de Giorgio Trucchi
El Grupo de Interés por la Soberanía y la Seguridad Alimentaria y Nutricional (GISSAN), instancia que aglutina a más de 70 organizaciones de diferentes sectores sociales de Nicaragua, y que integra la Campaña Semillas de Identidad, planteó en su V˚ Asamblea General la necesidad de entender la Soberanía y Seguridad Alimentaria y Nutricional (SSAN) como un esfuerzo local, productivo, realizativo, de autonomía campesina y de defensa de la semilla criolla, frente a la embestida de los Tratados de Libre Comercio (TLC) y al sistema depredador que se ha implementado en la región por parte de las grandes transnacionales de los alimentos.
En su exposición, Sinforiano Cáceres, presidente de la Federación Nacional de Cooperativas Agropecuarias (FENACOOP), que integra la Mesa Agropecuaria y Forestal (MAF), hizo un análisis del contexto actual que vive la región centroamericana y de las principales problemáticas que impiden instalar una verdadera soberanía y seguridad alimentaria en ese territorio
“Los procesos de ratificación de los Tratados de Libre Comercio (TLC) y Acuerdos de Asociación (AdA) por parte de Nicaragua y Centroamérica están reafirmando su inserción a la economía internacional de forma muy frágil. Esta debilidad –explicó Cáceres– se debe principalmente a tres factores: la instalación de las maquilas, la dependencia de las remesas familiares generadas por la población migrante y el modelo agroexportador que sigue implementándose en la región”.
Para Cáceres, esta situación resulta aún más complicada por la crisis alimentaria que ha afectado la región y la falta de acceso al crédito para el sector campesino.
En el caso de Nicaragua, considera también que hubo un distanciamiento entre el actual gobierno y las organizaciones que históricamente han venido discutiendo, negociando y trabajando con los gobiernos anteriores para la reactivación del agro, desperdiciando la experiencia acumulada. Señaló también cierta desarticulación y falta de coordinación en el uso de recursos en las instancias gubernamentales encargadas del sector agroproductivo. Toda esta situación habría generado cierto desencanto en parte de la población organizada.
En este contexto, para el presidente de la FENACOOP resulta imprescindible la aprobación de un Banco de Fomento en el cual hacer confluir todos los recursos que actualmente están dispersos en diferentes ministerios e institutos; trabajar para volver a crear cohesión social en la sociedad nicaragüense y reconsiderar la soberanía y seguridad alimentaria no solamente como aumento de la producción y mayor acceso a los alimentos, sino también como la implementación de políticas públicas.
“Hay que volver a ser muy beligerantes cuando se habla de soberanía y seguridad alimentaria, porque tiene un enfoque multisectorial y las respuestas deben ser acorde a ese enfoque, a través de políticas y programas que involucren a las organizaciones sociales”.
La Ley SYSAN y las semillas criollas
Uno de los puntos más controversiales es la aparente falta de interés en aprobar la Ley de Soberanía y Seguridad Alimentaria Nutricional (SYSAN). Aprobada en lo general hace casi dos años, la ley fue reenviada a una comisión especial del Parlamento y parece estar siendo modificada en sus planteamientos claves. Por otro lado, los proyectos de ley presentados para regular los temas de bioseguridad y biodiversidad ni siquiera han entrado a un proceso de discusión en las respectivas comisiones.
“Hay que hacer todos los esfuerzos posibles para que se aprueben estas leyes”, dijo Cáceres.
“En la medida en que el marco legislativo permita el uso y la manipulación de transgénicos, de aquellas variedades que esterilizan nuestras semillas criollas, estaríamos perdiendo la esencia de la autonomía campesina que es la semilla misma. Tenemos que hablar de alianza entre público, privado, sector cooperativo y asociativo, para defender esa autonomía, porque el campesinado sin el control y la propiedad de la semilla, sin llevar el proceso de su mejoramiento, se vuelve un consumidor de las transnacionales.
La lucha para las semillas es la lucha para el control de la comida que llega al estomago.
Quién controla la semilla –continuó Cáceres– controla el hábito y el alimento y también el sistema de producción. Si no tengo semillas tengo que comprarle a Monsanto y caigo en un sistema perverso, depredador, que va en contra de mi biodiversidad y me vuelve dependiente de un paquete tecnológico que solo tienen estas empresas transnacionales.
