martes, 29 de diciembre de 2015

Honduras: Asesinato de Garífunas en Iriona y la farsa de la guerra contra las drogas

Por Ofraneh

En la madrugada del pasado domingo 27 de diciembre, elementos de la Fuerza Naval atacaron a un grupo de garífiunas que se encontraban en la barra de Iriona (Departamento de Colón), tratando de remover un carro atascado en la arena. Los elementos de la naval sin mediar palabra dispararon contra los tres vehículos que se encontraban en el lugar.

Como resultado del ataque falleció Joel Palacios Lino (24 años) y resultó herido Elvis Armando García (19 años ) el cual ante la gravedad  de sus heridas fue trasladado por los militares al Hospital de Tocoa, los que sin proporcionar explicación alguna entregaron el herido al personal hospitalario. Posteriormente, García fue remitido al Hospital Atlántida de La Ceiba, donde falleció el día de hoy.


La precipitación con que actuó el grupo de aproximadamente de 20 militares pudo haber tenido un resultado aún más desastroso ya que en los vehículos se encontraban familias que se trasladaban entre las comunidades de Tocamacho y San José de la Punta. La inexistencia de vías de comunicación en la zona, obliga a los habitantes de la región a utilizar balsas para cruzar las barras de los ríos, siendo muy frecuente el desplazamiento nocturnos en vehículos de doble tracción.

Los Garífunas en el municipio de  Iriona han manifestado en los últimos meses un repudio a la militarización que padece la zona, como respuesta a la tardía reacción al crimen organizado que se apoderó de la costa norte de Honduras en las últimas décadas. Existen denuncias de jóvenes garífunas que han sido interrogados y torturados por los militares en la comunidad de Plaplaya además de la intervención de la comunidad de Limón, la que en varias ocasiones han efectuado manifestaciones públicas de repudio a la presencia militar.

El corredor de la costa norte de Honduras ha sido controlado desde hace décadas por  individuos asociados al narcotráfico, los que contaron con un apoyo irrestricto de las autoridades militares y civiles, hasta el punto que  su influencia abarca alcaldías y juzgados.

A partir del golpe de estado del año 2009, en los departamentos de Gracias a Dios y Colón se recrudeció el arribo de avionetas y lanchas, sin que en ningún momento las fuerzas de seguridad hiceran presencia, demostrando de esta forma el patético contubernio existente entre las “autoridades” y el crimen organizado.

Es a partir del año 2012, cuando los Estados Unidos interviene con su fuerza FAST (Foreign-Deployed Advisory Support Team) compuesta de elementos de la DEA y Policia Nacional, los que comenzaron a efectuar  sobrevuelos nocturnos  a ras, culminando la campaña de guerra psicológica con el ataque del 11 de mayo de ese año en Ahuas, donde fueron masacrados desde los helicópteros del Departamento de Estado. El operativo militar tuvo como resultado cuatro indígenas miskitos muertos además de siete heridos.

Después de cuarenta años de la supuesta guerra contra las drogas librada por los Estados Unidos, parece ser que los resultados son contradictorios. El negocio de las drogas continua siendo próspero, mientras las cárceles se encuentran repletas de las denominadas minorías raciales, siendo particularmente castigada la población negra de ese país. Mientras en Amercia latina se vive un desangre como producto de  la feroz guerra.

El colapso institucional que padece Honduras, forma parte de la ambigua supuesta guerra contra las drogas que predica el gobierno estadounidense, la que ha sido utilizada para afianzar la intervención militar en el continente; mientras tanto los paraísos fiscales prosperan y el movimiento de precursores químicos para la elaboración de las drogas continúa su flujo habitual.

Las comunidades garífunas de Iriona se han mantenido al margen del narcotráfico, y ciertamente la presencia de los narcotraficantes radica en el régimen de terror que han impuesto, ademas de haberse apropiado de franjas de territorio que han adquirido de forma dolosa y a precios irrisorios. A pesar de las denuncias presentadas por nuestra organización ante las autoridades en relación a las presiones territoriales causadas por el crimen organizado, nunca los operadores de justicia han dado respuesta alguna a las denuncias.

La muerte de los  jóvenes Joel Palacios y de Elvis García es un indicador del estado de indefención que se encuentra la población garífuna de Iriona. Si bien el día de ayer los garifunas fueron atacados por elementos de la Naval, en un pasado no muy lejano, los militares fueron cómplices en el trasiego. La actitud asumida por las Fuerzas Armadas en un comunicado que supuestamente emitieron, donde señalan que hubo fuego cruzado, no es más que un infundio por parte de las Fuerzas Armadas, la que utiliza esta estrategia para eludir asumir la responsabilidad de los crímenes cometidos.

La farsa denominada guerra contra las drogas seguirá cobrando su cuota de sangre inocente, mientras las drogas seguirán su flujo habitual a través de otras rutas. Lo amos y señores del narcotráfico son los menos afectados, mientras las poblaciones indígenas pagamos tributo tanto a los narcos como a los militares.

La población garífuna de las comunidades de Iriona se encuentran enardecidas y se tomaron el día de ayer la carretera entre Limón y Bonito Oriental, protestando por los asesinatos en la barra de Iriona y la militarización que padecen los habitantes de esa zona.

La Ofraneh exige una investigación exhaustiva sobre los hechos acontecidos, donde los militares no continúen gozando de la impunidad que han mantenido hasta la fecha. De paso, es hora que los Estados Unidos revisen la fracasada farsa denominada guerra contra las drogas, y se busque soluciones adecuadas para un problema social, al que le han dado una respuesta bélica.


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