miércoles, 26 de abril de 2017

Venezuela: Crímenes de odio, agresiones y asesinatos contra chavistas

Por Misión Verdad

Episodios que desde 2002 venían expresándose de distintas maneras, pero que a partir de 2013 cobraron especial relevancia con el llamado a "descargar la arrechera" de Henrique Capriles Radonski, y la posterior convocatoria de "La Salida" por Leopoldo López en 2014. Ambos llamados que terminaron con 8 y 43 muertos respectivamente, entre ellos varios chavistas.

Contexto de la incitación al odio y la violencia

Como es sabido, estas dos convocatorias antes referidas desataron el odio inoculado por años en los seguidores de la oposición contra todo aquello que oliera a chavismo. Desde Centros de Diágnostico Integral hasta escuelas primarias conocidas como Simoncitos fueron destruidas por estar asociadas a las políticas llevadas a cabo por Hugo Chávez. Ambos contextos, además, produjeron que en el 2013, se diera el asesinato de chavistas por opositores cuando festejaban el triunfo de Nicolás Maduro. En 2014 esto volvió a repetirse a través de asesinatos selectivos contra dirigentes y cuadros medios.

En medio de los llamados, además, incendiaron sedes del Partido Socialista Unido de Venezuela y asediaron a organizaciones identificadas con el chavismo. Desde Los Tupamaros hasta los colectivos fueron demonizados llegando al punto de legitimar la puesta de guayas a la altura de la cabeza en las calles de Venezuela, con el objetivo de "neutralizarlos" durante las guarimbas de 2014. Iniciativa que significó la muerte por degollamiento de varias personas, sin que ningún tipo de medio ni vocero opositor condenase este tipo de violencia.

Hoy en 2017, la historia vuelve a repetirse exactamente de la misma forma con la destrucción de instituciones públicas (centros de alimentación, maternos infantiles, ambulancias, ministerios, entre otros). Además de evidentes convocatorias al exterminio de chavistas bajo la demonización realizada nuevamente sobre los colectivos.

Asesinatos y agresiones: similitudes y parecidos

Entre los crímenes de odio más evidentes se encuentra el asesinato de Almelina Castillo a causa de una herida en la cabeza provocada por el lanzamiento de una botella de agua congelada, desde un edificio de la Candelaria, Caracas. Caso más que demostrativo por haber sido un objeto arrojado por opositores a un grupo de chavistas que caminaban por la parroquia, un día después de que el sociólogo Tulio Hernández convocara a lanzar Wmateros para "neutralizar a miembros del plan cívico militar Zamora".

Otro de los crímenes de odio producto de estas lamentables jornadas es el asesinato del joven Bryan Principal, en las afueras de la urbanización Alí Primera de Barquisimeto, Lara. Su contexto, aunado a sus presuntos victimarios, muestran además un claro rasgo de clase debido a que perdió su vida cuando su urbanización de la Gran Misión Vivienda era asediada por vecinos antichavistas de clase media alta, descontentos con que estas edificaciones fuesen construidas cerca de sus urganizaciones durante el gobierno de Hugo Chávez.

Sin embargo, estos dos casos no fueron los únicos ya que la reciente emboscada a una movilización chavista en Mérida terminó con dos muertos por armas de fuego. Nuevamente, como en la guarimba, se plantea que estas dos ejecuciones fueron realizadas por francotiradores ubicados en edificaciones de clase media alta de la ciudad merideña, de acuerdo a la versión difundida por el gobernador del estado, Alexis Ramírez.

Lamentables hechos que coinciden también al sicariato político del sindicalista Esmin Ramirez y la dirigente comunal Jaqueline Ortega Delgado. Ambos asesinatos selectivos que ocurren en este contexto de protestas recordando casos similares como la ejecuciones de Eliécer Otaiza y el diputado Robert Serra en 2014. Todas ejecuciones dirigidas en los últimos años contra cuadros bajos, medios y altos de referencia moral y de movilización para el chavismo.

El objetivo de estos crímenes de odio es político: atemorizar y desmovilizar la fuerza del chavismo que tiene su centro en los barrios y periferias pobres del país, precisamente donde estos referentes políticos han sido atacados.

Terror y vecinos contra vecinos

Estos brotes de violencia por parte de antichavistas, sumado a las ejecuciones que parecen debidatamente planeadas como la de Mérida, forman parte de una misma estrategia. Cuyo antecedente más inmediato se refleja en las declaraciones del ex Disip Alejandro Vetancourt, recientemente apresado por planificar actos de terrorismo contra civiles y efectivos de la FANB.

Según sus propias declaraciones las acciones tenía como objetivo enfrentar a la población. "Vecinos contra vecinos porque Venezuela y los venezolanos funcionan de esa manera":

Lo que poco extraña debido a que un componente central de las Guerras No Convencionales, hoy aplicadas a Venezuela, apunta a movilizar la estrategia de intervención en contra de un país, a partir de conflictos basados en divisiones religiosas, étnicas, nacionales y políticas. De esta manera se posibilita que sean los propios ciudadanos quienes asuman la tarea tercierizada de destruir el Estado y los consensos políticos y sociales del país, a costa incluso de ir en contra de sus propios compatriotas.

Las campañas psicológicas en pos de demonizar y deshumanizar a los seguidores de Chávez se observan precisamente desde la perspectiva de lo sufrido por Yugoslavia, Ucrania y Siria, entre otros países. Todas sociedades que terminaron cediendo a la fragmentación y el fratricidio bajo la cubierta de conflictos sectarios, nacionales y étnicos, que posibilitaron la aparición de verdaderas estructuras armadas, como las del Estado Islámico en Siria e Irak, y el Batallón Azov en Ucrania, por citar algunos casos evidentes.

En Venezuela esa estrategia se expresa en este tipo de brotes de violencia, minoritarios en país, pero con gran capacidad de daño en vidas y bienes materiales.

Sin que voceros opositores, ni medios, condenen este tipo de violencia llegando a extremos como el del diputado Freddy Guevara, quien considera a las muertes como pérdidas irreparables que forman parte de su "lucha contra la dictadura". Necropolítica pura y dura.

Igual de demostrativo es que ningún medio importante visibilice estos crímenes de odio contra chavistas. Tanto silencio y omisión más bien certifica su apoyo frontal. Distinto a cuando ocurre del otro lado de la acera, que aún siendo condenable, si es propagado y magnificado hasta el extremo.

Y esto tampoco escapa de los factores de clase que se expresan en medio del conflicto: las agresiones contra un chavista no se venden tan bien como las recibidas por un individuo con un perfil estético y social de clase media, homologado a las audiencias de los medios de las grandes urbes hipercapitalistas. Ahí donde el fascismo y sus aparatos de propaganda tasan el valor una vida de acuerdo a su extracción social, color de piel, grado de instrucción y ocupación laboral.

En este sentido no asombra ya que los propietarios de estos medios, al igual que muchos seguidores de oposición, consideren al chavismo como un enfermedad o gente que está por debajo de ellos, de sus abolengos europeos, comercios y negocios por heredar, preferencias de consumo, títulos universitarios y viajes al exterior, por ende perfectamente sacrificables para sus intereses.


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