En este sentido, la semilla es también un problema político y no sólo de producción y ambiental, porque de ella depende que el agricultor pueda seguir viviendo y esto a pesar de que las estadísticas lo hayan ya declarado muerto desde hace años”, concluyó el presidente de la FENACOOP.
Para lograr todo eso, el GISSAN plantea una lucha muy concreta contra la aprobación de los TLC y el AdA, porque se estaría permitiendo la quiebra de la agricultura tradicional, transformando el pequeño y mediano productor nacional en consumidor sin capacidad de compra.
“La lucha para la soberanía y seguridad alimentaria debe enfocarse en la economía y la producción campesina. Pero no solamente campesinos produciendo, sino asociados y organizados, luchando en lo político, económico y jurídico, para su propia autonomía e identidad”, manifestó Eduardo Vallecillo, facilitador nacional del GISSAN.
“En esta V˚ Asamblea General, el GISSAN quiere seguir con una actitud propositiva. Vamos a empujar la aprobación de la Ley SYSAN y a enfocarnos en lo local a través del fortalecimiento de la participación de los gobiernos municipales y de las organizaciones sociales en las capacitaciones sobre soberanía y seguridad alimentaria en más de 30 municipios.
En 2008 –continuó Vallecillo– capacitamos a más de 1,500 personas y vamos a seguir con ese compromiso para que se entienda que hablar de SSA quiere decir llegar a los territorios con un esfuerzo productivo, realizativo, de autonomía social campesina, frente a la política depredadora de los TLC”.
Para el facilitador del GISSAN, el 2009 será un año de grandes retos: aumentar su presencia en los municipios, crear nuevos espacios de coordinación con otras redes que trabajan el tema de la semilla criolla, de la producción agroecológica y del agua, seguir el trabajo en la Mesa Agropecuaría y Forestal, manteniendo la SSA como sombrilla bajo de la cual tratar todos los otros temas específicos.
© (Lista Informativa "Nicaargua y más")
El Grupo de Interés por la Soberanía y la Seguridad Alimentaria y Nutricional (GISSAN), instancia que aglutina a más de 70 organizaciones de diferentes sectores sociales de Nicaragua, y que integra la Campaña Semillas de Identidad, planteó en su V˚ Asamblea General la necesidad de entender la Soberanía y Seguridad Alimentaria y Nutricional (SSAN) como un esfuerzo local, productivo, realizativo, de autonomía campesina y de defensa de la semilla criolla, frente a la embestida de los Tratados de Libre Comercio (TLC) y al sistema depredador que se ha implementado en la región por parte de las grandes transnacionales de los alimentos.
En su exposición, Sinforiano Cáceres, presidente de la Federación Nacional de Cooperativas Agropecuarias (FENACOOP), que integra la Mesa Agropecuaria y Forestal (MAF), hizo un análisis del contexto actual que vive la región centroamericana y de las principales problemáticas que impiden instalar una verdadera soberanía y seguridad alimentaria en ese territorio
“Los procesos de ratificación de los Tratados de Libre Comercio (TLC) y Acuerdos de Asociación (AdA) por parte de Nicaragua y Centroamérica están reafirmando su inserción a la economía internacional de forma muy frágil. Esta debilidad –explicó Cáceres– se debe principalmente a tres factores: la instalación de las maquilas, la dependencia de las remesas familiares generadas por la población migrante y el modelo agroexportador que sigue implementándose en la región”.
Para Cáceres, esta situación resulta aún más complicada por la crisis alimentaria que ha afectado la región y la falta de acceso al crédito para el sector campesino.
En el caso de Nicaragua, considera también que hubo un distanciamiento entre el actual gobierno y las organizaciones que históricamente han venido discutiendo, negociando y trabajando con los gobiernos anteriores para la reactivación del agro, desperdiciando la experiencia acumulada. Señaló también cierta desarticulación y falta de coordinación en el uso de recursos en las instancias gubernamentales encargadas del sector agroproductivo. Toda esta situación habría generado cierto desencanto en parte de la población organizada.
