del bloqueo económico contra Cuba y el apoyo mal disimulado al golpe de Estado en Honduras.


Desde entonces, la influencia de Hillary, y de los intereses que representa, sólo se han incrementado. El presidente Obama, atrapado en la crisis económica y en el fracaso de la reforma sanitaria, perdió cualquier ímpetu renovador en la política internacional. Rehén de la mayoría conservadora de su propio partido, en la práctica, delegó a la ex primera dama el mando de la política externa de su gobierno.

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