En este contexto, para el presidente de la FENACOOP resulta imprescindible la aprobación de un Banco de Fomento en el cual hacer confluir todos los recursos que actualmente están dispersos en diferentes ministerios e institutos; trabajar para volver a crear cohesión social en la sociedad nicaragüense y reconsiderar la soberanía y seguridad alimentaria no solamente como aumento de la producción y mayor acceso a los alimentos, sino también como la implementación de políticas públicas.
“Hay que volver a ser muy beligerantes cuando se habla de soberanía y seguridad alimentaria, porque tiene un enfoque multisectorial y las respuestas deben ser acorde a ese enfoque, a través de políticas y programas que involucren a las organizaciones sociales”.
La Ley SYSAN y las semillas criollas
Uno de los puntos más controversiales es la aparente falta de interés en aprobar la Ley de Soberanía y Seguridad Alimentaria Nutricional (SYSAN). Aprobada en lo general hace casi dos años, la ley fue reenviada a una comisión especial del Parlamento y parece estar siendo modificada en sus planteamientos claves. Por otro lado, los proyectos de ley presentados para regular los temas de bioseguridad y biodiversidad ni siquiera han entrado a un proceso de discusión en las respectivas comisiones.
“Hay que hacer todos los esfuerzos posibles para que se aprueben estas leyes”, dijo Cáceres.
“En la medida en que el marco legislativo permita el uso y la manipulación de transgénicos, de aquellas variedades que esterilizan nuestras semillas criollas, estaríamos perdiendo la esencia de la autonomía campesina que es la semilla misma. Tenemos que hablar de alianza entre público, privado, sector cooperativo y asociativo, para defender esa autonomía, porque el campesinado sin el control y la propiedad de la semilla, sin llevar el proceso de su mejoramiento, se vuelve un consumidor de las transnacionales.
La lucha para las semillas es la lucha para el control de la comida que llega al estomago.
Quién controla la semilla –continuó Cáceres– controla el hábito y el alimento y también el sistema de producción. Si no tengo semillas tengo que comprarle a Monsanto y caigo en un sistema perverso, depredador, que va en contra de mi biodiversidad y me vuelve dependiente de un paquete tecnológico que solo tienen estas empresas transnacionales.
En este sentido, la semilla es también un problema político y no sólo de producción y ambiental, porque de ella depende que el agricultor pueda seguir viviendo y esto a pesar de que las estadísticas lo hayan ya declarado muerto desde hace años”, concluyó el presidente de la FENACOOP.
Para lograr todo eso, el GISSAN plantea una lucha muy concreta contra la aprobación de los TLC y el AdA, porque se estaría permitiendo la quiebra de la agricultura tradicional, transformando el pequeño y mediano productor nacional en consumidor sin capacidad de compra.
“La lucha para la soberanía y seguridad alimentaria debe enfocarse en la economía y la producción campesina. Pero no solamente campesinos produciendo, sino asociados y organizados, luchando en lo político, económico y jurídico, para su propia autonomía e identidad”, manifestó Eduardo Vallecillo, facilitador nacional del GISSAN.
“En esta V˚ Asamblea General, el GISSAN quiere seguir con una actitud propositiva. Vamos a empujar la aprobación de la Ley SYSAN y a enfocarnos en lo local a través del fortalecimiento de la participación de los gobiernos municipales y de las organizaciones sociales en las capacitaciones sobre soberanía y seguridad alimentaria en más de 30 municipios.
En 2008 –continuó Vallecillo– capacitamos a más de 1,500 personas y vamos a seguir con ese compromiso para que se entienda que hablar de SSA quiere decir llegar a los territorios con un esfuerzo productivo, realizativo, de autonomía social campesina, frente a la política depredadora de los TLC”.
Para el facilitador del GISSAN, el 2009 será un año de grandes retos: aumentar su presencia en los municipios, crear nuevos espacios de coordinación con otras redes que trabajan el tema de la semilla criolla, de la producción agroecológica y del agua, seguir el trabajo en la Mesa Agropecuaría y Forestal, manteniendo la SSA como sombrilla bajo de la cual tratar todos los otros temas específicos.
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